viernes, 28 de octubre de 2016

Conciencia Emocional: Las emociones que no gestionas, te controlan


Todos experimentamos emociones, pero no todos somos capaces de reconocerlas y ponerles nombre. De hecho, ¿sabías que se han llegado a catalogar unas 250 emociones y sentimientos? Entre la tristeza y la alegría, entre sentirnos mal o bien, existe un amplio abanico emocional en el que deberíamos profundizar.

Si no somos capaces de reconocer nuestras emociones y sentimientos, si no encontramos sus causas y no comprendemos cómo impactan en nuestros comportamientos y decisiones, no podremos gestionarlos adecuadamente y terminaremos viviendo en una montaña rusa emocional. Por eso es tan importante desarrollar la conciencia emocional.

Bruma emocional: Los peligros que entraña no distinguir las emociones

Un estudio muy interesante realizado por psicólogos de la Universidad de Michigan reveló que las personas que sufren depresión tienen una característica en común: no distinguen con precisión las
diferencias entre las emociones negativas que experimentan, como la tristeza, la culpa, la ira y la frustración. Esto podría explicar, al menos en parte, por qué la depresión es tan difícil de superar.
Para llegar a estas conclusiones los investigadores les pidieron a personas sanas y a personas que padecían depresión que reportaran sus emociones en momentos concretos a lo largo de una semana. Así descubrieron que a las personas deprimidas les resultaba muy difícil distinguir entre las diferentes emociones negativas.

Estas personas estarían sumidas en una especie de “bruma emocional”, la cual se genera cuando no somos capaces de distinguir las emociones y etiquetarlas. El problema es que ese estado puede agravar estados como la depresión o la ansiedad. De hecho, es difícil mejorar nuestra vida si no sabemos exactamente cómo nos sentimos sobre algunos de sus aspectos.
Por ejemplo, ¿te imaginas qué difícil sería saber cuándo ha llegado el momento de llenar el tanque de combustible si no tuvieras ese indicador en el salpicadero del coche? Algo similar ocurre con nuestro estado emocional, no podemos mejorar o utilizar las emociones a nuestro favor si no sabemos cómo nos sentimos y por qué.


¿Qué sucede en el cerebro cuando etiquetamos una emoción?

Un estudio llevado a cabo en la UCLA desveló qué ocurre en nuestro cerebro cuando etiquetamos las emociones negativas. Estos neurocientíficos les pidieron a un grupo de participantes que vieran imágenes en las que aparecían rostros enfadados o con miedo.

Esas imágenes incrementaban la actividad en la amígdala, una región del cerebro íntimamente vinculada con las emociones que actúa como una alarma cuando detecta un posible peligro y desencadena una serie de cambios fisiológicos que nos preparan para huir o atacar. De hecho, se ha apreciado que la amígdala responde intensamente incluso ante imágenes subliminales, que nuestra conciencia no capta.

En este punto, los investigadores se preguntaron si el simple hecho de etiquetar esas emociones podría atenuarlas y disminuir el nivel de activación de la amígdala. A continuación, les pidieron a los participantes que identificaran las emociones que estaban viendo. Los resultados fueron asombrosos: casi inmediatamente la actividad de la amígdala comenzó a disminuir, mientras se activaba la corteza prefrontal ventrolateral, una zona vinculada con el pensamiento, la inhibición del comportamiento y el procesamiento racional de las emociones.

En práctica, lo que sucede es que cuando etiquetamos lo que sentimos nos vemos obligados a activar la parte más racional del cerebro. Esa zona echa una especie de “freno de mano”, evitando que las emociones tomen el control. Al entender lo que nos ocurre, el impacto emocional negativo disminuye y hace que las emociones sean menos dolorosas.

Un programa para desarrollar la conciencia emocional


La conciencia emocional es la capacidad para reconocer nuestras emociones, identificarlas y ponerles un nombre. Esto significa, ante todo, la posibilidad de experimentar y reconocer múltiples emociones, sentimientos y estados de ánimo. También implica que la persona domina un vocabulario emocional suficientemente rico que le permita expresar exactamente lo que siente.
Sin embargo, la conciencia emocional no se limita a reconocer y etiquetar las emociones sino que también significa comprender cómo impactan en nuestros comportamientos y pensamientos. Además, implica saber qué estamos sintiendo y por qué, encontrar la causa de esos estados y, sobre todo, aprender a usarlos a nuestro favor.

No nacemos con una conciencia emocional, esta se va desarrollando poco a poco, a medida que vamos experimentando nuevas emociones y los adultos que nos rodean nos ayudan a etiquetarlas y gestionarlas. Desgraciadamente, en muchos casos ese aprendizaje no se produce y la conciencia emocional se atrofia. Eso no significa que la persona no sea capaz de experimentar muchísimas emociones y sentimientos, sino que no es capaz de reconocerlos y, por ende, le resulta mucho más complicado gestionarlos.

La buena noticia es que la conciencia emocional se puede potenciar en cualquier etapa de la vida. De hecho, ese es precisamente uno de los objetivos del programa “Conciencia Emocional” diseñado por la Escuela Europea de Coaching, que comenzará el próximo mes de noviembre en Madrid.
Este programa, concebido como un entrenamiento vivencial de carácter eminentemente práctico, está dirigido tanto a los psicólogos, coaches, profesores y trabajadores sociales como a todas las personas que quieran desarrollar sus capacidades emocionales.

A lo largo de 9 sesiones los participantes podrán profundizar en el universo emocional a través de herramientas que facilitan el descubrimiento, la experimentación, la profundización y la gestión de las emociones.

El programa, que ha llevado más de dos años de desarrollo y cuenta con un experimentado equipo multidisciplinar, concibe las emociones como nuestras aliadas, y pretende que aprendamos a identificarlas, comprender su mensaje y utilizarlas para reencontrar el equilibrio, tanto a nivel físico como psicológico. ¿Te apuntas?



Fuentes:
Demiralp, E. et. Al. (2012) Feeling blue or turquoise? Emotional differentiation in major depressive disorder. Psychological Sciences; 23(11): 1410-1416.
Lieberman, M. D. et. Al. (2007) Putting feelings into words affect labeling disrupts amygdala activity in response to affective stimuli. Psychological Science; 18(5): 421-428.

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