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viernes, 29 de septiembre de 2017

6 hábitos de las personas altamente empáticas


¿Estamos viviendo en la era de la empatía? Si crees que estás escuchando la palabra “empatía” por todas partes, tienes razón. Ahora está en los labios de científicos y líderes empresariales, expertos en educación y activistas políticos.


La empatía es la capacidad de percibir lo que otro ser pueda sentir. Es la capacidad de ponerse en el zapato de otra persona, con el objetivo de entender sus sentimientos y perspectivas, sus frustraciones, miedos y alegrías, y utilizar esa comprensión para guiar nuestras acciones.

Eso lo hace diferente de la bondad o la compasión. A diferencia de la empatía, la compasión no es solo  la percepción de lo que otro pueda sentir, sino también la comprensión de ese sufrimiento, y el deseo de aliviar, reducir o eliminar por completo tal sentimiento. La empatía no es necesáriamente exclusiva de las emociones negativas o del sufrimiento ajeno, como lo es la compasión.

La empatía es la herramienta, la compasión, una de las formas de usar esa herramienta.



Según una nueva investigación, es un hábito que podemos cultivar para mejorar la calidad de nuestras propias vidas. Además, es importante, para aquellas personas que ya son empáticas, vigilar el ambiente en el que se mueven, pues pueden llegar a absorver emociones que no son las suyas própias (para mas información haz click aquí), aunque este echo no ocurre únicamente a las personas empáticas.

¿Cómo puedo expandir mi propio potencial empático?


La importancia que ha adquirido la empatía en los últimos años proviene de un cambio revolucionario en la ciencia, de cómo entendemos la naturaleza humana. El viejo punto de vista contemplaba al ser humano como un ser esencialmente interesado ​​en sí mismo.

Esta idea está siendo empujada a un lado por la evidencia de que también somos “homo empathicus”, seres conectados por empatía, cooperación social y ayuda mutua.

El cerebro empático


Durante la última década, los neurocientíficos han identificado un “circuito de empatía” de 10 secciones en nuestro cerebro que, si está dañado, puede restringir nuestra capacidad de entender lo que otras personas están sintiendo. Los biólogos evolutivos, como Frans de Waal, han demostrado que somos animales sociales que naturalmente hemos evolucionado para cuidar los unos de los otros, al igual que nuestros primos primates. Y los psicólogos han revelado que estamos preparados para la empatía por fuertes relaciones de apego en los dos primeros años de vida.

Pero la empatía no deja de desarrollarse en la infancia. Podemos nutrir su crecimiento a lo largo de nuestras vidas y podemos usarlo como una fuerza para la transformación social.  Podemos hacer de la empatía una actitud y una parte de nuestra vida cotidiana y así mejorar las vidas de todos los que nos rodean. ¡Aquí están los seis hábitos de la gente altamente empática!


Hábito 1: Cultiva la curiosidad hacia los demás


Las personas altamente empáticas (HEPs) tienen una curiosidad insaciable por los demas. Hablarán con la persona que está sentada al lado de ellos en el autobús, habiendo conservado esa curiosidad natural que todos tuvimos como niños, pero que la sociedad se ha encargado de erradicar de nuestro comportamiento.

La curiosidad expande nuestra empatía cuando hablamos con gente fuera de nuestro círculo social habitual, encontrando vidas y visiones del mundo muy diferentes de las nuestras. La curiosidad es buena para nosotros también: se identifica como una fuerza clave personal que puede mejorar la satisfacción de la vida. Y es una cura útil para la soledad crónica que aflige a tantas personas en nuestra sociedad. La cultura tóxica en la que vivimos de la que tanto habla el doctor Gabor Maté (para ver artículo hacer click aquí).

 La curiosidad extiende nuestra empatía cuando hablamos con personas fuera de nuestro círculo social habitual.


Todo lo que requiere es coraje. Cultivar la curiosidad requiere más que tener una charla breve sobre el tiempo. Crucialmente, intenta entender el mundo dentro de la cabeza de la otra persona. Nos enfrentamos a extraños cada día, como la mujer fuertemente tatuada que entrega su correo o el nuevo empleado que siempre come su almuerzo solo. Asume el reto de tener una conversación con un extraño cada semana.



Hábito 2: Desafía los prejuicios y descubre los puntos en común


Todos tenemos suposiciones acerca de otros y usamos etiquetas colectivas, por ejemplo, “pakistaní”, “estirado”, “judío”que nos impiden apelar a su individualidad. Los altamente empáticos desafían sus propias preconcepciones y prejuicios buscando lo que comparten con las personas en lugar de lo que las divide. La empatía supera el prejuicio, incluso los más enraizados, como los prejuicios raciales.

Aplicando el punto 1, si consideras que los blancos son lo peor, o los negros inferiores, o los pobres o los ricos unos ladrones… (podría continuar, las etiquetas y los prejuicios son innumerables), prueba a salir de tu zona de confort i conocer a una de estas personas a las que pre´viamente has etiquetado, para ver si realmente corresponden con tu prejuicio. Te darás cuenta que todos los seres humanos tenemos más en común de lo que nos pueda llegar a diferenciar. El poder de la empatía puede superar el odio y cambiar nuestras mentes.


Hábito 3: Prueba la vida de otra persona



Si piensas que la escalada o el ala delta son deportes extremos, necesitas probar la empatía experiencial, la más desafiante – y potencialmente gratificante – de todas ellas. Los altamente empáticos expanden su empatía ganando una experiencia directa de la vida de otras personas, poniendo en práctica el proverbio nativo americano, “camina una milla en los zapatos de otro hombre antes de criticarlo”.

George Orwell es un modelo inspirador. Después de varios años como oficial de policía colonial en Birmania británica en la década de 1920, Orwell regresó a Gran Bretaña decidido a descubrir cómo era la vida para aquellos que viven en los márgenes sociales. “Quería sumergirme, bajar entre los oprimidos”, escribió. Así que se vistió como un vagabundo con zapatos y abrigo desaliñados, y vivió en las calles de East London con mendigos y vagabundos. El resultado, registrado en su libro Down and Out en París y Londres, fue un cambio radical en sus creencias, prioridades y relaciones. No sólo se dio cuenta de que los desamparados no son “sinvergüenzas borrachos” -Orwell desarrolló nuevas amistades, cambió sus puntos de vista sobre la desigualdad y reunió un material literario magnífico. Fue la mejor experiencia de viaje de su vida. Se dio cuenta de que la empatía no solo te hace bueno, sino que es bueno para ti también.

“Toda la educación genuina viene a través de la experiencia”. – John Dewey (filósofo)


Cada uno puede conducir sus propios experimentos. Si eres religioso, intenta un intercambio, asistiendo a los servicios de creencias diferentes a las tuyas, incluyendo una reunión de humanistas. ¡O si eres un ateo, intenta asistir a diferentes iglesias! Pasa tus próximas vacaciones viviendo y ofreciéndose como voluntario en una aldea en un país en desarrollo.  Existen toda clase de experiencias, elige la tuya.


Hábito 4: Escucha y abre tu percepción, sin prejuicios


Hay dos rasgos requeridos para ser un conversador empático. El primer rasgo es dominar el arte de la escucha radical. “Lo que es esencial es nuestra capacidad de estar presente a lo que realmente sucede dentro de los sentimientos y necesidades únicas que experimenta una persona en ese mismo momento .” “, dice Marshall Rosenberg, psicólogo y fundador Comunicación No Violenta (NVC).

Los altamente empáticos escuchan con atención a los demás y hacen todo lo que pueden para comprender su estado emocional y sus necesidades, ya sea un amigo que acaba de ser diagnosticado con cáncer o un cónyuge que se siente molesto por trabajar hasta tarde una vez más.

Pero escuchar nunca es suficiente. El segundo rasgo es hacernos vulnerables. Eliminar nuestras máscaras y revelar nuestros sentimientos a alguien es vital para crear un fuerte vínculo empático. La empatía es una calle de doble sentido que, en el mejor de los casos, se basa en el entendimiento mutuo, un intercambio de nuestras más importantes creencias y experiencias.

Organizaciones como el Círculo de Padres Israelí-Palestino pusieron esto en práctica reuniendo a familiares desamparados de ambos lados del conflicto para unirse, escuchar y hablar. Compartir historias sobre cómo sus seres queridos murieron permite a las familias darse cuenta de que comparten el mismo dolor y la misma sangre, a pesar de estar en lados opuestos de una valla política, y ha ayudado a crear uno de los más poderosos movimientos populares de consolidación de la paz.


Hábito 5: Inspirar la acción de masas y el cambio social


Por lo general, suponemos que la empatía ocurre a nivel de los individuos, pero los altamente empáticos entienden que la empatía también puede ser un fenómeno de masas que trae consigo un cambio social fundamental.

Basta con pensar en los movimientos contra la esclavitud en los siglos XVIII y XIX a ambos lados del Atlántico. Como nos recuerda el periodista Adam Hochschild: “Los abolicionistas no pusieron su esperanza en textos sagrados sino en la empatía humana”, haciendo todo lo posible para que la gente comprendiera el verdadero sufrimiento de las plantaciones y los barcos esclavos. Igualmente, el movimiento sindical internacional nació de la empatía entre trabajadores industriales unidos por su explotación compartida.

La abrumadora respuesta pública al tsunami asiático de 2004 surgió de un sentimiento de empática preocupación por las víctimas, cuya situación se reflejó dramáticamente en nuestros hogares en escenas a través de la televisión..

La empatía probablemente florecerá a escala colectiva si sus semillas son plantadas en nuestros hijos. Como ejemplo, el programa pionero de Canadá, Roots of Empathy, el programa de enseñanza de empatía más efectivo del mundo, que ha beneficiado a más de medio millón de niños en la escuela. Su plan de estudios único se centra en el niño, con un especial enfoque en el aprendizaje de la inteligencia emocional, y sus resultados incluyen disminuciones significativas en el bullying y mayores niveles de logro académico.


Hábito 6: Desarrollar una imaginación ambiciosa


Un rasgo final de los altamente empáticos es que hacen mucho más que empatizar con los “sospechosos habituales”. Tendemos a creer que la empatía debe reservarse para aquellos que viven en los márgenes sociales o que están sufriendo. Esto es necesario, pero apenas es suficiente.

También necesitamos empatizar con personas cuyas creencias no compartimos o que pueden ser “enemigos” de alguna manera. Si eres un activista en contra del calentamiento global, por ejemplo, vale la pena intentar meterse en los zapatos de los ejecutivos de la compañía petrolera, entendiendo su pensamiento y motivaciones, si quieres idear estrategias eficaces para cambiarlos hacia el desarrollo de energía renovable: antes de cambiar a nadie, debes comprender cómo ha llegado a pensar así. Un poco de esta “empatía instrumental” (a veces conocida como “antropología del impacto”) siempre viene bien.

La empatía con los adversarios es el camino hacia la tolerancia social. Ese fue el pensamiento de Gandhi durante los conflictos entre musulmanes e hindúes que condujeron a la independencia de la India en 1947, cuando declaró: “¡Soy musulmán! Y un hindú, y un cristiano y un judío.”

El siglo XX fue la Era de la Introspección, cuando la autoayuda y la cultura terapéutica nos animaron a creer que la mejor manera de entender quiénes somos y cómo vivir era mirar dentro de nosotros mismos. Pero nos dejó mirando nuestros propios ombligos. El siglo XXI debe convertirse en la Era de la Empatía, cuando nos descubrimos no sólo a través de la autorreflexión, sino al interesarnos por las vidas de los demás. Necesitamos empatía para crear una nueva clase de revolución. Una revolución en las relaciones humanas.




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