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lunes, 13 de febrero de 2017

TU YO SAGRADO capitulo 14


De lo malsano a la pureza

Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios
SAN MATEO, 5:3

Hoy trabajaré con lo más puro de mis intenciones en mayor beneficio de todos
En el confucianismo hay un principio denominado Jen. Este principio se
refiere a la creencia de que existe el bien, el bien puro, en el centro de nuestro
ser, donde puede hallarse el yo o el espíritu. Todas las personas nos parecen
buenas cuando son su verdadero yo. El principio de Jen da a entender que
uno no puede evitar ser puro cuando es su verdadero yo. Las vidas se tornan
malsanas cuando hacemos caso omiso de nuestro auténtico yo y escuchamos
al falso yo.

Para permitir que el yo superior triunfe en ese conflicto entre la pureza y lo
malsano, debe despojarse de cualquier idea de que en el fondo usted es un
pecador. Es necesario que se dé cuenta de que la faceta central de su ser es
pura, buena y hermosa. Tal como San Mateo lo expresa, con una gran
perfección, esta pureza de corazón le permitirá conocer a Dios.

Por supuesto, lo contrario también es verdad. Si lleva una vida malsana, de
pensamiento o acción, será incapaz de conocer el espíritu divino que hay
dentro de usted, y el ego continuará dominando su vida interna y externa.
Los puros de corazón se distinguen por sus pensamientos y acciones. Su yo
superior desea que tengas pensamientos puros y una conducta pura. Su ego
se resiste con fuerza a la pureza y hace campaña a favor de lo malsano. Con el
fin de combatir este conflicto, debe entender cómo puede reconocer qué tipo
de vida lleva, y si es necesario, mejorar.



PURIFICACIÓN DE SU PENSAMIENTO

Todo en lo que piensa acaba convirtiéndose en acción. Cuanto más consciente
sea de cómo utiliza a mente, más capaz será de dejar atrás las formas
malsanas de pensamiento.

Cuando usted sabe que sus pensamientos acaban convirtiéndose en acción, se
vuelve muy cuidadoso con respecto a lo que piensa porque empieza a ver que
sus pensamientos pueden envenenar su vida.
La purificación de sus pensamientos es una variante del tema de la conciencia
superior. Así que puede que le interese comenzar por repasar las claves de
acceso a la conciencia superior que encontrará en la segunda parte. Las
primeras tres –desterrar la duda, cultivar la condición de observador y acallar
el diálogo interior- resultan esenciales para dominar el ego y empezar a
reconocer y aceptar la pureza.

El pensamiento malsano es un hábito que nos hace utilizar la mente según
interpreta el ego. Abandone el hábito de la interpretación constante y
comience a vivir su vida libre de los comentarios del ego. Su voluntad de
encararse con las formas en que ha estado pensando es el principio del
proceso de purificación. Su capacidad para cesar de enjuiciar le permitirá
alcanzar el terreno más elevado (allí donde se conoce la presencia de la energía
divina) y experimentar la conciencia más rica que acompaña al triunfo de su yo
superior.

Saber que usted puede escoger pensamientos menos malsanos es un
importante descubrimiento. Muchas personas nunca lo han descubierto. En
consecuencia, pasan la totalidad de sus vidas defendiendo la idea de que sus
pensamientos son inmutables. Usted, que se halla en la senda espiritual, sabe
que no es así. Sabe que es algo más grande que sus pensamientos y más
divino que el cuerpo en el que tienen lugar esos pensamientos.

Sus pensamientos y conducta son hábitos resultantes de la experiencia de su
vida, incluidas las creencias que ha aceptado de todas las personas bien
intencionadas que le formaron. Para purificar su pensamiento y hacer que su
mente funcione exactamente como quiere que lo haga, debe estar dispuesto a
examinar estos hábitos de pensamiento. Entonces comenzará el proceso
purificador y verá el acceso hacia su yo espiritual.



Libérese de los prejuicios

La palabra “prejuicio” pertenece a la misma familia que prejuzgar.
Fomentamos el pensamiento malsano siempre que nos permitimos enjuiciar. Y
cuando juzgamos por anticipado, nuestros pensamientos son todavía más
malsanos.

Cuando estaba haciendo las investigaciones para otro de mis libros, La
felicidad de nuestros hijos, me sentí intrigado por los datos que indicaban que
los niños a los que se les enseñaba a creer, sin cuestionamientos, en lo que
decían las autoridades, eran los niños que más prejuicios presentaban. Esta
conclusión resulta comprensible cuando uno se da cuenta de que prejuzgar a
los demás, basándose sólo en lo que han dicho las personas, impide el
desarrollo de una mente propia.

El prejuicio procede de tratar a la mente como un espacio para los
pensamientos y creencias de otros. El aprendizaje de cómo ocupar su mente
con interpretaciones personales, aunque sea durante un momento, le permite
conocerse a sí mismo y conocer a los demás a través de su yo espiritual.
Cuando su mente está ocupada por los prejuicios, el ego es el dueño de la
casa.

Prejuzgar es una forma de interpretar los motivos y comportamientos de los
otros de acuerdo con los criterios establecidos por el ego. No es algo que
quede limitado a los antagonismos raciales, sociales y religiosos que hemos
llegado a asociar con la palabra “prejuicio”. Siempre que usted define a los
miembros de una generación diferente de la suya como inferiores, estrafalarios
o anticuados, usted está prejuzgando.

Para liberarse del hábito de enjuiciar, dictado por el ego, haga un inventario de
sus pensamientos y lleve la cuenta de cuánta de su energía interior está
dedicada a prejuzgar a los demás. Pregúntese si está dispuesto a continuar
alquilando su mente para que la ocupen los pensamientos de otros.

El antídoto para los pensamientos malsanos es desactivar al ego y escuchar al
yo superior. Comenzará a saber que nadie de este planeta es superior ni
especial a ojos de Dios, del mismo modo que nadie deja de ser especial.
La purificación de sus pensamientos, en realidad, no s nada más que ver la
plenitud de Dios en todas las personas. En el momento en que sienta que un
prejuicio penetra en su mente, reemplácelo por el pensamiento de que no
quiere envenenar su mente. Adopte el papel de observador y vea la presencia
amante dentro de todo. El sagrado saludo sánscrito “Namaste” es un
recordatorio de este tipo de pensamiento. Haciendo una traducción
aproximada, significa: “Celebro el lugar que hay dentro de ti en el que los dos
somos uno”.

La purificación de sus pensamientos, por lo que hace a los prejuicios, tiene
lugar cuando usted está dispuesto a reconocer las incontables creencias que
ha recibido de otras personas, y cuando quiere estar en relación con los
pensamientos puros que emanan de su yo espiritual.

En ese momento está dispuesto a iniciar la ruptura con el hábito de prejuzgar y
reemplazarlo por la idea contenida en el saludo sánscrito: Namaste.



Libérese de su libido


Su yo superior le insta a considerar a una persona del otro sexo como un alma
que tiene un cuerpo. Su ego, no obstante, está decidido a que la vea como un
cuerpo.

Su libido representa los impulsos básicos biológicos y los deseos sexuales.
Son realidades vitales y no debe mirárselas con desprecio ni escarnio. Sin
embargo, cuando la libido se convierte en quien controla su mente, sus
pensamientos pueden volverse malsanos y apartarse del júbilo y armonía que
le ofrece su yo espiritual. Para purificar su pensamiento en este aspecto,
tendrá que examinar con cuidado todo lo que ha aprendido sobre su naturaleza
sexual, comenzando por la infancia.

Cuando yo examino las creencias referentes a la sexualidad masculinac on las
que crecí, me doy cuenta de que estuve expuesto a una manera de pensar
malsana que, de modo inevitable, interfirió en mi desarrollo espiritual.
Películas, revistas, canciones, publicidad y varones adultos enviaban mensajes
que me enseñaban a relacionarme con una chica como si fuera sólo un cuerpo.
La meta era la conquista de su cuerpo. El sexo era el penúltimo objetivo de mi
misión en la Tierra.

Éste es el tipo de aprendizaje al que he hecho referencia a lo largo de todo este
libro: afecta al proceso y la función del pensamiento. Nuestros pensamientos
han sido conformados para concentrarse en la conquista sexual. Cada vez que
nos encontramos con un atractivo miembro del sexo opuesto, nuestros
pensamientos comienza a girar en torno a los mensajes de nuestra libido.
La razón por la que este tipo de pensamientos se vuelve malsano es que
consume toda nuestra energía mental en la actividad de examinar y considerar
a las personas como cuerpos en lugar de cómo seres espirituales. Nuestras
mentes quedan absortas en la falsa idea de que nuestra dignidad y valor como
seres humanos está de alguna forma conectada con las conquistas que
coleccionamos y exhibimos para obtener la aprobación de otros miembros de
nuestro sexo.

Las relaciones con el sexo opuesto se centran de forma exclusiva en la
apariencia y a belleza exterior.

Para los hombres, a menudo el tamaño de los pechos tiene más importancia
que el establecimiento de una conexión espiritual. Tener relaciones sexuales
se transforma en un sustituto del intercambio de amor y del ser compañeros
espirituales. También las mujers hacen juicios de valor con respecto a la
apariencia de otros hombres y mujers. Todo el potencial para conocer el júbilo
que nos ofrece nuestro yo superior espiritual queda desterrado de la
conciencia a favor de las apariencias.

Darme cuenta de esto ha sido algo significativo para mí, adquirí conciencia de
mi capacidad para permitir que mi yo superior fuera la energía a la que yo
respondiera. Me he encontrado con que mi temprana formación como varón
dominado por el ego estaba extremadamente arraigada y nada fácil de obviar.
Cuando usted está motivado por la libido, sus pensamientos se ven abrumados
por ella durante casi todo el tiempo. Su mundo interior está casi
exclusivamente orientado a pensamientos sexuales y evaluaciones basadas en
las apariencias. Cambiar su pensamiento en este aspecto no significa
convertirse en un puritano o un asexual.

Lo que hará será liberarse para ver la belleza interior que hay dentro de todos y
cada uno de nosotros. También se dará cuenta de que toda apariencia física es
pasajera y que sufre constantes cambios. Si mide su propio aprecio por la
apariencia física ¿adónde irá a parar su aprecio cuando esas características
físicas comiencen a cambiar, como están destinadas a hacerlo?

No hay ninguna recompensa interior en la conquista, a pesar de que puedan
haberle dicho lo contrario. No hay ninguna recompensa interna en una
conquista, aunque sienta que sí la hay cuando habla largo y tendido sobre ella
con sus amigos, los cuales han recibido la misma formación. Cuando la
conquista se ha visto coronada por el éxito, existe una sensación de vacío y un
poderoso deseo de desaparecer tan rápido como sea posible.
La unión sexual que está libre de la idea de conquista y se halla centrada en el
yo espiritual no le deja con una sensación de vacío ni con un deseo de
desaparecer. Ambos querrán estar cerca el uno del otro cuando el acto físico
hay concluido. No existe sensación de vacío cuando hay una relación
espiritual.

Liberarse de la libido en este sentido tiene lugar cuando purifica sus
pensamientos referentes a los otros así como a usted mismo. Realice un
esfuerzo deliberado y consciente para cambiar el malsano pensamiento basado
en la libido.

Hágalo con un pensamiento por vez. Se encontrará creando la paz interior que
proviene de conocer a su yo superior.
Recuerde, Dios no tiene favoritos. En realidad, nadie es más guapo ni más
hermoso que otro. La única diferencia existente entre una flor y una hierba
proviene del juicio. Los enjuiciamientos basados en el ego le convencen de
que la apariencia física y la conquista sexual de las personas juzgadas como
más atractivas son de vital importancia. Tenga presente que todo pensamiento
o enjuiciamiento referente a los demás como objetos sexuales es un
pensamiento que le mantiene apartado de su yo superior y cerca de la
dominación del ego.

Si usted es una mujer, tenga cuidado de no permitir que su ego le convenza de
que está por encima de estos pensamientos. Aquí he usado sólo ejemplos
masculinos debido a que conozco mejor a los varones. He observado a
mujeres que hacían enjuiciamientos sobre la apariencia de otros hombres y
mujeres, y que usaban insinuaciones y modos de conversación impúdicos
similares.

Para purificar nuestros pensamientos por lo que hace a la libido, debemos
comprometernos a llevar la cuenta de todos los juicios que hacemos con
independencia de nuestro sexo, estado civil o edad. En la parte final de este
capítulo presento algunas sugerencias sobre cómo llevarlo a cabo.



Libérese del pensamiento adictivo

La sucinta definición de pensamiento adictivo es la creencia de que usted ha
de tener algo externo a sí mismo con el fin de evitar el sufrimiento. Cuando
sus pensamientos se hallan centrados en la absoluta necesidad de tener algo,
están siendo sometidos al ego. Recuerde, el ego quiere que sienta que está
incompleto, de manera que pueda mantenerle luchando por algo en lugar de
permitir que mire en su interior y conozca la paz y la armonía de su yo
espiritual.

Mientras sus pensamientos se hallen centrados en que usted está incompleto,
necesitará luchar por algo más para tener satisfecho a su ego. El algo más
podrían ser las adicciones típicas como el alcohol, las drogas, los azúcares, las
cafeínas y demás. O podríamos ser adictos a la aprobación, el dinero u otros
símbolos de éxito. La clave aquí reside en entender que luchar por cosas es
indicativo de que su ego está funcionando.

Cuando traba conocimiento con su yo superior, descubre que todos los
placeres que las adicciones le proporcionan son falsos y fugaces. Los
placeres que ofrece cualquier sustancia –desde la nicotina y la cafeína a la
cocaína y la heroína-, los experimenta el cuerpo como sensaciones que
desaparecen casi de inmediato. Cuando la exigencia de volver a esa sustancia
se transforma en una adicción, usted está en la senda de acabar envenenando
tanto su cuerpo como su mente.

En todos los casos, es necesario que examine sus pensamientos adictivos. La
práctica totalidad de las tradiciones espirituales enseñan que su yo superior es
Dios, que habita en usted. Cuando conoce ese poder que hay en su interior, ya
no piensa más en que ha de tener algo o tiene que hacer algo con respeto a las
necesidades externas. En el cristianismo, se hace referencia a este
conocimiento: “... porque he aquí que el reino de Dios está dentro de
vosotros”. En el confucianismo se nos dice: “Lo que un hombre no
evolucionado busca está afuera Lo que el hombre evolucionado busca está
dentro de él mismo”. En el budismo se nos recuerda: “Si piensas que la Ley
está fuera de ti mismo, no estás abrazando la ley absoluta sino alguna otra
enseñanza inferior”. En el shintoismo se nos implora: “No busques a Dios en
distantes cielos. En el propio corazón del hombre se encuentra Él”. Y para
concluir, en el hinduismo se nos dice: “Dios mora escondido en los corazones
de todos”.

Si examina cada una de estas tradiciones espirituales y muchas otras, verá que
el pensamiento adictivo es aquel que vulnera los principios básicos de su yo
espiritual. Dentro de cada uno de nosotros existe un poder divino que no
necesita sustancia alguna ni nada externo para conocer el júbilo (a menos que
busque una falsificación, un júbilo fugaz que requiera más y más para
permanecer saciado).

El hombre evolucionado al que hace referencia Confucio es la persona que ha
mirado hacia su propio interior, descubriendo que hay algo más que un cuerpo
que codicia cosas y, por lo tanto, es capaz de ser observador de su cuerpo.
Cuando se desprende de la creencia de que su cuerpo es usted, también se
desprende de las exigencias que su falso yo le impone.

Para librarse de cualquier pensamiento adictivo, descubrirá que resulta
necesario librarse de las exigencias del ego. Guarde silencio y transfórmese
en el observador de su cuerpo y de sus ansias en lugar de se el ansia o el
veneno. Entonces será capaz de ver la luz celestial de Dios, que le dará la
fuerza necesaria para abandonar los pensamientos adictivos.

Al contemplar las ansias, puede verlas cómo llegan y se van. Sabe que el falso
yo se debilita al mismo tiempo que continúa susurrándole intermitentes
advertencias respecto de abrazar el “rollo espiritual”, y le sugiere que usted se
merece el júbilo ahora. Eso forma parte del pensamiento condicionado del ego,
que le dice que sin algo externo se le negará el júbilo y el placer.

Para liberarse de este pensamiento, necesita abandonar de momento a su ego
y solazarse con el recién hallado júbilo logrado por su fuerza de resistencia.
Invoque a su yo superior y trabe una conversación con Dios en la que supere
ese problema.

Cuando usted comienza a resistirse a la dominación y exigencias del
comportamiento adictivo del ego, conocerá un júbilo muy superior y más
duradero que el que puedan proporcionarle cualquier sustancia oa probación
externa. Conocerá el pensamiento puro en lugar del malsano, tal vez por
primera vez en su vida.



Libérese del espíritu de contradicción

El pensamiento malsano es el que ve lo malo en lugar de lo bueno que hay en
el mundo. También aquí trabaja su ego, alentándole a evitar todo lo que le diga
que éste es un lugar divino. Una vez que comienza a ver lo bueno que hay en
todo y a saber que incluso aquello que ninguno de nosotros puede entender
es, de alguna misteriosa forma, parte del plan de Dios, su ego se marchitará y
perderá su influencia sobre usted.

Cuando su pensamiento es puro usted empieza a comprender el mundo de una
nueva forma. Los hechos del mundo no son lo que le deprime; es la forma en
que los interpreta. Abandone la necesidad de interpretar.

El pensamiento malsano le dice que usted tiene que convertir algo en un
problema a fin de que el ego pueda acabar teniendo razón. Si las cosas no van
de la manera que su ego piensa que deberían ir, usted tiene una razón para
estar molesto. Esto crea desasosiego, el objetivo del ego. Si está agotado
interiormente, resulta improbable que adopte un punto de vista sosegado.
Las irritaciones menores pueden impedirle experimental la paz de Dios, y lo
harán, con tanta seguridad como lo harán el enojo y el odio. Cada vez que
usted valora algo por encima de la paz, puede estar seguro de que su ego está
ejerciendo su influencia sobre usted.

Si quiere conocer la felicidad suprema, tiene que desterrar el espíritu de
contradicción de su vida. Debe abandonar la interpretación de las personas y
hechos y dejar atrás la negatividad y el pesimismo. Víctor Hugo escribió una
vez: “La felicidad suprema de la vida es la convicción de que somos amados;
amados por nosotros mismos, o más bien a pesar de nosotros mismos”.
Cuando uno es negativo y tiene espíritu de contradicción, envía mensajes que
dicen que no está interesado en que le amen. La negatividad devolverá más de
lo mismo. Cuando usted realiza el giro hacia su yo superior, cuando
experimenta el júbilo dentro de sí, el ego se aparta a un lado, aunque con
reticencia, y se encamina hacia maneras positivas, amorosas, de vivir la vida.
Usted sabe que su yo superior le traerá la felicidad suprema a la que aludió
Víctor Hugo.

A veces pienso en mí mismo como una especia de paranoide pero al revés.
Las personas paranoides creen que el mundo y todos sus habitantes se
proponen hacerles daño. Yo pienso en los paranoides al revés como personas
que creen que el mundo y todas las personas que viven en él se proponen
ayudarles, protegerles y hacerles algún bien.

Esto no es más que un cambio de actitud que nos asegura la presencia divina.
Nuestro yo superior nos recuerda que mantengamos nuestros pensamientos al
servicio de los demás, y de esa forma alcancemos la satisfacción de nuestros
deseos. Todas las personas con las que se encuentra –de alguna manera no
demostrada pero evidente-, forman parte de la conspiración destinada a hacer
su vida espiritualmente placentera.

Trate de pensar en usted mismo como paranoide al revés. Verá que el espíritu
de contradicción y todos los trucos del ego desparecen para ser reemplazados
por su yo espiritual, que le traerá el amor, la experiencia suprema de la
felicidad.



Libérese del pensamiento comparativo

Resulta corriente oír a la gente hablar de que cada uno es único. Nuestros
egos querrían hacernos creer que cada uno de nosotros es especial una
creación única en su género que merece atención individualizada por parte de
todo el mundo, incluido Dios. Es decir, hemos de describir esta idea como una
interpretación superficial de nosotros mismos. En la superficie –es decir,
cuando juzgamos por la apariencia física, la capacidad, los comportamientos y
la personalidad-, cada persona es única y, en efecto, bastante especial.
Pero el punto central de este libro es la dimensión espiritual que hay más allá
de la superficie.

La persona dirigida por el ego juzga por las apariencias en el plano físico y en
consecuencia se sirve de comparaciones. La persona cuyo punto de apoyo es
su identidad superior sabe que todas estas diferencias son meras
observaciones superficiales y que en nuestro núcleo todos compartimos la
misma esencia universal. La energía que fluye a través de usted está fluyendo
también a través de mí. No existe un Dios separado para cada uno de
nosotros. Es nuestro ego quien nos convence de que estamos separados los
unos de los otros.

Cuando usted comienza a ver a las personas en función de su esencia divina, y
ve la esencia de Dios en cada persona con la que se encuentra, deja de
comparar. La idea de que otras personas deben ser juzgadas basándose en
relación con usted es equivalente a la idea de que usted es especial a ojos de
Dios. Es como si creyera que las creaciones de Dios, que son diferentes de
usted en apariencia, personalidad, intereses y capacidad, son errores.
¿Pero cómo es posible que pueda haber un error de creación cuando éste es
un sistema inteligente? ¿Cómo puede un Dios divino, omnisciente, cometer un
error?

A medida que su pensamiento se hace más puro, comienza a ver las
conexiones que nos unen a todos en algo muchísimo más significativo que las
apariencias. Que piense en sí mismo como superior a otra persona, o con más
inteligencia, o más hermoso, significa que el ego está consiguiente que niegue
su espíritu interior, el cual se halla conectado con aquellos a quienes está
juzgando.

No tiene sentido sentirse superior ni compararse con las demás personas
cuando se actúa desde el yo espiritual. Todos los seres, incluido usted mismo,
son una expresión de Dios.

El pensamiento comparativo es popular en nuestra cultura. Los concursos de
belleza, los anuncios publicitarios, las competiciones de body building y las
oposiciones, son sólo algunas de las maneras de manifestarse que tiene el
pensamiento comparativo. Está claro que el mensaje es que algunos de
nosotros somos más hermosos o estamos mejor dotados que otros, y por
tanto se nos juzga como superiores.

No estoy sugiriendo que estos factores externos sean inexistentes. En efecto,
algunas personas corren más rápido, calculan a mayor velocidad y tiene más
masa corporal que otras. Pero usar estos factores que se transmiten por vía
genética, como indicadores de cómo debemos pensar, equivale a ceder ante el
ego, el cual hace hincapié en las apariencias.

Repare en las diferencias y disfrute de las competiciones, pero sepa en su
corazón que no necesita juzgar a los demás basándose en sus diferencias
físicas.

Cuando haya purificado su pensamiento, mirará más allá de esas diferencias
obvias que pueden medirse en el plano físico. Reparará en ellas, las disfrutará,
competirá contra ellas, si quiere. Pero nunca utilizará su pensamiento para
juzgar a nadie como superior basándose en las características físicas y las
realizaciones. Sus pensamientos permanecerán siempre con el yo superior,
que le dice que todos tenemos la misma esencia.

Las siguientes palabras se atribuyen a Buda: “Sé una lámpara en ti mismo.
Mantén la verdad en tu interior”. Recuerde esta verdad, y su pensamiento
permanecerá puro. Cuando escuche este consejo, los pensamientos
comparativos ya no envenenarán su vida. La obra A Course in Miracles le
ofrece otra forma de recordar esto: “No veas a nadie como un cuerpo. Recíbele
como al hijo de Dios que es y reconoce que es uno contigo en Dios.



PURIFICACIÓN DE SUS EMOCIONES

Las emociones son reacciones ante los pensamientos. Estas sensaciones
aparecen en su cuerpo y provienen de cómo utilice su ente. Las emociones no
son cosas que sencillamente suceden; son elecciones que usted hace.
Si su cuerpo se ve atormentado por respuestas emocionales malsanas como
sentimiento de culpa, enojo, preocupación, miedo, timidez y ansiedad, tiene
que examinar el proceso de pensamiento que da soporte a dichas sensaciones.
Las reacciones fisiológicas ante estas emociones incluyen alta presión
sanguínea, rubor, aceleración respiratoria, aumento del ritmo cardíaco,
sensación de tener un nudo en el estómago, úlcera, erupciones y la tendencia a
morderse las uñas, entre otras.

Puede identificar sus emociones en el plano físico mediante la observación.
Pero también tiene que saber que el sistema de soporte de estas reacciones es
su elección de pensamientos. Si está entregado a los pensamientos malsanos
estará produciendo respuestas emocionales malsanas que provocarán en su
cuerpo un estado de ansiedad y desasosiego.

La verdad es que usted es por completo responsble de lo que piensa. Mediante
la puesta en práctica de las cuatro claves de acceso a la conciencia superior
presentadas en la segunda parte de este libro, comenzará a ver sus
pensamientos como elecciones. El mundo no gobierna su mente, ni tampoco
su cuerpo gobierna sus pensamientos. Es al revés. Quien está al mando es el
cerebro, puro, y que está en paz.

A los pensamientos malsanos –como los prejuicios, los pensamientos
libidinosos, el espíritu de contradicción, los pensamientos adictivos y los
comparativos- puede observárselos y luego dejarlos marchar. Sencillamente
obsérvelos llegar y luego decida no centrarse nunca más en ellos.

Esta sencilla fórmula es el secreto para crear en su cuerpo reacciones
emocionales que manen del amor, la aceptación, la paz, la tolerancia, la
comprensión, la bondad y el perdón. Estos pensamientos de pureza, dictados
por su yo superior, provocarán las reacciones emocionales del contento, la
homeostasis, el equilibrio, el júbilo y la calma. Por lo tanto, para purificar sus
emociones, usted tiene que purificar sus pensamientos y luego observar
mientras les da la vuelta a esas antiguas reacciones emocionales malsanas a
las que se ha acostumbrado llamar herencia.

Hubo una época en la que yo esperaba recibir reconocimiento cuando hacía un
regalo. Si no recibía el agradecimiento que esperaba, me sentía molesto y
acusaba interiormente al ingrato destinatario. Podía advertir los cambios
corporales que provocaban mis pensamientos.

En la actualidad, escucho a mi yo superior, y soy capaz de dar de forma
anónima. Mi yo superior me hace dar por la sola razón del deseo de ayudar.
Ya no doy para recibir algo a cambio. Mis pensamientos a este respecto están
purificados, y por lo tanto todas las reacciones emocionales de enojo y
frustración han sido reemplazadas por una sensación de equilibrio y bienestar.
De modo similar, he extirpado la dolorosa reacción emocional de los celos. En
lugar de permitir que mi ego esté al mando, me vuelvo hacia mi yo superior en
busca de guía. Ya no me digo a mí mismo que debería sentirme desairado
cuando alguien obtiene más de lo que yo tengo. Consulto a mi yo superior y
observo mis pensamientos en silencio. Desde ese lugar estratégico, veo que el
amor es lo que puedo enviarles a todos aquellos que esta en este planeta
conmigo, independientemente de las apariencias o diferencias externas.
Tenga presente que el ego es una pequeña parte de usted mismo, la cual ha
asumido el mando en su intento de protegerle con su falsa idea de que usted
es sólo un cuerpo. A partir de esta imagen incompleta de su totalidad, el ego
fomenta reacciones emocionales malsanas así como comportamientos del
mismo jaez.

Mientras avance por el sendero de su yo espiritual, tenga presente estas
palabras de mi maestro Nisargadatta Maharaj:

Cuando sabes más allá de toda duda que la vida fluye a través de todo lo
Que existe y que tú eres esa vida, lo amarás todo de manera natural y
espontánea. Cuando te das cuenta de la profundidad y plenitud del amor de ti
mismo, sabes que todos los seres vivos y el universo entero están incluidos en
tu afecto. Pero cuando miras cualquier cosa como algo separado de ti, no
puedes amarlo porque le tienes miedo. La alineación provoca miedo y el miedo
hace más profunda la alineación.

Esta alineación a la que se refiere Maharaj aparece como el estrés y las
reacciones físicas que llamamos emociones malsanas. Memorizar este pasaje
del libro I Am That le ayudará a volverse hacia la pureza emocional. De ello
obtendrá un comportamiento nuevo y puro.



PURIFICACIÓN DE SU COMPORTAMIENTO

Su comportamiento en el plano físico fluye directamente de sus pensamientos
y emociones. Como nos recuerda Emerson: “El antepasado de toda acción es
un pensamiento”. Es obvio que el pensamiento venenoso conduce a un
comportamiento malsano. Para purificar su comportamiento, tiene que frenar
sus pensamientos malsanos.

Si lo malsano tiene una larga duración, ello ayuda al desarrollo de
comportamientos adictivos. Independientemente de cuántos programas de
tratamiento siga, si va a librarse de un comportamiento adictivo tendrá que
hacerlo por su propia cuenta. Nadie más puede hacerlo por usted. Ningún
programa puede hacerlo por usted. Ningún elixir mágico va a conseguirlo.
Sólo usted, con su pensamiento, puede cambiar los comportamientos adictivos
que ha escogido a instancias de su falso ego.

La manera más eficaz de librarse de un comportamiento adictivo es acudir
directamente a suyo superior y pasarle el problema a dios. Eso es. Limítese a
pasárselo. Entréguese, con el conocimiento de que la energía más elevada del
universo está dentro de usted.

Me encanta este pasaje del libro A Course in Miracles: “Me contento con ser lo
que Él quiera, porque sé que Él va allí conmigo. Seré sanado cuando le
permita, a Él, que me enseñe a sanar”. Cuando se entregue a la fuerza más
elevada y entre en el silencio de usted mismo, experimentará todo eso sobre lo
que he escrito en este libro. Sentirá que ya no tiene que confiar en su falso yo
para obtener ninguna satisfacción pasajera. Sentirá la presencia de su yo
espiritual en todo momento. Las tentaciones de volver a los hábitos adictivos
se verán disipadas por su nueva capacidad para entregarse y su voluntad de
ayudar a sanar a otras personas.

Incluso una recaída será parte del orden divino, usted sabrá que llegará el
momento en el que se verá por completo libre de la adicción, siempre y cuando
permanezca con el pensamiento purificado. Sus pensamientos son lo más
importante que tiene a su disposición en la batalla de acabar con el
comportamiento adictivo. Sus pensamientos se hallan en el reino invisible
donde se encuentra su yo superior.

Su yo falso continuará instándole a aceptar el placer fugaz. Pero al utilizar sus
pensamientos para confiar en el espíritu que le habita, el impacto de su ego
disminuirá.

Su yo superior le guiará para purificar su comportamiento adictivo, y se le
proporcionará ayuda si mantiene la continuidad de su compromiso. Las
personas que le suministran el veneno que toma serán incapaces de llegar
hasta usted. La llamada telefónica a su suministrador habitual no recibirá
respuesta. Su suministrador no estará disponible. Le llamarán para que haga
algo fuera de la ciudad, o le desviarán, o surgirán de repente otras actividades
justo en el momento en que estaba a punto de tener un momento de debilidad.
El universo conspirará para ayudarle en su compromiso de purificarse cuando
voluntaria y auténticamente le pase su problema al yo superior.

Por último, volverá los ojos con incredulidad hacia sus comportamientos
adictivos y se preguntará cómo pudo haber sido tan estúpido. No obstante, su
yo superior le recordará que formaba parte del designio divino. Tuvo que pasar
por todas esas experiencias con el fin de saber cómo superarlas. Llegará un
momento en el que estará agradecido por su pasado adictivo, y dará cada día
las gracias por el surgimiento de su yo superior. Habrá dominado su ego
mediante unos pensamientos, emociones y comportamientos purificadores.
Cuando comience a darse cuenta de cómo todo trabaja a la par para ayudarle a
purificar su vida, verá que cada aspecto de su vida mejora.

De inmediato empezará a llevar una vida más sana. Cuando sus pensamientos
provengan del reino espiritual, el reino físico responderá automáticamente a
esa llamada superior.

Este cambio a un comportamiento nuevo y más puro no es una transición
difícil. Un oyente de una de mis conferencias me explicó hace poco que él
anhelaba convertirse en una persona más espiritual, con un corazón puro, pero
que le resultaba muy difícil. Yo le dije que era necesario que reconociera que
eso era obra de su falso yo, que intentaba convencerle de que era difícil, con el
fin de que no realizara el esfuerzo necesario.

Cuando usted escucha a su ego y se deja convencer de que es demasiado
difícil deshacerse de los hábitos malsanos, usted está bajo el control de ese
falso yo. El hecho es que cuando le pasa esos hábitos a Dios y se entrega y le
escucha, y luego recurre a las cuatro claves de acceso a la conciencia superior,
todo comienza a sincronizarse para purificar su vida. Si se siente convencido,
si no le cabe duda de que es difícil, está escuchando a su ego. Si sabe que no
se encuentra solo y que es capaz de cualquier cosa que pueda concebir,
entonces está escuchando a su yo superior.

El hábito de practicar comportamientos destructivos va mucho más allá del
consumo de sustancias. El comportamiento malsano, que dificulta las
relaciones espirituales, también puede purificarse mediante la entrega de su
hábito en manos de su yo superior.

Su yo superior quiere que tenga paz y amor en su existencia, no agitación. Su
yo superior sabe que anhela una relación espiritual, un lugar en el que sienta
serenidad en lugar de inquietud.

Cualquier comportamiento que sea malsano será purificado mediante la
confianza en el espíritu que le habita. Al apartar los pensamientos de la
influencia del ego, sus reacciones emocionales y su conducta tambmién se
apartarán.

Ya ha visto cómo son los pensamientos, sensaciones y comportamientos
malsanos y cómo se presentan en su vida. A medida que quite de su camino
esos obstáculos que le impedían el acceso a la conciencia superior, querrá
estar alerta con las razones por las que ha permitido que su ego le envenenara
la vida.

Mientras examina las consecuencias expuestas en el apartado que sigue, tenga
presente que puede quitar esos obstáculos de su camino a voluntad
consultando tan sólo con su ego.

Como puede ver ahora, cuando su ego se ve obligado a encararse con la
brillante luz de su yo superior, se desvanece su dominación.



LAS COMPENSACIONES QUE RECIBE SU EGO POR FOMENTAR LO MALSANO 

Su ego siempre fomenta la idea de que está separado de los demás, incluido
Dios. Si se encuentra a la búsqueda del pacer externo de forma perpetua, está
convencido de que felicidad procede de fuentes externas. Al perseguir este
placer del exterior, se mantiene alejado de la experiencia de guardar silencio y
conocer el júbilo de un corazón puro. En consecuencia, el ego garantiza su
supervivencia por el sistema de hace que se destruya poco a poco.
Cuando prejuzga está haciendo un enjuiciamiento de sí mismo como ser
superior con respecto a aquellos que juzga. El objetivo del ego es convencerle
de que esos otros son inferiores a usted. Este tipo de pensamiento le permite
al ego mantener su control.

El ego se arraiga cuando usted ve a los demás como objetos sexuales. Le
convence de que su propio valor se funda en sus conquistas. Le permite hacer
alarde de su atractivo sexual y verse a sí mismo como más fuerte que sus
conquistas. Mientras escuche a su ego, tendrá que demostrar quién es en el
plano físico. Para el ego no existe mejor forma de demostrar su superioridad
como ser físico que conquistar a otro cuerpo.

El ego tiene miedo de la idea de que usted sea un alma con un cuerpo. Si
comienza a ver a los otros como seres espirituales que están pasando por una
experiencia humana, el ego teme que no sea capaz de convencerle de
continuar demostrando quién es a través de la libido. Así pues, el ego le
alienta a escuchar sus urgencias biológicas y actuar según las mismas.
Sus adicciones son la suprema satisfacción de su ego. Cuanto más confíe en
la necesidad de aprobación externa o sustancia de cualquier tipo, menos
probabilidades existen de que se vuelva h hacia el interior y alcance el júbilo de
su yo espiritual. Mientras se le pueda persuadir de que es principalmente un
ser físico cuyas satisfacciones sexuales constituyen a primera prioridad, el ego
tiene asegurada su posición de preeminencia.

Si abandona la necesidad de estas realidades externas, es como decirle a su
ego que se vaya a paseo. Así pues, su falso yo alimentará la idea de obtener
placeres de cualquier cosa que no sea la luz celestial del espíritu que alberga
su cuerpo.

El que se encuentre en un estado de agitación y desasosiego satisface a su
ego. Su ego alimenta el descontento suficiente para mantenerle en un estado
de agitación, pero no el suficiente para que vaya a buscar la paz que reside en
su propio interior. Moverse en esta situación de descontento le hace creer que
no puede evitarlo. El ego le empuja al interior de una corriente de descontento.
El ego le alienta a hallar fallos, ser pesimista y en general a ver el lado negativo
de la existencia. Cuanto más se comprota así, más conseva el falso yo su
poder sobre usted. Está intentando evitar que sienta la desesperación
necesaria para impulsarle a buscar su naturaleza espiritual. Si comienza a
buscar la pureza y la paz a través del yo superior, el ego sabe que empezará a
experimentar más optimismo y contento. El ego hará todo lo necesario para
evitarlo.

Mientras sienta la necesidad de compararse con otros, seguirá los dictados del
ego. Una vez que ve que otros están en su búsqueda espiritual no puede evitar
enviarles amor, y el ego es demasiado inseguro como para permitir eso. En
consecuencia, su falso yo le alienta a compararse con otros y a molestarse
cuando otros le derrotan o tiene más cosas y parecen hallar felicidad.
Cuando descarte esta idea de que la comparación es algo apropiado, ya no
tendrá que consultar a su ego.

Éstas son algunas de las principales recompensas que su ego obtiene por
fomentar el pensamiento, las sensaciones y el comportamiento malsanos.
Ahora ha llegado el momento de desplazar su atención hacia algunas de las
formas de ser que traerán la pureza a su vida.



NUEVAS FORMAS DE SER PURO EN CUERPO, MENTE Y ESPÍRITU

Cuando sienta que las exigencias de su cuerpo se adueñan de usted, tómese
unos momentos para guardar silencio y escuchar a su yo superior.
Sólo escuche y realice un esfuerzo por posponer el inmediato y fugaz placer de
los sentidos durante unos instantes.

En estos preciosos instantes encontrará la fuerza para renunciar a las
exigencias del ego. Aunque sólo consiga posponer su dependencia respecto
de las presiones de su cuerpo durante unos instantes, habrá hecho un
progreso. Aquello en lo que piensa llegará a transformarse en un hábito.
Pensar según un criterio espiritualmente superior hará que funcione el
mecanismo que se sobrepondrá al ego.

Comience a llevar la cuenta de los juicios que establece cada día. Incrementar
su conciencia de este hábito le ayudará a consultar con la amorosa esencia
divina cuando surjan esas actitudes.

Si su primera tendencia es enjuiciar la apariencia física de alguien, repare en
que está haciéndolo y cambie su pensamiento para considerar la plenitud de
Dios que hay dentro de esa persona. Esta perspectiva le hará tomar conciencia
de cómo piensa habitualmente. También le proporcionará una vida más
tranquila, dado que el enjuiciamiento conduce a unas reacciones internas y
externas más hostiles.

A medida que se sorprenda en actitudes de enjuiciamiento, comenzará a
deshabituarse. Acabará reemplazando el hábito por pensamientos puros, que
le harán ver su conexión con cualquier persona que conozca.

Cuando se encuentra con que recae y se entrega a pensamientos o
comportamientos malsanos, pídale a su yo sagrado que intervenga. Pásele el
pensamiento o comportamiento con una afirmación de entrega y confianza.
Este tipo de afirmación le pondrá en contacto con una energía que está muy
alejada del as nocivas exigencias de su ego.

Aunque es verdad que puede hacerle falta algún tiempo para purificarse por
entero, también es cierto que las recaídas cada vez serán menores y más
espaciadas. Cada vez que recaiga, será consciente de la influencia de su ego.
Esta conciencia reforzará su determinación hasta que, por fin, sólo escuchará a
su yo superior.

Perdónese por todos y cada uno de los comportamientos malsanos que haya
seguido hasta el presente. Todos sus pensamientos, sensaciones y
comportamientos malsanos son también una forma de enseñarle a dejar atrás
el ego. Necesitaba esas visitas al infierno para saber lo que ya no quiere en su
vida.

En lugar de maldecir el pasado, bendígalo y perdónese.
Cuando uno sabe que todas esas experiencias formaban parte del designio
divino para su vida puede permitirse perdonar. Entonces llegará el momento
en el que volverá los ojos con asombro, por haber transitado por caminos tan
destructivos.

Pero por el momento, perdónese. Bendiga al pasado y escuche a su alma
hablar de amor y perdón.

En lugar de hacer constantemente un problema de las cosas con sus familiares
y amigos, intente liberarse del asedio de su ego. Cuando se dé cuenta de que
está a punto de buscar el conflicto, pregúntese si quiere hacer un problema de
eso y vivir los dolorosos resultados, o si prefiere crear una atmósfera pacífica.
Unos instantes de consulta con la energía invisible que quiere que esté en paz
le apartarán del enfrentamiento. Sólo necesita unos segundos para hacer una
pausa y saber lo beneficiosa que es la paz. Su ego intensificará las presiones y
tendrá que optar de forma consciente por la paz, que está a su alcance.
Trabaje para eliminar las irritaciones menores que siempre le acompaña.
Recuerde que el ego prefiere que sea desdichado y para ello se sirve de estas
irritaciones menores.

Por ejemplo, dele al camarero un pequeño descanso transmitiéndole amor y no
irritabilidad cuando haya tardado demasiado tiempo en servirle. Recuerde que
sus hijos son pequeños y que le harán constantes exigencias con el fin de
obtener lo que quieren. Haga caso omiso de los cambios del tiempo
atmosférico que considera desastrosos para sus planes; dé las gracias por
cualquier tiempo atmosférico.

En otras palabras, sea consciente de las irritaciones menores y considérelas
como oportunidades para aprender más sobre la faceta superior de sí mismo.
Las pequeñas molestias están programadas por el ego para proporcionarle
vivencias malsanas todos los días. Vuélvase hacia su yo espiritual y busque la
pureza.

Mantenga la palabra namaste en su conciencia. Úsela como saludo y recuerde
su conexión con todos los demás. Cuando se reconoce el sagrado lugar que
hay dentro de los otros y que ellos comparten con usted, uno supera las
malsanas reacciones. Yo pienso en la palabra namaste en todo momento,
particularmente cuando mi viejo ego continúa intentando convencerme de que
no comparto la energía invisible con otra persona.

Trabaje para ser capaz de conocer el júbilo sin necesidad de anda externo. A
medida que aprenda a meditar y acallar el diálogo interno, sucederá algo
maravilloso. Conocer el júbilo sin necesidad de sustancias externas. Se
sentirá embriagado y eufórico de una forma tan pura como nunca antes ha
experimentado. Conocerá estas sensaciones sin los componentes tóxicos que
acabarían por destruir el tejido de su cuerpo y alterar la química de su cerebro.
La química natural de su cuerpo produce euforia al meditar. Al alcanzar el
júbilo del espacio unificado, sentirá que su química cambia. Cuando se dé
cuenta de que puede vivir esa experiencia, no se sentirá atraído por venenos a
fin de conseguir esos efectos eufóricos.

Cuando se sienta tentado de caer bajo la influencia de su malsano ego,
recuerde que hay dos maneras de tener el edificio más alto de la ciduad. Una
manera es derribar todos los otros edificios. Este método requerirá sin
ninguna duda un esfuerzo violento y una batalla con los dueños de los edificios
que destruya. Es probable que pierda también su edificio en el intento.
La segunda manera de tener el edifico más alto de a ciudad es trabajar,
haciendo caso omiso de la altura de los demás. Aplique esta analogía a la
construcción de su felicidad.

Si pota por la actividad malsana de degradar a todo el mundo con el fin de
ascender usted, estará en un constante estado de agitación. No obstante, si se
decide por la segunda opción y trabaja en sí mismo al tiempo que transmite
amor a quienes le rodean, se asegurará un corazón puro y una vida de amor.
Apártese de los hábitos malsanos de su vida tomándolos de uno en uno. Trate
de escoger los pensamientos malsanos en el momento en que los tiene. Un
momento por vez, un día cada vez... y serás capaz de conseguir ser puro.
Si intenta cambiarlos todos al mismo tiempo, su ego estará encantado porque
renunciará y cederá ante los hábitos. Pero hoy, en este preciso momento, tome
la determinación de que ya no vivirá una existencia malsana.... y se encontrará
en su sendero espiritual.

Por ejemplo, si tiene sobrepeso y toma la decisión de dedicar un poco de
tiempo a caminar en torno a la manzana en lugar de sentarse a comer algo,
usted está purificando su pensamiento. El pensamiento generará el
comportamiento.

Continuará teniendo sobrepeso, pero durante un momento habrá vencido al
ego. Éste es su paso hacia el siguiente pensamiento puro, y hacia el siguiente,
hasta que llegue a confiar en que la amorosa esencia divina le guíe.
Ésta es una prescripción para adquirir conciencia del poder que le ha
entregado a su ego para que fomente una vida malsana. Échele una mirada a la
cita del principio de este capítulo y recuerde que, a medida que desarrolle un
corazón puro, llegará a conocer a Dios. Practique algunas de estas estrategias
para desarrollar un corazón puro y despídase de las influencias malsanas de su
ego.

Esto concluye la tercera parte de este libro. Los capítulos precedentes
representan los conflictos de mayor importancia entre el ego (su falso yo) y su
yo espiritual. Han desempeñado un papel fundamental en su vida. Si se libera
de ellos, su vida se transformará.

Cuando comience a dejar atrás su ego en todos los aspectos de la vida,
aumentará la conciencia que tiene del yo divino que reside en su interior. A
medida que trabaje para resolver los conflictos existentes entre su yo superior
y su falso yo, conocerá la libertad y júbilo, su destino.

Rabindranath Tagore es un iluminado espíritu de la India cuyas palabras
centran la cuestión. En una conversación con Dios, él dice:
He salido, solo, por mi camino, hacia el lugar de la cita. Pero ¿quién es este yo
en la oscuridad?

Me aparto a un lado para evitar a esta presencia, pero no la evito.
Él hace que las tinieblas se levanten de la tierra con su bastón:
Y suma su potente voz a cada palabra que profiero.

Él es mi propio pequeño yo, Señor, él no conoce la vergüenza;
Pero estoy avergonzado de acudir a tu puerta en su compañía.
Yo creo que podemos transformar el mundo mediante este cambio de
conciencia. Dicho cambio está teniendo lugar en usted en este preciso minuto.
Lo transmitirá a medida que continúe caminando por la senda de su yo
espiritual. El último capítulo del presente libro concluye con mi visión de cómo
sería nuestro mundo si todos supiéramos que estamos aquí, en una búsqueda
espiritual.



CUARTA PARTE

Hacia un mundo sin ego

Decide que puede hacerse y se hará, y entonces hallarás la manera
Abraham LINCOLN 


WAINE W. DYER

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