Jeff Foster |
Tenemos el secreto del despertar espiritual justo delante de nosotros mismos pero somos incapaces de verlo porque estamos buscándolo. Siempre está sucediendo pero, como estamos tan perdidos en el juego de la búsqueda ―en esa búsqueda de algoademás de lo que está sucediendo en este momento―, se nos escapa, puede que incluso durante toda la vida.
Hoy vamos a hablar de la posibilidad de que nuncahayas estado desligado de la vida, de Esto, de lo que estás buscando. La Unidad es lo único que ha existido y existe, siempre y desde siempre. Esa Unidad está ahora mismo presente: ¡está presente estés donde estés, no sólo en esta sala! Paraver Esto no es necesario esperar: no es algo que vayas a ver al final de un largo camino espiritual. Tampoco es algo que vayas a “conseguir”. Es todo lo que existe: cómo no va a serlo si la Unidad es lo único que existe; de lo contrario, no sería Unidad.
Este mensaje no consiste en desprenderse de nada. Tampoco consiste en enseñar prácticas espirituales, ni siquiera consiste en abandonar la búsqueda. Abandonar la búsqueda al final se convierte en una meta más. Si fuera tan fácil, hace tiempo que lo habríamos hecho. Si buscar o sufrir dependiese de nosotros, optaríamos por no buscar, por no sufrir. Me refiero a que tú no eres quien hace las cosas. Tú no eres el que está buscando, tú no eres el que está sufriendo. En este instante y desde siempre (éste es e secreto que constituye la esencia de todas las religiones y de todas las enseñanzas espirituales), la vida se está viviendo a sí misma. Hágase tu voluntad y no la mía: en este instante y desde siempre, la Unidad hace todo, y tú no eres más que un personaje de una película divina. Puedes llamarlo Unidad, Dios, Espíritu o Energía… Si no quieres, no lo etiquetes pero la Unidad es lo que permite que todo exista: al mismo tiempo, no está desligada de lo que existe como no está desligada de ti.
Podemos comprobarlo ahora mismo: la respiración se produce por sí sola sin que hagas nada al respecto. Los ruidos que hay en la sala se van sucediendo, pero no eres tú quien los oye sino la mente, que aparece y declara: “¡Yo soy quien hace eso! ¡Yo soy quien escucha! ¡Yo soy quien ve! ¡Yo, yo, yo!”. El espejismo del “yo” se encuentra siempre presente en lo más profundo de la vida pero, al analizarlo detenidamente, se ve que no existe. Si has hecho meditación alguna vez, te sonará lo que estoy diciendo. Al observarlo con más detenimiento, uno se encuentra con pensamientos que surgen en el momento presente; uno se encuentra con sonidos, olores y sentimientos que surgen en el momento presente, pero no hay ningún sujeto ahí dentro que sea responsable de todo eso que, simplemente, está sucediendo. Todo es un juego espontáneo sin nadie en el puesto de control: todo sucede sin ningún esfuerzo. Es energía que danza: un maravilloso y evanescente espectáculo de luz y sonido que no surge para alguien sino que sucede para nadie.
La Unidad adopta mil formas distintas: ahora mismo, está adoptando la forma de un grupo de personas sentadas en una sala, que escuchan a otra persona que está hablando. Ése es el sueño, ése es el cuento: hay un grupo de personas sentadas en una sala, que escuchan a alguien que les habla. Lo que ocurre es que todo lo que sucede es Unidad y, cuando esto se ve con absoluta claridad, se desvanece la búsqueda de cualquier otra cosa por el simple motivo de que ya no hace falta: porque se ve que lo que existe es todo lo que hay. Sencillamente, no hay posibilidad alguna de que haya otra cosa y, entonces, se ve que la búsqueda es la que ha convertido eso en un problema. La búsqueda de lo extraordinario mantiene que esto es demasiado corriente. Sin embargo, cuando esa necesidad de búsqueda se desvanece, se ve que todo esto es, de por sí, totalmente extraordinario. Al mismo tiempo, es tan increíblemente corriente que la mente se queda perpleja y piensa: “¡Es imposible que sea esto, es demasiado vulgar!”. Esto destruye todas las ideas que la mente se ha forjado sobre el despertar.
La vida no nos exige nada: ése es su gran regalo. Tan sólo se presenta ahora con esta forma y, después, con esta otra y con ésta… ¡Y no hay manera de saber qué sucederá a continuación! Siempre estamos en el núcleo de la vida, de lo desconocido, de lo nonato, de lo imperecedero.
Este mensaje puede suponer todo un reto para esa mente que quiere aferrarse a sus creencias, para esa mente que quiere hacer cosas, porque este mensaje no le va a dar nada que hacer a la mente. Con ello tampoco estamos diciendo que debamos interrumpir nada de lo que estemos haciendo. Lo que sucede es que no tenemos alternativas. De hecho, el secreto consiste en que la actividad ya se está produciendo: se hace por sí sola. Todo esto es un juego de la Unidad que tú no controlas. Por eso, ya puedes estar aquí sentado o paseando por el parque, meditando o practicando auto-indagación, en cualquier caso, no eres tú quien hace todo eso. Ahora mismo, y desde siempre, es la Unidad la que juega a todo esto y tú no eres más que un pensamiento que brota en el presente. Ahora mismo, y desde siempre, todo esto se hace por sí solo. Lo que debe hacerse se hace por sí solo: “No mi voluntad sino la Tuya”. La Unidad está plena de por sí y lo que hagas o dejes de hacer no va a añadirle o a sustraerle nada a esa plenitud.
Ahora mismo está el latido del corazón, algunos pensamientos que surgen, los sonidos que surgen. No somos más que recién nacidos, ni más ni menos. Es lo que siempre hemos sido.
Es permanente. Lo más bonito de Esto es que no se puede poseer… pero tampoco se puede perder. Todo lo que se consigue se puede perder: sin embargo, como Esto no se puede poseer, no se puede perder. No se puede captar. Lo maravilloso de todo esto es que este amor incondicional permite incluso que continúe ese esfuerzo por captar esto, mientras dure y hasta que deje de durar. Ese esfuerzo por captar y por buscar esto se despliega por sí solo hasta que la mente acaba por agotarse y se sume en el descanso. Entonces, se ve con absoluta claridad: es Esto, aunque no puede comprenderse intelectualmente, sólo se puede ver con claridad y evidencia.