miércoles, 13 de junio de 2018

La metáfora de las olas en la playa


La metáfora de las olas en la playa es una herramienta utilizada en la terapia de aceptación y compromiso (ACT). Esta corriente dentro de la psicología pertenece a las terapias de tercera generación. En un contexto clínico, esta herramienta sirve para restarle importancia a las emociones y pensamientos negativos.

En este artículo veremos exactamente en qué consiste la metáfora de las olas. Además, aprenderás a utilizarla para tu día a día de forma fácil y sencilla. Para ello, sin embargo, primero es necesario entender exactamente en qué consiste la terapia de aceptación y compromiso. Profundicemos.


¿Qué es la ACT?

La terapia de aceptación y compromiso (conocida también como ACT por sus siglas en inglés) es un enfoque terapéutico desarrollado en los últimos años. Surge a partir de la rama cognitivo – conductual de la psicología. Por lo tanto, considera que los pensamientos tienen un poder enorme sobre la manera en la que nos sentimos.

Sin embargo, al contrario de lo que ocurre en la terapia cognitivo-conductual, la ACT no intenta cambiar lo que pasa por nuestra mente. La principal idea de esta práctica clínica es que aquello que pensamos no tiene más poder que el que queramos darle.




Así, uno de los postulados de la terapia de aceptación y compromiso es que los pensamientos y emociones negativas no pueden dañarnos. Sus creadores piensan que se trata de algo que simplemente está ahí. Por lo tanto, si aprendemos a aceptarlos, nuestro sufrimiento se verá muy reducido.

Para conseguir este objetivo, muchas veces esta terapia hace uso de herramientas en las que hay que usar la imaginación. Una de ellas es precisamente la metáfora de las olas en la playa.


En qué consiste la metáfora de las olas en la playa

Esta herramienta pretende que nos demos cuenta de que nuestros pensamientos y sentimientos no pueden hacernos daño. Por lo tanto, está muy indicada para personas con ansiedad.

La manera en la que funciona es la siguiente. Imagina una gran playa de arena blanca. En su orilla, constantemente están rompiendo olas de todos los tamaños. Algunas de ellas son pequeñas, y dan ganas de bañarse para jugar con ellas. Otras, por el contrario, son muy grandes y de aspecto amenazante. Sin embargo, cuando llegan a la orilla, todas ellas acaban por desaparecer sin provocar daño.



Ahora imagina que alguien decidiera luchar contra las olas. No tendría mucho sentido, ¿verdad? Al fin y al cabo, el agua no puede causar ningún daño a la playa. Lo único que conseguiría esa persona sería cansarse y sentirse frustrada.

Pues bien, en esta metáfora la playa es una representación de ti mismo. Al igual que ella, puedes resistir prácticamente cualquier cosa que te ocurra. Las olas, que representan a tus pensamientos y emociones, no pueden hacerte daño.

Es cierto que algunas de las olas que rompan en la playa darán mucho miedo. Puede que te hagan sentir mal momentáneamente. Incluso, puede parecer que nunca van a irse. Sin embargo, al final, todas ellas acabarán disolviéndose en la arena.

El objetivo de la metáfora de las olas en la playa es brindar la posibilidad de considerar la aceptación como una alternativa a la necesidad de control.


Cómo usar esta herramienta

martes, 12 de junio de 2018

La Naturaleza de la Consciencia


Me gusta distinguir entre dos usos diferentes de la palabra "consciencia". Está nuestra experiencia, de aquello que somos conscientes, el contenido de la consciencia; y está la consciencia como facultad, la facultad de poder experimentar, de tener un mundo mental interior. La consciencia como facultad es algo común a todos nosotros, mientras que nuestra experiencia consciente real varía ampliamente.

Hay pocas razones para dudar que nuestras experiencias ―los contenidos de la consciencia― están estrechamente relacionadas con la actividad neuronal. Pero lo que aún no está claro es que la consciencia como facultad sea también el resultado de la actividad neuronal. 

El actual interés que hay por los microtúbulos y la posible coherencia cuántica de la temperatura ambiente puede, o no, explicar parte de un proceso a través del cual surgen experiencias ―digo "parte" porque probablemente aún habría un largo trecho que recorrer entre el estado cuántico físico y la experiencia mental― pero buscar explicar la facultad de la consciencia en términos de coherencia cuántica, o cualquier otro proceso físico, podría no estar justificado.

No veo razón alguna para suponer que la consciencia como facultad esté limitada a los seres humanos. Parece absurdo sugerir que un perro, por ejemplo, sea puramente un mecanismo biológico sin experiencia interior; tan absurdo como sugerir lo mismo de otro ser humano. Lo que nos diferencia de otras criaturas no es la facultad de la consciencia sino los contenidos de la consciencia.

En lo que respecta a la experiencia sensorial, cada especie experimenta el mundo de manera diferente según su aparato sensorial. Un perro puede oír frecuencias que nosotros no podemos oír, y su sentido del olfato supera con creces el nuestro. En términos de la consciencia sensorial de su entorno, un perro puede ser más consciente que nosotros. 

Otras criaturas incluso tienen modalidades sensoriales que están ausentes en los seres humanos ― el sonar de un delfín, por ejemplo. Ellos tienen dimensiones en su experiencia desconocidas para nosotros.

sábado, 9 de junio de 2018

La Expiación


Nuevo vídeo creado para nuestro canal ISMAEL-ISMAVISION, espero que os guste

La Expiación 

La expiación es la eliminación de la culpa o miedo.
Puedes hacer cualquier cosa que yo te pida. Te he pedido que obres milagros, y he dejado claro que los milagros son naturales, correctivos, sanadores y universales. No hay nada que no puedan lograr, pero no pueden llevarse a cabo con un espíritu de duda o de temor. Cuando tienes miedo de algo, estás admitiendo que ello tiene el poder de hacerte daño. Recuerda que donde esté tu corazón allí también estará tu tesoro. 




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viernes, 8 de junio de 2018

3 cualidades del agua según el Tao que todos deberíamos conocer


“Sé como el agua. Amigo mío, sé como el agua que corre y nunca se estanca, sigue fluyendo”. Este conocido comentario de Bruce Lee sobre el proceso de su autorrealización resume en realidad una de las tres cualidades del agua según el Tao, extraído de la poesía de Lao-Tse. La sabiduría contenida en este texto es toda una inspiración en estos tiempos actuales.

Hace más de 10 años que el celebre filósofo Zygmunt Bauman nos trajo el concepto de sociedad líquida. Con ello, definía a una modernidad de valores volubles, de modelos y estructuras sociales cambiantes y de realidades marcadas por la incertidumbre. Ante este panorama tan fluctuante, donde es muy difícil atenerse a algo, lo único verdaderamente sólido son nuestros miedos, lo cual constituye toda una paradoja.


“La bondad suprema es como el agua.
Beneficia a todas las cosas sin contención.
En la vivienda, se mantiene firme.
El ser, fluye a las profundidades.
En expresión, es honesto.
Cuando hay confrontación, se mantiene gentil.
En el gobierno, no tiene control.
Si hay acción, se alinea con el tiempo.
Está contento con su naturaleza y, por lo tanto, no puede ser criticado “.

-Lao-Tze-



Vivimos en un mundo donde pocas cosas se caracterizan por la estabilidad. Se nos exige presteza y flexibilidad para adaptarnos a cada cambio, a los giros laborales, a los cambios políticos, a nuevas exigencias sociales, a las variaciones en nuestras formas de relacionarnos. En medio de estas dinámicas es comprensible experimentar cierta inquietud e inseguridad. Por ello, referencias intelectuales del mundo oriental como Raymond Tang, conferenciante y profesor de la Universidad de Guangzhou, nos animan a conocer un poco más la filosofía del tao.

Dentro de este marco, se nos enseña a mantener la calma en medio del caos. A obtener templanza y seguridad en medio de esta incertidumbre líquida.



1. Cualidades del agua según el Tao: la humildad

La primera de las cualidades del agua según el Tao es la humildad. Es posible que en un primer momento nos resulte un poco complicado establecer alguna relación entre esta dimensión psicológica y cualquier escenario acuático. Sin embargo, la tiene y es realmente inspirador. El agua que fluye por un río en calma, en placidez y en armonía nutre la naturaleza.

Cuando su nivel es normal llega a las orillas, alimenta a los animales y favorece ese equilibrio idóneo para que todo funcione. Ahora bien, cuando el río se vuelve arrogante y trae mayor caudal todo cambia. La fuerza de su torrente provoca estragos. Arrastra la tierra, destruye entornos y afecta a todos los seres vivos.

Debemos integrar esa cualidad del agua caracterizada por la tranquilidad y la humildad. Porque el que sabe bien lo que es y no desea aparentar algo que no es, siempre preferirá la calma a la violencia. Y aunque en ocasiones derive en ella por causas externas, al final vuelve a su cauce. Asimismo, optará en cada momento por esa serenidad donde promover el equilibrio natural.


2. El agua está atenta a la oportunidad

Entre cualquier dificultad, siempre existe un rinconcito donde se abre la luz de la oportunidad. No importa lo agitado de nuestro entorno, no importan los cambios, las presiones o ese muro que de improviso se alza ante nosotros para quitarnos el paso. Seamos como el agua. Hallemos esa grieta, esa debilidad ante nuestro oponente o esa dificultad por donde se abre un nuevo camino, una nueva oportunidad.

Entre las cualidades del agua según el Tao está esa donde se nos recuerda lo hábil que puede llegar a ser esta sustancia vital. Cuando algo está restringido o ante ella surge un obstáculo que le impide el paso, no dudará en dos cosas: aplicar una fuerza implacable para recuperar su libertad y hallar el punto más débil de ese muro para vencerlo.

No olvidemos que en cierto modo, el agua es una gran oportunista. Ella nunca duda en cambiar de forma, escenario o posición para seguir avanzando, y siempre que atisba la más mínima opción de abrirse paso por donde desea, lo hará.



3. El cambio, una opción que realizar sin miedo

jueves, 7 de junio de 2018

Las almas y la reencarnación


Las almas van renaciendo con diferentes ropajes, una y otra vez, inclusive puede producirse este fenómeno miles de veces, a lo largo de los siglos y los milenios.

 El alma memoriza las experiencias que ha vivido durante sus diferentes reencarnaciones.

 Por tanto, existe una tarea, una misión, un destino para cada alma que subyace dormido en cada Ser encarnado y que despierta en algún momento de su vida, a veces hasta súbitamente, de un momento para otro, algo que detona la urgencia de cumplir con una determinada “misión” o un impulso repentino de hacer tal o cual cosa, de tomar tal o cual camino, de seguir tal o cual carrera, mudarse a otro lugar, realizar tal viaje a ese lugar especial que sentimos tanto interés desde siempre y sin saber bien el motivo, por conocer.


  Hay un claro propósito en las reencarnaciones sucesivas de una misma alma en diferentes cuerpos dado que esto sucede para la elevación espiritual.

Sin embargo, aún con todas estas aclaraciones sobre la mesa, quedan otras cuestiones esenciales que nos plantean otras dudas como por ejemplo:


¿De dónde viene el alma?
¿Es eterna? Y en caso de una respuesta afirmativa: por qué y cómo lo es?
¿Según qué criterios deja de reencarnarse?
Cuándo ya no necesita reencarnarse en un cuerpo físico: ¿qué hace, y a dónde va?



Veremos cómo a través de las diferentes religiones y creencias, se explican estos interrogantes.

 Durante siglos, los preceptos espirituales han hablado del alma como la fuente de la sabiduría, la verdad, la paz y la vida eterna.

Muchas veces también se refieren al corazón cuando se quieren referir al alma, porque estas realidades más profundas se hacen sentir con mayor fuerza en la región del corazón físico.

 Sin embargo, el alma no se limita solo a un lugar en tu cuerpo, como el corazón, que sí tiene un órgano físico y se encuentra localizable dentro de tu cuerpo físico. El alma, es algo que no se puede ver, no se puede sentir físicamente, como en el caso del corazón, cuyos latidos sí sentimos y podemos comprobar.


Pero el alma, si puede “sentirse” de otra manera, y esto sí tiene que ver con el tema de este libro… las vidas pasadas..


El alma se relaciona con las cualidades esenciales de un Ser Humano, (personalmente pienso que también otros Seres tienen alma, como los animales,  pero no es éste el libro para hablar sobre ello) con su verdadera naturaleza dentro de una existencia ilimitada.


miércoles, 6 de junio de 2018

LA TECNOLOGÍA MODERNA: LA NUEVA CUEVA DE PLATÓN

COMO LOS PRISIONEROS DE LA CUEVA DE PLATÓN, CONSUMIMOS UNA VERSIÓN ARTIFICIAL DE LA REALIDAD, SIN NUNCA CUESTIONAR EL ORDEN QUE ESTABLECE ESTA SEUDORREALIDAD

Hace unos días el Times de Londres publicó esta genial ilustración de Ella Baron, con la siguiente cita de la alegoría de la cueva que aparece en el libro séptimo de La república de Platón:

¿Cómo podrían ver otra cosa más que las sombras si no se les permitía mover las cabezas? 


En la alegoría de la cueva Platón habla de unos prisioneros "que son como nosotros", que viven encadenados (hoy diríamos "conectados") y que sólo observan las sombras que proyecta en la pared el paso de diferentes objetos y estatuas que llevan otros humanos que se mueven en la parte superior de la cueva. Pasan la vida viendo una especie de espectáculo de marionetas. "Hombres como estos mantendrían que la verdad no es más que la sombra de cosas artificiales", dice el filósofo.

Con la alegoría de la cueva Platón pretendió explicar la educación, o la falsa educación que recibe el hombre en el mundo.  Quizás hoy en día podríamos llamar "información" a esta falsa educación, en oposición a lo que Platón llama el conocimiento del alma. Se educa dando acceso a información -data- y no enseñando a pensar críticamente y a desarrollar lo que Platón llamó el ojo de la mente. Platón sugiere que la verdadera educación es voltear de todo el alma hacia la luz, hacia "aquello que es", con lo que se refiere a las ideas y particularmente a la idea del bien, que en el mundo "visible engendró a la luz". 

Podemos entender esto, tomando de la alegoría, diciendo que la verdadera educación y la vida filosófica consisten en contemplar la fuente o esencia y no las proyecciones o sombras. Es decir, en contemplar la realidad y no la virtualidad. Quizás se permita otra analogía: hoy en día consumimos información novedosa, predigerida y diluida pero no conocemos las fuentes, los clásicos. El mundo -la cueva- nos presenta distracciones que nos hipnotizan de tal forma que nos quedamos embotados presenciando un simulacro, sin siquiera pensar que existe otro mundo posible.

En el estado ideal de Platón, la labor de los adeptos -de los filósofos- era ascender hacia la luz de las ideas eternas, pero no quedarse en la dicha de la contemplación, sino regresar a la cueva e instruir a los demás. Estos filósofos, que eran capaces de recordar el ascenso del alma, debían gobernar la ciudad, ya no dormidos -como suelen gobernarse las ciudades, según Platón- sino despiertos y con una visión clara. Esta visión aristocrática o meritocrática de Platón ha sido especialmente criticada en la modernidad. Hoy en día, donde gobierna la opinión pública, la "sociedad" y lo políticamente correcto, todas las opiniones cuentan igual y una turba en las redes sociales puede acabar con un rey-filósofo.

martes, 5 de junio de 2018

El cuerpo es el mensajero del Alma


El cuerpo es el mensajero del Alma y cuando no lo escuchamos nos empieza a gritar, a veces muy fuerte, para que le prestemos atención. Y esos gemidos del alma son lo que conocemos como enfermedad.

El cuerpo expresa las quejas del alma y como cada dolencia es un reflejo físico de nuestras emociones o pensamientos, cada síntoma es un mensaje del alma que nos avisa que nos hemos alejado del camino o estamos ofreciendo resistencia al propósito de nuestra vida.
Quienes trabajan con la Sanación Holística saben que somos la unidad mente cuerpo alma espíritu y que todo está interconectado. Es por eso que cualquier proceso que vivenciemos se manifiesta en todos los planos y lo que no vivimos en la conciencia, el cuerpo lo vivirá como enfermedad, tristeza o depresión. Y mi alma está llorando a través un resfrío que ya cumplió 3 semanas.
Sabemos que los resfriados son una inflamación de la mucosa nasal y podemos vivirla con estornudos, tos, nariz y ojos irritados. En mi caso son todos los síntomas unidos a una perdida parcial de la voz.

Cuando tenemos dificultades con la adaptación social, cuando queremos estar solos o aislarnos y no lo hacemos por voluntad, el alma le exige al cuerpo por medio de un resfrío o catarro que te obligue a hacer un retiro con la excusa perfecta para mantenerse alejados del entorno por unos días.
El resfriado también es el encargado de liberarnos de pequeñas dosis de tristeza que hemos ido acumulando hasta convertirlas en una gran cantidad porque no nos atrevemos a hacer el duelo por las perdidas, porque hay cosas más importantes que detenernos a llorar por una decepción o simplemente porque las exigencias de la vida nos impiden parar unos momentos y hacer consciente que estamos tristes, que hemos perdido esa conexión con el interior y sobre todo porque no nos damos autorización para llorar y vivir la pena, el dolor, la rabia o la frustración.

Cuando empezamos a sentir que algo huele mal la mucosa nasal se activa para impedirnos sentir lo que no queremos oler que puede ser un conflicto o relación tensa con otras personas. El alma nos priva del olfato para que así tengamos una menor distracción con el afuera y centrarnos en nosotros.
Al tener los ojos irritados podemos darnos el permiso de llorar libremente porque ante la pregunta: ¿Por qué lloras? Respondemos: Es que estoy resfriada y todos se comportan de manera más comprensiva y benevolente con uno. Cuando la ronquera te impide hablar el cuerpo te está pidiendo que no gastes tu energía, que la cuides y te deja sin habla para que hagas el trabajo solitario de reunir energía.



La tos es un gran cartel de stop para los demás que dice: no te me acerques, mantente lejos… Y así, con todos estos síntomas el cuerpo pide atención, descanso y soledad para poder meditar, reflexionar y ¿ Por qué no ?