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miércoles, 22 de marzo de 2017

¿Y si en las raíz de todos los trastornos está la falta de autoestima?


La autoestima es esa parte de nuestro autoconcepto que hace más o menos resistente a nuestra piel emocional. Querernos sin condiciones es indudablemente la piedra angular del bienestar psicológico, pues aunque el concepto de amor propio pueda parecer a priori simple, en realidad es más importante de lo que imaginamos en lo que a felicidad se refiere.

Es imposible ser feliz si uno no se quiere a sí mismo. Amarse, aceptarse, aprobarse y estimarse pase lo que pase, digan lo que digan, fallemos lo que fallemos, es el cimiento para construir una vida plagada de satisfacciones, disfrute y plenitud.


Ejercer la aprobación incondicional de uno mismo es una labor tan difícil que, valga la redundancia, también es difícil encontrar personas que se amen de verdad y sin meras máscaras.


No sabemos exactamente por qué el ser humano, por norma general, se quiere tan poco a sí mismo. Parece ser que tiene que ver con el ego y con las ansias de sobresalir del resto de mortales. Cuando uno quiere ser especial o mejor que los otros, acaba amargándose; pues finalmente descubre que también tiene carencias y limitaciones y que no es tan singular como pretendía serlo.

Esto hace que el pensamiento polarizado -o blanco o negro- trabaje en nuestra mente y acabe creando en nosotros un diálogo interior del tipo: “Si no destaco, entonces no valgo absolutamente nada”

La clave, por lo tanto, para tener una sana autoestima es no pretender nunca darnos demasiado valor, si no un valor único, común a todos los seres humanos.



 La falta de autoestima y su relación con algunos trastornos




Si observamos algunos trastornos psicológicos clásicos, nos percataremos en seguida de que su origen está en gran medida influenciada por la falta de amor hacia uno mismo. Esta falta de estima se proyectará posteriormente en creencias disfuncionales, emociones negativas y conductas contraproducentes que sumergen a a la persona en un círculo cerrado.

Para verlo mejor, analicemos algunos ejemplos:

Trastorno de ansiedad

Las personas ansiosas se caracterizan por su intenso miedo al futuro. Los pensamientos siempre son catastrofistas, ya que piensan que si llevan a cabo alguna acción, pueden fallar o puede ocurrir algo terrible. Es evidente que debajo de este miedo existe una inmensa inseguridad. No confían en sus propias capacidades ni se creen habilidosos para enfrentarse a las adversidades en solitario.

Para casi todo, necesitan que alguien les ayude, le resuelva los problemas o les acompañe y de esta forma reducen su miedo. Se dicen a sí mismos: “Tú no vales, tú solo no puedes ni sabes y por lo tanto, necesitas a alguien mejor que lo haga por ti”



Trastorno obsesivo compulsivo (TOC)

Es una de las salidas “naturales” del perfeccionismo llevado al extremo. Cuando alguien es perfeccionista es porque piensa que debe hacerlo todo son errores. Esto no es más que el resultado, como hemos dicho antes, de querer ser distinguido. Duda una y otra vez, le cuesta decidir ya que es esencial que esa decisión le lleve al camino correcto; finalmente se desmorona cuando se percata de que esa perfección anhelada es inalcanzable.


Anorexia y Bulimia

Aquí la falta de autoestima es especialmente evidente. Estas personas creen que valdrían mucho más si su físico cumpliera con unos cánones irrealistas establecidos por la sociedad imperante. Por lo tanto, sitúan su valor personal en un físico que no les gusta.

No se querrán mientras su físico no sea el adecuado para ellas. La obsesión es tan grande, que al igual que ocurre en el TOC, buscan una perfección física inventada e imposible que acaba deteriorando su imagen corporal de una forma asombrosa: todo lo contrario de lo que en el fondo pretendían.


Dependencia emocional

Cuando pienso que otros valen más que yo o que yo no soy digno de estima es muy probable que acabe siendo dependiente emocional y llegue a soportar conductas del otro que de otra manera no toleraría. El pensamiento del dependiente reza de la siguiente manera: “Como yo no valgo nada y no merezco amor, me conformo con tus migajas y estoy a merced de lo que quieras hacer conmigo”.




Depresión

La falta de amor es también bastante visible. Las personas depresivas se ven a sí mismas “muy pequeñitas”, sin ningún tipo de valía y por lo tanto demoran frente a esta barrera la puesta en marcha de objetivos.

Piensan que no les va a salir bien nada de lo que emprendan e incluso llegan a un punto que ni siquiera le ven el sentido “¿Para qué?”.


Se sienten culpables, miserables, víctimas y se convencen a sí mismas cada día, de que no valen nada y de que, por lo tanto, nadie las valorará.

Podríamos citar muchísimos trastornos más: los que tienen que ver con el control de impulsos, como forma de llenar huecos internos vacíos, los de personalidad, etc. Podemos ver fácilmente como el denominador común último en todos ellos es la falta de amor y que si como profesionales no trabajamos la aceptación de forma eficiente, la curación se hace prácticamente inviable, pues nos quedaríamos a un nivel superficial.

Tener como objetivo final la aceptación de uno mismo nos hace libres: los fracasos pierden importancia, al igual que las críticas o los rechazos ajenos. La perfección deja de ser buscada y nos permitimos a nosotros mismos actuar conforme a nuestro criterio personal, con independencia de todo lo demás.





https://lamenteesmaravillosa.com/y-si-en-las-raices-de-todos-los-trastornos-esta-la-falta-de-autoestima/

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