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jueves, 16 de marzo de 2017

Es increíble cómo cambia tu vida cuando cambias un pensamiento


Cada nuevo pensamiento es como una pequeña tormenta eléctrica recorriendo nuestro cerebro. Nadie los ha visto nunca, pero su poder es infinito: son ellos los que moldean la forma en que vemos el mundo, ellos los que en un momento dado nos alientan con una emoción renovadora, lista para transformar nuestra realidad.

A día de hoy siguen abundando, casi en exceso, todos esos títulos que nos animan a aumentar el poder de nuestra mente o a “volvernos más inteligentes” haciendo uso de una línea más bien esotérica y poco científica. Se les olvida, quizá, que la neurociencia ya nos ofrece maravillosas respuestas y nuevas perspectivas para comprender mucho mejor esos singulares mecanismos que rigen nuestro cerebro.


“La realidad es solo una percepción, aunque muy persistente”
-Albert Einstein-

Términos como la neurogénesis o la neuroplasticidad han supuesto un gran avance frente a esos años en los que se pensaba que el cerebro adulto dejaba de generar nuevas células nerviosas llegada una edad. Nuestros pensamientos son un arma de poder incuestionable, son ellos los que crean nuevos puentes, ellos quienes generan nuevas conexiones reorientando el mapa de nuestras emociones o la moviola que pone en marcha la maravillosa película de nuestras vidas…



El pensamiento que “fabrica” tu propia realidad

Gracias al continuo avance en las técnicas de diagnóstico como las tomografías computerizadas, se han hecho grandes avances en la comprensión del funcionamiento cerebral. Uno de los más interesantes es saber por fin cómo se gestan los pensamientos. Pongamos un ejemplo: cuando miramos una pelota de color rojo y nuestra retina capta cada característica, la información viaja por estructuras como el núcleo geniculado, la corteza preestriada, etc.

“Todos nacemos siendo originales y acabamos siendo copias”


Bien, si cerramos ahora los ojos y alguien nos ordena que pensemos en una pelota de color rojo, por asombroso que parezca nuestro cerebro activará exactamente las mismas estructuras. Es decir, el cerebro refleja la misma actividad cuando ve que cuando siente. Esta información tan asombrosa obliga a toda la comunidad científica y a nosotros mismos a hacernos la misma pregunta: si para el cerebro no hay diferencia entre lo que ve y lo que imagina… ¿cuál es nuestra auténtica realidad?

Aquí entraría sin duda todo el campo relativo al concepto de la mente cuántica, pero vamos a sortear este tema para quedarnos con aspectos más útiles, más concretos. Nuestra realidad esta conformada por algo tan simple como poderoso: nuestras emociones, ahí donde los pensamientos son los auténticos catalizadores. Para comprenderlo mejor vamos a profundizar en una serie de aspectos básicos.


¿Qué son realmente los pensamientos?


Un pensamiento es simplemente una fórmula química determinada acompañada de un impulso eléctrico. Tan triste como eso, pero a la vez fascinante. Cada vez que pensamos algo nuestras células nerviosas se conectan a través de las fisuras sinápticas descargando un tipo de bioquímica determinada.

Sabemos que los pensamientos son generadores de emociones. Cuando ellos mandan un mensaje es nuestro hipocampo, quien se encarga de traducirlos descargando una serie de neuropéptidos a través de la glándula pituitaria. Más tarde, estos neuropétidos se liberan en la sangre desencadenando una serie de reacciones.
Poco a poco puede ocurrir lo siguiente: si nuestro cerebro se habitúa a recibir un tipo de patrón emocional determinado, puede acabar creando hábitos de pensamiento. Es lo que ocurre por ejemplo con el estrés: a veces, quedamos tan supeditados a una emoción determinada (el miedo) que perdemos el control, avanzando día a día por un tipo de realidad en la que no nos sentimos identificados.


¿Qué tipo de realidad prefieres?

No se trata de ser “más inteligentes”, de aspirar a tener un mayor coeficiente intelectual de la noche a la mañana. Se trata, simplemente, de ser capaces de crear una realidad que se ajuste a nuestras necesidades, a nuestras características particulares y a nuestro pleno derecho a ser más felices.

“La realidad siempre está ahí, lo que cuenta es tu percepción”
-Diego Dillenberg-


Para lograrlo, debemos tomar conciencia primero de un aspecto: nuestra realidad está sesgada por nuestros estados de ánimo, el peso de nuestros recuerdos, nuestras interpretaciones y pensamientos. Existirán personas que caminen por el mundo con una visión de túnel, ahí donde su realidad es tan estrecha que son incapaces de intuir todas las maravillosas posibilidades que les envuelven.

Aprendamos a ver el mundo en panorámica y en tecnicolor, creemos una realidad más amplia. Te explicamos cómo.



Nuestros pensamientos y la neurogénesis

La neurogénesis hace referencia a nuestra capacidad natural por generar nuevas células nerviosas. Si en 1928 Santiago Ramón y Cajal afirmó aquello de que “todo puede morir, nada puede regenerarse”, a día de hoy su enunciado se viene a bajo si nos centramos en nuestro cerebro, en ese fabuloso arquitecto de nuestra realidad.

Es necesario recordar en primer lugar que el mayor enemigo para nuestro cerebro es el estrés. Tanto es así, que cambiar su estructura interna, reducir la conectividad neuronal e incluso el volumen del hipocampo.

Debemos ser gestores de nuestro mundo emocional y recordar que son los pensamientos quienes están obligados regirlo. Un modo de conseguirlo a través de las siguientes preguntas: ¿Cómo quiero sentirme?/¿Cómo me siento ahora?/¿Qué me preocupa?/¿Qué puedo hacer para resolverlo?
Un diálogo interno firme, valiente y optimista puede ayudarnos a canalizar muchas de esos sentimientos negativos.

Recuerda también que el ejercicio físico es un modo sensacional de favorecer la neurogénesis. No solo oxigena el cerebro, sino que además, gracias a las endorfinas se aplaca el estrés y se generan nuevas células nerviosas.

Otro modo de generar nuevos pensamientos es cambiando hábitos. Romper rutinas, adentrarnos en nuevos escenarios, practicar nuevas aficiones o conocer gente estimulante es algo muy reconfortante para nuestro cerebro y nuestro estado de ánimo.

Por último, no podemos olvidar los grandes efectos de la meditación para nuestro cerebro. Esta práctica de armonización entre la mente y el cuerpo tiene grandes efectos en nuestro mundo emocional, favoreciendo incluso ondas Alfa y Gamma, las cuales, originan una mayor conectividad neuronal.

Seamos arquitectos de nuestra realidad, recordemos que no existen pensamientos neutros, todos son capaces de crear algo determinado. De nosotros depende que sea maravilloso.



https://lamenteesmaravillosa.com/cambia-vida-cuando-cambias-pensamiento/

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