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sábado, 2 de abril de 2016

Las palabras no alcanzan cuando lo que tienes que decir desborda el alma



Hace siglos el poeta romano Ausonio dijo “aquel que no sabe estar en silencio, tampoco sabe hablar”. Lo cierto es que en el mundo en el que nos ha tocado vivir, hay cada vez más personas que hablan y cada vez menos personas que escuchan. Ese deseo casi obsesivo de emplear el tiempo haciendo algo, también nos impulsa a hablar, como si el silencio fuera un acompañante incómodo del que debemos liberarnos cuanto antes. Sin embargo, en muchas ocasiones se dice más estando callados que hablando.

Las personas que hablan mucho aprenden poco y, a la larga, al monopolizar la conversación, terminarán siendo evitadas por los demás ya que estos se dan cuenta de que no tienen un espacio para expresar sus propios sentimientos e ideas. Sin duda, se aprende más escuchando que hablando. Por eso, a veces es necesario aprender a decir más hablando menos. A veces, hablar menos significa ser más asertivos.
Cinco formas para comunicar más con menos palabras

1. Da más abrazos.
Un abrazo puede decir muchísimo, sin necesidad de palabras. De hecho, hay situaciones en las que cualquier palabra puede resultar banal y hasta incómoda. En esos casos, no hay nada mejor que un abrazo, de esos que rompen las tristezas y acercan a las personas permitiendo que se conecten desde lo más profundo de su “yo”. Y si necesitas una excusa más para dar un abrazo, un estudio realizado en la Carnegie Mellon University desveló que los abrazos nos ayudan a lidiar con el estrés y fortalecen el sistema inmunitario, lo cual se debe a que genera sentimientos positivos que promueven la liberación de hormonas como la oxitocina.

2. No le temas al silencio.
Mark Twain dijo: “La palabra precisa tal vez sea efectiva, pero ninguna palabra jamás ha sido tan efectiva como un silencio preciso”. La habilidad para estar en silencio frente a otra persona crea una sensación de intimidad completamente nueva. De hecho, estar en silencio sin sentirnos incómodos con otra persona indica que hemos llegado a un punto de la relación en el que no es necesario llenar los vacíos. Hay situaciones en la vida en las que, más que agobiar con un discurso vacío, esa persona solo necesita que estemos a su lado, en silencio, apoyándole emocionalmente.

3. Resume tus ideas. 
Una conversación necesita al menos dos interlocutores, lo cual significa que debemos ser lo suficientemente asertivos como para permitir que las otras personas expresen sus sentimientos e ideas. Si monopolizamos la conversación, esta se convertirá en un monólogo que terminará aburriendo a los demás. Por tanto, cuando vayas a expresar una idea o contar una anécdota, ve a lo esencial, no te pierdas en detalles intrascendentes, así le dejarás espacio a los demás para opinar o contar sus experiencias.

4. Mantente atento a las reacciones de los demás.
Una conversación es como un baile, en el que cada persona debe mantenerse atenta a la reacción del otro para actuar en consecuencia.  De hecho, el filósofo francés Montaigne afirmó que “la palabra es mitad de quien la pronuncia y mitad de quien la escucha“. Desgraciadamente, en muchas ocasiones nos imbuimos tanto en nuestro argumento que nos olvidamos del otro. Sin embargo, la clave de la asertividad consiste en captar y descifrar las reacciones de nuestro interlocutor, para saber si le estamos aburriendo o si nuestro discurso va por mal camino. En esos casos, basta corregir el rumbo, eligiendo la frase precisa, o simplemente callando.

5. Escucha, escucha, escucha…
Alguien dijo que tenemos dos orejas y una boca, y debemos usarlas en esa misma proporción. Cuando practicamos la escucha activa no estamos asumiendo una actitud pasiva, al contrario, estamos demostrándole a esa persona que nos importa y nos interesa su mensaje. El acto de escuchar transmite respeto e interés, es una forma para decirle a nuestro interlocutor que puede confiar en nosotros y que nos interesa conocer sus opiniones y necesidades. Por tanto, no interrumpas continuamente, escucha a los demás. Recuerda que hay ocasiones en las que un discurso bien elaborado y las razones más lógicas no sirven de consuelo, cuando el alma necesita llorar, lo mejor que podemos hacer es convertirnos en buenos oyentes. Porque como dijo el gran Cortázar: “Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma“.



Fuentes:
Cohen, S. et. Al. (2015) Does Hugging Provide Stress-Buffering Social Support? A Study of Susceptibility to Upper Respiratory Infection and Illness? Psychological Science; 26(2): 135–147.


fuente:Rincón de la Psicología

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