miércoles, 2 de mayo de 2018

Morir para Amar


"Morir para Amar" es una paradoja. Muerte es Amor. Amor es Muerte. Este Amor no es el amor condicional y personal de nuestras relaciones, sino el Amor incondicional que está presente ahora mismo como esta experiencia. Reconocer que tú eres lo-que-es en este mismo momento, es la muerte para el Amor que tú eres.

"Morir para Amar" significa morir a todo lo que crees que sabes sin esperanza de recompensa o logro. Sin ninguna idea del amor que recibirás o experimentarás si lo haces, pero muriendo valientemente ahora simplemente porque sabes que lo que esperabas o lo que creías, es falso e ilusorio. Muchas veces creemos que si hacemos algo, vamos a llegar a alguna parte. Tratamos de negociar con la vida. 

Esperamos que si trabajamos duro o indagamos profundamente lo suficiente, vamos a llegar al tesoro que todos los buscadores esperan ― realización, libertad, amor. Pero la vida no acepta un trato superficial. La vida sólo acepta todo o nada. Inmersión total ― o muerte. Mientras estás tratando de llegar a alguna parte (incluso si finges que no lo haces), todavía estás creyendo que la ilusión es verdadera. 

Sigues creyendo que esta pretensión de una vida es real. Todavía te aferras a la idea de que puedes ser salvado por alguna experiencia futura. La vida no va a aceptar un trato basado en el miedo a la realidad. Mientras que aún prefieras soñar con esperanzas, sobre la vida real, eso es todo lo que conseguirás.

Sin embargo, si estás anhelando y rezando por la libertad y estás dispuesto a sacrificar todo en lo que crees por ella, entonces la vida sin duda hará honor a ese trato. Esta es la muerte a la que me estoy refiriendo. Estar dispuesto a sacrificar tu vida entera y todo lo que consideras sagrado por lo que es real.

Yo recuerdo haber hecho este trato con la vida, por primera vez, (hubo otros tratos similares o incluso más desesperados en los años siguientes), cuando yo era una adolescente bastante deprimida y suicida. Recuerdo claramente que decía/rezaba (a la Vida) que estaría dispuesta a sacrificar mi vida entera, y cada poquito de significado que tuviera. Yo no tenía una idea clara de lo que quería a cambio, sólo sabía que mi experiencia de la vida se sentía falsa, y estaba dispuesta a perder todo, incluso si eso significara morir físicamente en el proceso. Una vida pretendiendo ser algo o alguien que yo sabía que era falso, no valía la pena vivir.

Este sacrificar todo lo que es falso en este momento, simplemente porque es falso, deja un amplio espacio abierto. Vacío. Sin necesidad de llenarlo con alguna nueva idea falsa o actitud, sino sacrificar la falsedad de eso también... y eso también... y eso también... Vacío... Nada... Y en esa nada, se siente la Vida. La vida se experimenta justo tal como es. 

No encaja en algún tipo de idea de lo que debería ser. No necesariamente se siente uno bien. Lo más probable es que uno se sienta incómodo al no depender de una idea de cómo vivir o ser. Tal vez se sienta miedo. Tal vez se experimente libertad. Tal vez los pensamientos vuelvan al tratar de reclamar algo nuevo. Pero todo lo que venga será sacrificado en el altar de la vida. Se quemará en el fuego del Amor.

Y esto es Amor. La continua pérdida de todo en lo que crees, la continua apertura, y resquebrajamiento, la continua humildad de dejar de lado todas las posiciones que has defendido, admitiendo sentimientos que has tratado de encubrir, aunque duela. No quedando nada a lo que aferrarse. Cualquier aferramiento es visto en la luz del Amor y conocido como un falso sueño. Sin seguridad. Sin lugar donde esconderse. El Amor es la realidad abierta. Amar es ver lo que realmente está aquí ahora, y no engañarte más a ti mismo. Este es el valiente fuego del Amor que ve a través de todo lo que no es la realidad.

viernes, 27 de abril de 2018

Yo Soy, el Yo Soy (ADQUIERE TODO TU PODER)


ULTIMO VÍDEO QUE HEMOS CREADO, ESPERO QUE OS GUSTE Y OS AYUDE.


DESPLIEGA TODO TU PODER.

La presente Instrucción es la Verdad en esta materia y viene directamente de los Maestros Ascendidos que la sostienen por Su Poder y Su Autoridad.

Por consiguiente, aquellos que conozcan a su Poderosa Presencia YO SOY y tomen posiciones de Su Luz, ¡DESARROLLARÁN TODO SU PODER!

Queridos HIJOS de la Luz: aceptad estas Revelaciones que los Maestros Ascendidos os ofrecen con tanto Amor y Bondad.



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jueves, 26 de abril de 2018

Personas tranquilas, la calma interior en un mundo de ruido


Las personas tranquilas son ese desconcertante punto de equilibrio en un mundo agitado. Su mirada serena, sus correctos modales y sus pies en el suelo suelen llamar la atención de los demás. Hay quien asume que tras ellos se esconde la timidez, pero en realidad, lo que subyace en este perfil es su buena actitud ante la vida y una calma interior bien trabajada.

Decía Albert Einstein, con gran acierto, que la monotonía y la soledad de una vida tranquila es lo que impulsa a la mente creativa. Sin embargo, por curioso que nos parezca esa imagen sosegada sigue siendo poco entendida en nuestra sociedad. Nos lo recuerda por ejemplo Susan Cain en sus libros sobre la personalidad tranquila y/o introvertida.


“En lugares tranquilos, la razón abunda”.
 -Adlai E. Stevenson-


Así, es muy común por ejemplo que ese alumno que en el aula se muestra siempre relajado, pacífico y silencioso sea percibido como falto de iniciativa, tímido y retraído. Son niños “sin personalidad”, comentan algunos maestros a la ligera. Porque en nuestra sociedad se sigue valorando a quien participa, a quien hace ruido y valer su voz.

Cabe decir, no obstante, que no hay personalidades mejores o peores. Nada es tan rico para nuestro mundo como ese amplio espectro actitudinal y comportamental que mostramos los seres humanos. Cada uno, a nuestra manera podemos aportar cosas excepcionales a nuestra realidad. Aunque eso sí, necesitamos comprensión mutua y ante todo ser conscientes del tesoro que se esconde detrás de cada perfil psicológico.



El cerebro de las personas tranquilas

El cerebro de las personas tranquilas funciona de manera diferente. Puede que a simple vista esta idea le llame a más de uno la atención, pero cabe decir que no es nueva. Ya en los años 6o, el conocido psicólogo de la personalidad Hans Eysenck introdujo el término umbral de excitación cerebral. Este concepto le sirvió para diferenciar y explicar por qué las personas más tranquilas se suelen diferenciar tanto de ese perfil más extrovertido y/o abierto a la experiencia, el riesgo, el desafío…

Así, en estudios como el realizado en el 2012 en la Universidad de Harvard apoyan esa misma hipótesis establecida por Eysenck en su momento. Veamos ahora en qué se basa y qué nos explica:


1 - Las personas extrovertidas necesitan mayor nivel de dopamina para experimentar bienestar y felicidad. De ahí que busquen experimentar nuevas sensaciones o tener contacto social con mayor frecuencia para alcanzar ese nivel, ese umbral de bienestar.

2 - En el caso de las personas tranquilas ocurre lo contrario. Ellas encuentran bienestar con un nivel justo de dopamina, cuando se sobrepasa ese umbral de equilibrio, experimentan ansiedad, presión y agotamiento. Las situaciones relajadas y caracterizadas por una armonía social y sensorial son las que más satisfacción les producen.

3 - Asimismo, se han podido observar diferencias estructurales en la corteza prefontral de las personas tranquilas. Tienen mayor materia gris. Algo así se vincula al pensamiento abstracto, lo cual demuestra que este tipo de perfil es más tendente a la reflexión y a la introspección.
Neuronas en el cerebro representando el cerebro de las personas tranquilas 



Hábitos de las personas tranquilas

miércoles, 25 de abril de 2018

Los tres “TÚ” que hay en ti


Dentro de ti hay tres “TU”, el primero es:

1. LA PERSONALIDAD

Este término procede del griego “persona”. En la tragedia griega se utilizaban máscaras, y la voz salía de detrás de la máscara. “Sona” significa «voz», «sonido», y “per”, «a través de la máscara». No se conoce la cara real, quién es el actor. Está la máscara, y por ella sale la voz. Parece que viene de la máscara, y no se ve la cara real.

Tú tienes muchas máscaras, una sobre otra, como las capas de una cebolla. Si te quitas una máscara tienes otra, y si te quitas esa tienes otra. Y si sigues escarbando, te sorprenderá cuántas caras llevas. Llevas varias vidas coleccionándolas, y todas te resultan útiles, porque tienes que cambiarlas muchas veces.

Si hablas con tu hijo no puedes ponerte la misma cara que cuando hablas con tu jefe.

Ese es el primer tú, el tú falso, que también puede llamarse el ego. Te lo ha dado la sociedad. Te han arrebatado la verdad y te han dado un sustituto, y a causa de esas caras sustituibles no sabes quién eres.

El zen dice: «A menos que conozcas tu cara original, no sabrás qué es Buda».

Porque Buda es tu cara original. Naciste como un Buda, pero estás viviendo en una ilusión, en una mentira.

Eres cristiano, hindú o musulmán, pero esa careta no es la tuya, te la han dado los demás y te han condicionado con ella. A ti no te preguntaron nada, no te pidieron permiso; te la impusieron por la fuerza. Todos los sistemas educativos son violentos, porque no te tienen en cuenta. Tienen ideas preconcebidas, saben qué es lo bueno y lo malo, y te lo imponen. El niño está tan desvalido y es tan delicado que lo pueden moldear. Y eso es lo que hace la sociedad. Antes de que el niño se haya fortalecido lo suficiente, ya tiene mil y un traumas; está paralizado, envenenado.


Cuando quieras saber quién eres, tendrás que abandonar todas las respuestas que te han dado.

Por eso se ha definido el zen de la siguiente manera: «Dirigido directamente al corazón humano. Ver la naturaleza y transformarse en un Buda. No apoyarse en las letras. Una transmisión distinta, aparte de las escrituras».

La verdad está en ti, y es en tu interior donde has de encontrarla. «Ver la naturaleza y transformarse en Buda. Dirigido directamente al corazón humano.» No tienes que ir a ninguna parte. Vayas donde vayas, serás tú mismo.

El verdadero cambio que se tiene que producir no es de lugar, no tiene que producirse fuera, sino dentro. Y la transformación no se produce mejorando la personalidad, sino abandonándola.

La mentira no puede convertirse en la verdad. No hay forma alguna de mejorar la mentira para que se convierta en la verdad. Siempre seguirá siendo la mentira.

La mentira te dice: «Ve en busca de la verdad. Mejora tu carácter, tu personalidad. Busca la verdad, transfórmate en esto, transfórmate en lo otro». Pero la verdadera transformación es simplemente abandonando la mentira, porque tú ya eres la Verdad. Pero crees que eres la mentira que te ha impuesto la sociedad.

La verdad es el presente, este mismo momento, ahora mismo.

De modo que el primer «tú» es la mentira, la actuación, la pseudopersonalidad que te rodea, la cara que ofreces a la galería, la falsedad. Es un engaño. La sociedad te lo ha impuesto y tú has colaborado en ello. Tienes que dejar de colaborar con esa mentira de la sociedad, porque solo cuando te quedas al desnudo eres tú mismo. Todos los ropajes son un invento social. Todas las ideas y las identidades que crees poseer son un invento social, algo que te han creado los demás. Y tienen sus motivos para hacerlo. De esta forma se aprovechan de ti sutilmente. Te explotan.

La auténtica explotación no tiene un carácter económico ni político; la auténtica explotación es la psicológica.

¿En qué consiste la explotación psicológica?

La explotación psicológica consiste en no permitir que nadie sea uno mismo, que nadie sea aceptado tal y como es, que no se respete a nadie.

¿Cómo respetar a las personas si no las aceptamos como son?

Si les impones cosas y después las respetas, lo que respetas son tus propias imposiciones. No respetas a las personas como son.

La humanidad debe tomar conciencia de la falsedad de la personalidad y abandonar este primer “tú”.

2. EL “TÚ” REPRIMIDO, INSTINTIVO, INCONSCIENTE

martes, 24 de abril de 2018

Llevándote de Vuelta al Presente


De la Abstracción y la Concentración a la Presencia Consciente

Estés donde estés y hagas lo que hagas, siempre hay tres cosas diferentes que puedes hacer con tu atención. En primer lugar, puedes poner atención a la cháchara del pensamiento en tu cabeza ― la corriente de asociaciones mentales (imágenes, recuerdos, proyecciones futuras, preocupaciones, etc.) que corren a través de nuestras mentes cuanto nuestra atención no está ocupada. En segundo lugar, puedes elegir sumergir tu atención en determinadas tareas o distracciones, tales como programas de televisión, revistas, Internet, o algún hobby. O, en tercer lugar, puedes dedicar tu atención a tu experiencia presente actual ― es decir, centrar tu atención en tu entorno real, y la experiencia que vives en ese entorno. Por ejemplo, si estás en la sala de espera de un consultorio médico, puedes soñar despierto (quizás pensar acerca de lo que harás el fin de semana, o reflexionar sobre algunos problemas que estés teniendo en el trabajo), puedes sumergir tu atención en alguna revista o en tu teléfono móvil, u observar a las demás personas a tu alrededor, o a los objetos, o a la decoración en sí. O cuando sales a correr, puedes ya sea soñar despierto, escuchar un audio-libro en tu i-pod, o sumergir tu atención en tu entorno, el escenario que va pasando y la naturaleza que te rodea.

En pocas palabras, hay tres estados: abstracción (es decir, inmersión en el parloteo mental), concentración o ensimismamiento (es decir, en actividades o distracciones) y presencia consciente (es decir, la atención consciente hacia nuestra experiencia actual). Por supuesto que no se trata de algo completamente absoluto y tajante ― en un estado de abstracción o concentración, aún estás en un estado de presencia consciente parcial. Por ejemplo, aunque uno esté soñando despierto o escuchando un audio-libro mientras corre, uno está obviamente consciente del entorno, hasta cierto grado ― lo suficiente como para prestar atención al tráfico, o para mantener la ruta deseada. Pero por lo general se trata de una consciencia muy básica y funcional; la mayor proporción de nuestra energía mental está dedicada a la concentración o a la abstracción.

Cada momento de nuestras vidas evaluamos inconscientemente estas tres opciones y elegimos una de ellas ― y por lo general es una de las dos primeras la que preferimos.

Piensa acerca de la cantidad de tiempo que pasas en cada uno de los tres estados. Como promedio aproximado, estima qué proporción de un día común y corriente pasas en un estado de abstracción, en uno de concentración y en uno de presencia consciente...

Les he hecho esta pregunta a muchas personas en talleres y en cursos por internet, y casi siempre estiman que pasan la mínima proporción de tiempo en estado de presencia consciente. Como promedio aproximado, la gente dice que pasa del 5 al 15% de su tiempo en presencia consciente, del 50 al 60% en concentración y del 25 al 35% en abstracción.

Esto es una lástima, porque vivir en un estado de presencia consciente es, por mucho, el estado más beneficioso. Estar presente equivale a un estado de bienestar. Nos permite percibir la belleza y la maravilla del mundo que nos rodea. Y, en cierto sentido, estar presente significa estar realmente vivo. Nuestras vidas consisten únicamente en el presente ― el pasado y futuro son sólo abstracciones que en realidad no existen. Nunca hay nada, excepto nuestra experiencia en el momento presente. Por eso, si no estamos conscientes de nuestra experiencia en el momento presente ―si estamos en un estado de concentración o abstracción― entonces, en cierto sentido, no estamos viviendo realmente.

Esto no quiere decir que debamos pasar todo el tiempo en un estado de presencia consciente, con nuestra atención dirigida a nuestra experiencia o a nuestro entorno. Tanto la abstracción como la concentración pueden resultar bastante agradables, útiles y necesarias, a veces. Pero ciertamente podríamos tratar de aumentar la cantidad de tiempo que le dedicamos a la presencia consciente. En términos de los porcentajes mencionados, podríamos intentar disminuir la cantidad de tiempo que pasamos en abstracción y concentración, y transferirlo hacia la presencia consciente.


El Amoroso Codazo Mental

lunes, 23 de abril de 2018

JEFE DE PUEBLO NATIVO AMERICANO SEÑALA LA ENFERMEDAD DEL HOMBRE BLANCO: 'PIENSAN CON LA CABEZA Y NO CON EL CORAZÓN'


ES UNA ENFERMEDAD NO PODER PENSAR CON EL CORAZÓN Y SÓLO BASARNOS EN LAS RAZONES DEL CEREBRO, SEGÚN EL JEFE LAGO DE MONTAÑA Y SU INTERLOCUTOR CARL JUNG

En su autobiografía Recuerdos, sueños, pensamientos, el psicólogo Carl Jung narra un episodio indeleble que hoy es aún más relevante de lo que fue en su época, y un tanto inquietante. Jung viajó a África, a la India y a Nuevo Mexico para encontrarse con personas no europeas y aprender de ellas, particularmente de su relación con los sueños y los mitos. En su autobiografía relata un encuentro con el líder de un pueblo de los indios de Taos en Nuevo Mexico, llamado Ochwiä Biano (Lago de Montaña):

«Mira», decía Ochwiä Biano, «lo crueles que parecen los blancos. Sus labios son finos, su nariz puntiaguda, sus rostros los desfiguran y surcan las arrugas, sus ojos tienen duro mirar, siempre buscan algo. ¿Qué buscan? Los blan­cos quieren siempre algo, están inquietos y desasosegados. No sabemos lo que quieren. No les comprendemos. Cree­mos que están locos».

Le pregunté por qué creía que todos los blancos están locos.

Me respondió: «Dicen que piensan con la cabeza.» «¡Pues claro! ¿Con qué piensas tú?», le pregunté. «Nosotros pensamos aquí», dijo señalando su cora­zón. Quedé sumido en largas reflexiones. Por vez primera en mi vida me pareció que alguien me había trazado un retrato del auténtico hombre blanco. 

Era como si hasta entonces sólo hubiera recibido impresiones teñidas de sentimentalismo. Este indio había acertado en nuestro punto vulnerable y señalado algo para lo que estamos ciegos. Sen­tí nacer en mí como una niebla difusa, algo desconocido y, sin embargo, entrañablemente íntimo.

Después de esto, Jung cuenta una visión en la que irrumpieron "legiones" en la niebla de su mente. Vio "las facciones angulosas de Julio César, Escipión, Pompeyo"; grandes armadas conquistando a pueblos primitivos; San Agustín predicando "a punta de lanzas romanas"; Carlomagno, Cortés, Colón, etc.; el fuego, la espada, el aguardiente y la sífilis expandiéndose.  

Este encuentro en uno de los tejados del pueblo Taos, viendo el Sol, se grabó para siempre en la mente del psicólogo suizo, quien luego mantuvo una correspondencia con Lago de Montaña, la cual ha sido documentada. Jung notó que, en el caso de la civilización racional occidental, "el conocimiento no nos enriquece; nos remueve del mundo mítico en el que antes nos sentíamos en casa por derecho de nacimiento". 

viernes, 20 de abril de 2018

LAS 4 NOBLES VERDADES DE BUDA


LA CAUSA DEL SUFRIMIENTO ES EL APEGO …

Las Cuatro Nobles Verdades expresan la orientación básica del Budismo refiriéndose a que codiciamos y nos inclinamos a apegarnos a estados pasajeros y cosas que son incapaces de satisfacernos y son dolorosos (Duḥkha). Este año se mantiene en el samsara, el ciclo sin final de repetido renacer y morir y el día que ello conlleva. Hay, sin embargo, una forma de finalizar con este ciclo, llegando al Nirvana (espiritualidad), donde terminar el apego y donde el renacimiento y la Dukkah no reaparece. Esto es posible lograrlo siguiendo el Noble Camino Óctuple, restringiendo nuestras adherencias, cultivando la disciplina y practicando la meditación.

En forma resumida, las cuatro nobles verdades son dukkah, samudaya (ascensión o ir juntas), nirodha (cesación) y marga, el camino hacia la cesación.

En los Sutras (budismo), los textos religiosos budistas, las cuatro verdades tienen una función simbólica, así como también una proposición. Representan el despertar y la liberación del Buddah, pero también describen los métodos para las personas sensibles de liberación de la adhesión al materialismo. En las escrituras del Pal Canon, las cuatro preguntas aparecen como una roja de enseñanzas, como parte del Dharma que deben aprenderse en forma conjunta. Proveernos, la base conceptual para introducir y explicar el pensamiento Budista, el cual debe ser entendido completamente y practicado.

La función de las cuatro nobles verdades y su importancia, se desarrollaron a través del tiempo, cuando la visión liberadora (Prajñāpāramitā-sūtra) obtuvo un puesto prominente en los Sutras y las cuatro verdades vinieron a representar esta visión liberadora, como parte de la iluminada historia de Buda.

Las cuatro verdades adquirieron particular importancia en la tradición Theravada del budismo, indicando que su conocimiento simple es liberador por sí mismo. Son, sin embargo, menos prominentes en la tradición Mahāyāna, que considera que el Camino Bodhisatin (la gran compasión espontánea) es el elemento central de sus enseñanzas y prácticas. La tradición del Mahāyāna re interpretar las cuatro verdades para explicar como una persona liberada puede ser aún operativo omnipresente en este mundo. Los eruditos occidentales que exploraron los conceptos budistas en el siglo XIX, así como el Modernismo Budista, que consideraba las cuatro verdades de las enseñanzas básicas y del Budismo.

1. Primera Verdad Noble: Vivir Significa Sufrir

Hasta la edad de 29 años, el Príncipe Siddhartha (nombre real de Buda) estaba confinado a las cuatro paredes del palacio por su padre. Cuando salió por la primera vez del palacio, vio cuatro cosas que dejaron un impacto profundo en su mente, una tierna e ingenua: un bebé recién nacido, un anciano lisiado, un hombre enfermo y el cadáver de un hombre muerto.

El Príncipe, que había sido criticado en el regazo del lujo, ajeno al sufrimiento en el mundo exterior al palacio, se sintió profundamente perturbado cuando vio la muerte, la miseria y el sufrimiento con sus propios ojos.

Durante su meditación, se dio cuenta de que la vida es sufrimiento. La razón de esto es el hecho de que los seres humanos no son perfectos. Del mismo modo, el mundo habitado por ellos también está lleno de imperfecciones.

El Buda se dio cuenta de que durante su viaje por la vida, el ser humano tiene muchos sufrimientos, físicos y psicológicos, en forma de vejez, enfermedad, separación de sus seres queridos, privaciones, encuentros con personas y situaciones desagradables, lamentos , tristezas y sufrimiento.

Todas estas desgracias le sobrevienen a los seres humanos porque están sujetos a deseos y ansias. Si puede obtener lo que aspiran, obtener placer o satisfacción. Pero esta alegría o placer también es de duración corta y duradera. Si tiende a durar demasiado tiempo, el placer asociado con él se vuelve monótono y se desvanece.



2. Segunda noble verdad: el origen del sufrimiento es el apego


La segunda noble verdad nos dice que la raíz de todo el sufrimiento es el apego. Para evitar el sufrimiento, necesitamos entender qué causa el sufrimiento y luego eliminar estas causas de nuestras vidas.

Según Buda, la causa básica del sufrimiento es “el apego al deseo de tener (ansia) y el deseo de no tener (aversión)”.

Todos nosotros tenemos deseos y anhelos. Como no podemos satisfacer TODOS nuestros deseos y apetitos, nos molestamos y enojamos, lo cual no es más que otra manifestación de sufrimiento.

Lo mismo vale para las personas que son demasiado ambiciosas y buscan demasiado. Una medida que permite lo que desean, se vuelven lujuriosos y quieren más. Y así el círculo vicioso continúa.

El otro problema señalado por Buda aquí, que es muy pertinente, es que negar el deseo es como negar la vida misma. Una persona, dijo, debe elevarse por encima de los apegos y, para eso, no necesita privarse a sí mismo. El problema surge cuando él no sabe dónde poner fin a sus deseos. Y cuando cede a sus deseos, se convierte en esclavo de ellos.


3. Tercera noble verdad: la cesación del sufrimiento es alcanzable