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jueves, 26 de enero de 2017

TU YO SAGRADO capitulo 4


Destierre la duda

Las dudas son nuestros traidores
SHAKESPEARE

Me libré de mis dudas recordando que hay una razón válida para todo lo que
sucede

En la primera parte de este libro he descrito las ideas y opiniones que le han
transmitido y que han influido en su vida. Muchas de estas ideas podrían ser
ahora su realidad cotidiana, podrían definir lo que es posible y lo que es
imposible en su existencia.

Le he instado a abandonar muchas de estas creencias y establecer una nueva
relación con la realidad que se base en lo que usted sabe que es verdad. Una
vez conozca su verdad personal, su realidad quedará libre de dudas.
Puede que no crea que la duda tenga mucho efecto sobre su vida. Pero parte
del daño que crea radica en que se e3ncuentra tan por completo integrada en
su sistema de creencias que le resulta imposible pensar de ninguna otra forma.
Al dudar de nuestros logros potenciales, proclamamos con certeza lo que es y
lo que no es posible. Pero cuando se destierra la duda, llegamos a un
conocimiento que conduce a soluciones creativas e inspiradas que van
muchísimo más allá de lo que creíamos posible.

Con la duda usted es incapaz de recorrer con éxito el camino de su búsqueda
sagrada y alcanzar su yo espiritual. Tiene que reconocer este obstáculo para
alcanzar su conciencia superior. Necesitará trabajar en el destierro de la duda
de su mundo interior. Cuando sea extirpada de sus pensamientos
desaparecerá de su mundo exterior, y se hallará en un viaje interno y eterno
mucho más satisfactorio.

Andrew Cohen, en su delicioso y sencillo libro Enlightment Is a Secret:
Teachings of Liberation (La iluminación es un secreto: enseñanzas de
liberación), explica una manera de librarse de la duda:

P: No tengo claro cómo librarme de la duda.
R: Arrojándola de ti. Si vieras a tu hija jugando en la cocina, advirtieras que ha
encontrado un frasco de veneno para ratas y que está a punto de bebérselo,
¿qué harías?
P: Se lo arrebataría de la mano
R. Sí. Porque sabes lo peligroso que es. Cuando sepas lo peligroso que es la
duda, harás lo mismo. Una persona ignorante no se da cuenta de lo peligrosa
que es la duda; por lo que se permite abandonarse a la duda, y al hacerlo
destruye la posibilidad de despertar de verdad.
Cuando comience a desterrar la duda de su vida con esta primera clave de
acceso a la conciencia superior, recuerde este diálogo y lo sencillo que resulta.
La presencia de la duda puede impedirle despertar. Cuatro sencillas palabras
describen por qué es así: como pienses, así serás. En efecto, nos convertimos
en lo que pensamos durante todo el día. No permita que sus pensamientos y
actos los dicte la duda.

Permitirse dudar es igual a tener un traidor a cargo del timón de su vida. La
duda es un traidor porque usa las limitaciones y los defectos para influir en el
curso de su existencia. Recorrer el camino de su búsqueda sagrada, guiado
por su yo superior, implica que debe desterrar la duda.
¿Puede imaginar su realidad si le hubiesen criado en un ambiente libre de
dudas? ¿en que sería diferente su vida si nunca hubiese oído “eso no puede
hacerse”, “eso es imposible”, “acepta tus limitaciones”? ¿Y si le hubiesen
alentado a usar la energía de su mente? Podría haber usado esa energía para
explorar la capacidad de influir en otros seres, cosas, el tiempo atmosférico, su
creatividad.

Puede que eso le suene un poco fantástico. Pero recuerde que está valorando
lo posible y lo imposible con dudas, que de forma automática se deslizan hasta
su mente cuando alguien sugiere algo que usted cree absurdo. Si hubiera sido
lo bastante afortunado como para se criado sin dudas, poseería un increíble
sentido interior de su capacidad.

Nunca pronunciaría frases que reflejan duda, como “No tengo el talento
suficiente”, “eso no puede hacerse sé realista” y “¿no sabes que existen
límites para todo?”. Libre de dudas, habría comprendido mucho más temprano
que es una criatura divina. Habría conocido su capacidad interior para crear el
mundo y abordar los males de la sociedad sin ninguna duda sobre su
capacidad para crear utopías.

Sabría que la humanidad es fundamentalmente buena. De los defectos
humanos no culparía a una incapacidad ingerente o al diablo. Sabría que la
satisfacción de las exigencias del ego es la actividad que crea esos defectos.
El yo sagrado no conoce la duda. No tiene límites ni fronteras. ¿Cómo sería
nuestro mundo si hubiésemos aprendido esto en la infancia? Es hora de que
sepamos que tenemos la responsabilidad de incorporar la búsqueda espiritual
a nuestra vida y de introducir a nuestros hijos en ese aspecto de la vida.
Yo les ofrezco a mis hijos oportunidades de aprender sobre su limitado interior
mediante varios métodos. Por ejemplo, los invito a salir conmigo para “hacer
nubes”. Después de comer, a menudo nos llevamos una manta fuera, nos
tendemos sobre ella y nos dedicamos a ello.

Los niños comienzan por crear la imagen interior e una forma que quieren ver
en las nubes. Luego concentran su energía en una nube en particular, e
intentar que adopte esa imagen interior. El vecindario se ha habituado a oír
gritar a mis hijos “Estoy haciendo una casa, papi. Mira cómo se mueve mi
nube. ¡Estoy moviéndola con la mente!”.

Puede que muchos niños del vecindario piensen: “Esos Dyer están locos. ¿de
verdad creen que pueden hacer que las nubes adquieran una forma? “. Pero
¿por qué no deberían aprender los niños que por dentro de ellos fluye la misma
inteligencia divina que mueve las nubes? Si está en todas las cosas, lo cual
sabemos que es verdad, entonces está tanto en mis hijos como en las nubes.
¿Por qué no sentirse tan conectados con ella como para hacer sus propias
formas e nubes? Nuestros hijos tienen muy pocas dudas, y este conocimiento
interno les permite crear el mundo que quieren para sí mismos.
Usted hace lo mismo cuando se va a dormir. Entra en la experiencia de los
sueños con una absoluta carencia de duda. De hecho, es incapaz de llevar la
duda a ese ámbito. Es como si dios tuviera una señal de “No se admiten
dudas” a la entrada de los sueños.

En sueños, usted es capaz de hacer cualquier cosa que su mente pueda crear.
Puede volar, visitar el pasado, proyectarse al futuro, conversar con quienes se
marcharon hace mucho tiempo, ver a quienes han muerto y saber que están ahí
con usted, saltar por encima de enormes árboles, respirar debajo del agua,
crear docenas de personajes y llevar a cabo una interminable lista de otras
actividades. Durante este tercio de su vida que pasa durmiendo, no tiene
dudas. Y por tanto carece de limitaciones.
Luego, cuando despierta, introduce instantáneamente al compañero constante,
al duda, de vuelta en su conciencia de vigilia. Despierto, cree que esas cosas
no son posibles en al vida diurna. La diferencia radica en que durante el sueño
usted sabe qué puede hacer y lo hace; en sus omentos de vigilia cree que no
puede, y no lo hace.


LO QUE SABE Y LO QUE CREE


Si es capaz de establecer una distinción entre lo que sabe y lo que cree,
reconocerá el papel crucial que juega la duda en su vida. La meta última de
reconocerlo es transformar todas las creencias.
He aquí las principales distinciones entre lo que cree que es verdad y lo que
sabe que es verdad.

Las creencias se las transmiten. El saber procede de su interior. La totalidad
de sus creencias le fue transmitida por personas que han entrado en su vida
con este propósito. En el segundo capítulo he esbozado diez de estas
creencias más comunes y hecho sugerencias para cambiarlas. Ahora le pido
que examine todas sus creencias. Cuando lo haga, piense en sí miso como en
una esponja que ha absorbido creencias de otros y luego las ha hecho propias.
A lo largo de toda su existencia ha estado sujeto a millares de creencias, que
van desde de qué está hecha la Luna, pasando por cómo deben reaccionar las
personas las unas ante las otras; o si los deportes tenían o no algún valor, el
que la poesía es para afeminados, a qué velocidad pueden correr los seres
humanos, cómo son sus vecinos, qué es capaz de lograr, o el que es con igual
padre y al padre de éste. Hay una larga lista de cosas que cree de sí mismo,
del mundo, de Dios, de sus potenciales, del destino del capitalismo y muchas
otras. Estas creencias, que llegaron a usted desde el exterior, se convirtieron
en su credo.

Sus conocimientos, sin embargo, llegaron a usted como resultado de haber
decidido superar los límites fijados por una creencia. Nadie puede transmitirle
un saber. Usted debe tener la experiencia por sí mismo.
Yo podía hablarle infinitamente de cómo montar en bicicleta, o incluso de por
qué es imposible hacerlo dadas las leyes de equilibrio y la relación
aire/velocidad/viento. Usted podría tener una idea propia sobre este tema, pero
sólo sabrá que es posible cuando monte una, se tambalee unas cuantas veces
y lo experimente. Una vez que haya montado una bicicleta, nadie podrá, jamás,
convencerle de que es imposible.

Todos sus conocimientos son así. Provienen de la experiencia, y pro lo tanto
existen en su interior libres de duda.

Las creencias le decepcionarán en una crisis. El saber nunca le decepcionará.
Cuando usted cree en algo sin saberlo, hay una duda junto con la creencia.
La duda existe en alguna parte de las profundidades de su mente. Existe como
un pensamiento al que en última instancia recurrirá cuando quiera poner esa
creencia en práctica.

Recuerdo cuando creía que no podía zambullirme de espaldas en la piscina.
Cada vez que me decía “esta vez puedo hacerlo”, esa importuna duda emergía
en el preciso momento en que intentaba zambullirme de espaldas. Me
encontraba con que mi cuerpo giraba sobre sí en el último segundo. La
diminuta duda unida a la creencia sobre mi capacidad era en lo que yo confiaba
en el momento de la ejecución.

Si usted cree en algo basado sólo en lo que otros le han dicho que es verdad,
cuando aparezca una prueba importante, a menudo la creencia le
decepcionará. Suponga que cree ser capaz de montar en motocicleta. Si
intenta escapar de una situación peligrosa aprovechando una motocicleta que
está por ahí, hay muchas probabilidades de que la duda unida a su creencia le
impida escapar en esa motocicleta.

Lo que usted sabe nunca podrá decepcionarle. Jamás. Si tuviera una absoluta
certeza sobre su capacidad para saltar sobre la motocicleta y alejarse a toda
velocidad, ese saber le impulsaría para que se alejara sano y salvo. Porque un
saber no presenta dudas internas, uno tiene una absoluta certidumbre sobre
cuál es su posición. Esto es cierto en todo lo que uno experimenta, tanto física
como metafísicamente.

Si usted tiene la creencia de que Dios estará a su lado en un momento difícil, y
que cualquier sufrimiento que experimente es tan divino como cualquier júbilo
que haya sentido, pero no lo sabe, se encontrará con que el dolor de su
decepción se convertirá en una afirmación de que Dios no existe. Su creencia
se hará trizas en un momento difícil. Eso se debe a que está usted intentando
tener una visión de Dios que le ha sido transmitida desde el exterior, y está
debilitada por la duda.

Saber de la existencia de Dios y sufrir como escribió William blake en el
siguiente poema, le sustraerán de las dificultades “sano y salvo”:
El hombre fue hecho por el Júbilo y la Aflicción.
Y cuando sabemos esto

Vamos por el mundo a salvo.
El Júbilo y la Aflicción han tejido
Una tela para el alma divina.
Los conocimientos nunca pueden decepcionarle porque están entretejidos en
la trama de su ser.

Si no puede dudar de lo que es, y sabe que es, entonces nunca se verá
decepcionado. Quiero repetir que a las creencias siempre les acompaña la
insidiosa duda, mientras que los conocimientos están libres de dichas
contaminaciones.

Sus creencias son ejercicios mentales. Sus conocimientos son ejercicios
físicos. Las creencias están emplazadas en el reino de lo mental, como los
pensamientos que uno alimenta de forma constante. Su comportamiento en el
mundo se ve muy afectado por las limitaciones de esas creencias. Éstas son
estrictamente ejercicios mentales que uno practica de manera continuada
hasta que se convierten en la realidad;: es decir, una realidad basada en las
dudas que van unidas a las creencias.

Usted podría creer que la gente no debería llevar joyas en la nariz, o que la
gente que no asiste a la iglesia es perversa. Este tipo de creencias influirán en
su conducta y harán que juzgue a otras personas (hasta que cambie sus
creencias y quizá busque un aro para su nariz)

Sus conocimientos están emplazados en el dominio de lo físico, a pesar de que
se hayan originado en el mental. Cuando uno sabe algo, forma parte de la
totalidad del ser, se origina en lo mental y reside en todo el ser.
Lo que se sabe con absoluta certeza –como la forma de bailar el mambo, o de
patinar sobre hielo, o nadar, o hacer el amor, o montar en bicicleta-, forma parte
del ser. Reside tan en lo profundo de uno que está en las células de lo
humano. Aquello que en otra época sólo creyó, porque le fue transmitido por
alguna persona, ha sido ahora transferido a su saber. La totalidad de sus
conocimientos de lo físico comenzaron como creencias y acabaron en esta
certidumbre.

Incluso puede que tenga algunas creencias tan arraigadas que las trate como
conocimientos. Algunas de estas creencias que se han hecho fuertes en su
interior podrían considerarse conocimientos, pero en realidad no lo son.
Por ejemplo, puede que usted crea que tiene talento para el arte, pero en
alguna parte profunda de su interior existe una diminuta pizca de duda
respecto de si esto resultaría cierto. De modo similar, podría no creerse capa
de dominar un idioma extranjero; pero también tiene alguna duda respecto de
si esto resultaría verdad de hallarse en una situación en la que su vida
estuviese en juego.

Cuando uno sabe algo, se convierte en su realidad física, y actúa de forma
constante. Cuando sólo se cree algo, tanto si es negativo como positivo, uno
tiene una diminuta duda, y esa duda se convierte en realidad.
Las creencias son mentales. El saber es físico, aunque se origina como
creencia mental.

Las creencias le limitan. Los conocimientos le confieren poder. Dado que las
creencias le son impuestas, son obra de otos seres. Por lo tanto, sus propias
creencias no tiene lugar en su vida cotidiana.
Esa siempre presente sombra de duda sobre si estas creencias son ciertas
para usted, aunque lo fueran para sus antepasados, tiende a imponerle
limitaciones. Sus pensamientos crean su realidad. Cualquier pensamiento del
que dude es una limitación.

Lo que sabe le confiere poder para ascender en los niveles de conciencia.
Cuando su corazón sabe que algo es correcto y usted sigue a su corazón,
progresa y crece. El conocimiento interno le permite dar el paso que habría
evitado de haber escuchado su mente.

Louise Hay es un perfecto ejemplo de lo que estoy definiendo. Es una mujer
hermosa y sensible que ha escrito muchos libros formidables sobre curación, y
es la editora de una colección de mis afirmaciones y recordatorios cotidianos
titulada Everyday Wisdon (el camino de la pefeccción) (Publicado por Grijalbo,
N. de la T.). estábamos juntos en una transmisión nacional de televisión,
cuando alguien llamó y le preguntó a Louise si había considerado algún
método tradicional para tratarse un cáncer que había padecido ocho años
antes. Louise le dio el tipo de respuesta que espero que usted sea capaz de
cultivar cuando vea cómo el saber puede darle fuerza para ascender a niveles
más elevados. Respondió: “En mi corazón sabía que no podía permitirles que
me sometieran a radioterapia ni quimioterapia, ni que me cortaran un pecho...
solo sabía que ése no podía ser mi método para enfrentarme con el cáncer. Mi
conocimiento me condujo a otras alternativas, sobre las que he escrito, y en
última instancia a la erradicación del cáncer de mi cuerpo. No estoy
menospreciando ninguna otra forma de tratamiento, sólo sabía, en mi interior,
que yo no podía ir en esa dirección”.

La clave aquí reside en el uso que le da a la palabra “sabía”. No se trataba de
que creyese en una terapia alternativa, sino que sabía que esos métodos
tradicionales estaban en desacuerdo con quién era ella. Consultó su saber.
Ese saber le proporcionó fuerza e iluminación.

Cuando aprenda no sólo a abandonar las creencia sino a convertirlas en
conocimientos, sólo tendrá ese saber interno para consultarlo cuando surjan
las dificultades en su vida.

Una mera creencia no es más que una nota mental pegada en su cuarto por su
madre. Un saber está grabado en las células de su ser y por lo tanto vive en su
interior, sin presencia de duda.

Sus creencias son transitorias. Sus conocimientos son eternos. Piense en
muchas de las creencias que tiene hoy y en cómo han cambiado a lo largo de
los años. De hecho, muchas de las creencias que tiene hoy no fueron bien
recibidas.

¿Puede recordar cuánta gente se sintió escandalizada al ver a los hombrs con
el pelo largo y pendientes por primera vez en la época contemporánea?
Muchos intentaron hacer que se expulsara de los institutos y universidades a
estos jóvenes. Los etiquetaron de afeminados. Hoy en día esas mismas
personas lucen cabellos largos hasta el hombro y ven partidos de fútbol con
prototipos de masculinidad que llevan pendientes y pelo largo que les asoma
por debajo del casco.

Las creencias cambian. Muchas de las creencias que defiende hoy las
rechazará en los años venideros.

Por ejemplo, casi cada día recibo cartas de personas que me cuentan que
cuando me oyeron por primera vez hablar de algunas de estas ideas hace dos
décadas, pensaron que estaba fomentando el egoísmo, y que hoy las mismas
ideas les resultan consoladoras. Por lo que a mí respecta, mis ideas sobre
Dios y la espiritualidad han cambiado drásticamente desde mis tempranas
épocas agnósticas de adolescencia y primera juventud.
Mis ideas sobre el bienestar social, la pena capital, la política y el mal, han
variado. Cuando era joven sólo creía con fuerte convicción. No sabía, y
siempre tenía alguna duda sobre mi posición con respecto a estos asuntos, en
particular porque había adoptado a maestros espirituales cuyas ideas estaban
en conflicto con las mías.

Esas cosas que usted ha tenido, permanecen a su lado aún hoy, a pesar de
que ha pasado por una transformación física completa. Imagínese eso. Hoy se
encuentra dentro de un cuerpo que no existía hace apenas una década. Todas
las células de su ser han sido reemplazadas por células nuevas.
Usted tiene piernas, brazos y arterias nuevos e incluso un cerebro nuevo. Las
moléculas de su ser físico cambian de modo constante. Están siendo
reemplazadas incluso mientras lee estas palabras. Millones de átomos llegan y
se van, formando nuevas realidades física, aun a pesar de que esas realidades
nuevas tengan relación con las viejas.
Esto es lo mejor: aunque usted no es el mismo cuerpo que hace unos años,
sus conocimientos han sido transferidos de su viejo cuerpo al nuevo: no física
sino metafísicamente.

De niño sabía patinar sobre hielo, y todavía sé cómo hacerlo a pesar de que no
lo he vuelto a hacer desde hace treinta años. El saber aún está conmigo, a
pesar de que tengo piernas y pies nuevos, y un cerebro totalmente renovado.
Así que, como puede ver, cuando uno sabe algo en las células de su ser, este
saber permanece a pesar de que el ser físico está pasando por un constante
cambio. Usted es inmutable en el mundo interior, y por lo tanto lo es su saber.
Éstas son, pues, las cinco diferencias características entre lo que uno cree y lo
que sabe. Resulta obvio que la mayoría de nuestros conocimientos se
encuentran en el dominio de lo físico y permanecen con nosotros mientras
estamos en nuestro cuerpo. La característica que separa el saber de la
creencia es la presencia de la duda. Las creencias y as dudas van juntas,
mientras que a los conocimientos no les acompaña duda alguna.
Mi intención es ayudarle a sacar de su conciencia muchas de sus viejas
creencias. Pero lo que es aún más útil para la búsqueda de su yo espiritual, y
que espero que aprenda, es transformar las que queden de meras creencias en
saber.

Sus conocimientos no tienen por qué quedar limitados al dominio de lo físico.
Puede tener conocimientos también en el dominio de lo metafísico. Por
ejemplo, puede conocer a sus guías –sus ángeles y la superior presencia-, en
lugar de creer sólo en su existencia. Del mismo modo, todas las cualidades del
yo espiritual, que se hallan incluidas en la parte tercera de este libro, están a su
disposición para que las conozca en lugar de sólo creen en ellas.
Nisargadatta Maharaj, en I Am That (yo soy eso), describe el proceso de la
siguiente manera: “El mero conocimiento no basta; el conocedor debe ser
conocido... Sin el conocimiento del conocedor no puede haber paz”. Ésta es
una afirmación de alcance: conocer al conocedor. Constituye el tema del
capítulo siguiente, pero resulta útil que conozca ahora la idea.
Hay un yo físico que posee el conocimiento, y hay lo conocido. Pero lo más
significativo es que hay un conocedor de lo conocido. Ésta es su verdadera
identidad.

La paz que menciona Maharaj y el camino de la búsqueda espiritual quedan a
su disposición cuando le guía esa verdadera identidad, que es lo más sublime
de usted. Alcanzar esa paz y hallar el camino de la búsqueda espiritual implica
abandonar las viejas creencias y cambiar a una nueva dimensión, donde el
conocimiento sustituya a la creencia y donde la fe reemplace al miedo.
MIEDO Y DUDA
Hay un refrán (cuyo origen ignoro) que dice: “El miedo llamó a la puerta, y
respondió la fe, y no había nadie”. El miedo se origina en las dudas que
tenemos de nuestra divinidad. El antídoto para el miedo es la fe.
Dentro de mí sé que no estoy solo, jamás. Sé que tengo a mi disposición la
guía divina en todo momento. Este conocimiento hace que el miedo sea
imposible. Tampoco usted está solo, y también dispone de guía omnipresente
accesible a voluntad.

Cuando uno sabe de verdad que la suprema presencia está siempre a nuestro
lado, la posibilidad de vivir tanto con la duda como con el miedo se evapora.
Tiene que poseer la cualidad de ser un conocimiento. Entonces, el miedo se
desvanece.

Cuando comience a librarse de los miedos, usted desarrollará una especie de
confianza que refleje su conciencia de su misión divina. Gabriel Saul Helign, al
escribir Tenderness Is Strength (La ternura es fuerza), describe cómo se disipa
el miedo cuando la duda es desterrada:

Todavía temblamos antes el Yo como niños ante la caída de la noche. Sin
embargo, una vez que nos hayamos atrevido a dar un paso hacia el interior del
corazón, descubriremos que hemos entrado en un mundo donde la
profundidad conduce a la luz, y que no hay final.
El miedo es nuestra prisión. Tenemos que erradicarlo mediante la certeza del o
absurdo que es tener miedo de algo en este sistema inteligente del que
formamos parte y que tiene infinita inteligencia en cada uno de sus elementos.
Traer este simple conocimiento a la conciencia cuando experimente cualquier
miedo, le ayudará a desterrar tanto el miedo como la duda.
Las cosas a las que con más frecuencia tememos pueden explicarse tras
investigarlas. O bien puede erradicarse el miedo con una breve y sencilla
afirmación.

Yo he escogido la segunda forma, y abrigo la esperanza de dejarle pasmado
con lo simple que es eliminar el miedo.

Miedo a fracasar. ¡Líbrese de él! No puede fracasar en nada. Todo lo que hace
produce un resultado. Lo que cuenta es lo que hace con los resultados.
Etiquetarse como fracasado carece de sentido.
Miedo a la desaprobación. ¡Líbrese de él! No necesita que los demás le digan
si está bien o mal. Usted es una creación divina. Su sendero es único. Las
opiniones de otros serán invariablemente juicios. Cuando uno sabe que está
en una misión espiritual, se hace independiente de la opinión de los demás.
Continúe adelante con su propósito.

Miedo al sufrimiento. ¡Líbrese de él! Usted no puede sufrir cuando conoce su
yo espiritual. Sólo sufre la persona que se imagina que es. Su júbilo es divino
y también lo es su sufrimiento. Todo el dolor es parte del plan de Dios, que le
otorgará sabiduría trascendental cuando deje de juzgarlo.

Miedo l aislamiento. ¡Líbrese de él! Usted nunca puede estar solo. Cuando
sepa esto, nunca se sentirá solo. Hay un gigantesco apoyo de amorosas almas
que siguen un sendero similar. Reconózcalo. Acéptelo como vedad.
Manténgase en su propósito y olvídese de que se siente aislado. Cuando lo
haga, toda la guía y el amor que necesite le llegarán.

Miedo a parecer tonto ¡Líbrese de él! Cuando usted se afana siguiente los
pasos del yo superior, siempre tiene un propósito. El que otros le juzguen o no
como un tonto es irrelevante.

Miedo al éxito. ¡Líbrese de él! Reemplace el miedo por el conocimiento de que
se merece prosperidad y abundancia. Tenga presente que cuando se halla en
el camino de la búsqueda espiritual, aparecerán medida externas de éxito. Su
éxito, sin embargo, es una cuestión interior. Es su sensación respecto a sí
mismo, y desde luego no quiere tener miedo de sí mismo.
Éstos son los seis miedos que más interfieren en el camino de nuestro
propósito divino.

Tenga presente que posee las herramientas internas para transformar su vida,
y el miedo habrá desaparecido antes de que pueda decir: “¡Me libero de él!”.
Una de esas herramientas es el reconocer ante uno mismo el momento en que
el miedo haga su aparición. Cuando advierta que siente miedo, por favor,
asegúrese de dejar que penetre en su conciencia. Siéntalo. Niéguese a
juzgarlo.

Tengo una amiga que se toma tiempo para mantener una conversación
silenciosa con su miedo. Me dice que sólo esto hace que el miedo
desaparezca, porque e da la bienvenida como a una vieja creencia que en otros
tiempos constituyó una parte amada de ella misma. Otras veces, ella y el
miedo se ponen de acuerdo en una nueva “definición” de él. Sienta el miedo y
no permita que sus efectos tengan continuidad.

La primera vez que subí a un escenario para hablar ante varios miles de
personas, olvidé mis notas; entonces, experimenté varias sensaciones de
miedo. No reconocer la presencia de mi miedo lo habría mantenido allí, en el
escenario, conmigo. Pero me entregué a mi miedo mientras me recordaba a mí
mismo que no estaba solo. Salí al escenario con el miedo como compañero.
Antes de que hubiesen pasado siquiera unos minutos, estaba absorto en mi
misión y el miedo había desaparecido.

Al reconocer el temo y luego hacer, de todas maneras, eso a lo que le tenía
miedo, le pone sobre viso con respecto a esos pensamientos derrotistas.
También da un paso gigantesco para desterrar la duda de su existencia.
El miedo y la duda son pautas. Aquello de lo que dude le causará miedo. Lo
que teme le provocará dudas sobre su capacidad para enfrentarse con ello.
Como he mencionado unas páginas más atrás, el verdadero antídoto para la
duda y el miedo es la fe.

El desarrollo de la fe como medio para eliminar el miedo de su vida es una
lección espiritual suplementaria. A Course in Miracles ilustra maravillosamente
este punto, haciendo hincapié en el conocimiento:
Si supieras quién camina a tu lado por el sendero que has escogido, el miedo
sería un imposible.


FE COMO ANTÍDOTO DEL MIEDO Y DE LA DUDA

En la mayoría de los casos, la palabra “fe” está asociada con el desarrollo de
una estructura religiosa. La fe y el culto, en este contexto, van juntos.
Yo no estoy escribiendo sobre la fe en ese sentido. Respeto cualquier religión,
pero no quiero que confunda las creencias religiosas con la verdadera
presencia de la fe.

La fe es análoga a conocer a Dios, cosa que es diferente a creer en Dios. El
conocimiento, desde el punto de vista en que estoy escribiendo, es una
experiencia a nivel celular de las vivencias personales, es a la cual no
acompaña ni una pizca de duda. Para mí, la fe es un conocimiento y una
capacidad interiores de ver a Dios en todas as cosas, incluido uno mismo.
El tipo de fe que describo no necesita ni un culto ni un libro sagrado. Proviene
de tener una experiencia interna directa de Dios como parte del yo superior.
Está presente de incontables formas en la vida cotidiana. Usted no tiene que
ver necesariamente esta luz interna con los sentidos. Uno sabe que lo que no
ve está allí, a su disposición.

He visto a mi esposa, Marcelene, demostrar esta fe interior en siete ocasiones
diferentes cuando ha dado a luz a nuestros hijos. A lo largo de sus embarazos
me habla de su fe en que Dios está con ella. Sabe que traer un niño al mundo
es más que una experiencia física. Sabe que es una oportunidad sagrada que
se le ha confiado.

No tiene en absoluto ninguna duda de su capacidad para levar adelante todas
las etapas desde el comienzo del parto hasta el nacimiento del bebé sin que
haya complicaciones o dolor. Esta fe la coloca en un estado de conciencia
superior, y su apariencia física cambia. Abandona los confines de su cuerpo.
Mediante el poder de su milagrosa concentración en lo que tiene que hacer,
actúa sin prestar atención a las distracciones que la rodean.

Su fe interior ha servido para desterrar la duda sobre su capacidad para dar a
luz un niño en un entorno espiritual y libre de dolor. No cree que Dios esté allí
a su disposición, lo sabe. La idea de cualquier duda es absurda para ella.
He estado en la sala de partos con mi esposa mientras a las mujeres que la
rodeaban les asaltaban los miedos y las dudas. Marcelene, apoyada en su fe,
participa en el acto de la creación como observadora y como participante.
Incluso ha utilizado ese mismo conocimiento interior, basado en la fe, para
ayudar a otras mujeres a dar a luz. Las acompaña durante todo el proceso –
desde los primeros meses de embarazo hasta el parto-, has ayuda a acceder a
su yo interno y les asegura que si destierran la duda vivirán una experiencia de
parto glorioso. Todavía no he visto que fracasara.

Instruye a las mujeres para que hagan caso omiso de todas las frases
negativas y cargadas de dudas que les oyen a otras madres “experimentadas”.
Las ayuda a que aprendan a volverse hacia el interior, hallar la paz, conocer a
Dios y utilizar la fe para que las guíe a lo largo de la experiencia. Ahora está
escribiendo un libro sobre la forma espiritual de abordar el parto y el cuidado
de los niños.

Usted debe entender que la fe es una decisión que uno toma en su interior.
Cuando la decisión se transforme en un saber, comenzará a sentir la energía
sagrada que fluye a través de todas las cosas como inteligencia divina
universal. Saber que todo tiene un propósito es un proceso mental. La fe llega
entonces como energía que reside dentro de uno en todo momento.
Un anochecer, cuando estaba sentado mirando una espectacular puesta de sol
en el golfo de México, me di cuenta de algo pasmoso. Todo este planeta, con
todo lo que hay en él tiene que pesar incontables trillones de toneladas, y hay
alguna energía que lo impulsa en torno al Sol y crea la ilusión de que en verdad
es el Sol el que se pone. Lo que en realidad estaba sucediendo mientras yo
estaba ahí sentado, era que estaba desplazándome en una órbita alrededor del
Sol.

Contemplé la enorme cantidad de energía que incesantemente trabaja para
desplazar este enorme planeta, mantenerlo girando y dentro de su curso en su
viaje anual. La misma energía está moviendo al Sol en una órbita más amplia, e
incontables cuerpos celestes más en incontables órbitas.

Esta energía provoca la ilusión de que la Tierra se mantiene inmóvil, pero
nosotros sabemos que hay movimiento. Tenemos fe en esa energía.
Confiamos en que mañana por la mañana el Sol saldrá por el este. No creemos
en ella: sabemos que existe y tenemos fe en ella.

La misma energía le impulsa a usted por la vida y se encuentra dentro de usted
en todo momento. Esa misma energía les permite a sus pulmones llenarse de
aire, a su corazón latir, y a su cuerpo permanecer unido en lugar de
desintegrarse. Eso lo sabe, tiene fe en ello.
Ése es el tipo de fe que debe desarrollar con respecto de la totalidad de su
vida. No tiene que verlo para creen en ello, no más de lo que tiene que ver el
viento para saber que está allí.

Esta energía invisible que hace tantas cosas es lo que usted necesita conocer.
La fe interior se convierte en un poder que antes estaba oculto.
He visto personas que caminaron descalzas una distancia de hasta doce
metros sobre carbones ardiendo al rojo sin que se les hicieran ampollas. Antes
de emprender esta aventura, su única preparación es concentrarse en su fe.
Su fe les proporciona la capacidad de concentrarse con una intensidad que
puede evitar que les hagan ampollas en los pies.

Yo he usado este tipo de fe para cruzar a nado un lago cuya agua estaba a siete
grados de temperatura, sin experimentar sensación de frío. Tecleo la máquina
durante horas y veo cómo surgen poemas y capítulos sin bloquearme, porque
sé que no estoy solo. La energía cósmica está dentro de mí para que la use,
para cumplir mi destino personal.

He visto aparecer a la persona precisa para ayudare con cualquier cosa que
necesitara cuando he alcanzado esta fe interna y desterrado toda duda. En una
ocasión, mientras estaba en una cabina telefónica de Nueva York buscando el
teléfono de alguien a quien no había visto en años, alcé la mirada y me lo
encontré allí mismo... una coincidencia asombrosa, o una conexión con la
energía universal que fluye a través de las personas.
Con frecuencia me he encontrado con que precisamente el libro o artículos
correctos han aparecido en mi correo cuando estaba atascado en un punto
concreto. A menudo he imaginado a un escritor o escritora particulares
mediante la concentración en sus palabras y luego, de forma “mágica”, han
aparecido en mi vida. La fe interior puede hacer aparecer las personas o
hechos que necesita; funcionará. (Sin embargo, esto no quiere decir que los
obstáculos no vayan a surgir también).


FE Y FRUSTRACIÓN

Incluso después de que desarrolle esta fe en Dios y en usted mismo, se
encontrará con que todavía hay obstáculos en u vida. El pensamiento libre de
dudas y el saber no significan que vayan a florecer de modo automático la
abundancia y la prosperidad. No obstante, al aparecer los obstáculos,
comenzará a procesarlos de un modo por completo distinto: un modo basado
en la fe y no en la frustración.

Cuando se sienta tentado de ver los obstáculos como impedimentos, recuerde
que la vida pone pruebas. Invente una frase para recordarse el valor potencial
del obstáculo. La frase podría ser: “Este obstáculo ha aparecido en mi vida
para enseñarme algo. Cuando aprenda la lección, veré mi fe interna
manifestarse otra vez de forma positiva. Bendeciré este hecho en lugar de
maldecirlo, y tendré presente que los caminos de Dios me serán a veces
misteriosos”.

Recientemente, mi esposa y yo pasamos unos días en Santa Fe, Nuevo México,
en un retiro destinado a renovarnos nosotros mismos y nuestro matrimonio.
En la primera noche que pasamos allí, vimos en el vestíbulo del hotel el menú
de un restaurante macrobiótico y decidimos cenar en él. No obstante, parecía
haber un centenar de obstáculos que surgían en nuestro camino cuando nos
pusimos a buscar el restaurante.

No dejábamos de perdernos y aparecer de nuevo en el punto del que habíamos
partido. Yo giraba en el lugar que parecía correcto y acababa de vuelta en el
hotel. Santa Fe es una ciudad que fue trazada en círculos concéntricos, y los
nombres de las calles cambian de una a otra manzana.

La frustración iba en aumento tras haber pasado más de una hora sin haber
encontrado el restaurante. Le había pedido instrucciones a más de diez
personas, y por fin hice una llamada telefónica al restaurante para pedirles
ayuda. Durante todo el tiempo, estaba decidido a superar y extraer la lección
de la prueba.

Cuando por fin llegamos, el restaurante estaba lleno. Al entrar, una mujer de
Naples, Florida, llamada Mary Reinhart, entró delante de nosotros. Estaba
acompañándola a la única mesa vacía que quedaba, y se volvió para decir:
¿Le gustaría compartir la mesa conmigo en lugar de esperar?
Comimos juntos, y en el curso de la conversación nos habló de una espiritual
mujer llamada Gangaji que comenzaría un satsang (una reunión para la verdad)
en Santa Fe, la mañana siguiente, y que duraría hasta cuando teníamos
planeado permanecer en la ciudad.

Durante los cinco días siguientes, mi esposa y yo asistimos a la satsang junto
con centenares de otras personas. Yo pensaba que habíamos ido a Santa Fe
para estar a solas.

Pero conocimos a Gangaji. Es un alma iluminada que ha seguido un curso de
autodescubrimiento en la India. Y ahora recorre el mundo celebrando satsangs,
transmitiendo el mensaje de paz, amor y capacidad. No cobraba nada, y nos
proporcionó una gran riqueza espiritual.

En una audiencia privada con Gangaji, ella me contó que su hermana había
leído uno de mis libros y que el mensaje del mismo había contribuido a volver a
reunirlas. La hermana había decidido abandonar cuando Gangaji emprendió su
propio sendero espiritual. Durante nuestra conversación, recibí de Gangaji el
eslabón perdido que necesitaba para organizar y escribir este libro.
Me habló de la idea de libertad como de una decisión que debía tomarse cada
día, y me proporcionó el subtítulo de este libro. Fue su concepción de la
libertad como ausencia de egocentrismo lo que me guió para escribir sobre
dicho tema.

Nuestro viaje a Santa Fe había sido planeado con muchos meses de antelación,
pero fue pospuesto tres veces porque se retrasó el parto de una mujer que
tenía que dar a luz con la asistencia de Marcelene. Ahora, si usted añade estoa
toda la información contenida en los párrafos previos, verá una multitud de
obstáculos y “coincidencias”: el hecho de que tuviéramos que posponer el
viaje; el perdernos cuando intentábamos encontrar el restaurante (que resultó
estar a muy poca distancia de nuestro hotel); las instrucciones incorrectas que
nos dieron, los giros erróneos que describimos; que Mary Reinhart entrara en
el preciso momento en que lo hacíamos nosotros y que nos invitara a comer
con ella; que nos preguntara si estábamos en Santa Fe para conocer a Gangaji
(de quien no había oído hablar nunca antes); que nos invitaran a reunirnos en
privado con Gangaji porque un participante del público me reconoció; y la
historia de ella sobre la reunión con su hermana... Y luego, encontrar lo que me
faltaba para organizar este libro. Todos estos supuestos obstáculos y
coincidencias conspiraron con el destino para colaborar en la redacción de
libro que ahora está leyendo.

También usted tiene historias como la mía a las que puede que no les haya
prestado demasiada atención. Le insto a que busque una perspectiva nueva
cuando se encuentre atrapado en momentos difíciles.
No se fije sólo en lo físico y permanezca alerta para detectar lo que el destino
está conspirando para ofrecerle. Con esta actitud tendrá fe incluso cuando
esos obstáculos parezcan insalvables.

Todas las muertes o “accidentes” de su vida, incluida su vuelta a la nada, son
parte del orden divino. Puede que no sean comprendidos, sobre todo
considerando cómo nos educan para evaluar estos asuntos. Gracias a la fe,
sin duda usted sabe lo que Edna Saint Vincent Millay quiso decir cuando
escribió:

El hombre no ha inventado a Dios;
Ha desarrollado fe
Para encontrarse con un Dios que ya existe.
Su fe puede mantenerse arraigada en presencia de los obstáculos. Su
frustración porque Dios no está trabajando al ritmo que usted cree que debería,
puede ser reemplazada por el conocimiento interior de que todas las cosas de
su vida están para enseñarle algo.
Su búsqueda espiritual le conducirá al conocimiento de que la enorme energía
que mueve los planetas y las galaxias, manteniéndolos siempre en su curso,
fluye también dentro de usted, y le mantiene en su curso, aunque su limitada
visión le impide verlo.
La fe limpia la vista. Lo que uno ve entonces son obstáculos perfectamente
colocados en lugar de frustrantes impedimentos. La paradoja está en que
cuando se desarrolla esa fe uno aprende la lección y cada vez aparecen menos
barricadas en la vida.



CÓMO DESTERRAR LA DUDA

En los apartados siguientes encontrará algunas sugerencias para extirpar la
duda de su alma. Tenga presente que la duda no sólo inhibe su búsqueda, sino
que también puede ser una fuerza destructiva en su existencia cotidiana.
Tome la decisión de que va a encontrarse con el Dios invisible en su interior.
Esto significa estar dispuesto a a pasar tiempo en el silencio de su ser.
Busque la oportunidad para guardar silencio y escuchar. No haga nada más,
pero repita esto cada día. (El capítulo sexto le proporcionará algunas formas
concretas de acallar el diálogo interno)

Al apartar los pensamientos y deleitarse en el silencio, sentirá la energía de la
presencia superior fluyendo a través de usted. Proporciónese un momento
divino para hacer una afirmación silenciosa de que se encuentra con Dios.
No sienta que tiene que compartir su experiencia ni convencer a otros de que
ha sentido a Dios en su interior. Limítese a reparar en cómo cambia de una
creencia a un saber cuando la pizca de duda que albergaba desaparece.
Permita que el momento de revelación esté libre de cualquier crítica o duda.
Andrew Cohen lo expresa de la siguiente forma, en su libro Enlightment Is a
Secret (La iluminación es un secreto):

Cuando se produce una profunda revelación se ha de adoptar una actitud muy
seria respecto de la propia vida. En el instante en que reconoce que está
viendo la verdad tal cual es, tiene que darse cuenta de la trascendencia de lo
que está siéndolo revelado.

Si no se traiciona ni una sola vez, su confianza en esa revelación sólo puede
aumentar. Cuando más fuerte sea la confianza, más profunda será su
sabiduría. Pero si ante esa revelación se permite entregarse innecesariamente
a la duda, comienza a descender por un camino incierto y al hacerlo su
confianza se verá minada.

Tenga siempre presente que la duda la origina su ego. La duda no forma parte
de su yo espiritual. Con esta conciencia puede aprender a observar su duda en
lugar de atesorarla.

Usted esta esforzándose por conocer al conocedor, y el conocedor es su
invisible yo superior. Use su capacidad para distanciarse de la duda y haga
que penetre en su mundo interior. Luego observe cómo la duda le obliga a
actuar de una manera predeterminada y limitada. Este acto de observación
hará por sí mismo que la duda se disipe.

Cuando la duda aflora en su interior y la reconoce, tiene que estar dispuesto a
decir “no, ya no permitiré que estos pensamientos entren en mi vida”. Muchas
personas y pensamientos intentarán apartarle de su búsqueda espiritual. Debe
estar dispuesto a considerarlos sus pruebas y aceptar el consejo que les
damos a nuestros hijos con respecto a las drogas: “¡Simplemente di no!”.
¿Duda de su capacidad para conocer a Dios? Puede que no tenga ninguna
duda sobre la existencia de una realidad absoluta llamada Dios, pero puede
que dude de su capacidad para conocer en plenitud a esa parte superior de
usted mismo. De ser así, le sugiero que reexamine su lógica.

La duda de uno mismo podría ser una excusa para evitar cambiar. Si no tiene
ninguna duda sobre la existencia de Dios, entonces ha llegado al dominio del
saber. Al reconocer que sbe de forma incuestionable que existe un poder
superior, ha desterrado las dudas internas. Si luego se da cuenta de que este
poder superior está en todas las cosas, no puede dudar de que está en su
interior.

Si está vivo, entonces usted tiene la fuerza vital de Dios dentro. Es tan sencillo
como eso: el hecho de que esté vivo confirma la existencia de la conciencia
más elevada dentro de usted.

Comience por cambiar el vocabulario que usa para describirse y para describir
sus expectativas. En lugar de usar palabras que reflejen sus dudas, cambien
las palabras para indicar su saber y su fe.
Deténgase cuando use palabras y frases como “tal vez”, “posiblemente”, “si
Dios quiere”, “si tengo suerte”, “quizá”, “nunca se sabe”... Comience a usar
palabras y frases como “desde luego”, “por supuesto”, “para conseguirlo”, “sé
que puedo hacerlo”...

Cuando utilice palabras y frases que demuestren ausencia de duda, conducirá
su vida de la misma manera. Su actos seguirán los pasos de sus palabras, y
sus palabras derivarán de lo que es su mundo interior. Cambie sus palabras
aunque todavía no las diga en serio, porque llegado el momento se convertirán
en su realidad.

Los amigos y la familia sugirieron que no sería capaz de sentarme a escribir
durante dos meses para acabar el borrador de este libro, porque no había
escrito en varios años. Yo me limité a responder con una frase como “confío
en que seré capaz de hacerlo. No estoy solo y se me proporcionará la guía y
ayuda que necesito”.

En ningún momento utilicé una sola palabra o frase que indicara duda alguna,
aunque existiera algún cuestionamiento interno. Pronuncié esas palabras,
dirigidas al exterior, empecé a escribir y, en efecto, la magia estuvo allí para
prestarme ayuda divina.

Las palabras y fases que emplea le sugieren a su yo físico cuál es exactamente
el rumbo que ese yo físico va a emprender. Tenga cuidado con lo que dice, y
cuando hable hágalo con convicción y fe.

Cuando encuentre que en su vida surgen cosas que tienden a reforzar sus
dudas, apártese de los viejos hábitos de pensamiento. He aquí algunos
ejemplos de viejas expresiones que podría tratar de cambiar: “¿Lo ves? Ya
sabía yo que eso era sólo un montón de palabrería; a Dios, en realidad, no le
importo”. “Éste es un mundo cruel y hay que aceptarlo”. Examine la siguiente
lista de declaraciones en busca de nuevas formas de expresarse:

Si mi júbilo es divino y yo confío en un poder superior cuando las cosas van
bien, entonces mi sufrimiento también tiene que ser divino.
Me negaré a juzgarlo y en cambio sabré que de alguna manera que no entiendo
en este momento, conoceré el porqué de que eso haya sucedido.
Confiaré en Dios y en la energía que está en todas las cosas, y sabré que
también esto está de cuerdo con el orden divino aunque en este momento no
me guste.

Sé que el alma es eterna y que todas las formas pasarán, así que, ¿por qué
debería cuestionarlo cuando ocurre?
Lloraré a la persona que ha muerto, pero no cuestionaré por qué él (o ella) ha
regresado con Dios.

El ahora, o treinta años a partir de hora, son un punto diminuto en la eternidad.
Este tipo de afirmaciones le ayudarán a desterrar la duda y a dejar de juzgar los
caminos del universo. Tenga presente que su júbilo es divino, su sufrimiento
es divino.

Haga una lista de las creencias a las cuales todavía se aferra y que no le sirven.
Verlas por escrito le ayudará a identificar lo absurdo que es permanecer
arraigado en las creencias de otros.

Al examinar sus creencias, fíjese en cuántas comienzan por “debería” y “no
debería”. Este tipo de frases fueron su primera formación y puede que aún
ocupen un espacio tan grande dentro de usted que no le dejen espacio para
nuevos conocimientos.

Busque frases como: Debería prestar atención a lo que piensan sus vecinos.
Debería enfadarse cuando la gente le trata mal, Debería odiar a sus enemigos.
No debería estar en desacuerdo con otros. No debería ser feliz cuando otras
personas de su entorno sufren. Debería sentirse culpable de su éxito cuando
otros tienen tan poco. NO debería olvidarse de lo que siempre creyó su padre.
Hay una larga lista de “debería” que le impiden alcanzar el júbilo de la vida
espiritual. Estas creencias deben reemplazarse por conocimientos que
provengan de su propia experiencia.

Reeduque su mente. Su mundo interior, su mente, es como una grabación que
suena de forma constante. El sonido de la mente puede hacerse tan intenso
como para que usted cree imágenes de desastre que se confundan con su
realidad.

En The Mistery of the Mind (El misterio de la mente), Swami Muktamanda
cuenta lo absurdas que pueden volverse nuestras creencias y cómo pueden en
realidad gobernar el mundo, sin tener ninguna base en la realidad. He aquí uno
de sus ejemplos:

Había una vez un trabajador pobre llamado Sheik Mahmound. Un día, su patrón
le dio un pote de arcilla lleno de nata líquida y le dijo que lo llevara a la
población más próxima.
Si lo haces –le dijo el patrón- te daré dos rupias. Si dejas caer el pote, tendrás
que pagar la nata.

Sheik Mahmound se colocó el pote sobre la cabeza y emprendió el camino.
Mientras caminaba, comenzó a pensar: “Voy a tener dos rupias.¿Qué haré con
ellas?”. En esa época todo era muy barato. Por una rupia, uno podía comprar
veinticinco pollos. Sheik Mahmound se dijo: “Eso es, compraré pollos. Se
multiplicarán, y pronto tendré cien pollos, quinientos pollos, mil pollos, diez mil
pollos. Entonces venderé todos los pollos y compraré cabras. Tendré cabras y
ovejas y una granja grande. Las cabras y ovejas se multiplicarán, y cuando las
venda compraré mercancías. Me convertiré en un gran mercader. Luego me
casaré y tendré una casa. Acudiré a una oficina y regresaré a casa para
almorzar. Tendré un cocinero muy bueno que preparará platos deliciosos.
Pero si el cocinero no tiene la comida a punto, me enfadaré y lo abofetearé.
Después de todo, seré un gran mercader”. Cuando pensó en abofetear al
cocinero, alzó el brazo. En cuanto hizo esto, el pote de nata se cayó al suelo.
Así que la nata no llegó a la otra población. Mahmound no obtuvo sus dos
rupias. No compró pollos. No compró cabras y ovejas. No se casó. No tuvo
una casa. No trabajó en una ofician. No abofeteó a nadie. Se sentó y se cogió
la cabeza entre las manos. Pasado un rato volvió a presentarse ante su patrón
y confesó:

Amo, he derramado la nata.

El patrón contestó:

¿Cómo has podido hacer algo semejante? ¡Has perdido mis ganancias de la
semana!
Oh, amo –dijo Mahmoud-, tú has perdido las ganancias de la semana, ¡pero yo
he perdido mis pollos, mis cabras, mi casa, mi esposa, mi oficina y mi
cocinero!

No pierda lo que no tiene sólo porque no ha aprendido a disciplinar su mente y
desterrar esas incesantes dudas que crea en sus fantasías.
Regrese a los sentimientos que están presentes en su interior y refuerzan las
imágenes que crea en su mente. Por ejemplo, si realmente le encantaría
alcanzar prosperidad, pero tiene dudas sobre su capacidad para conseguirlo,
primero fórmese una imagen de sí mismo en la abundancia.
Luego vaya más allá de la imagen y pregúntese: “¿Cómo me sentiría si
alcanzara esa prosperidad que he imaginado?”. Es probable que piense que se
sentirá algo así como contento, satisfecho, agradecido, feliz o eufórico. Éstas
son expresiones de sentimientos que puede generar mediante sus
pensamientos.

Una vez que pueda llegar a las sensaciones que hay tras sus deseos y sepa
que tiene la capacidad para crear esos sentimientos mediante su fe y la
disciplina de sus pensamientos, se dará cuenta de que la necesidad de
cualquier otra cosa para sentirse afortunado es sólo una creencia y algo que
carece de autenticidad. Haga este ejercicio con todo lo que desee alcanzar en
su vida. Primero imagine y después observe el sentimiento resultante. Luego
trabaje para generar ese sentimiento y sentirá que sus dudas se disipan.
Tenga siempre presente que la duda es una experiencia mental. Si quiere que
un pensamiento se disipe, puede rechazarlo. Del mismo modo que en
cualquier momento puede negarse a tener un pensamiento desagradable,
porque usted domina esos pensamientos, puede erradicarse la duda cuando
aparece.

Dígase a sí mismo, como si fuera dos personas (el que habla y el que escucha):
“Tengo esta duda porque he permitido que la persuasión de otros se convierta
en mis propias creencias. Ahora pensaré por mí mismo y sabré que no tengo
por qué vivir con la duda”.

El amor es el más cierto antídoto para el miedo y la duda. Cuando siente amor
incondicional por sí mismo, como creación divina que está aquí con un
propósito, se despoja de todas las dudas y miedos con respecto a usted mismo
y su lugar en el mundo. Por lo tanto, cuando experimente un momento de
miedo y duda, dése una porción de amor y recuerde que es una creación
divina.

A medida que se dé amor a sí mismo, eso será lo que usted podrá dar. Y
también es verdad que cuanto más amor contiene uno, menos espacio hay
para el miedo y la duda.

El destierro de la duda de su vida siempre le pondrá en contacto con un poder
misterioso que antes había estado velado. Le insto a que abandone las dudas
que le inocularon y deje entrar un nuevo conocimiento. El famoso Toro
Sentado describió este poder con las siguientes palabras:
Contemplad, hermanos míos, la primavera ha llegado;
¡la Tierra ha recibido el abrazo del Sol
y pronto veremos el resultado de ese amor!
Cada semilla ha despertado y también toda la vida animal.
A través de este misterioso poder
También nosotros tenemos nuestro ser.
Fíjese en que Toro Sentado se refiere al poder del amor. Ese amor que se
encuentra dentro de todas las cosas está también dentro de usted. Expulse la
duda fuera de su conciencia y déle la bienvenida al saber que ha sido tema de
este capítulo.

De la primera clave de acceso a la conciencia superior se habla también en la
Biblia (Deuteronomio, 30:14): “Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu
boca y en tu corazón, para que la cumplas”.
Dejo el resto en sus manos. Sólo tiene que desterrar la duda.


WAINE W. DYER 

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