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martes, 16 de junio de 2015

La realidad es

Gilbert Schultz

Palabras son palabras

Ninguna palabra puede capturar el significado de la vida. Todas estas palabras son como cualesquiera otras, sólo palabras. Los libros sagrados y la literatura profana son lo mismo. Están hechos del mismo material: papel, tinta y palabras. No hay nada en ningún libro que pueda sostenerse por sí mismo. Las palabras se registran y evocan un significado, ¿pero de dónde? Tú suministras todo el significado. El destino de todos los libros impresos es quedar reducidos a polvo.

La consciencia no está sujeta a la mente. No hay ningún “llegar a ser consciente” real que tenga lugar en alguna parte. Todo aparece como un desplegarse sobre la consciencia. El despliegue es siempre cambiante, mientras que la consciencia permanece tal como es. Si alguna palabra resuena en ti, bien, si no, no te preocupes. Muévete hacia aquello que resuena. Es la resonancia lo que cuenta. Cualquier supuesto “llegar a ser” que esté apareciendo, pertenece al tiempo y la mente. La consciencia no está sujeta a la mente.

El tiempo es memoria y la mente es tiempo. Toda duda está limitada al tiempo. ¿Y quién es el que recuerda? ¿Quién es ése envuelto en recuerdos? ¡Los recuerdos son sólo olas transitorias de apariencia! Lo constante, es-idad, ES ― tú ERES realidad. ¿Por qué sacrificas tu absoluto silencio y la simplicidad del comprender por un puñado de creencias, palabras y conceptos?

Enfatizar la “iluminación” como algún logro especial es la información más inconducente de todas. Hipnotizada por esa promesa, la mente pasa por alto la perfecta y simple naturaleza de la vigilia ordinaria. Tú debes SER, y sólo puedes ser, siempre, esta presencia que tú eres. No hay ninguna necesidad de colocar una identidad (“yo”) sobre esta cognición desnuda.

Como “el gurú del gurú” de mi último maestro señala: “Tú eres el silencio y la quietud desde la cual surge el universo entero”. La manifestación es sólo la apariencia de “ninguna cosa”. El psicológicamente limitado “yo” no conoce esto, ni tampoco puede conocer realmente nada en absoluto, simplemente porque, en sí mismo, es una entidad supuesta (en la que se cree), hecha sólo de pensamientos, y los pensamientos no pueden conocer nada por sí mismos.

El pensamiento es aparentemente poderoso. Sin embargo, todo pensamiento no tiene más sustancia que la de una efímera mariposa en la imaginación. Nuestra verdadera naturaleza silenciosa absorbe cada sonido. No hay NINGUNA entidad aquí o allí que conozca nada, y no obstante, todo es conocido espontáneamente y sin esfuerzo, con anterioridad a la idea de “yo”.

Puede muy bien que caigas en la cuenta de que esta PRESENCIA desnuda ―esta simple presencia cotidiana, tal como es― es “lo que yo soy”. La presencia no cambia, aun cuando pueda existir la creencia de que está en constante flujo. Es la mente la que está vibrando en la miríada de “cosas”, no la presencia o consciencia.

Cuando la mente concreta su propia vacuidad, todas las preguntas y posibles respuestas desaparecen naturalmente por sí mismas, y se cae en la cuenta de que “lo que verdaderamente soy” está totalmente desnudo, sin ninguna carga. Es CONOCER, la actividad de conocer. No tiene ninguna forma.

La libertad no tiene obligación alguna, ni objetos, ni sujetos, ni ídolos ni imágenes. En el VER desnudo, la creencia es naturalmente reemplazada, sin incidentes, por este CONOCER inmediato, el cual, irónicamente al parecer, ha estado siempre presente, aunque aparentemente cubierto por creencias.

“CONOCER” ES. No hay nada que sacar de este libro. Puede que revele simplemente lo que ha sido siempre obvio, bien a la vista. Si coges un “regusto” de lo que se está señalando, no quedarás solo. Como a un sabueso tras las huellas de un zorro, el aroma te llevará adonde necesitas ir. El aroma es la resonancia en el ser ―el tañer de la campana― el conocer que hay algo innatamente conocido y verdadero, aun cuando la mente no pueda explicarlo.

Es en verdad muy, muy simple. Esta energía pura, que se manifiesta como esta apariencia fenoménica llamada “el mundo y yo”, parece seductora, y la mente tiene el hábito de enredarse con sus propias ocupaciones, pero los hábitos pueden romperse.

Observa a la mente y ve cómo opera. Calla y VE. CONOCER es cognición instantánea, inmediata. ¿Puedes realmente negar que está ocurriendo ahora mismo?

El niño alcanza la “madurez” cuando cae en la cuenta de que Santa Claus pudiera ser un personaje inventado, ¿verdad? Tal vez entonces el adulto alcance la “madurez” cuando haya la “realización” de que el “yo” es también un personaje inventado.

¡No hay NINGÚN individuo real en ninguna parte! Todos los pensamientos aparecen y desaparecen… no obstante, tú permaneces. Aun en el sueño profundo, si alguien llama a tu puerta lo bastante fuerte, o en un terremoto, vas a despertar y levantarte.

La consciencia ES.

Cuando “estás” en sueño profundo, no hay nada que conocer. Los sentidos, abatidos, han sido arrullados hasta la pasividad. En el sueño profundo, has retrocedido hasta tu verdadera naturaleza ― ¡la FUENTE única!

Por la mañana estás repuesto. ¿Necesitas acaso conectar las baterías antes de que la consciencia esté allí? ¡No! La consciencia está allí antes de que abras los ojos. ¡Nunca se fue! Es lo que tú ERES. Una vez despierto te pones en movimiento, y pronto te colocas una máscara y una identidad limitada, inconscientemente, y el drama de la vida se despliega una vez más.

Uno debe “entrar” en la propia nada conscientemente, para realizar la verdadera naturaleza de uno. Si estas palabras ayudan en algo, santo y bueno. Deja a los “otros” aferrarse a sus sagradas creencias de estar atrapados en el tiempo, atrapados en un sistema de creencias mecánico o habitual. Los pensamientos son materia muerta. El pasado, muerto y terminado. En este presente vivo “deja que los muertos entierren a los muertos” ―deja que el pasado se haga cargo del pasado― y sé esta inmediatez, que es eternamente ahora. Es tiempo de sacudir la jaula de las creencias erróneas. Sin una sacudida, las tristes historias del “yo” simplemente se perpetúan. Así que… ¡no más historias tristes sobre “mí”!

La realidad es



Hay un conocer inmediato de todo lo que necesitas conocer, y está espontáneamente presente sin esfuerzo. Es la eliminación de las creencias lo que “descubre” la presencia consciente innata. El ver está ocurriendo, el conocer está ocurriendo. “Ver/Conocer” está ocurriendo espontáneamente.

Cuando la niebla se despeja, aquello que siempre estuvo aquí es visto claramente. Nada ha ocurrido, salvo que la niebla se ha dispersado. Esto se consigue, sin esfuerzo, descansando en la naturaleza verdadera de la mente, que es clara y vacía. Usualmente, instrucciones directas así son rechazadas demasiado rápidamente. Pero recuerda: la duda es sólo un pensamiento.

Cualquier rechazo a algún “señalamiento”, se debe simplemente al apego habitual a una postura mental. ¿Dónde está la fe en lo que es auténtico? Tu naturaleza auténtica es realidad o, podría uno decir, tu naturaleza auténtica está en comunión directa, sin mediaciones, con lo que es real. Es realidad. Si eso implica dualidad, entonces simplemente ve que no hay ninguna dualidad en la no-dualidad.

¡La realidad es! La mente es simplemente puntos de referencia surgiendo dentro del ámbito de la cognición directa. El punto de referencia llamado “yo” es un personaje fantasma dentro de todos estos puntos de referencia. El “yo” no puede ver, conocer o ser algo separado, con alguna naturaleza independiente.

Hay únicamente CONOCER inmediato. Ninguna “biblioteca” de auto-conocimiento existe en ningún lado. La “realización” de ayer es inútil frente a este momento inmediato. Tratar de ver “con los ojos de ayer” es un ejercicio ilusorio. Pueden surgir muchas cosas que lucen como auto-conocimiento, pero el experimentar inmediato no puede ser sacrificado en absoluto por ninguna descripción. En esencia, es únicamente este inmediato experimentar y nada más. La comprensión permanece silenciosa.

Al soltar cualquier apego o cualquier concepto, uno encuentra una libertad natural, donde no hay ninguna necesidad de aferrarse o apegarse a nada. ¡Simplemente sé lo que eres!

Observa a la mente. Ve que tú nunca dejas este momento actual. Ningún instrumento cronológico puede separar este ahora en partes ― la separación es sólo un concepto en la mente. En una casa abandonada, un solitario reloj continúa con su tic-tac en esta inmediatez. ¿Cuánto tiempo ha pasado? El reloj deja de pulsar. ¿Algo ha sucedido? ¿Cambia esta historia realmente algo? Quizás al escuchar esto, algo pueda activarse, algo pueda escurrirse entre la hipnosis de la ilusión; una simple gota de lluvia puede tocar una hoja agostada y reseca y traerle nueva vida.

Cualquiera sea la razón, has tropezado con este “mensaje”. Quédate con él hasta empaparte por completo. Arrojará fruto. Tan sólo ve que el VER presente (conocer) ¡es todo lo que realmente hay! ¿Qué otro ver hay? Los personajes de un sueño no pueden ver.

Nuestra libertad natural ya está aquí. Es sólo la mente la que necesita limpiarse de creencias erróneas. Muchos pasos parecen tomarse, física o metafísicamente, pero ni uno solo te aparta (o te aleja) realmente de esta PRESENCIA, la cual está aquí y ahora.

En el espacio de un universo que está más allá de toda medida, una pequeña mota de apariencia denominada “humanidad”, dotada de una luz de “auto-consciencia”, intenta medir el significado de todo mediante un aparato llamado cerebro. En su arrogancia, imagina que puede controlar a la “naturaleza” y conquistar todo tipo de “cosas”. Olvida que hasta algo tan simple como “el mal tiempo” le patea el trasero con frecuencia, y a veces tan duro como para conmover su supuesto “poder”. La “humanidad” busca en los cielos otros planetas y otras formas de vida, e ignora la maravilla de lo que está en “su propio patio trasero”.

La “humanidad” es una pequeña onda en un océano infinito. Para el hombre, la consciencia es un misterio porque no puede medirla, o encontrarla como alguna cosa en particular. Permanece claramente obvia COMO todas las cosas, y sin embargo está oculta a la manera de un vasto y sutil “portador de onda”, dentro del cual el así llamado “individuo” aparece como un pequeño e insignificante patrón de onda.

El hombre tiene sus teorías y se aferra a ellas. Con frecuencia las somete a ajustes para contentarse, pero la ironía es que el hombre raras veces es feliz. Discute con sus hermanos sobre casi cualquier cosa, y puede argumentar durante días y semanas enteras, especialmente sobre su propia teoría favorita.

Tentativamente se une a otros en tribus y naciones y hace política en cada cruce de caminos. Explota los recursos del planeta y hace la guerra por “cosas” abstractas y oscuras, que luego pretende justas y honorables. Invade a otras naciones bajo el manto de la “razón”, y luego se pregunta por qué se siente tan mal. Dilapida los recursos financieros de las naciones para sostener conflictos sobre fronteras que no existen, y hace esto no por un corto periodo sino durante un siglo tras otro. Se vierte tanta sangre como para llenar un lago entero, y todo ello se justifica como algo necesario. Tal es el poder de su “razón” ― sesgada y limitada, egocéntrica y despreciable. No es ciertamente una conducta admirable, o a la que uno podría aspirar.

En ningún punto considera que todo es tan sólo una apariencia, y que él mismo no es otra cosa que un fantasma, una idea. ¡Qué mezcla de todo tipo de “cosas” es este hombre! Su verdadera naturaleza es ignorada, prefiriendo un montón de ruido mental y una serie de estados psicológicos, sin tener ninguna idea (del lugar) de donde surgen.

Fuente: Gilbert Schultz (2010). Resonance in the heart.
Versión española: La Luz del Ser (2014 E-book, traducción de Fernando Rozas)

http://www.advaitainfo.com/textos/la-realidad-es.html

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