lunes, 15 de mayo de 2017

La Evolución de la Iluminación


Mis enseñanzas tratan de la iluminación espiritual ― tanto de lo que podríamos llamar la iluminación tradicional como también de lo que yo llamo la nueva iluminación, o Iluminación Evolutiva. La iluminación tradicional es lo que aprendí de mi maestro, pero la Iluminación Evolutiva es lo que he descubierto y creado desde mi propio trabajo en el último casi cuarto de siglo. Durante este tiempo, he descubierto una nueva fuente de liberación emocional, psicológica y espiritual que existe fácilmente al alcance de cualquier persona, cualquier persona que tenga los ojos para reconocerla y el corazón para desearla. En pocas palabras, la iluminación está evolucionando. Ya no se encuentra sólo en la felicidad del Ser intemporal; se encuentra también en la urgencia extática del Devenir evolutivo.

Fue sólo después de muchos años de profunda introspección, dialogando con maestros y pensadores de todas las tradiciones, y el trabajo comprometido con miles de buscadores espirituales de todo el mundo que comencé a comprender en qué consiste esta nueva iluminación, por qué es tan diferente de lo que ha llegado antes, y por qué, como yo creo, tiene la clave no sólo para nuestro desarrollo personal, sino para nuestra evolución cultural. En el pasaje que sigue, voy a compartir brevemente con ustedes el viaje que llevé a cabo desde la antigua a la nueva iluminación.

Me convertí en un maestro espiritual en 1986 después de un intenso despertar que irrevocablemente transformó mi vida. Mi propio maestro, H.W.L. Poonja, provenía de la tradición Advaita Vedanta, y fue la simplicidad intemporal de esta antigua enseñanza la que catalizó mi despertar. La esencia de mi realización fue simple: todo ES lo que es. Fue una experiencia clásica de iluminación o satori ― viendo a través de la ilusión del tiempo directamente en la intemporalidad, despertando al eterno Ahora, el místico, absoluto, no dual y no relativo Fundamento del Ser. Mi maestro me enseñó ―como él fue enseñado por su maestro, el gran santo Ramana Maharshi― que la libertad que estaba buscando ya estaba presente como el mismo fundamento de mi propia conciencia.

Ese fundamento o trasfondo, la dimensión más profunda de lo que todos somos, ya existe siempre antes del tiempo y del proceso creativo. Es por eso que los místicos de todas las épocas nos han dicho que no hay ningún lugar adonde ir y nada que hacer, excepto realizar ESO. Después de mi propio despertar a esta verdad eterna, inicialmente enseñé de la misma forma como yo había sido enseñado. Mi respuesta espontánea a los que vinieron a mí en los primeros años de mi carrera docente fue simplemente esta: Date cuenta y ríndete. Date cuenta y descubre ese misterio que no puede ser comprendido por la mente, y ríndete a eso y sólo eso. Date cuenta de que nunca has nacido. Ríndete al hecho de que nunca has sido no-libre. Date cuenta de que nunca hubo un problema y nunca has dejado esa realización. Ríndete a eso y sólo eso. Estaba convencido más allá de de toda duda por mi propia experiencia que no había ningún lugar adonde ir, nada que hacer, y nadie que ser o llegar a ser. De hecho, en aquellos días, yo estaba tan seguro acerca de este punto de vista que cuestionaba la autenticidad de cualquier enseñanza espiritual que diera a entender que había algo que llegar a ser en el futuro que no fuera lo que ya siempre somos.

Esta enseñanza no es nueva. Ha sido la joya preciosa que ha pasado de maestro a discípulo desde hace miles de años. El objetivo perenne al que apunta es esencialmente la trascendencia ― una dramática liberación o escape del tiempo, la mente y el mundo que uno descubre cuando despierta al dominio intemporal, sin forma del Ser. En la mayoría de las enseñanzas místicas tradicionales, este énfasis en el más allá de la trascendencia como objetivo de la iluminación no ha cambiado desde que el Buda predicó el dharma en la antigua India hace dos mil quinientos años o desde que Adi Shankara escribió su Joya Suprema del Discernimiento en el siglo octavo. Y para nosotros los posmodernos, tampoco ha cambiado desde los días de gloria de la década de 1960, cuando el psicólogo de Harvard convertido en un rebelde psicodélico Richard Alpert, también conocido como Ram Dass, publicó su innovador manifiesto espiritual y llamada a las armas Be Here Now. Casi cuarenta años después, los best-sellers espirituales siguen proclamando el mismo mensaje: Trasciende la mente y el tiempo. Descansa en el "ahora", en la infinitud del momento presente. Todo lo demás es una ilusión temporal.

Desde esta perspectiva, el mundo y toda la manifestación es un mero "juego" de la consciencia, o lila como se le llama en el Vedanta: Lo que acontece aquí no es en última instancia real. Sólo lo Absoluto, el Fundamento no manifestado, inmutable, eterno y sin forma, es real. Por lo tanto, nada tiene que cambiar en este mundo manifestado, y la verdadera libertad se encuentra en escapar por completo de él. ¿Por qué albergar una ilusión? ¿Por qué tratar de mejorar lo que en principio no es real?

La culpa y sus dos grandes amigas, la duda y la inseguridad


La culpa nunca llega sola, puede presentarse por multitud de razones en nuestra vida. En ocasiones nos tortura por aquello que hemos hecho pero que no dio el resultado que esperábamos. Otras, nos persigue por no haber tenido el valor de hacer o decir algo que ahora nos corroe desde el interior. Es en este segundo caso en el que la culpa se presenta en nuestra vida acompañada por sus dos grandes amigas, la duda y la inseguridad.

Nunca dejes de hacer algo por miedo, más vale arrepentirse de lo hecho que culparse por aquello que podría haber sido.


Es entonces, cuando la duda toma el mando de nuestras decisiones y la inseguridad decide que es mejor no hacer nada por miedo a perder lo que tenemos, cuando la culpa se instala en nuestra vida. Esto hace que nos quedemos tristes y paralizados viviendo en nuestra imaginación lo que hubiera sucedido, en lugar de aceptar la realidad de nuestro inmovilismo.



La duda, la capitana de nuestro ejército de miedos


El miedo pasa, lo que dejas de vivir por miedo, no vuelve.

La duda nos observa día a día y nos recuerda, de manera estratégica, esas situaciones en las que hicimos algo que salió mal. Esas situaciones en las que herimos a alguien sin querer o en las que hicimos el ridículo. En definitiva, la duda se encarga de multiplicar nuestro malestar hasta hacernos dudar de todo lo que somos u hemos hecho.

Pero eso no es todo, cuando nuestro malestar se incrementa, la duda llama a su ejército, ese que recoge nuestros miedos y los manda desfilar. Y es entonces cuando las imágenes de todo lo malo que puede ocurrir nublan nuestra mente y nos impiden decidir lo que realmente queremos.

Pero, no solo queremos ser felices, buscar nuestro bienestar, sino que queremos vivir sin sufrir y aprovechándose de eso, la duda nos ataca de nuevo. Así es como caemos de nuevo en el miedo y la culpa, así es como la inseguridad se alía con la duda y nos ata con sus cadenas intentando aliviar ese malestar que sentimos y que sabemos que forma parte de la vida, aunque lo queramos evitar.



La inseguridad, esas cadenas que nos impiden avanzar

viernes, 12 de mayo de 2017

¿Alimentas El Ego O Nutres El Alma?


Según la opción que elijas, así abonarás tu karma y así será tu estado de felicidad


Todos los seres humanos sin excepción anhelamos algo tan sencillo como ser felices, pero ¿somos realmente conscientes de ello? ¿Sabemos cómo serlo? ¿Vivimos verdaderamente felices? ¿Dónde buscamos esa felicidad?

Cuando decimos que sí somos felices, realmente se trata de una pseudofelicidad que proviene del ego engañoso que la reviste de emociones y la sostiene con los apegos; sin embargo, ese estado ilusorio es finito y llegará un momento en que se derrumbará como un castillo de naipes cuando sopla el viento. Esa felicidad transitoria es solo un estado emocional que, en cualquier momento y ante cualquier circunstancia adversa, como podría ser una decepción, un percance, una insatisfacción, o fruto de la reflexión, el desencantamiento, el estrés… se transforma en su contrario: la infelicidad. Toda sensación o estado que tiene su opuesto forma parte de la dualidad de la Tierra; por el contrario, todo lo que carece de opuesto proviene del sentimiento profundo del alma y ese sentimiento puro que carece de opuesto, sí perdura bajo cualquier circunstancia. La Creación simplemente ES, sin más, carece de opuesto.

A través de las sensaciones físicas de los sentidos, el ego pretende imitar la felicidad verdadera; pero esa sensación es finita, es simplemente material, debido a su dualidad le es imposible traspasar los velos hacia la conexión con tu ser verdadero: el ALMA.

La verdadera felicidad es más que un estado de satisfacción puntual, es aquella que te llevará a través de los velos que empañan el alma hacia el GOZO. El gozo carece de opuesto, o lo tienes o careces de él. El gozo es indefinible con palabras y va incluso más allá del simple sentimiento, porque mana de lo más profundo, está fuera de lo material y preservado de su ruido. El estado de gozo perdura sin fin, sin límite y en constante aumento.

Cuando empiezas a sentir una gratificante sensación por alguna acción proveniente de escuchar el llamado del alma, aunque sea por un instante, percibirás un atisbo del estado de gozo y sabrás que esa es la felicidad que estabas buscando. Ese es el verdadero estado que todo ser humano busca, aun sin ser consciente de ello. Desde ese instante, anhelarás cada vez con más ansiedad llegar a ese estado, que solamente será el comienzo de una búsqueda gozosa, un flirteo entre la materia perecedera y tu verdadero estado original: el infinito. En ese momento, automáticamente empezarás a desnutrir el ego y a nutrir el alma.

Al ego, finito y perecedero, le es imposible igualar siquiera un atisbo del gozo que se siente al nutrir por primera vez el llamado de tu alma. El alma siempre te guiará por el camino correcto en la experimentación de la materia, el que más te convenga. Por el contrario, alimentar el ego te conducirá por un camino de vaivenes y altibajos, días buenos e incluso excelentes y días pésimos, malos o mediocres; es un camino pedregoso que ya nace con fecha de caducidad y que sólo evitarás si el alma lleva las riendas.



¿CÓMO ALIMENTAS EL EGO?

¿Qué otra cosa podrías ser más que el alma?

¿Acaso eres el ego, las emociones, los sentidos, los apegos…? Todos ellos son simplemente herramientas físico-mentales que están a tu disposición para poder gestionar el cuerpo físico y mental en la materia. Con ellos solamente podrás vivir, interactuar y experimentar lo material. Entonces, ¿dónde está el problema? Muy sencillo, en que todos ellos sólo existen en la materia y cuando el cuerpo y la mente se disuelven con la muerte física, desaparecen y sólo quedan las acciones que con ellos hayas pensado o ejecutado. Por lo tanto, considerarlos como reales te someterá a su dependencia.

Nutrir el ego es lo más fácil que hay en la materia; si permites que actúe y que gobierne tu andadura, el ego estará encantado de guiarte por la senda transitoria de la felicidad aparente. Aparente sí, ya que sólo perdura durante un tiempo, al igual que la materia. Aparente porque esconde siempre la contraparte de lo que realmente eres y, por lo tanto, te ofrece una simple pseudofelicidad que va y viene, que produce euforia o tristeza, dependiendo del momento o de las circunstancias.

Todo lo material, aquello que interactúa en la materia, es finito. Sin embargo, el alma es infinita, indestructible, inalterable…; más que paz constante, es gozo constante, creciente e infinito. Inimaginable con la mente material, sentirlo sólo es posible desde la conexión profunda por medio de la meditación que, conectándote más allá del consciente y del subconsciente, te lleva al supraconsciente; ahí es donde podrás experimentar esa indefinible sensación que se percibe más allá de los sentidos: los estados de paz, de bienestar y finalmente de gozo.




¿CÓMO NUTRES EL ALMA?

El Sonido del Universo 2: de la Resonancia abstracta


“Nada perece en el Universo; todo cuánto acontece en él, no pasa de meras transformaciones”.
– Pitágoras-

Se le llama “resonancia abstracta” a aquella procedente de franjas vibratorias estrictamente extra-físicas. A su vez, podemos dividirla en: resonancia sonora, resonancia visual y resonancia cromática. Vamos a examinarlas.


Resonancia Sonora

Uno de los fundamentos más espectaculares e impresionantes de la resonancia es el Sonido, particularmente lo que conocemos como “Música”.

La parte técnica de su expresión, más simplificada, nos dice que el sonido es un “movimiento ondulatorio en un medio elástico” (siendo este medio, primordialmente el aire). Desde el punto de vista físico el sonido es producido por “cambios rápidos de presión generados por el movimiento vibratorio de un cuerpo”.

La Música nos ofrece el ejemplo supremo de las cualidades imperceptibles de la resonancia porque, siendo parte de nuestra vida diaria y aun estando sus efectos en nosotros, no los notamos. Sin embargo, imaginemos por un momento el sonido de una sola cuerda del violín o de una sola tecla del piano… si cerramos nuestros ojos y concentramos toda nuestra atención, percibiremos claramente “algo” más que el simple sonido; percibiremos la resonancia inalterada e inmediatamente sentiremos algo. Eso se debe a que nosotros, como seres también resonantes, reflejamos un tipo de sonido, el cual, al combinarse con los de otras personas y de todo lo que está en nuestro entorno, produce estados de armonía variables de acuerdo a la resonancia combinada. O sea, con nuestra existencia hacemos música de diferentes cualidades.

El sistema musical no es un efecto, no es producto de nada, sino que revela las cualidades universales de la resonancia. Entender la parte interna de la Música es entender cómo se comporta la pulsación fundamental que da estructura a todo el universo. La Música puede ser considerada una pista en nuestro intento de descifrar el acertijo que para nosotros podría ser el universo.
Definida tradicionalmente como “el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo”, la Música es el reflejo de la vibración (resonancia) armónica que permea el universo en su estado natural.

Por supuesto, se puede combinar frecuencias disonantes (no armónicas) para producir sonido que inmediatamente detectamos como desagradable, pero la Música, que es armónica y coherente, tiene un patrón natural de frecuencia definido.

La nota es el concepto fundamental en teoría musical, cada una teniendo su propia frecuencia de resonancia. El piano nos ofrece una representación visual del sistema musical occidental: en sus teclas blancas vemos la secuencia de las varias notas (tonos) que componen la escala ascendente (de izquierda a derecha) del sistema y las teclas negras que reflejan semitonos (medio tono) situados entre los tonos.

Los semitonos situados entre cada nota son llamados “accidentales”, o más comúnmente “sostenido” si aumenta la frecuencia de una nota (en dirección ascendente) y “bemol” si la reduce (en descenso). El sistema musical occidental está compuesto de 7 tonos y 5 semitonos, que en conjunto son llamados “octava” porque cada 8 tonos comienza una nueva repetición del conjunto con cada repetición siendo de frecuencia más alta que la anterior. Las 88 teclas del piano común son básicamente 7 (más precisamente 7.33) repeticiones de este patrón 7-12, comenzando en una nota La.


Nótese en el dibujo que el patrón de la armonía de la naturaleza incluye el fenómeno de excluir un semitono entre las frecuencias de Mi y Fa y también inmediatamente después del último tono de cada octava (el Si). Este fenómeno forma un patrón determinado
1 – 1 – ½ – 1 – 1 – 1 – ½ ,

significando que entre las notas Do y Re, Re y Mi, Sol y La y La y Si hay un tono completo, pero entre Mi y Fa y entre Si y Do hay medio tono.

La resonancia musical occidental centra su base en la nota La4, o sea, en la cuarta repetición de nota La en teclado del piano, localizada en el punto medio.

Aunque en el mundo se ha utilizado diferentes opciones, el estándar mundial actual sitúa la resonancia de La4 en la frecuencia de 440 Hz. Partiendo de esta posición, cada tecla produce sonidos de menor o mayor frecuencia resonante dependiendo de la dirección

(derecha o izquierda) en que se proceda. Siendo la música un sistema totalmente matemático, las frecuencias resonantes de cada semitono que asciende o desciende en la escala musical representan un cambio de vibración resonante equivalente a 1.059. Por ejemplo, en el caso de un movimiento de La4 a La4 Sostenido (medio tono) la diferencia es calculada: 440 X 1.059 = 465.96 Hz. Por otro lado, la diferencia de un tono completo (como de Do a Re) es de unos 1.123 Hz.

El espectro normal de audición humana figura entre las frecuencias de 20 y 20,000 Hz, con la persona promedio pudiendo distinguir unos 1,400 cambios de frecuencia y con la música occidental utilizando primordialmente solamente unos 120. Esto nos da una idea de dos limitaciones humanas en cuanto a la frecuencia resonante: la primera señalando nuestras limitaciones de percepción consciente y la segunda revelando, dentro de esta primera limitación, nuestra capacidad reducida de distinguir la infinidad de diferentes tonalidades percibidas. Nótese que al decir “consciente” significa que nuestros sistemas energéticos y físicos sí perciben toda la resonancia universal, pero primordialmente en forma inconsciente.

Este tema de la acústica, como se conoce el estudio de la resonancia del sonido, es toda una ciencia compleja. Bastará con aclarar que, analizado profundamente, cada tono musical refleja una complejidad inmensa de vibraciones resonantes, que en realidad no hay tal cosa como un sonido “puro” en nuestro ámbito existencial. Aunque al presionar la tecla del piano creamos oír un sonido límpido, éste es en realidad un compuesto de muchas frecuencias resonantes armónicas.

Consideremos también que la armonía musical (usando ahora el término “armonía” como el arte de combinar notas) comúnmente consta de varios tonos sonados simultáneamente, lo que nos da una mejor idea de la complejidad de la música que escuchamos comúnmente cuando varios instrumentos (algunas orquestas sinfónicas numerando 100 músicos) suenan en conjunto. La música es música sólo cuando la resonancia (cada nota) producida por cada instrumento es simpática o afín con las demás que estén presente, así permitiendo que se mezclen produciendo, curiosamente, nuevas resonancias. Por el contrario, el simple ruido es producido por vibraciones resonantes cuyos choques (sin mezclarse) emiten nuevas resonancias incoherentes ante los sentidos humanos. De hecho, exponernos durante mucho tiempo a resonancias chocantes, especialmente aquellas en la parte alta del espectro, puede causar daño permanente a nuestros sistemas humanos físicos y etéreos.


Resonancia visual

Este tema, que trata de la resonancia, la cual produce la energía, la cual produce la materia, nos trae a un campo sumamente interesante en cuanto a la naturaleza del universo. Este tópico nos refiere al concepto que toda la materia, en sus estados sólido, gelatinoso, líquido y gaseoso, es en realidad una inmensa “imagen holográfica” o, como se conoce más comúnmente, un holograma. Las imágenes holográficas son fascinantes porque representan objetos que muestran todas las cualidades de los sólidos, pero que comprueban ser evanescentes y etéreos (fantasmagóricos) al intentar tocarlos. Este tipo de imágenes son formadas por la interferencia resultante de ondas de luz que se cruzan en su paso por el espacio. Para entender este tipo de interferencia tenemos que tratar primero la esencia interna de la luz, los llamados “fotones” que abundan en el universo, y los patrones que estos forman en su comportamiento natural.

El fotón fue llamado originalmente “lichtquant” (un cuanto, o unidad, de luz) por Albert Einstein y en 1926 el nombre moderno fue acuñado por Gilbert Lewis usando la palabra griega “phos” (luz). De hecho, Lewis ese mismo año publicó una teoría especulativa bajo el título “La conservación de fotones” en la prestigiosa revista inglesa Nature, en la que decía que los fotones “no se podían crear ni destruir”.

Según nos dice la física cuántica moderna, el fotón:

jueves, 11 de mayo de 2017

La Espiritualidad Evolutiva


Cuando pensamos en la vida, solemos pensar en “mi vida” – unas pocas décadas de historia personal, un círculo especial de familiares y amigos, dentro de una cultura determinada. No pensamos en un proceso de catorce mil millones de años de evolución y desarrollo, que brotó de la nada y se convirtió en el cosmos. Pero para aquel que se dedica a la espiritualidad evolutiva, así es la vida! Y la experiencia que estamos teniendo ahora mismo en este momento, inhalando y exhalando, leer estas palabras y mirar a los ojos del otro, es parte de la vida en el sentido más grande, parte de un proceso único, integrado, inconcebible y vasto. Desde la perspectiva de la iluminación evolutiva, la vida de que estamos hablando es el algo que surgió de la nada, y es quienes somos y por qué somos. Lo que brotó a la existencia hace casi catorce mil millones de años ha nacido en ti.

La espiritualidad evolutiva es un campo relativamente nuevo en términos de las tradiciones espirituales. Sugiere que el impulso para evolucionar y llegar a existir, lo que causó el Big Bang, continúa operando en todos los niveles de la vida y la conciencia. Este impulso podría ser llamado Dios o la energía e inteligencia que forjó el Universo. Este es el impulso que continúa impulsando el cosmos y nuestro propio crecimiento y en última instancia, se manifiesta como conciencia. La cosmología científica confirma que somos el Universo mirando hacia atrás sobre sí mismo. Con el Big Bang surgió la creación de elementos y átomos de la materia y finalmente la conciencia – tú y yo, una vez polvo de estrellas, ahora capaces de mirar al cielo y ver quiénes somos y de dónde venimos. Este impulso se ha convertido en el impulso evolutivo. Es la energía e inteligencia que brotó de la nada, el impulso motor del proceso evolutivo, y es evidente en el nivel mismo de nuestra propia experiencia humana.

De hecho, desde el punto de vista de la espiritualidad evolutiva, es la parte más importante de lo que somos. Cuando tocamos esa parte de nosotros mismos, cuando experimentamos ese impulso en lo más profundo de nuestro ser, nos damos cuenta de que es inherentemente libre y sin restricciones en su naturaleza. El impulso evolutivo se siente como una sensación de tremenda urgencia, espontaneidad y posibilidad.

El lugar más fácil para identificar el impulso evolutivo es en el impulso sexual – el imperativo biológico de procrear. Desde un punto de vista evolutivo, nuestro impulso sexual es una expresión elemental del Big Bang. ¡Es por eso que es tan poderoso! Cuando experimentamos el impulso sexual, estamos sintiendo la vibración misma que liberó la enorme energía de todo el proceso cósmico, latiendo en nuestros propios cuerpos y mentes.

Al más alto nivel, el impulso evolutivo se experimenta como el impulso espiritual, la compulsión misteriosa para ser más consciente, para alcanzar la iluminación, para crecer en el amor. A veces nos sentimos esto como un anhelo o deseo inexplicable para convertirnos, y en otras ocasiones se experimenta como una sensación persistente de malestar existencial, una sensación o deseo de despertar, evolucionar, liberar nuestro corazón e iluminar nuestra mente. Este anhelo no es independiente del propio Big Bang. El impulso espiritual, el impulso para evolucionar y llegar a ser, es que la intención misma que forjó el cosmos de la nada, que nos impulsa a procrear, que nos impulsa a innovar y crear. El instrumento a través del cual el impulso evolutivo se esfuerza por expresarse y cumplir su deseo insaciable de ser es la conciencia misma. Nuestra conciencia.

Piense en eso por un momento. Su anhelo espiritual puede parecer un deseo personal, ¿pero lo es realmente? ¿Podría realmente ser algo personal en esa aspiración pura, apasionada a despertar, llegar a ser, a evolucionar?

Muchos Caminos para el Aquí-Ahora


La realidad no conceptual, siempre presente, siempre cambiante, del momento presente se presenta sin esfuerzo ahora mismo. Este puro ser es no-dual, indiviso, sin límites y sin obstrucción. Pero parece que no siempre estamos experimentando la vida de esta manera ilimitada y sin obstáculos, porque nuestros pensamientos y conceptualizaciones cuentan una historia diferente.

En realidad, ni siquiera el pensar ni el conceptualizar son aspectos inseparables de este acontecimiento no-dual indiviso, pero es sólo en las historias e ideas que el pensamiento genera donde parecemos ser una entidad encapsulada que lucha por sobrevivir en un mundo fragmentado. Esta ilusión es sufrimiento. Es un espejismo sin sustancia real, pero parece muy real.

De alguna manera, toda enseñanza espiritual y no-dual es o bien una respuesta a este sufrimiento, un intento de despertar de este engaño y confusión, para ver el espejismo de lo que realmente es, o bien se trata de una celebración de la Sagrada Realidad que es Aquí-Ahora, y a menudo son ambas. Los maestros de meditación, los centros de retiro, los libros sobre no-dualismo radical y los sitios web como este surgen como respuesta a nuestra confusión y sufrimiento de la misma manera que los diversos productos químicos, hormonas, endorfinas, anticuerpos y similares surgen en el cuerpo como respuesta a la infección, el dolor o la herida. Y/o estas expresiones no-duales y espirituales surgen como un acto de devoción al Corazón, un acto de amor y celebración como cantar y bailar. Y todo es parte del movimiento natural de la vida, ocurriendo sin esfuerzo por sí misma.

Hay muchas propuestas diferentes para despertar, muchos caminos diferentes al Aquí-Ahora. Por supuesto, paradójicamente, nunca no estamos Aquí-Ahora, ya que Aquí-Ahora es todo lo que hay. Pero ya que no siempre nos damos cuenta de eso, aparecen varios caminos, incluido el camino sin camino que nos ofrece nada que hacer, y que simplemente insiste sin concesiones que no hay ningún lugar a donde ir y nadie aparte de este-aquí-ahora que vaya a ningún sitio.

A la mente pensante le gusta categorizar y clasificar todo. Tenemos el budismo zen, el budismo tibetano, el Vipassana, el Advaita, el neo-Advaita, la no-dualidad radical, el Poder del Ahora, y sigue y sigue, y hay pequeñas guerras que suceden en Internet y en las redes sociales entre los "neo" y los "tradicionales" Advaita, o entre el acercamiento "repentino" y el "gradual" al despertar, o entre las enseñanzas "estar aquí ahora" y las enseñanzas "esto es ello". Nos identificamos con una etiqueta o una categoría y después tenemos esos duelos sin sentido para ver quién es más no-dual que el otro. Pero cuando despertamos a la simplicidad de este momento, tal y como es, vemos la belleza y perfección de que todo es exactamente de la manera que es. Ya no nos sentimos obligados a convencer a la gente del zen que cantar y hacer reverencias es innecesario, o decirle a la gente del "estar aquí ahora" que no hay manera de no estar aquí ahora, o para decirle al no-dualista radical que la práctica es tan natural como el viento.

La liberación no tiene realmente nada que ver con encontrar o recibir una respuesta o una solución, sino más bien, se trata de trascender (ver a través de) el problema imaginario.

¿Cuáles son algunas de los otras propuestas comunes para trascender el problema imaginario que aparece en el budismo, el advaita, y otros tipos de enseñanzas no-duales?

miércoles, 10 de mayo de 2017

“Conversaciones con Dios III”. Neale D.Walsch.

Neale Donald Walsch

– ¿Y qué es eso? Dime, ¿qué es “mejor” para Dios? Esto debe ser interesante…

Lo que es mejor para Mí es darte lo que decidas que es mejor para ti, porque lo que estoy tratando de ser es Yo mismo, expresado y lo estoy siendo a través de ti. ¿Estás comprendiendo esto?

– Sí, lo creas o no, en realidad lo comprendo.

Bien. Ahora te diré algo que quizá se te dificulte creer. Siempre te doy lo que es mejor para ti… aunque admito que no siempre lo sabes. Este misterio aclara un poco que has empezado a comprender lo que me propongo.

Soy Dios. Soy la Diosa. Soy el ser Supremo. El Todopoderoso. El Principio y el Fin, Alfa y Omega. Soy la Suma y la Substancia. La Pregunta y la Respuesta. Lo Superior y lo Inferior. La Izquierda y la Derecha. El Aquí y el Ahora. El Antes y el Después.

Soy la Luz y soy la Oscuridad que crea la Luz y la hace posible. Soy la Bondad sin fin y la “Maldad” que hace buena la “Bondad”. Soy todas estas cosas, el Todo de Todo y no puedo experimentar alguna parte de Mi Ser sin experimentar Todo Mi Ser.

Y esto es lo que no comprendes acerca de Mí. Deseas hacerme uno y no el otro. Lo alto y no lo bajo. El bien y no el mal. No obstante, al negar la mitad de Mí, niegas la mitad de tu Yo y al hacerlo, nunca puedes ser Quién Eres Realmente.

Soy el Todo Magnífico y lo que intento es conocerme experimentalmente. Hago esto a través de ti y a través de todo lo que existe. Estoy experimentando Mi Yo como magnífico mediante las elecciones que hago, puesto que cada elección es autocreativa. Cada elección es definitiva. Cada elección me representa. Esto es, representa a Mí y a Quién Yo Elijo Ser Ahora.

Sin embargo, no puedes elegir ser magnífico, a no ser que haya algo de lo cual elegir. Alguna parte de Mí debe ser menos que magnífica para que Yo elija la parte de Mí que es magnífica. Lo mismo sucede contigo. Soy Dios, en el acto de crear Mi Yo. Tú también lo eres.

Esto es lo que tu alma anhela hacer. Esto es lo que ansía tu espíritu.

Si evitara que tuvieras lo que eliges, evitaría que Mi Yo tuviera lo que Yo elijo. Mi mayor deseo es experimentar Mi Yo como lo Que Soy. Como lo expliqué cuidadosa y esmeradamente en el libro 1, sólo puedo hacer lo que está en el espacio de lo Que No Soy.

Por este motivo, creé cuidadosamente lo Que No Soy, para poder experimentar lo Que Yo Soy. Sin embargo, soy todo lo que creo; por lo tanto, Yo Soy, en un sentido, lo Que Yo No Soy.

– ¿Cómo alguien puede ser lo que no es?

Fácil. Lo haces todo el tiempo. Sólo observa tu comportamiento. Trata de comprender esto. No hay nada que Yo no sea. Por lo mismo, Yo Soy lo que Yo Soy y Yo Soy Lo Que Yo No Soy.

– Esto es dicotomía divina. 

Éste es el Misterio Divino que, hasta ahora, sólo las mentes más sublimes pueden comprender. Aquí te lo revelo de una manera en la que más personas puedan comprenderlo.

Éste era el mensaje del Libro 1 y debes comprender esta verdad básica, debes conocerla profundamente, si deseas entender y conocer las verdades incluso más sublimes que presentaré aquí, en el Libro 3.

Ahora, permite que mencione una de estas verdades más sublimes, ya que contiene la respuesta a la segunda parte de tu pregunta.

– Esperaba que regresáramos a esa parte de mi pregunta. ¿Cómo es que la madre ama al niño, si dice o hace lo que es mejor para el hijo, incluso si tiene que contrariar la propia voluntad del niño para hacerlo? ¿O acaso la madre demuestra el amor más verdadero al permitir que el niño juegue en el tráfico?

Ésta es una pregunta maravillosa. Es la pregunta que formulan todos los padres, en una u otra forma, desde que empezó la paternidad. La respuesta es la misma para ti como padre, que para Mí como Dios.

– Entonces, ¿cuál es la respuesta?.