jueves, 16 de febrero de 2017

Reconocer los errores propios nos ayuda a perdonar a los demás


Todas las personas cometemos errores. Durante nuestra vida tendremos que perdonar en más de una ocasión, y tarde o temprano nosotros también necesitaremos que alguien nos perdone. Se dice que el verdadero amor se demuestra en tres momentos claves, en el fracaso, en la enfermedad y en el perdón. Si no eres capaz de perdonar puede que esa persona te importe menos que tu orgullo.

Las atribuciones que realizamos sobre lo que nosotros les hacemos a los demás conllevan una cierta minimización del daño. Al verlo desde nuestra óptica personal tendemos a justificarnos o a buscar excusas para actuar como actuamos. En cambio, cuando los demás nos hacen daño, atribuimos ese mismo hecho a su personalidad y no es extraño que veamos intencionalidad en lo que fue fortuito, lo que nos lleva a una perturbación emocional que nos aleja del perdón.


Reconocer que nosotros también cometemos errores nos aleja de ser pequeños tiranos que justifican todo lo que hacen, pero que dictan sentencia cuando se lo hacen a ellos. Perdonar no es solo un gesto hacia el otro, es el gesto más noble con uno mismo.



Quién no sabe perdonar, aún no sabe lo que es querer de verdad



Perdonar a los otros también nos beneficia a nosotros

Todos en algún momento nos hemos visto en la tesitura de tener que perdonar o ser perdonados, nos hacen y hacemos cosas que causan daño, consciente o inconscientemente. La concepción que tenemos del perdón está algo desvirtuada.

Puede que pensemos que si perdonamos a alguien le estamos dando la razón o estamos justificando a la persona que nos hizo daño, que perdonar es olvidar, restar importancia a lo ocurrido, resignarse, regalar algo al otro. Pero nada más lejos de realidad, el perdón es para nosotros y para nadie más.

Perdonar no significa que ya no nos importe el daño sufrido, o que nos dé igual, ni tampoco que tengamos que comportarnos como si no hubiera sucedido nada. Significa que aceptamos lo ocurrido como parte de nuestra vida y que dejamos a un lado los sentimientos y pensamientos negativos para seguir adelante con nuestra vida.



Si no perdonamos, seguiremos atados a esa persona aunque de una manera dañina y tóxica. Liberarnos de estas ataduras emocionales negativas nos deja sitio a las nuevas emociones y experiencias que nos quedan por vivir.

“Los hombres que no perdonan a los demás sus pequeños defectos jamás disfrutarán de sus grandes virtudes”

-Khalil Gibran-


Perdona a quien haya que perdonar

miércoles, 15 de febrero de 2017

TU YO SAGRADO capitulo Final


Crear un espíritu colectivo de yos espirituales

Pero si por el contrario el Hombre ve una puerta que se abre en lo alto, es un
nuevo escenario para su desarrollo; si cada uno de nosotros puede creer que
está trabajando con el fin de que el Universo pueda alzarse, en él y a través de
él, hasta un nivel más alto, entonces una nueva fuente de energía manará
desde el corazón de os trabajadores de la Tierra. La totalidad del gran
organismo humano, superando la vacilación de un momento, inspirará
profundamente y continuará con renovada fuerza
PIERRE TEILHARD DE CHARDIN

Transmitiré mi yo espiritual al exterior, para bien de todos
Este capítulo final será una odisea al interior de todos los males de nuestra
sociedad. No tengo intención de acabar este libro catalogando todos los
problemas que hemos creado como resultado de permitir que nuestros egos
sean la fuerza dominante del mundo.

Eso no quiere decir que no reconozca que tenemos muchos problemas que
han surgido de nuestra preocupación por satisfacer a nuestro ego. Tampoco
soy ciego ante el hecho de que nuestros egos individuales han interactuado de
formas que han producido guerra, delincuencia, adicción, pobreza, injusticias
sociales y tiranías.

Hemos creado un ego mundial que refleja, a nivel global, la misma carencia de
profundidad y riqueza que existe en nuestras vidas. A lo largo de todo este
libro he expuesto razones para dominar el ego personal y sugerencias de cómo
hacerlo. Exactamente lo mismo puede hacerse con respecto al mundo. Abrigo
la esperanza de que a usted le resulte tan obvio como a mí que el ego
colectivos e beneficiará cuando dejemos atrás nuestros egos individuales.
Usted, como ser individual, tiene una búsqueda espiritual que emprender. Esa
búsqueda implica llegar a conocer su naturaleza superior e invitarla a que le
muestre el camino de su yo espiritual en al vida cotidiana. Esto significa negar
las exigencias de su ego si esas exigencias entran en contradicción con su yo
superior.

Nuestro mundo es un colectivo de seres individuales a los que su amorosa
esencia divina insta a seguir la búsqueda espiritual individual y colectivamente.
El mundo se convertirá en un entorno pacífico, satisfecho, cooperador,
amoroso, sincero, tolerante y puro, cuando los seres individuales que
componen la conciencia colectiva dominen su ego. Lo mismo que ocurre en el
microcosmos, ocurre en el macrocosmos. El todo se comporta de la misma
forma que las partes individuales.

Muchas personas con las que hablo me dicen que se sienten importantes para
modificar el mundo. Creen que, dada la envergadura de los problemas
globales, sus esfuerzos serán insignificantes.

Lo que no ven es que ese mundo se transformará precisamente mediante un
cambio en la conciencia individual. Todos los problemas con que nos
enfrentamos dentro de un grupo reflejan los que tenemos a escala individual.
El mundo se encuentra con un déficit espiritual que refleja nuestra necesidad
de emprender de modo consciente la senda de la búsqueda espiritual. La
solución de los problemas individuales y mundiales es la superación del déficit
espiritual. Cuando usted realiza el cambio de conciencia y se permite ser un
agente de la conciencia superior, está contribuyendo a la transformación del
mundo.

Usted no está separado de las otras almas que habitan el planeta. Comparte la
misma energía que fluye por las almas de Ruanda y Pakistán, por ejemplo.
Usted es la bombilla y Dios la electricidad. Fluye a través de usted con tanta
seguridad como lo hace a través de todos lo seres vivos. Cuando usted toma
la decisión de escoger la guía de su yo superior antes que la que le ofrece su
falso yo, se ha conectado con su energía divina interior. Cuando rige su vida
según los principios del yo superior, está contribuyendo a la transformación
del mundo entero.

Los cambios físicos que tendrán lugar en el mundo sucederán de forma
automática, del mismo modo que tendrán lugar en su cuerpo cuando se vuelva
hacia su yo espiritual. Esto resulta inevitable. El ego se desvanece ante la
brillante luz divina. Usted se encuentra con que está comportándose más
pacífica y amorosamente. Lo mismo sucederá a escala mundial.
Usted tiene que fortalecer su voluntad de seguir su senda espiritual cuando el
ego le llame estúpido por creer que podría llegar a existir un mundo sin guerra.
Si el ego puede convencerle, se convertirá en parte del conjunto de falsedades
del ego. Las personas que elijan hacer caso a la propaganda del ego
construirán más bombas y fabricarán más armas.

En la actualidad hay unos seis mil millones de personas en el planeta.
Alrededor de unos tres millones están en guerra o conflictos que los hacen
matarse y torturarse los unos a los otros. ¡Pero eso significa que existen cinco
mil novecientos noventa y siete millones que no están en guerra! Esto es una
estadística esperanzadora que nuestros egos no quieren que consideremos.
Por el contrario, el ego colectivo lucha para mantener a la población con los
nervios de punta mediante recordatorios destinados a hacer que consideren al
mundo en términos de “nosotros contra ellos”.

Este punto de vista del ego no sólo refuerza la demente escalada de las formas
de matarnos los unos a los otros, sino que además es responsable de la
mayoría de nuestros problemas sociales.

No estoy sugiriendo que hagamos caso omiso de los problemas de las
personas sin techo, hambrientas, enfermas y demás. Lo que sí sugiero es que
nuestro ego colectivo nos ha convencido de que estos problemas no tienen
solución. La verdad es que hemos avanzado de manera notable a pesar del
ego, merced a la consideración y el amor de los que están motivados por su yo
espiritual.

De todas las persona del planeta, el 99,9 por 100 tiene un lugar al que acudir
cada noche. Puede que no todos tengan una casa lujosa, pero en general
hemos ingeniado una manera de alojar a todas las personas del planetas,
menos un pequeño porcentaje. Muchos de nosotros trabajamos cada día para
conseguir que el ciento por ciento tenga techo. No obstante, el cuadro que nos
presenta el ego es de unas condiciones rampantes de desesperación, y una
conciencia colectiva basada en el miedo. También esto es verdad por lo que
respecta al hambre.

Estamos dando pasos de gigante en la ayuda de aquellos que viven al borde de
la inanición. Eso sucede debido al esfuerzo de personas inspiradas por su yo
espiritual, no por el pesimismo del ego. Es obvio que una sola persona que
muera de malnutrición es una cantidad excesiva, y nosotros podemos hacer
algo que garantice que vivamos en un mundo donde ese tipo de realidades no
se den, y lo haremos. Pero esto no se logrará mediante la visión pesimista del
ego, que nos sugiere que somos mejores que esas personas que viven en la
pobreza. Si la totalidad del mundo se apartara de pronto de la idea de que
somos sers aislados y escuchara la vedad de nuestro yo espiritual, no cabría
posibilidad ninguna de que alguien muriera de hambre.

Decir que un mundo semejante es imposible es escuchar al ego, que trabaja
colectiva así como individualmente, para convencernos de que estamos
separados los unos de los otros.



COMPRENSIÓN DEL EGO MUNDIAL

El Gran Despertar


Estamos viviendo los momentos más emocionantes en la historia humana. Los avances en todas las áreas de la ciencia están abriendo nuestras mentes a la belleza y el misterio del mundo material. Al mismo tiempo, la tecnología nos da el poder de hacer que muchos de nuestros sueños se hagan realidad.

Pero lo que hace que estos tiempos sean aún más emocionante es que nos encontramos en el umbral de los mayores cambios que nunca se hayan producido en la consciencia humana. Ya se trate de las relaciones con nuestros seres queridos, nuestra actitud hacia el dinero, el ritmo cada vez mayor de la vida, la crisis del medio ambiente, todo nos presiona para despertar a nuestro completo potencial mental. Estamos siendo llamados a descubrir por nosotros mismos las verdades profundas de las que los grandes santos y maestros han estado hablado desde hace miles de años.

En el fondo, todos ellos nos han estado insistiendo en que seamos unos seres humanos más sabios, más compasivos, más sanos psicológicamente. 

Que abandonemos nuestros apegos a que las cosas sean de cierta manera, a ser menos materialistas, menos egocéntricos, menos codiciosos y hambrientos de poder o prestigio. Y a través de este cambio de consciencia encontrar la paz en el presente – la paz interior que hemos estado anhelando durante todo el tiempo, pero que buscamos en vano en el mundo que nos rodea.

Esta es la próxima gran frontera; no la del espacio exterior, sino la del espacio interior. La exploración y el desarrollo del espíritu humano. 

Esta no es una exploración que puedan llevar a cabo algunos científicos en un laboratorio; es una exploración en la que todos estamos comprometidos personalmente, y se está llevando a cabo en el laboratorio de la vida. Y es una exploración que ya está en marcha.

Mira las listas de los libros más vendidos. No pasa una semana sin que al menos la mitad de los "top ten" traten de alguna forma de desarrollo personal. Mira la televisión, los especiales sobre la curación, el éxito de Oprah. Mira Internet, la gran cantidad de sitios dedicados al crecimiento espiritual de una forma u otra. Esto es de lo que la gente tiene hambre hoy; esta es la dirección en la que la consciencia colectiva se está moviendo.

Y mira a los niños de hoy. Conozco a muchos que ya en su adolescencia o poco más de veinte años,

martes, 14 de febrero de 2017

Nadie pierde por dar amor, pierde quien no sabe recibirlo


Nadie pierde por dar amor, porque ofrecerlo con sinceridad, con pasión y delicado afecto nos dignifica como personas. En cambio, quien no sabe recibirlo ni cuidar ese inmenso regalo es quien pierde de verdad. Por ello recuerda, nunca te arrepientas de haber amado y haber perdido, porque lo peor es no saber amar.

Afortunadamente la neurociencia va ofreciéndonos día tras día reveladoras informaciones que nos explican por qué actuamos como actuamos en esto del amor. Lo primero que conviene recordar es que el cerebro humano no está preparado para la pérdida, nos supera, nos inmoviliza y nos enclaustra durante un tiempo en el palacio del sufrimiento.


“El amor no tiene cura, pero es la cura de todos los males”
-Leonard Cohen-


Estamos programados genéticamente para conectar entre nosotros y para construir lazos emocionales con los que sentirnos seguros, con los que edificar un proyecto. Es así como hemos sobrevivido como especie, “conectando”, de ahí que una pérdida, una separación e incluso un simple malentendido haga que salte al instante la señal de alarma en nuestro cerebro.

Ahora bien, otro aspecto complejo sobre el tema de las relaciones afectivas es el modo en el que afrontamos dicha separación, dicha ruptura. Desde un punto neurológico cabe decir que empiezan a liberarse al instante las hormonas del estrés, conformando en muchos casos lo que se conoce como “el corazón roto“. Sin embargo, desde un punto emocional y psicológico, lo que sienten muchas personas es otro tipo de realidad.

No solo experimentan el dolor por la falta del ser amado. Sienten una pérdida de energía, de aliento vital. Es como si todo el amor dado, todas las esperanzas y afectos dedicados a esa persona se hubieran ido también, dejándolos vacíos, yermos, marchitos…

Entonces… ¿cómo volver a amar de nuevo si lo único que habita en nuestro interior es el polvo de un mal recuerdo? Es necesario que afrontemos estos momentos de otro modo. Te hablamos de ello a continuación.



Dar amor o evitar amar de nuevo

Todos nosotros somos un delicado y caótico compendio de historias pasadas, de emociones vividas, de amarguras soterradas y miedos camuflados. Cuando se inicia una nueva relación nadie lo hace enviando previamente todas sus experiencias pasadas a la papelera de reciclaje. Nadie empieza de “0”. Todo está ahí, y el modo en que hayamos gestionado nuestro pasado hará que vivamos un presente afectivo y emocional con mayor madurez, con mayor plenitud.

“Es mejor haber amado y perdido 
que nunca haber amado en absoluto”

-Alfred Lord Tennyson-

La naturaleza de la iluminación


La iluminación es simplemente la comprensión y el reconocimiento directo de cómo son realmente las cosas. Es la realización de la verdadera naturaleza de la realidad.

Hay muchos conceptos que apuntan hacia esta comprensión: Términos tales como "despertar", "no-dualidad", "antes de la comprensión", "consciencia-sin-objeto", "puro ser", y así sucesivamente. Todos estos conceptos son válidos. Pero son punteros, y no la realización en sí. La realización en sí es un conocimiento de otro orden más allá de la categorización conceptual. Es radical, revolucionario, y siempre ahora. Pone todo patas arriba, y es un punto y aparte en el tanteo del pensamiento confuso.

La iluminación es la comprensión de lo que la consciencia es, y de la no-existencia esencial del yo intencional, la persona consumida por los miedos, apegos y deseos, que piensa que puede controlar las cosas y cree que tiene libre albedrío; incluso la persona que piensa que quiere (o necesita ) lograr la iluminación.

La iluminación no es no-dual, ya que es otra categoría aplicada por la mente. Tampoco es dual. No es ni más allá de los dos, ni nada. No puede ser capturada ni catalogada. Eso no quiere decir que la iluminación no pueda ser abordada por el pensamiento. Sin duda se puede, y puede ser descrita y comprendida intelectualmente. La mente, clarificada y agudizada, es una herramienta importante para deshacer las ilusiones del yo personal. Pero la mente sólo nos lleva a "99 grados centígrados". No nos lleva más allá del punto de ebullición de la realización. Nos acompaña hasta la puerta, junto con su compañero esencial conocido como "pasión".

La consciencia iluminada ve y comprende la perfección intrínseca y total de cada momento. Ve y comprende que el ser personal no es así, y que nunca ha tenido una existencia sustancial, más allá de ser un constructo mental: una colección de recuerdos e identificaciones, un presunto "centro de gravedad " interior que no existe en ningún sentido absoluto.

La iluminación no puede ser realizada si estamos gobernados por los deseos generados por el fantasma del yo personal. El yo personal busca muchas cosas, las interminables Santos Griales del mundo. La iluminación será simplemente otro de sus deseos si ve algo deseable en la iluminación. El yo personal piensa que tal vez esta "iluminación" nos libera de ciertas cosas y ciertas responsabilidades. El yo personal por lo general tiene una motivación equivocada de buscar la iluminación, y con el tiempo esta motivación equivocada se revela, lo que resulta en una disminución del interés por la iluminación. Esta disminución en el interés generalmente suele adoptar la forma de dejarse distraer por otros asuntos. Estas distracciones son en realidad el yo personal que busca escapar del negocio de la iluminación, y readquirir su antiguo asimiento y hábitos.

Para el yo personal, la iluminación es en última instancia algo aterrador, porque es una llamada a abandonar el barco por completo. Es la muerte de todas las ilusiones más queridas. Como tal, no es posible que nos embarquemos en este camino a menos que estemos verdaderamente cansados de nuestras ilusiones y de la naturaleza totalmente repetitiva del sufrimiento generado por el ego.

La iluminación es la liberación de la ilusión, la libertad de la ignorancia. Pero en casi todos los casos la iluminación no es un asunto de efecto inmediato Su realización es radical e inmanente, pero rara vez completa y total. El yo personal no renuncia a sus queridas ilusiones tan rápida o fácilmente. Por lo general, mantiene una buena y sostenida lucha.

lunes, 13 de febrero de 2017

El tiempo es una persona


Tanto si lo utilizas como si no, se gasta y te desgasta. Aunque nunca puedas verlo, te acompañará a cualquier lugar. Para unos siempre hay poco, mientras que otros tienen en abundancia. No entiende de clases, ni dinero y nadie es inmune a él, pues el tiempo no discrimina.

Visible para nuestros ojos a través de las manillas del reloj, se ve reflejado en las caras y cuerpos de quienes nos rodean. Su avance nos moldea y muchas veces hace las veces de espejo devolviéndolos a nosotros mismos aquello que nosotros dimos en su día.


El tiempo es como una persona. Hay que respetarlo y saber valorarlo. Cada persona necesita su tiempo y hay tiempos que piden la presencia de otras personas.


Cada uno es dueño de su propio reloj

Es habitual escuchar a las personas quejarse: “No tengo tiempo para nada”, “Si algo me sobra a mí es tiempo”. Aunque todavía es más frecuente escuchar como protestan sobre cómo gestionan los demás el suyo: “Nunca tiene tiempo para mí”, “Si no saca tiempo para verme es porque no me quiere”.

A veces hablamos del tiempo de los demás como si nos perteneciese. Usamos nuestra propia mirada y criterio para estimar que cantidad de vueltas del reloj nos pertenecen, incluso si ese reloj se encuentra en la muñeca del otro.



Cada uno es dueño de su propio reloj y decide cómo quiere bailar al son del tic tac de las manillas. Son muchas las miradas que se posan sobre nuestra esfera de cristal, pero hay una que prima sobre todas las demás: la de uno mismo.

Cada persona necesita su tiempo

Cuando se trata de digerir eventos emocionales, como por ejemplo una ruptura, un duelo o una situación emocional complicada, cada persona tiene su propio tiempo y es importante respetarlo. Lo que una persona puede superar en una semana a otra le puede costar un mes.

Las dificultades aparecerían cuando un evento no llega a superarse del todo a pesar de que hayan pasado ya los meses necesarios, es entonces cuando convendría acudir a un especialista.


En ocasiones hemos escuchado aquello de “lo único que necesita es tiempo”, y son muchas las veces que esto se cumple. El paso de los días y los meses difumina el dolor de aquello que al principio nos parecía tan doloroso. A veces lo único que una persona necesita es que respeten su ritmo.

Cada tiempo necesita de sus personas

TU YO SAGRADO capitulo 14


De lo malsano a la pureza

Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios
SAN MATEO, 5:3

Hoy trabajaré con lo más puro de mis intenciones en mayor beneficio de todos
En el confucianismo hay un principio denominado Jen. Este principio se
refiere a la creencia de que existe el bien, el bien puro, en el centro de nuestro
ser, donde puede hallarse el yo o el espíritu. Todas las personas nos parecen
buenas cuando son su verdadero yo. El principio de Jen da a entender que
uno no puede evitar ser puro cuando es su verdadero yo. Las vidas se tornan
malsanas cuando hacemos caso omiso de nuestro auténtico yo y escuchamos
al falso yo.

Para permitir que el yo superior triunfe en ese conflicto entre la pureza y lo
malsano, debe despojarse de cualquier idea de que en el fondo usted es un
pecador. Es necesario que se dé cuenta de que la faceta central de su ser es
pura, buena y hermosa. Tal como San Mateo lo expresa, con una gran
perfección, esta pureza de corazón le permitirá conocer a Dios.

Por supuesto, lo contrario también es verdad. Si lleva una vida malsana, de
pensamiento o acción, será incapaz de conocer el espíritu divino que hay
dentro de usted, y el ego continuará dominando su vida interna y externa.
Los puros de corazón se distinguen por sus pensamientos y acciones. Su yo
superior desea que tengas pensamientos puros y una conducta pura. Su ego
se resiste con fuerza a la pureza y hace campaña a favor de lo malsano. Con el
fin de combatir este conflicto, debe entender cómo puede reconocer qué tipo
de vida lleva, y si es necesario, mejorar.



PURIFICACIÓN DE SU PENSAMIENTO

Todo en lo que piensa acaba convirtiéndose en acción. Cuanto más consciente
sea de cómo utiliza a mente, más capaz será de dejar atrás las formas
malsanas de pensamiento.

Cuando usted sabe que sus pensamientos acaban convirtiéndose en acción, se
vuelve muy cuidadoso con respecto a lo que piensa porque empieza a ver que
sus pensamientos pueden envenenar su vida.
La purificación de sus pensamientos es una variante del tema de la conciencia
superior. Así que puede que le interese comenzar por repasar las claves de
acceso a la conciencia superior que encontrará en la segunda parte. Las
primeras tres –desterrar la duda, cultivar la condición de observador y acallar
el diálogo interior- resultan esenciales para dominar el ego y empezar a
reconocer y aceptar la pureza.

El pensamiento malsano es un hábito que nos hace utilizar la mente según
interpreta el ego. Abandone el hábito de la interpretación constante y
comience a vivir su vida libre de los comentarios del ego. Su voluntad de
encararse con las formas en que ha estado pensando es el principio del
proceso de purificación. Su capacidad para cesar de enjuiciar le permitirá
alcanzar el terreno más elevado (allí donde se conoce la presencia de la energía
divina) y experimentar la conciencia más rica que acompaña al triunfo de su yo
superior.

Saber que usted puede escoger pensamientos menos malsanos es un
importante descubrimiento. Muchas personas nunca lo han descubierto. En
consecuencia, pasan la totalidad de sus vidas defendiendo la idea de que sus
pensamientos son inmutables. Usted, que se halla en la senda espiritual, sabe
que no es así. Sabe que es algo más grande que sus pensamientos y más
divino que el cuerpo en el que tienen lugar esos pensamientos.

Sus pensamientos y conducta son hábitos resultantes de la experiencia de su
vida, incluidas las creencias que ha aceptado de todas las personas bien
intencionadas que le formaron. Para purificar su pensamiento y hacer que su
mente funcione exactamente como quiere que lo haga, debe estar dispuesto a
examinar estos hábitos de pensamiento. Entonces comenzará el proceso
purificador y verá el acceso hacia su yo espiritual.



Libérese de los prejuicios

La palabra “prejuicio” pertenece a la misma familia que prejuzgar.
Fomentamos el pensamiento malsano siempre que nos permitimos enjuiciar. Y
cuando juzgamos por anticipado, nuestros pensamientos son todavía más
malsanos.

Cuando estaba haciendo las investigaciones para otro de mis libros, La
felicidad de nuestros hijos, me sentí intrigado por los datos que indicaban que
los niños a los que se les enseñaba a creer, sin cuestionamientos, en lo que
decían las autoridades, eran los niños que más prejuicios presentaban. Esta
conclusión resulta comprensible cuando uno se da cuenta de que prejuzgar a
los demás, basándose sólo en lo que han dicho las personas, impide el
desarrollo de una mente propia.

El prejuicio procede de tratar a la mente como un espacio para los
pensamientos y creencias de otros. El aprendizaje de cómo ocupar su mente
con interpretaciones personales, aunque sea durante un momento, le permite
conocerse a sí mismo y conocer a los demás a través de su yo espiritual.
Cuando su mente está ocupada por los prejuicios, el ego es el dueño de la
casa.

Prejuzgar es una forma de interpretar los motivos y comportamientos de los
otros de acuerdo con los criterios establecidos por el ego. No es algo que
quede limitado a los antagonismos raciales, sociales y religiosos que hemos
llegado a asociar con la palabra “prejuicio”. Siempre que usted define a los
miembros de una generación diferente de la suya como inferiores, estrafalarios
o anticuados, usted está prejuzgando.

Para liberarse del hábito de enjuiciar, dictado por el ego, haga un inventario de
sus pensamientos y lleve la cuenta de cuánta de su energía interior está
dedicada a prejuzgar a los demás. Pregúntese si está dispuesto a continuar
alquilando su mente para que la ocupen los pensamientos de otros.

El antídoto para los pensamientos malsanos es desactivar al ego y escuchar al
yo superior. Comenzará a saber que nadie de este planeta es superior ni
especial a ojos de Dios, del mismo modo que nadie deja de ser especial.
La purificación de sus pensamientos, en realidad, no s nada más que ver la
plenitud de Dios en todas las personas. En el momento en que sienta que un
prejuicio penetra en su mente, reemplácelo por el pensamiento de que no
quiere envenenar su mente. Adopte el papel de observador y vea la presencia
amante dentro de todo. El sagrado saludo sánscrito “Namaste” es un
recordatorio de este tipo de pensamiento. Haciendo una traducción
aproximada, significa: “Celebro el lugar que hay dentro de ti en el que los dos
somos uno”.

La purificación de sus pensamientos, por lo que hace a los prejuicios, tiene
lugar cuando usted está dispuesto a reconocer las incontables creencias que
ha recibido de otras personas, y cuando quiere estar en relación con los
pensamientos puros que emanan de su yo espiritual.

En ese momento está dispuesto a iniciar la ruptura con el hábito de prejuzgar y
reemplazarlo por la idea contenida en el saludo sánscrito: Namaste.



Libérese de su libido