viernes, 12 de mayo de 2017

El Sonido del Universo 2: de la Resonancia abstracta


“Nada perece en el Universo; todo cuánto acontece en él, no pasa de meras transformaciones”.
– Pitágoras-

Se le llama “resonancia abstracta” a aquella procedente de franjas vibratorias estrictamente extra-físicas. A su vez, podemos dividirla en: resonancia sonora, resonancia visual y resonancia cromática. Vamos a examinarlas.


Resonancia Sonora

Uno de los fundamentos más espectaculares e impresionantes de la resonancia es el Sonido, particularmente lo que conocemos como “Música”.

La parte técnica de su expresión, más simplificada, nos dice que el sonido es un “movimiento ondulatorio en un medio elástico” (siendo este medio, primordialmente el aire). Desde el punto de vista físico el sonido es producido por “cambios rápidos de presión generados por el movimiento vibratorio de un cuerpo”.

La Música nos ofrece el ejemplo supremo de las cualidades imperceptibles de la resonancia porque, siendo parte de nuestra vida diaria y aun estando sus efectos en nosotros, no los notamos. Sin embargo, imaginemos por un momento el sonido de una sola cuerda del violín o de una sola tecla del piano… si cerramos nuestros ojos y concentramos toda nuestra atención, percibiremos claramente “algo” más que el simple sonido; percibiremos la resonancia inalterada e inmediatamente sentiremos algo. Eso se debe a que nosotros, como seres también resonantes, reflejamos un tipo de sonido, el cual, al combinarse con los de otras personas y de todo lo que está en nuestro entorno, produce estados de armonía variables de acuerdo a la resonancia combinada. O sea, con nuestra existencia hacemos música de diferentes cualidades.

El sistema musical no es un efecto, no es producto de nada, sino que revela las cualidades universales de la resonancia. Entender la parte interna de la Música es entender cómo se comporta la pulsación fundamental que da estructura a todo el universo. La Música puede ser considerada una pista en nuestro intento de descifrar el acertijo que para nosotros podría ser el universo.
Definida tradicionalmente como “el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo”, la Música es el reflejo de la vibración (resonancia) armónica que permea el universo en su estado natural.

Por supuesto, se puede combinar frecuencias disonantes (no armónicas) para producir sonido que inmediatamente detectamos como desagradable, pero la Música, que es armónica y coherente, tiene un patrón natural de frecuencia definido.

La nota es el concepto fundamental en teoría musical, cada una teniendo su propia frecuencia de resonancia. El piano nos ofrece una representación visual del sistema musical occidental: en sus teclas blancas vemos la secuencia de las varias notas (tonos) que componen la escala ascendente (de izquierda a derecha) del sistema y las teclas negras que reflejan semitonos (medio tono) situados entre los tonos.

Los semitonos situados entre cada nota son llamados “accidentales”, o más comúnmente “sostenido” si aumenta la frecuencia de una nota (en dirección ascendente) y “bemol” si la reduce (en descenso). El sistema musical occidental está compuesto de 7 tonos y 5 semitonos, que en conjunto son llamados “octava” porque cada 8 tonos comienza una nueva repetición del conjunto con cada repetición siendo de frecuencia más alta que la anterior. Las 88 teclas del piano común son básicamente 7 (más precisamente 7.33) repeticiones de este patrón 7-12, comenzando en una nota La.


Nótese en el dibujo que el patrón de la armonía de la naturaleza incluye el fenómeno de excluir un semitono entre las frecuencias de Mi y Fa y también inmediatamente después del último tono de cada octava (el Si). Este fenómeno forma un patrón determinado
1 – 1 – ½ – 1 – 1 – 1 – ½ ,

significando que entre las notas Do y Re, Re y Mi, Sol y La y La y Si hay un tono completo, pero entre Mi y Fa y entre Si y Do hay medio tono.

La resonancia musical occidental centra su base en la nota La4, o sea, en la cuarta repetición de nota La en teclado del piano, localizada en el punto medio.

Aunque en el mundo se ha utilizado diferentes opciones, el estándar mundial actual sitúa la resonancia de La4 en la frecuencia de 440 Hz. Partiendo de esta posición, cada tecla produce sonidos de menor o mayor frecuencia resonante dependiendo de la dirección

(derecha o izquierda) en que se proceda. Siendo la música un sistema totalmente matemático, las frecuencias resonantes de cada semitono que asciende o desciende en la escala musical representan un cambio de vibración resonante equivalente a 1.059. Por ejemplo, en el caso de un movimiento de La4 a La4 Sostenido (medio tono) la diferencia es calculada: 440 X 1.059 = 465.96 Hz. Por otro lado, la diferencia de un tono completo (como de Do a Re) es de unos 1.123 Hz.

El espectro normal de audición humana figura entre las frecuencias de 20 y 20,000 Hz, con la persona promedio pudiendo distinguir unos 1,400 cambios de frecuencia y con la música occidental utilizando primordialmente solamente unos 120. Esto nos da una idea de dos limitaciones humanas en cuanto a la frecuencia resonante: la primera señalando nuestras limitaciones de percepción consciente y la segunda revelando, dentro de esta primera limitación, nuestra capacidad reducida de distinguir la infinidad de diferentes tonalidades percibidas. Nótese que al decir “consciente” significa que nuestros sistemas energéticos y físicos sí perciben toda la resonancia universal, pero primordialmente en forma inconsciente.

Este tema de la acústica, como se conoce el estudio de la resonancia del sonido, es toda una ciencia compleja. Bastará con aclarar que, analizado profundamente, cada tono musical refleja una complejidad inmensa de vibraciones resonantes, que en realidad no hay tal cosa como un sonido “puro” en nuestro ámbito existencial. Aunque al presionar la tecla del piano creamos oír un sonido límpido, éste es en realidad un compuesto de muchas frecuencias resonantes armónicas.

Consideremos también que la armonía musical (usando ahora el término “armonía” como el arte de combinar notas) comúnmente consta de varios tonos sonados simultáneamente, lo que nos da una mejor idea de la complejidad de la música que escuchamos comúnmente cuando varios instrumentos (algunas orquestas sinfónicas numerando 100 músicos) suenan en conjunto. La música es música sólo cuando la resonancia (cada nota) producida por cada instrumento es simpática o afín con las demás que estén presente, así permitiendo que se mezclen produciendo, curiosamente, nuevas resonancias. Por el contrario, el simple ruido es producido por vibraciones resonantes cuyos choques (sin mezclarse) emiten nuevas resonancias incoherentes ante los sentidos humanos. De hecho, exponernos durante mucho tiempo a resonancias chocantes, especialmente aquellas en la parte alta del espectro, puede causar daño permanente a nuestros sistemas humanos físicos y etéreos.


Resonancia visual

Este tema, que trata de la resonancia, la cual produce la energía, la cual produce la materia, nos trae a un campo sumamente interesante en cuanto a la naturaleza del universo. Este tópico nos refiere al concepto que toda la materia, en sus estados sólido, gelatinoso, líquido y gaseoso, es en realidad una inmensa “imagen holográfica” o, como se conoce más comúnmente, un holograma. Las imágenes holográficas son fascinantes porque representan objetos que muestran todas las cualidades de los sólidos, pero que comprueban ser evanescentes y etéreos (fantasmagóricos) al intentar tocarlos. Este tipo de imágenes son formadas por la interferencia resultante de ondas de luz que se cruzan en su paso por el espacio. Para entender este tipo de interferencia tenemos que tratar primero la esencia interna de la luz, los llamados “fotones” que abundan en el universo, y los patrones que estos forman en su comportamiento natural.

El fotón fue llamado originalmente “lichtquant” (un cuanto, o unidad, de luz) por Albert Einstein y en 1926 el nombre moderno fue acuñado por Gilbert Lewis usando la palabra griega “phos” (luz). De hecho, Lewis ese mismo año publicó una teoría especulativa bajo el título “La conservación de fotones” en la prestigiosa revista inglesa Nature, en la que decía que los fotones “no se podían crear ni destruir”.

Según nos dice la física cuántica moderna, el fotón:

jueves, 11 de mayo de 2017

La Espiritualidad Evolutiva


Cuando pensamos en la vida, solemos pensar en “mi vida” – unas pocas décadas de historia personal, un círculo especial de familiares y amigos, dentro de una cultura determinada. No pensamos en un proceso de catorce mil millones de años de evolución y desarrollo, que brotó de la nada y se convirtió en el cosmos. Pero para aquel que se dedica a la espiritualidad evolutiva, así es la vida! Y la experiencia que estamos teniendo ahora mismo en este momento, inhalando y exhalando, leer estas palabras y mirar a los ojos del otro, es parte de la vida en el sentido más grande, parte de un proceso único, integrado, inconcebible y vasto. Desde la perspectiva de la iluminación evolutiva, la vida de que estamos hablando es el algo que surgió de la nada, y es quienes somos y por qué somos. Lo que brotó a la existencia hace casi catorce mil millones de años ha nacido en ti.

La espiritualidad evolutiva es un campo relativamente nuevo en términos de las tradiciones espirituales. Sugiere que el impulso para evolucionar y llegar a existir, lo que causó el Big Bang, continúa operando en todos los niveles de la vida y la conciencia. Este impulso podría ser llamado Dios o la energía e inteligencia que forjó el Universo. Este es el impulso que continúa impulsando el cosmos y nuestro propio crecimiento y en última instancia, se manifiesta como conciencia. La cosmología científica confirma que somos el Universo mirando hacia atrás sobre sí mismo. Con el Big Bang surgió la creación de elementos y átomos de la materia y finalmente la conciencia – tú y yo, una vez polvo de estrellas, ahora capaces de mirar al cielo y ver quiénes somos y de dónde venimos. Este impulso se ha convertido en el impulso evolutivo. Es la energía e inteligencia que brotó de la nada, el impulso motor del proceso evolutivo, y es evidente en el nivel mismo de nuestra propia experiencia humana.

De hecho, desde el punto de vista de la espiritualidad evolutiva, es la parte más importante de lo que somos. Cuando tocamos esa parte de nosotros mismos, cuando experimentamos ese impulso en lo más profundo de nuestro ser, nos damos cuenta de que es inherentemente libre y sin restricciones en su naturaleza. El impulso evolutivo se siente como una sensación de tremenda urgencia, espontaneidad y posibilidad.

El lugar más fácil para identificar el impulso evolutivo es en el impulso sexual – el imperativo biológico de procrear. Desde un punto de vista evolutivo, nuestro impulso sexual es una expresión elemental del Big Bang. ¡Es por eso que es tan poderoso! Cuando experimentamos el impulso sexual, estamos sintiendo la vibración misma que liberó la enorme energía de todo el proceso cósmico, latiendo en nuestros propios cuerpos y mentes.

Al más alto nivel, el impulso evolutivo se experimenta como el impulso espiritual, la compulsión misteriosa para ser más consciente, para alcanzar la iluminación, para crecer en el amor. A veces nos sentimos esto como un anhelo o deseo inexplicable para convertirnos, y en otras ocasiones se experimenta como una sensación persistente de malestar existencial, una sensación o deseo de despertar, evolucionar, liberar nuestro corazón e iluminar nuestra mente. Este anhelo no es independiente del propio Big Bang. El impulso espiritual, el impulso para evolucionar y llegar a ser, es que la intención misma que forjó el cosmos de la nada, que nos impulsa a procrear, que nos impulsa a innovar y crear. El instrumento a través del cual el impulso evolutivo se esfuerza por expresarse y cumplir su deseo insaciable de ser es la conciencia misma. Nuestra conciencia.

Piense en eso por un momento. Su anhelo espiritual puede parecer un deseo personal, ¿pero lo es realmente? ¿Podría realmente ser algo personal en esa aspiración pura, apasionada a despertar, llegar a ser, a evolucionar?

Muchos Caminos para el Aquí-Ahora


La realidad no conceptual, siempre presente, siempre cambiante, del momento presente se presenta sin esfuerzo ahora mismo. Este puro ser es no-dual, indiviso, sin límites y sin obstrucción. Pero parece que no siempre estamos experimentando la vida de esta manera ilimitada y sin obstáculos, porque nuestros pensamientos y conceptualizaciones cuentan una historia diferente.

En realidad, ni siquiera el pensar ni el conceptualizar son aspectos inseparables de este acontecimiento no-dual indiviso, pero es sólo en las historias e ideas que el pensamiento genera donde parecemos ser una entidad encapsulada que lucha por sobrevivir en un mundo fragmentado. Esta ilusión es sufrimiento. Es un espejismo sin sustancia real, pero parece muy real.

De alguna manera, toda enseñanza espiritual y no-dual es o bien una respuesta a este sufrimiento, un intento de despertar de este engaño y confusión, para ver el espejismo de lo que realmente es, o bien se trata de una celebración de la Sagrada Realidad que es Aquí-Ahora, y a menudo son ambas. Los maestros de meditación, los centros de retiro, los libros sobre no-dualismo radical y los sitios web como este surgen como respuesta a nuestra confusión y sufrimiento de la misma manera que los diversos productos químicos, hormonas, endorfinas, anticuerpos y similares surgen en el cuerpo como respuesta a la infección, el dolor o la herida. Y/o estas expresiones no-duales y espirituales surgen como un acto de devoción al Corazón, un acto de amor y celebración como cantar y bailar. Y todo es parte del movimiento natural de la vida, ocurriendo sin esfuerzo por sí misma.

Hay muchas propuestas diferentes para despertar, muchos caminos diferentes al Aquí-Ahora. Por supuesto, paradójicamente, nunca no estamos Aquí-Ahora, ya que Aquí-Ahora es todo lo que hay. Pero ya que no siempre nos damos cuenta de eso, aparecen varios caminos, incluido el camino sin camino que nos ofrece nada que hacer, y que simplemente insiste sin concesiones que no hay ningún lugar a donde ir y nadie aparte de este-aquí-ahora que vaya a ningún sitio.

A la mente pensante le gusta categorizar y clasificar todo. Tenemos el budismo zen, el budismo tibetano, el Vipassana, el Advaita, el neo-Advaita, la no-dualidad radical, el Poder del Ahora, y sigue y sigue, y hay pequeñas guerras que suceden en Internet y en las redes sociales entre los "neo" y los "tradicionales" Advaita, o entre el acercamiento "repentino" y el "gradual" al despertar, o entre las enseñanzas "estar aquí ahora" y las enseñanzas "esto es ello". Nos identificamos con una etiqueta o una categoría y después tenemos esos duelos sin sentido para ver quién es más no-dual que el otro. Pero cuando despertamos a la simplicidad de este momento, tal y como es, vemos la belleza y perfección de que todo es exactamente de la manera que es. Ya no nos sentimos obligados a convencer a la gente del zen que cantar y hacer reverencias es innecesario, o decirle a la gente del "estar aquí ahora" que no hay manera de no estar aquí ahora, o para decirle al no-dualista radical que la práctica es tan natural como el viento.

La liberación no tiene realmente nada que ver con encontrar o recibir una respuesta o una solución, sino más bien, se trata de trascender (ver a través de) el problema imaginario.

¿Cuáles son algunas de los otras propuestas comunes para trascender el problema imaginario que aparece en el budismo, el advaita, y otros tipos de enseñanzas no-duales?

miércoles, 10 de mayo de 2017

“Conversaciones con Dios III”. Neale D.Walsch.

Neale Donald Walsch

– ¿Y qué es eso? Dime, ¿qué es “mejor” para Dios? Esto debe ser interesante…

Lo que es mejor para Mí es darte lo que decidas que es mejor para ti, porque lo que estoy tratando de ser es Yo mismo, expresado y lo estoy siendo a través de ti. ¿Estás comprendiendo esto?

– Sí, lo creas o no, en realidad lo comprendo.

Bien. Ahora te diré algo que quizá se te dificulte creer. Siempre te doy lo que es mejor para ti… aunque admito que no siempre lo sabes. Este misterio aclara un poco que has empezado a comprender lo que me propongo.

Soy Dios. Soy la Diosa. Soy el ser Supremo. El Todopoderoso. El Principio y el Fin, Alfa y Omega. Soy la Suma y la Substancia. La Pregunta y la Respuesta. Lo Superior y lo Inferior. La Izquierda y la Derecha. El Aquí y el Ahora. El Antes y el Después.

Soy la Luz y soy la Oscuridad que crea la Luz y la hace posible. Soy la Bondad sin fin y la “Maldad” que hace buena la “Bondad”. Soy todas estas cosas, el Todo de Todo y no puedo experimentar alguna parte de Mi Ser sin experimentar Todo Mi Ser.

Y esto es lo que no comprendes acerca de Mí. Deseas hacerme uno y no el otro. Lo alto y no lo bajo. El bien y no el mal. No obstante, al negar la mitad de Mí, niegas la mitad de tu Yo y al hacerlo, nunca puedes ser Quién Eres Realmente.

Soy el Todo Magnífico y lo que intento es conocerme experimentalmente. Hago esto a través de ti y a través de todo lo que existe. Estoy experimentando Mi Yo como magnífico mediante las elecciones que hago, puesto que cada elección es autocreativa. Cada elección es definitiva. Cada elección me representa. Esto es, representa a Mí y a Quién Yo Elijo Ser Ahora.

Sin embargo, no puedes elegir ser magnífico, a no ser que haya algo de lo cual elegir. Alguna parte de Mí debe ser menos que magnífica para que Yo elija la parte de Mí que es magnífica. Lo mismo sucede contigo. Soy Dios, en el acto de crear Mi Yo. Tú también lo eres.

Esto es lo que tu alma anhela hacer. Esto es lo que ansía tu espíritu.

Si evitara que tuvieras lo que eliges, evitaría que Mi Yo tuviera lo que Yo elijo. Mi mayor deseo es experimentar Mi Yo como lo Que Soy. Como lo expliqué cuidadosa y esmeradamente en el libro 1, sólo puedo hacer lo que está en el espacio de lo Que No Soy.

Por este motivo, creé cuidadosamente lo Que No Soy, para poder experimentar lo Que Yo Soy. Sin embargo, soy todo lo que creo; por lo tanto, Yo Soy, en un sentido, lo Que Yo No Soy.

– ¿Cómo alguien puede ser lo que no es?

Fácil. Lo haces todo el tiempo. Sólo observa tu comportamiento. Trata de comprender esto. No hay nada que Yo no sea. Por lo mismo, Yo Soy lo que Yo Soy y Yo Soy Lo Que Yo No Soy.

– Esto es dicotomía divina. 

Éste es el Misterio Divino que, hasta ahora, sólo las mentes más sublimes pueden comprender. Aquí te lo revelo de una manera en la que más personas puedan comprenderlo.

Éste era el mensaje del Libro 1 y debes comprender esta verdad básica, debes conocerla profundamente, si deseas entender y conocer las verdades incluso más sublimes que presentaré aquí, en el Libro 3.

Ahora, permite que mencione una de estas verdades más sublimes, ya que contiene la respuesta a la segunda parte de tu pregunta.

– Esperaba que regresáramos a esa parte de mi pregunta. ¿Cómo es que la madre ama al niño, si dice o hace lo que es mejor para el hijo, incluso si tiene que contrariar la propia voluntad del niño para hacerlo? ¿O acaso la madre demuestra el amor más verdadero al permitir que el niño juegue en el tráfico?

Ésta es una pregunta maravillosa. Es la pregunta que formulan todos los padres, en una u otra forma, desde que empezó la paternidad. La respuesta es la misma para ti como padre, que para Mí como Dios.

– Entonces, ¿cuál es la respuesta?.

El Sonido del Universo Parte 1: de los Ciclos Cósmicos y la Energía.


“Si viéramos realmente el Universo,
tal vez lo entenderíamos”
– Jorge Luis Borges-

Sabemos, por los descubrimientos de la Ciencia, que vivimos en un Universo cíclico. Los cuerpos celestes tienen varias fases cíclicas de existencia correspondientes a formación, desarrollo, clímax, decaimiento y disolución. Tal secuencia es constatada diariamente desde los observatorios astronómicos mediante la evidencia de explosiones que cotidianamente en un extremo producen y en otro desintegran planetas, estrellas e incluso sistemas solares completos.

La llamada Hipótesis Nebular señala, mediante una combinación de astronomía, física y geología, que los colapsos en la fuerza de gravedad de “nubes moleculares” debido a un aumento excesivo de densidad, causan las explosiones responsables de los resultantes sistemas solares. A largo plazo se espera que el Sol, centro de nuestro sistema solar formado hace 4600 millones de años, queme todo su hidrógeno tornándose cada día más caliente. El resultado paulatino será un aumento en radiación solar hasta que la Tierra cese de ser un planeta hospitalario para nuestra especie.

Esta catástrofe será simplemente uno de tantos ciclos, iguales a los que nos han precedido, y a los que sucederán después de este. En cada uno de estos ciclos eternos los sistemas planetarios tienen un esquema fijo de aparición y desaparición; son ciclos a los cuales se ha encontrado referencias en el legado de varias civilizaciones independientes entre sí (como la sumeria, la egipcia y la maya) y muestran cálculos sorprendentemente precisos cuyas descripciones concuerdan.

La realidad universal de estos ciclos también se aplica a nosotros. Como seres humanos nacemos, crecemos, llegamos a la plenitud de la vida, envejecemos y morimos. Pero no podemos limitarnos a decir que ese ciclo sucede solo una vez. Cuando individualmente podamos comprender que el universo es eterno (sin principio ni fin) en el correr de sus ciclos, que somos partículas integrales de ese universo (igualmente eternos), que todas sus características se aplican en todos los planos de existencia, entonces no podremos negar la realidad de la existencia de un método (también eterno) que nos mantenga, como seres existentes, repitiendo nuestros ciclos de vida encarnada. Por supuesto, hablamos de la reencarnación.

Pero yendo más allá, estos ciclos de cada vida encarnada también corresponden a los ciclos de la historia general de la humanidad como especie, lo que significa que, según aparecimos, nos desarrollamos y disfrutamos la plenitud de la existencia en este planeta, también decaeremos hasta desaparecer completamente como especie, y volveremos a comenzar de nuevo. Uno de los problemas que tiene el ser humano para entender el concepto de “Eternidad” es que, en términos generales estamos pasando por etapas de limitación intelectual y experimental variada (de acuerdo al estado de desarrollo de cada cual). La única manera en que entendemos la gran mayoría de la información, es de manera lineal. Eso significa que obligatoriamente tenemos que asignarle tiempo (secuencia de conciencia) y espacio (localidades separadas de existencia) a nuestra percepción, y que por ende todo debe tener un principio y un final.

Cuando comprendamos la Eternidad, entenderemos más fácilmente la idea de que, estando sujetos a los ciclos universales, nada empieza ni termina, sino que se encuentra en un continuo estado cambiante de “ser”.


Hablemos de Energía


Es un nuevo mundo. Esto se debe a la nueva perspectiva que nos ofrece la Ciencia en cuanto al ambiente que nos rodea. Según declararon los científicos pioneros que se adentraban en los componentes del mundo físico, todo era “materia”. Alguna materia era totalmente sólida, otra invisible y entre esos dos extremos existían diversas gradaciones de solidez. Se decía que la materia más “rarificada” o “sutil” era imperceptible a nuestra vista.

Por su parte, desde el mundo espiritual nos comunicaron que hasta el espíritu es materia. Estaba hecho de “la quinta esencia”, que venía a ser la más fina entre las ya conocidas como tierra, agua, fuego y aire (en orden ascendente de sutilidad).

Esa información todavía es útil, pero el avance científico ha podido penetrar la materia y traernos una descripción más precisa de su naturaleza interior.

En su forma más básica, esa información nos dice que todo, bien sea visible o invisible, es en realidad “Energía”. Pero, ¿qué entendemos por “Energía”?
Etimológicamente, Aristóteles (384-322 antes de la Era Común) fue el primero en usar la palabra “Energía” (Energeia) como parte de sus formulaciones en la obra “Metafísica” (renglones 8 y 9), dándole como significado algo que está siempre “en trabajo” o “funcionando”, o sea, un estado de actividad.


Esa obra se centra en tres preguntas:

1. ¿Qué es la existencia y qué tipos de cosas existen en el mundo?.

2. ¿Cómo pueden las cosas continuar existiendo no obstante el cambio que vemos en nuestro entorno en el mundo natural?.

3. ¿Cómo puede este mundo ser entendido?.


Más tarde el desarrollo de la ciencia experimental vino a arrojar luz en muchos conceptos filosóficos. El matemático alemán Gottfried Leibniz (1646-1716) llamó “viz viva” (“fuerza viva” o “fuerza vital”) a la energeia de Aristóteles. Este otro término fue el fundamento de una teoría que llegó a ser obsoleta al ser considerada precursora básica de la actual “Ley de Conservación de Energía” (la que nos dice que la energía no puede ser creada ni destruida, sino transmutada).

Después de varios giros en el uso de la palabra “Energía”, concentrándose sobre todo en el materialismo científico, el uso de ésta ha vuelto a expandirse. Con el nuevo despertar humano, la Filosofía fue penetrada eventual y naturalmente por la Espiritualidad, que durante mucho tiempo había estado secuestrada por la religión. Fuera de la Ciencia, la “Energía” ha recobrado el significado original que le dio Aristóteles como “una fuerza interna que está siempre en movimiento”.

Aunque no hemos visto que en términos generales la ciencia haya abrazado las posibilidades de avance que le ofrece el campo espiritual, sí podemos notar un creciente número de científicos que no temen expresar sus investigaciones en términos espirituales. Tal es el caso, por mencionar algunos, de Stanislav Grof (precursor de la psicología transpersonal), Allan Botkin (psiquiatría) y los físicos Amit Goswami, Fritjof Capra, Dan Falk, Michael Talbot y Ken Wilber.

La Física ha continuado su travesía hacia el interior de la materia y en algún momento se dio cuenta que los átomos, que en un tiempo eran considerados los bloques fundamentales de la materia (la unidad más básica e indivisible) están en sí mismos compuestos por otros elementos aun más pequeños y recónditos. Más aun, también se notó que en todo este entramado de la fibra interna de la materia hay una fuerza indescriptible que mantiene todos los componentes en movimiento. A esta fuerza se le ha reservado la nomenclatura genérica de “Energía”.

Si ya la Ciencia nos ha demostrado que todo el universo está en continuo movimiento, que en esa ausencia de reposo igualmente se forman y se destruyen galaxias en el macrocosmos y brotan corrientes eléctricas en lo más profundo de nuestro cerebro microcósmico, deducimos que su causa debe ser algún tipo de energía.

Más aun, recordando una vez más que “la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”, podemos afirmar que cada cosa que existe es manifestación de una de las diversas transformaciones de una misma cosa y que esa cosa es energía. Por lo tanto, todo el universo es energía… El Todo es energía.


Toda Energía es resonante



martes, 9 de mayo de 2017

5 claves del Mindfulness para cambiar tu vida en 15 días


Los grandes cambios vienen precedidos de pequeñas sacudidas, de tímidas variaciones diarias que tienen el poder de cambiar nuestra vida en la dirección correcta. El Mindfulness puede ayudarnos a ello, y estas cinco claves nos permitirán aprender a ser más conscientes del momento presente para dar paso a cambios reales en poco tiempo.

Todos tenemos claro que cuando hablamos de felicidad los milagros no existen. Lo que sí existe es esa fuerza de voluntad y esa mente abierta que día a día y poco a poco, va siendo más perceptiva a todo lo que acontece a su alrededor para intuir oportunidades. Para cruzar la puerta correcta en el momento preciso.


Alégrate, porque todo lugar es AQUÍ Y AHORA, y porque todo momento es AHORA


Uno de los mayores enemigos que nos separa de estos umbrales de oportunidad, es sin duda “la mente errante”. Tanto es así, que según nos revelan varios estudios, nos pasamos entre un 30 y 40% de nuestro tiempo con “el piloto automático” puesto. Vivir una vida rutinaria donde convertirnos en simples pasajeros y no en comandantes, supone dejar en manos del destino nuestra propia felicidad.

No es lo adecuado. Por ello, te proponemos hacer cambios. Te invitamos a incluir en tu día a día estas 5 claves para ver resultados directos en 15 días.

1. Sé receptivo a tus emociones, el mejor momento para hacerles caso es AHORA

El Mindfulness es ante todo una filosofía de vida, una herramienta para desarrollar una conciencia más plena con nuestro momento presente y en lo que acontece en él.

Nada de esto tendría sentido si no atendiéramos nuestras emociones. Aspectos como la decepción, el enojo, la contradicción o a la rabia no pueden llevarse a una carpeta del disco duro de nuestro cerebro.
Debemos gestionarlas, entender esas emociones, tomar el control de ese mundo interior sin postergarlo.

2. El Mindfulness te enseña a dejar de juzgar

Aprende a vivir tu propia realidad sin juzgar. Los demás tienen pleno derecho a hacer, entender y a vivir su vida como deseen.

Tu vida es tuya, sé responsable de ella y evita emitir juicios sobre universos ajenos al tuyo. Algo tan sencillo te permitirá disponer de un adecuado estado de calma y equilibrio desde hoy mismo.

3. Sé receptivo, escucha, aprende a estar presente



Hazlo, apaga en este mismo momento el sonido incesante y repetitivo de tus pensamientos.

Ahora abre los ojos, pero no solo para mirar, sino para “ver” con mayor calma todo aquello que te rodea.
Baja el ritmo de tu vida, detente y respira.
Ahora, aprende a escuchar, has estado “oyendo” sonidos durante mucho tiempo, pero es el momento de sentir, de ver y escuchar desde el corazón, desde el centro de tu mente.

“En un corazón libre de tensiones, el amor fluye en todas direcciones”
-Maharishi-


Asimismo, otra herramienta excepcional para aprender a estar más presentes es gestionando mejor nuestro tiempo. Si deseas tener una vida más plena es necesario que aprendas a aplicar adecuados filtros mentales y a concentrar todas tus energías y recursos personales en ese propósito vital que tienes en mente.

4. Deja a un lado el “DEBO SER” para practicar el “YO SOY”

Haz caso a los girasoles, que siempre buscan la luz


Haz caso a los girasoles e imita su naturaleza vital, esa que les obliga a buscar siempre la luz del sol para nutrirse, para crecer en belleza y fortaleza. No obstante, recuerda también que tu auténtica luz no se halla en una estrella sobre la que todos damos vueltas. Tu auténtico sol está en tu interior, así que búscalo, atiéndelo y sigue su instinto.

El folclore construido en muchas de nuestras culturas alrededor de los girasoles está formado por componentes tan interesantes como mágicos. Se asocian a menudo con la verdad, con la honestidad y la lealtad. Se dice también que si en algún momento tenemos dudas sobre algo, es suficiente con coger un girasol del campo justo cuando caiga el atardecer, para después colocarlo bajo nuestra almohada. Así cuando despertemos por la mañana tendremos claro aquello que debemos hacer.


“Todos somos como los girasoles: hay días grises en que llevamos nuestra cabeza gacha y días en que la alzamos felices por los rayos del sol”


Ahora bien, este matiz tan positivo pierde un poco su intensidad cuando nos vamos a la mitología griega. Según la leyenda clásica, una joven ninfa del agua -llamada Clytie- se enamoró perdidamente del dios Apolo y de la luz que este desprendía cada vez que pasaba sobre ella con su carro de fuego por el cielo. Admiraba su fuerza y su belleza. Sin embargo, el dios jamás se fijó en ella. Jamás le prestó atención.

Los días pasaron, y a los días le sucedieron los meses, y a los meses los años… Hasta que Clytie perdió su apariencia de ninfa para empezar a echar raíces, para enclavarse en el suelo y dejar que de su hermoso rostro salieran pétalos del color del oro. El tiempo y la leatad de su amor infructuoso la convirtió en girasol, en una bella criatura dedicada solo a seguir con la mirada el objeto de su amor imposible: Apolo.

En ocasiones, tal y como nos da a entender esta leyenda, focalizamos nuestros objetivos y deseos en metas imposibles. De ahí que debamos ser capaces de atender y encender esa otra luz capaz de guiarnos mucho mejor: la que hunde sus raíces en nuestro interior.




Ser como los girasoles: la búsqueda de las mejores oportunidades

La vida da muchas vueltas, las mismas que dan los girasoles sobre sí mismos siguiendo la luz del sol, cumpliendo su mágica naturaleza basada en el fototropismo. Ahora bien, queda claro que las personas no disponemos de ese instinto natural inscrito en nuestro ADN capaz de impulsarnos hacia ese positivismo, hacia ese horizonte donde se abren las nuevas oportunidades, los cambios que nos harán crecer o las propuestas que es conveniente iniciar para mejorar, para ser más felices.

El ser humano, por así decirlo, debe moverse cada día en medio de un campo abonado por las semillas de la incertidumbre y la mala hierba del miedo. Ningún astro externo nos orienta, por tanto, estamos casi obligados a encender una luz interna con la que dejarnos guiar por unos senderos donde nada está garantizado, donde nada es seguro ni factible. Sin embargo, con la fuerza de la ilusión y la perseverancia logramos arrancar nuestras raíces de la zona de confort para iniciar nuevos caminos y esperanzadores proyectos.

Por otro lado, Richard Wiseman, psicólogo de la Universidad de Hertfordshire y autor de libros tan interesantes como “59 segundos (piensa un poco para cambiar mucho)” o “El factor suerte” nos explica precisamente en este último libro, la importancia que tiene el estado emocional interno a la hora de “atraer” o de evitar suerte. Más allá de existir un componente mágico, lo que hay en realidad es un tipo de actitud y de apertura mental hacia las oportunidades, hacia esos focos donde la casualidad e incluso la serendipia orquestan a nuestro favor. Veámoslo con detalle a continuación.



Eres tu propia suerte: enciende tu luz

lunes, 8 de mayo de 2017

"Sobre ser consciente"


Conciencia es lo que la vida es por todas partes. Al menos, es lo que me gustaría que fuera mi vida. Y, al final de la misma, quiero ser capaz de decir, honestamente, que fui consciente —es decir, que estuve despierto y atento a lo que ocurre, no soñando o con el cartel de "cerrado para comer".

No quiero decir consciente todo el tiempo por supuesto, sino a menudo; cada vez más, y con lo mejor de mi capacidad. Naturalmente me gusta tener sensaciones agradables, gozar de las experiencias cumbre cuando vienen, quizás incluso elevarme dentro de los reinos místicos. Pero cuando estas experiencias no incluyen experimentar quién está recibiendo tales bondades, entonces son una suerte de lapso dentro de la inconsciencia y (en el mejor de los casos) unas agradables vacaciones del asunto principal de mi vida —a saber, ser realmente consciente. Lo cual significa auto-consciente, y finalmente Auto-consciente.

Tales fueron mis primeras reflexiones al oír hablar de AWARE (conciencia) [el nombre de la revista en la que se publicó originalmente este artículo]. Me recordaba a aquellos pájaros parlanchines en la novela La Isla de Aldous Huxley, que sorprendían a las personas que paseaban por el bosque gritando constantemente la palabra "¡Atención!", influidos seguramente por el budismo. Y en verdad el mensaje que lanzaban es un elemento esencial de dicha religión.

La atención plena, vigilancia, o conciencia constituye el corazón del budismo. No sólo es el sendero que conduce a la iluminación, sino que es la iluminación misma —ese estado que podría ser descrito como plena conciencia.

¿Pero conciencia de qué exactamente?

Obviamente no de cualquier cosa. El objeto o contenido de la conciencia es tan importante como su intensidad o permanencia. ¿Qué monje de túnica amarilla podría estar más atento (o menos distraído) que el tordo que, en este momento, intenta extraer un gusano del césped? ¿Qué hombre santo podría estar tan concentrado como el niño pequeño jugando con su pelota en el jardín? La concentración que evidencian el pájaro y el niño sobre lo que está sucediendo es casi total —al menor mientras dura.

Sin embargo, si bien es cierto que ninguno de ambos está iluminado, no lo es menos que también son muy diferentes de las personas adultas, en el sentido de que nosotros pasamos la mayor parte del tiempo sumidos en la distracción. Por otra parte, ni el pájaro ni el niño son conscientes de sí mismos, ni siquiera de la manera limitada en que solemos ser conscientes de nosotros mismos (El pájaro pasa por alto su presencia, mientras que el sabio percibe su ausencia y, tal como explicamos a continuación, no cabe duda de que sus vidas son muy distintas). Ciertamente, ni el pájaro ni el niño son dignos de ser imitados, aunque sepamos cómo hacerlo.

Pero eso es anticiparse. Procedamos pues, paso a paso definiendo con mayor precisión las tres etapas en el desarrollo de la conciencia, etapas que son tan aplicables a la evolución del conjunto de la humanidad como a la de cada individuo concreto y que, sólo por mera conveniencia, denominarnos: (1) la conciencia primitiva (infrahumana), (2) la (falta de) conciencia humana y (3) la conciencia iluminada (sobrehumana).



La conciencia primitiva (infrahumana)

A los ejemplos del tordo con el gusano y del bebé con la pelota, podemos añadir al gusano mismo (antes de su encuentro fatal con el tordo), olfateando y arrastrando de manera persistente una hoja caída hacia su agujero. (Sin embargo, conseguir lo que pretende con un cuerpo como el suyo es todo un milagro de habilidad y atención. ¡Cualquiera de nosotros tendría que utilizar para ello ambas manos!) ¿Y qué decir de las células del sistema nervioso de esa hábil criatura (todas ellas colaborando inconscientemente con el gusano en la misma delicada tarea de cosechar hojas) y que deben atender además, a su propio trabajo celular de vigilar los mensajes neuronales entrantes y de transmitirlos a la instancia correcta?

De hecho, podemos ir más allá incluso y sugerir que la historia interna de cada una de las células del gusano y, de cada molécula de que constan dichas células — y así sucesivamente hasta arribar a las últimas unidades o bloques constitutivos del mundo "físico"— no son sino conciencia, esto es, conciencia de sus semejantes y de su mundo. ¿Cómo explicar, si no, la precisión, la oportunidad y la adecuación de sus respuestas? Cada "partícula" conoce cuál es su trabajo a la perfección y lo lleva a cabo de manera magistral, es decir, acoge (adviértase la expresión) y se ajusta de manera precisa a la masa, la posición y el movimiento del resto de las partículas en toda circunstancia.

¡Ahora bien, nosotros somos conscientes! Ningún electrón, átomo molécula, célula, pájaro, animal puede colgar el cartel de "cerrado para almorzar" o es acusado de conducir (volar, nadar, reptar o cualquiera sea su medio favorito de locomoción) sin el debido "cuidado y atención". Pero mi mensaje no se dirige a esa abrumadora mayoría de pobladores del universo —seres meticulosos y eficaces que no lo necesitan—, sino que somos nosotros, los delincuentes cósmicos y los cerebros dispersos, quienes más desesperadamente necesitamos esa clase de mensaje. Somos las únicas criaturas distraídas que existen en el universo conocido.



La (falta de) conciencia humana

El desenredo del Ser


Es común que las personas que se encuentran con esta enseñanza tengan miedo de que se produzca una disolución de su identidad. ¿Qué es lo que tememos perder con el reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza? Es cierto que lo que parece definirnos como una persona ―nuestros pensamientos, sentimientos, ideas, nombre y forma― va a desaparecer.

Si realmente tuviéramos miedo de desprendernos de las características individuales de nuestro cuerpo y mente particulares, tendríamos miedo de quedarnos dormidos por la noche. Pero lo hacemos con alegría; ¡incluso lo deseamos! Sin pensarlo ni un momento renunciamos a nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro mundo cuando nos dormimos, y permanecemos sólo como el Ser pacífico ―pura Conciencia― que en esencia somos.

No perdemos nuestro cuerpo y nuestra mente cuando estamos dormidos. Estamos muy felices allí sin ellos. Luego, por la mañana, estamos contentos de "vestirnos" de nuevo con nuestro cuerpo y mente. Primero nos ponemos la mente, luego nos ponemos el cuerpo, y luego el mundo.

Todo el tiempo, debajo del cuerpo/mente/mundo que asumimos, somos siempre este Ser pacífico que está inherentemente desapegado del cuerpo, la mente y el mundo. Lo que en esencia somos no está más apegado a ellos de lo que está la ropa que llevamos. No tenemos que trabajar duro para desprendernos de los pensamientos, sensaciones y percepciones. Acabamos de ver que lo que esencialmente somos ya está desapegado de cualquier objeto en particular.

Así que, ¿por qué tenemos miedo de dejar que una colección de pensamientos, sensaciones y percepciones desaparezcan? ¿Qué pensamos que vamos a perder? La razón por la que tenemos miedo es que hemos depositado nuestra identidad en una colección de objetos ―ideas, conocimiento, la historia y las sensaciones que conocemos como el cuerpo― en algo que va y viene.

Cuando se dice que "hemos depositado nuestra identidad", significa que nuestro Ser esencial de pura Conciencia, o la simple experiencia de ser consciente, se ha mezclado con una colección de pensamientos y sentimientos a tal punto que ya no puede distinguirse de ellos. Al permitir que nuestro Ser se quede enredado con un objeto o una colección de objetos, hemos permitido que nuestra verdadera naturaleza sea encubierta.

Una vez que hemos consentido en limitarnos en el tiempo y el espacio y parecer que nos hemos convertido, como consecuencia, en una entidad temporal y finita, que vive en y como el cuerpo, estamos destinados a experimentar de una manera que es consistente con ese consentimiento, y por tanto estamos destinados a sufrir. La experiencia del sufrimiento es como una bandera roja que nos indica, "Detente, te has confundido a ti mismo con un objeto. Has consentido en limitarte a una mente y un cuerpo".

Desde el punto de vista de la Conciencia, que es el único punto de vista real, no hay encubrimiento de sí misma. Decir que nos hemos dejado enredar con el cuerpo y la mente es una concesión al yo aparentemente separado que cree y siente que es temporal y finito. Así que la declaración es para ese aparente yo que creemos y sentimos que somos.

En la implicación de la frase: "Nos hemos dejado enredar" está la posibilidad de que podríamos no dejarnos, y que podríamos optar por no enredarnos. Se plantea la pregunta: ¿Tiene el "yo" (el yo separado) libre albedrío para elegir si desea o no enredarse con el cuerpo-mente?

sábado, 6 de mayo de 2017

Yo Soy, el Yo Soy (DETERMINACIÓN DIVINA)


ULTIMO VÍDEO QUE HEMOS CREADO, ESPERO QUE OS GUSTE Y OS AYUDE.

DETERMINACIÓN DIVINA.
Una de las mayores y más poderosas Verdades sencillas consiste en saber que una determinación inexorable por cualquier logro específico es la Puerta Abierta a través de la cual fluye la Fortaleza Interna hacia su logro.

En nuestra actual era de actividad, creo que está muy bien que los estudiantes entiendan que lo que siempre los Instructores han denominado “voluntad” no es más que la determinación de aferrarse a la Luz y a la “Presencia Siempre-Sostenedora.




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viernes, 5 de mayo de 2017

¡Ya eres lo que buscas!

Gangaji

Eso que anhelas, eso que añoras, es eso que está siempre presente. Eso es quien tú realmente eres.

Cuando digo tú no me estoy refiriendo a tu cuerpo. Tu cuerpo está dentro de eso. No me estoy refiriendo a tus pensamientos. Tus pensamientos están dentro de eso. No me estoy refiriendo a tus emociones. Tus emociones aparecen y desaparecen dentro de eso. No estoy hablando de tus circunstancias. Las circunstancias también aparecen y desaparecen dentro de eso.

Los cuerpos, los pensamientos, las emociones y las circunstancias cambian. Aparecen y desaparecen. Pueden ser buenos o malos. Pueden ser agradables o desagradables. La verdad de quien tú eres es permanente e inamovible. La gran buena nueva es que, sea como sea que te imagines a ti mismo, puedes reconocer quien verdaderamente eres. Independientemente de la experiencia de ti mismo como un cuerpo o como el pensamiento "yo soy este cuerpo", tú puedes recibir de tu propio ser la transmisión directa de la verdad. Esa transmisión es satsang. El satsang confirma tu verdadera identidad como conciencia pura, libre de todo aquello que es percibido como una limitación.

Cuando se escucha esta buena nueva, cuando realmente se la escucha, se produce una apertura sin medidas. Nadie ha descrito jamás una finalización de la autorrealización. Lo que sí tiene un fin es la preocupación de imaginarte que eres una entidad separada de la conciencia sin límites.

La autorrealización no es algo que pueda ser capturado en palabras. Aunque usaremos palabras, ninguna ha sido capaz de expresar o tocar la gloria del verdadero ser. Yo estoy aquí para indicarte eso, para celebrarlo y para reírme de la endeble excusa de que eso podría realmente ser obstruido por cualquier cosa.

Yo no tengo nada que enseñarles. La autorrealización no tiene nada que ver con aprender. No te estoy pidiendo que recuerdes nada. No te estoy pidiendo que hagas nada o que obtengas nada nuevo. No se necesita nada nuevo. Te estoy pidiendo que te des cuenta de que ya eres eso que quieres. Y estoy simplemente sugiriendo, como mi maestro lo sugirió a mí, y como su maestro se le sugirió a él, que te tomes un instante, una milésima de segundo, para permitir que la actividad de la mente se detenga. En esa milésima de segundo, ¡qué descubrimiento se produce! En esa milésima de segundo recibes la invitación a entregarte a lo que se revela cuando la atención no está centrada en el cuerpo, el pensamiento, la emoción o la circunstancia. ¡Este es un instante de suma importancia! En este instante, el cuerpo desaparece. En este instante de silencio perfecto descubres lo que está permanentemente presente, lo que siempre estuvo aquí, lo que tú eres permanentemente. Este instante de silencio es la invitación al verdadero refugio, al verdadero retiro, a la verdadera paz, independientemente de todo lo que va y viene.

¡Qué instante es este!

Carta a mi ego


Hola mi niño:

Es buen momento para hablar después de tanto tiempo compartiendo la misma casa, viviendo apretujados bajo la piel del mismo cuerpo, merodeando por los laberintos de neuronas y nadando en las arterias y las venas. Es hora de mirarnos a los ojos y llegar a un acuerdo.

Recuerdo que naciste cuando Yo seguramente andaba por los primeros años. Eras travieso y te gustaba hacer maldades, alegre y dicharachero como otros niños del pueblo, aprendiendo desde entonces las leyes de los ciegos: que allá afuera hay un mundo misterioso que nos amenaza y que dentro no hay nada. Tuviste los mejores maestros en los padres y todo el vecindario, el resto de la familia y la escuela donde tanto se desaprende y fuiste creciendo en un campo de temores y dudas que tan eficazmente te enseñó la madre, a las tormentas tropicales, los toros bravos que pastaban en el potrero y hasta meterte en la nariz una semilla de guayaba y que se fuera a los pulmones. Y la muerte desde siempre parapetada en la oscuridad, mostrando su poder, alardeando de que podía acabar en un santiamén con toda la ternura de los abuelos y podía llevarse a su reino de sombras uno por uno a los vecinos mayores.

Desde entonces viviste con esa espada de Damocles pendiendo sobre tu cabeza, luego el ejército y las armas de fuego, el pánico y la muerte rondando tu casa como buitres, expandiéndose lentamente como la noche sobre los tejados. Y el padre de todos los misterios multiplicándose como una criatura macabra: miedo a que tu niña se muriera de un simple resfriado, miedo a casarte y que no fuera con la mujer apropiada, miedo a divorciarte y quedarte solo para siempre sin una mano que te ayudara a atravesar esa frontera hacia donde parece que todos vamos. Miedo a quedarte sin trabajo, miedo a que se rompiera un álabe de la turbina de aquel avión que te ayudó a atravesar el Atlántico.

Tu historia mi niño, es la historia de tus miedos, la historia de tus batallas estériles, de los aparentes triunfos contra la suerte: aquel deseo  ardiente de colgarte un cartel que te diferenciara de otros como universitario, capitán o teniente, padre ejemplar y marido cariñoso. Es la historia de la inconformidad, de vivir atado a ese lastre de que algo no está bien, de que hay que batallar por una quimera que se llama felicidad en una pírrica batalla contra el tiempo, con los ojos perdidos en un espejismo que le llaman futuro, donde paradójicamente te espera esa señora vestida de negro para cortarte el cuello. Y los años pasando como esas personas que toman el metro a la hora pico, con la cabeza gacha y los ojos perdidos nadie sabe dónde, viajando como bólidos del pasado al futuro sin detenerse en la fugaz esperanza del presente.

Entonces te fuiste acostumbrando a que todos te hicieran la guerra, a que te mencionen con reservas, a que digan que eres el culpable de todas las desgracias y tragedias. Pero cómo va a acusarte nadie si te han adiestrado para vivir sufriendo, te han proporcionado todas las herramientas para consumirte en el hielo.

Por eso quería hablar contigo esta tarde, quería decirte que siento mucho haberte tenido olvidado, que siento más que nada el letargo en que los dos hemos estado: Tú pensando que eras Yo, y Yo sin saber que soy libre como un rayo de luz que viaja por El Universo, que vine a conocerte y compartir una experiencia simplemente, que vine como quien quiere estar en unas vacaciones con sus padres. Pero ni por un segundo pienses mi niño eterno que voy a marcharme con las manos vacías de tu casa: me iré con las lecciones aprendidas que me enseñaste, con el coraje que tuviste para amar aún sabiendo que podían hacerte daño, me iré con la dulzura que nunca perdieron tus ojos rodeados incluso de otros egos ignorantes, me iré con la sabiduría de tu paciencia forjada como el acero, con la vibración alta y llena de afectos de ese corazón que se atrevió a desafiar los retos.

Es hora de decirte que no has estado solo nunca, que hemos estado espirando el mismo aire, abrazados tan fuertemente que pensábamos que éramos uno, para poder vivir las mismas

Quien no conoce la adversidad no es consciente de su fortaleza


Nadie desea encontrar obstáculos en sus proyectos, sufrir pérdidas o tener que lidiar con la adversidad. Todas estas situaciones están rodeadas de un halo negativo, sobre todo porque en nuestra sociedad nos hemos acostumbrado a polarizar las experiencias, catalogándolas como positivas y, por tanto, deseables y otras como negativas y, por ende, indeseables.

Sin embargo, la filosofía taoísta de la vida nos enseña que lo “positivo” y lo “negativo” se conjugan en todas las situaciones y que tan malo es un exceso de negatividad como un exceso de positividad. Para lograr una vida más equilibrada, es conveniente aprender a ver lo positivo en lo negativo, comprender la enseñanza detrás del fracaso y centrarnos en cómo recuperarnos después de una caída.

Solo la adversidad te permite descubrir tu verdadera fuerza

“Los golpes de la adversidad son amargos, pero nunca son estériles”, dijo el filósofo francés Ernest Renan. Cuando tenemos que enfrentarnos a situaciones que nos sacan de nuestra zona de confort, cuando dejamos de nadar en aguas tranquilas y nos vemos obligados a enfrentar la furia de la marea, tenemos que activar nuestros recursos psicológicos para sobrevivir. En ese momento de lucha interna se puede producir un cambio psicológico, un aprendizaje que nos convierte en personas más resilientes.

De hecho, una persona que no conoce la adversidad no se conoce completamente a sí misma, no sabe cuáles son sus límites y no ha puesto a prueba su fuerza. Por eso, podemos comprender la adversidad como una especie de telescopio que, en vez de dirigir hacia afuera, debemos enfocar hacia nuestro interior. De esta manera, cuando salgamos de esa situación, no volveremos a ver la vida de la misma manera y nosotros mismos habremos cambiado, habremos enriquecido nuestra “caja de herramientas psicológicas”.

Por eso, podemos comprender la adversidad como una prueba de autoconocimiento. Una vez que la marea se calme y reflexionemos, nos daremos cuenta de que somos un poco más fuertes, un poco más maduros y un poco más sabios.

La resiliencia es como un músculo que se pone a prueba en la adversidad

La resiliencia es la capacidad para salir fortalecidos de una situación. No se trata simplemente de pasar el mal trago y seguir como siempre sino de desarrollar nuevos recursos con los que no contábamos para proyectarnos hacia el futuro y lidiar mejor con los nuevos problemas que se presentarán.

En este sentido, un estudio llevado a cabo en el Royal Mardesen Hospital de Sutton y el King’s College Hospital de Londres es particularmente esclarecedor. Estos psicólogos se preguntaron si la forma de lidiar con la enfermedad puede influir en su curso.

Identificaron las cinco reacciones más comunes ante el diagnóstico de un cáncer: fatalismo, desesperación/impotencia, preocupación ansiosa, negación y espíritu combativo. Descubrieron que, cuando las condiciones clínicas iniciales eran similares, quienes enfrentaban la enfermedad con espíritu combativo y se mostraban resilientes tenían mejor pronóstico.

No obstante, lo más interesante fue que quienes habían sufrido grandes traumas en el pasado y los habían superado con sus propias fuerzas, tenían más probabilidades de enfrentar con éxito los nuevos problemas y encontrar las herramientas necesarias para solucionarlos porque tenían más confianza en sus capacidades.

Esto nos indica que la resiliencia es como un músculo que se entrena y fortalece en la adversidad. Si ya hemos pasado por situaciones complicadas y hemos salido de ellas, cuando la adversidad vuelva a mostrar su cara, tendremos más confianza en nuestra capacidad para enfrentar el vendaval.

De hecho, otro estudio realizado en el Boston College indica que las personas resilientes son capaces de experimentar emociones positivas incluso en medio de situaciones estresantes. Así logran disminuir su nivel de activación fisiológico y reencontrar rápidamente un nuevo equilibrio.

En las personas resilientes algunos circuitos cerebrales también funcionan de manera diferente, en especial la ínsula anterior, una zona que se encarga de producir un contexto emocionalmente relevante para las situaciones que vivimos y que está vinculada con emociones básicas como el dolor, el miedo y el odio. Esto significa que en las personas resilientes la ínsula solo se activa ante estímulos que son realmente negativos, lo cual les permite “preservar” sus recursos psicológicos y evitan estresarse inútilmente.

La adversidad solo cobra sentido cuando conduce al aprendizaje y el crecimiento

jueves, 4 de mayo de 2017

¿Qué es la Consciencia de Cristo?


La Consciencia de Cristo es un término de uso frecuente y se define de varias maneras en el discurso espiritual. Aquí hay varios matices de su significado por diez escritores que son bien conocidos para sus diversos públicos.

El hindú Sri Swami Krishnananda dice que la Consciencia de Cristo no es la personalidad de Jesús, sino la realización de Dios de Jesús. (1)

El místico y psíquico norteamericano Edgar Cayce vio la Consciencia de Cristo como el patrón establecido por el ejemplo de vida de Jesús. (2)

El autor y consejero Robert Burney dice: "La Consciencia de Cristo es consciencia cósmica, un canal directo al rango de frecuencia de vibración superior dentro de la Ilusión. Ese rango superior implica la consciencia de la Gloria de Unidad. (3)

El autor cristiano conservador John Piper dice "la Consciencia de Cristo es la Consciencia de Dios." (4)

El místico y autor Joel S. Goldsmith dice que la Consciencia de Cristo es nuestra verdadera identidad como hijo de Dios. (5)

El famoso yogui indio y gurú Paramahansa Yogananda dice: "En su pequeño cuerpo humano llamado Jesús nació la gran Consciencia de Cristo, la inteligencia omnisciente de Dios omnipresente en cada parte y partícula de la creación." (6)

Deepak Chopra dice: "El sello distintivo de la Consciencia Cósmica es la permanencia de la experiencia del ser esencial de uno mismo, la conciencia (*) pura más allá de cualquier estado cambiante de consciencia: como la vigilia, el sueño o el sueño profundo. Esto incluye, obviamente, cualquier experiencia de los sentidos... Es esa esencia divina que es una con la Consciencia de Cristo, la misma esencia que todos compartimos..." (7)

Matthew Fox dice: "El Cristo Cósmico es el "yo soy" en toda criatura." (8)

Eckhart Tolle dice: "Los místicos de la época de Jesús creían que Cristo era una manera de describir la unión con Dios, o consciencia, dentro del hombre Jesús. Muchos teólogos cristianos han hablado de la Consciencia de Cristo como la conciencia de la verdadera esencia." (9)

El místico Jim Marion y autor del libro pionero Putting on the Mind of Christ dice: "La Consciencia de Cristo es el término cristiano para la consciencia causal. En este nivel el cristiano se identifica con su verdadero Yo Crístico, que se ve como una unión espiritual con Dios el Creador". (10)

Cada una de estos matices ofrecen maravillosas facetas de una realidad más amplia descrita en el Nuevo Testamento y en el Evangelio de Tomás. La Consciencia de Cristo es todo esto y más en la reflexión bíblica y teológica.


¿Quién es Cristo?

El origen y el significado de la Consciencia de Cristo depende del significado de "Cristo". En el antiguo griego Christos significaba simplemente "ungido". En el judaísmo llegó a significar el Mesías, el Ungido por el Espíritu a quien el pueblo de Israel estaba esperando para traer la Liberación. Luego se convirtió en un título que se aplica a Jesús en los Evangelios. Después de la resurrección la palabra Cristo dejó de ser comprendida como el Mesías y evolucionó a una dimensión más cósmica considerada en los siguientes magníficos pasajes del Nuevo Testamento:

"En el principio era la Palabra y la Palabra estaba con Dios y la palabra era Dios. Todas las cosas fueron creadas por medio de la Palabra. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. Y la Palabra se hizo carne". (Juan 1: 1-4, llamando a Cristo la "Palabra".)

"Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación. Porque en Cristo fueron creadas todas las cosas del cielo y la tierra: las cosas visibles e invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados o potestades; todas las cosas fueron creadas por Cristo y para Cristo. Cristo es antes de todas las cosas, y en Cristo todas las cosas subsisten... Porque en Cristo mora toda la Plenitud de Dios". (Colosenses 1:16-19)

"...reunir en Cristo todas las cosas, las del cielo y las de la tierra". Cristo "hace todas las cosas" y es "el que llena todo en todo" y "asciende y desciende del cielo para llenar todas las cosas". (Efesios 1:10, 23, 04:10)

La frase "todas las cosas" (τὰ πάντα) en estos pasajes es una frase casi técnica en la lengua griega de la antigüedad que significa toda la realidad.

Jesús, hablando como el Cristo en el Evangelio de Tomás, dice: "Yo soy la luz que está sobre todas las cosas. Yo soy todo. De mí surge todo, y a mí todo llega. Corta un trozo de madera, allí estoy yo. Levanta la piedra y ahí me encontrarás." (Evangelio de Tomás, refrán 77)

Cristo es el símbolo cristiano para toda la realidad.
Podemos resumir el amplio significado de Cristo de estos y otros textos diciendo que Cristo es el símbolo cristiano para toda la realidad. Estoy en deuda con Raimon Panikkar no sólo por esta definición integralmente orientada sino más por la forma siguiente de enmarcar la palabra Cristo. (11)

Aquí están seis observaciones acerca de Cristo como símbolo cristiano para toda la realidad:

Toda la realidad está compuesta de las polaridades de (a) la realidad espiritual o divina, (b) la realidad humana o consciencia, y (c) la realidad material o cósmica.

Además, como símbolo cristiano de toda la realidad, Cristo es toda la realidad en completa unidad. Los reinos de la realidad divina, la consciencia humana, y el universo material existen sin separación dentro y entre sí. Cristo es Dios, la consciencia y el cosmos reunidos en unión mística, unidos sin ninguna separación.

El cristiano reconoce a Cristo en y a través de Jesús. Jesús era una viva demostración audio-visual de esta unidad de toda la realidad en la historia. En Jesús lo humano y lo divino, lo finito y lo infinito se encuentran. Lo material y lo espiritual, el tiempo y la eternidad no están separados. Jesús reduce a cero la distancia entre el cielo y la tierra, Dios y la humanidad, lo material y lo espiritual. Él hace todo esto sin perder la polaridad de ninguno de estos que es la esencia de la no-dualidad.

Cristo, cuando es conectado al Jesús histórico por los cristianos, trasciende a Jesús. Hay una tendencia entre los Cristianos y otros de usar las palabras Jesús y Cristo indistintamente. Reconociendo la polaridad entre Cristo y Jesús nos permite reconocer a Jesús como plena y personalmente presente con nosotros ahora como lo fue para los primeros cristianos cuando él caminó sobre la tierra en un cuerpo físico y después de su muerte cuando regresó a ellos en un cuerpo espiritual. Esto también permite que el símbolo de Cristo se expanda completamente a su unión mística de trascendencia e inmanencia en las realidades divina, humana y material.

Cada comprensión de Cristo está moldeada por la cultura. Cristo siempre es una co-creación de la realidad y nuestra interpretación de la misma. Esto significa que en medio de las similitudes habrá diferencias únicas e importantes expresadas en diversas culturas, tiempos y la experiencia individual. Los cristianos no tienen el monopolio de Jesús aun cuando, según Juan 1, él ilumina a toda persona. Y los cristianos progresistas no insisten en que todo el mundo utilice su terminología o comprensión.

Esta comprensión de Cristo ha sido insinuada por los místicos, tanto cristianos como de otras tradiciones. San Buenaventura, creyendo que Cristo tiene algo en común con todas las criaturas escribe: "Con la piedra él comparte existencia; con las plantas él comparte vida; con los animales él comparte sensaciones; y con los ángeles él comparte inteligencia. Así, todas las cosas son transformadas en Cristo ya que en su naturaleza humana él contiene algo de cada criatura en sí mismo cuando es transfigurado." (12)

El místico y sufí, Ibn al Arabi dijo:

CÓMO UTILIZAR LOS SUEÑOS LÚCIDOS PARA DISOLVER EL EGO


LOS SUEÑOS LÚCIDOS PUEDEN USARSE PARA DISOLVER EL EGO Y LA SEPARACIÓN Y FAMILIARIZARSE CON LA IDEA DE QUE LA VIGILIA ES TAMBIÉN UN SUEÑO

Hace unos meses publicamos una nota sobre un experimento muy específico que los soñadores lúcidos pueden hacer, el cual fue sugerido por el maestro budista Alan Wallace, para probar que existe cierta conciencia incluso en el sueño profundo e investigar la naturaleza de la mente. 

Ahora compartimos aquí una práctica, que se deriva de un sueño lúcido del mismo Wallace, con la cual podemos aprender a disolver la percepción egocéntrica del mundo y empezar a experimentar la realidad como una manifestación del poder creativo de la mente que trasciende toda fijación o límite (una conciencia que fluye sin un yo).

Durante una participación en un panel sobre sueños lúcidos (que incluía al doctor Stephen LaBerge, una eminencia en el tema), Alan Wallace contó un sueño, uno de sus primeros sueños lúcidos. Dice que estaba en un comedor de los 50 cuando cobró lucidez, y con el sentimiento de euforia que caracteriza el entrar en el estado de lucidez, saber que estamos soñando, se acercó a cada uno de los comensales y les anunció que era un sueño, que estaban en su sueño. 

Pero estas personas, que existían en el espacio de su mente, "en mi propio holodeck" (la referencia es a Star Trek), no se interesaban por saber esto, seguían involucrados con sus hamburguesas y bebidas. "Eso me sorprendió mucho, pensé 'este es mi sueño. ¿No sabes que este es mi sueño?'... Estos individuos que conformaban la 'sociedad de mi mente', aunque yo estaba lúcido, actuaban de maneras impredecibles".



Wallace señala que "en un sueño no lúcido, las personas parecen radicalmente otras", nos atraen, nos atemorizan, etc., pese a que todos surgen de nuestra mente. Pero incluso en un sueño lúcido este efecto de otredad y separación se puede mantener:

miércoles, 3 de mayo de 2017

Un medio de conocimiento de Sí mismo


Hay un mundo de diferencia entre las creencias, suposiciones, conclusiones, evaluaciones y juicios que surgen de la ignorancia de sí mismo y el discernimiento que surge de la facultad de la discriminación. Lo que pensamos y experimentamos que somos nosotros mismos y lo que pensamos y experimentamos que son los objetos se deriva de la ignorancia de sí mismo. El discernimiento es la discriminación que surge cuando nos damos cuenta de la verdad de quién y qué somos realmente. A la luz de esta verdad la naturaleza de los objetos se hace evidente. El discernimiento no viene de nuestras creencias, suposiciones, conclusiones, evaluaciones y juicios. Viene de conocer claramente la diferencia entre lo que es cambiante y lo que es inmutable, entre lo que va y viene y lo que siempre está presente – eso en lo que aparecen las idas y venidas de la vida.

Debido a que el discernimiento que recomienda el Vedanta como medio de iluminación se articula con palabras, es fácil concluir que el Vedanta no es más que una disciplina intelectual y es, por tanto, inútil como medio de iluminación. Esta confusión se basa en el hecho de que el lenguaje puede expresar tanto la ignorancia de lo que somos como la verdad de lo que somos. El lenguaje se utiliza generalmente para expresar nuestra experiencia desinformada de los objetos. Pero no va a expresar la realidad de los objetos si quien utiliza las palabras no entiende la insustancialidad y transparencia de los objetos. Sin embargo, alguien que conoce la verdad puede expresar con palabras la realidad de los objetos y la naturaleza de la conciencia en la que tiene lugar la experiencia de los objetos.

Porque el lenguaje sirva principalmente a la ignorancia no es una buena razón para confundir la ignorancia con el lenguaje y descartar a ambos. La verdad puede tomar la forma de las palabras. Es cierto que lo que normalmente pensamos y decimos no son fieles a la naturaleza de nuestra experiencia, pero porque un martillo pueda usarse para matar no significa que no tenga otros usos. El pensamiento y el lenguaje no tiene por qué ser un problema en el camino hacia la iluminación a menos que nazcan de la ignorancia de la naturaleza de la realidad. El pensamiento y el lenguaje que surgen a partir del conocimiento de la realidad se convierten en un medio de iluminación.

El Vedanta es único en que la verdad vive en las palabras como comprensión activa del maestro. Su revelación puede discernirse por cualquier persona que escuche con una mente abierta, una mente desprovista de creencias, suposiciones, conclusiones, evaluaciones y juicios. Cuando la exposición de la verdad ocurre, la comprensión en el maestro se vuelve al mismo tiempo activa en el estudiante. Cuando esto ocurre, el estudiante descubre que él mismo o ella misma es la verdad. El estudiante no hace otra cosa que exponer su mente a la comprensión viva del maestro. Si el maestro está transfiriendo información, repitiendo la doctrina o exhortando al buscador a que se dedique a la práctica espiritual no tendrá lugar ninguna transformación.

La exposición a la verdad de lo que ya es nos hace libres, no el maestro, la enseñanza o el estudiante; estos son simplemente los medios. Cuando la verdad se hace evidente, al mismo tiempo se vuelve activa en nuestra vida diaria como una forma de pensar, sentir y actuar. Se manifiesta como una forma de ser que no es del mundo, sino muy del interior.

No es que tengamos la vida diaria por un lado y la verdad por el otro. Las nociones de una libertad espiritual separada de la vida diaria son ilusorias y se basan en el auto-engaño. Nuestra vida cotidiana revela claramente si estamos viviendo desde la ignorancia o si estamos viviendo desde el Sí mismo. Vivir desde el Sí mismo es cualitativamente diferente de vivir desde la ignorancia. En primer lugar, no está determinado por el miedo, el odio y el deseo. En un examen honesto de nuestra vida cotidiana, se encontrará que estos tres factores normalmente nos motivan. No son unos motivadores adecuados porque son causados por la ignorancia de nuestra verdadera naturaleza. Son la fuerza dinámica de la que surge la vida humana cotidiana con toda su estupidez, violencia y espejismos de bondad.

Nuestra mente personal, que consiste en todas nuestras creencias, suposiciones, conclusiones, evaluaciones y juicios, nunca puede convertirse en un medio de conocimiento de la verdad de lo que realmente somos. Este tipo de pensamiento se basa en la interpretación inadecuada de las experiencias generadas por ignorancia del Sí mismo. Lo mismo vale para los sentidos. Los sentidos sólo nos informan de la aparición de las cosas. Al igual que la mente son medios inadecuados de conocimiento de Sí mismo.

Los sentimientos o emociones pueden ser útiles para informarnos de cómo se sienten los demás y nos empujan a hacer lo que sea necesario para enfrentarnos a situaciones existenciales desagradables. Pero cuando están basados en la ignorancia y lo personal y no están relacionados con hechos objetivos, nos impulsan a actuar de manera destructiva y destruyen la claridad mental que necesitamos para vivir felizmente. No dejan lugar al desapasionamiento, un medio necesario para la indagación de Sí mismo. Pero ya sean útiles o inútiles, nunca pueden ser un medio adecuado de conocimiento de Sí mismo. La creencia de "si no puedo sentirlo, no es verdad" no es cierta porque la conciencia, el Sí mismo, nunca es un objeto de sensación.

Nuestra estructura psicológica puede subsistir sin hacer referencia al conocimiento de Sí mismo. Las acciones procedentes de nuestros pensamientos, sentimientos o sentidos no nos van a llevar al conocimiento de Sí mismo. Todos estos esfuerzos son inútiles. Por lo tanto tenemos que exponernos a un medio de conocimiento que trascienda nuestra psicología y sin embargo nos lleve a la comprensión de nuestra identidad como conciencia.

¿Qué conciencia?

La felicidad que surge del interior es alegría


La alegría surge desde lo más profundo de nuestro corazón. Nos aporta tranquilidad, bienestar y amor. Hoy en día parece que una de nuestras obligaciones es ser feliz. La falsa alegría, que muchas veces utilizamos en forma de maquillaje, nos empuja hacia el malestar y la contención emocional excesiva, además de bloquear la verdadera felicidad. Entonces… ¿cómo conectar de manera genuina con esta emoción?

La alegría es una emoción básica

La alegría es una emoción básica, y al igual que el resto de emociones, posee una función adaptativa. Nos invita a sonreír, a curiosear y a explorar nuestro entorno. Estar contentos nos produce una sensación de expansión en el pecho. Así, es posible que la propia activación fisiológica asociada refuerce la sensación de estar sonriendo y compartiendo la alegría con los demás.


En esta emoción a nivel corporal, intervienen músculos concretos que de forma automática se activan cuando estamos contentos. La alegría favorece el equilibrio entre mente y cuerpo y nos permite recuperarnos del estrés de nuestra vida diaria. Es una emoción expansiva que nos empuja a elevar el tono de voz, además de hacernos sentir físicamente más ligeros. Casi tanto como las nubes.



 La alegría se expresa en el cuerpo

Esta emoción se manifiesta por todo el cuerpo, pero especialmente en la zona de la cara, con la apertura de los ojos y de la boca, dibujando una sonrisa que puede llegar a ser carcajada. También se expanden los músculos del pecho, la garganta y las cuerdas vocales: cambios que potencian nuestro bienestar.

Los investigadores Ekman y Friesen distinguen 3 tipos de alegría diferentes. La alegría auténtica o sentida que surge de forma natural y espontánea; la falsa alegría, donde no se corresponde la expresión con el sentimiento; y finalmente la alegría cínica donde se manipula la expresión de alegría para tapar otra emoción como puede ser la tristeza, el miedo o el enfado.

La alegría no es decir que todo está bien

Existe un consenso social. A la hora de responder a determinadas preguntas (“¿Cómo estás?”, “¿Cómo te va?”) solemos utilizar una única palabra “bien”, cuando en realidad muchas veces no es así. Parece que hay una obligación de estar felices constantemente, o al menos de mantenernos a salvo de dar explicaciones. Nos cuesta mucho construir un relato cuando las emociones que nos invaden son el enfado, la tristeza o el miedo.



Enfriar las emociones que podemos interpretar como negativas con el distanciamiento y la disociación genera una manera de relacionarnos con las emociones que también afecta a las emociones positivas. Piensa que expresando las emociones que nos resultan desagradables nos mostramos vulnerables y que esa vulnerabilidad, en el caso de ser reconfortada, es en sí misma una fuente de alegría.

Tampoco se trata de forzar la emoción como si fuera un traje que en ese momento nos queda pequeño. De hecho, forzar la emoción puede hacernos sentir todavía más tristes al incrementar la sensación de sentirnos incomprendidos. Nos ponemos una máscara, pero al mismo tiempo podemos llegar a sentir rabia porque “el mundo” no es capaz de ver a través de esa máscara.

Claves para identificar la auténtica alegría

¿Cómo ayuda la emoción de alegría a nuestra vida? Aquí doy algunas claves para identificarla y así poder empezar a ponerla en práctica.

Mantiene el equilibrio y el bienestar interno: el bienestar psicológico puede estar relacionado con emociones de alegría y sentimientos de felicidad.

Ocurre espontáneamente: no es un sentimiento forzado ni planificado, sino que surge de manera natural y no controlada.

Empuja a querer compartir con los demás y a la cohesión social: es un nexo de unión entre las personas, ayudando a crear nuevas relaciones y fomentando la unión social.
Proporciona paz interna: aumenta la autoestima y la autoconfianza de cada uno fomentando sentimientos y pensamientos positivos.

Es una energía que está en movimiento: si la energía está estancada no es posible que sintamos ninguna emoción placentera, por tanto la auténtica alegría viene y se va dando paso a otras emociones que necesitan ser expresadas (miedo, enfado, tristeza, tranquilidad..).

Permite emprender nuevos proyectos: facilita la energía para encaminarnos hacia nuestros objetivos.
Permite entrar en contacto con emociones placenteras: a menudo. gastamos más tiempo tiempo quejándonos, de lo que no tenemos, en vez de valorar lo que nos da la vida.


Cómo conectar con tu felicidad propia

La alegría surge de dentro, no tiene nada que ver con el exterior. Rara vez la causan los demás, sino que está plenamente relacionada con nuestros pensamientos y emociones internas. La felicidad está relacionada con “el darse cuenta” y la consciencia que le dedicamos a las pequeñas cosas, no con nuestro carácter exclusivamente.