viernes, 16 de septiembre de 2016

El secreto del cambio es enfocar la energía hacia lo nuevo


Te atreves a mirar a tus sueños en lugar de a tu pasado? Esa es la pregunta que es preciso que contestes si deseas realizar un cambio en tu vida y enfocar toda tu energía hacia lo nuevo, en lugar de desperdiciarla en mirar hacia el pasado.
A lo largo de nuestra existencia vivimos muchos cambios, algunos repentinos, otros más lentos y predecibles, algunos dolorosos y otros divertidos. Esos cambios también significan transformaciones personales a las que a veces nos resistimos por miedo, pero que es necesario vivir para aprender y superarnos.

El cambio y la regla de la triple “A”

Uno de los aspectos que más nos puede afectar con respecto a un cambio es perder el foco en nuestro objetivo, en lo nuevo que nos espera y distraernos con otros muchos detalles o aspectos que no son tan importantes como el sueño que deseamos alcanzar.


Mujer caminando descalza
Por ejemplo, si deseas cambiar de trabajo y estás decidido a ello, tu intuición pude echarte una mano, fíjate en lo que deseas realmente hacer, sin perder el foco por lo que te digan los demás o por lo que otras personas piensan sobre lo que debes hacer para ser feliz.¿Quién mejor que tú conoce lo que te hace feliz?
Para gestionar el cambio y enfocarnos correctamente podemos utilizar la regla de la triple “A”:

Aceptación de emociones

Tememos a los cambios porque habitualmente nos empujan a salir de nuestra zona de confort. La incertidumbre y lo desconocido nos dan miedo porque es imposible saber qué va a pasar, porque en las situaciones nuevas controlamos menos variables. Por ese motivo, el primer paso para superar el cambio con éxito es gestionar nuestras emociones, sobre todo el miedo, y aceptarlas.


El miedo no debe ser un motivo para paralizarnos y no hacer nada, sino para estimularnos a actuar, a tener curiosidad y a ser proactivos. El miedo es una respuesta natural ante lo desconocido, pero no debemos permitir que nos domine.

Adaptación

Para adaptarnos a los cambios y enfocarnos en lo nuevo que traen con ellos es necesario que nos conozcamos a nosotros mismos. Es decir, que realicemos una labor de introspección para identificar nuestros defectos y nuestras virtudes, de manera que podamos minimizar los primeros y potenciar los segundos.
cambio
El conocimiento de nosotros mismos nos va a permitir adaptarnos mejor al cambio, saberen qué aspectos podemos necesitar ayuda y en qué otros aspectos aprovecharemos al máximo nuestras habilidades y conocimientos. Quizás una buena idea pase por cuestionarcreencias que tenemos arraigadas y sustituirlas por otras más positivas.

Anticipación

Una vez que conocemos nuestras emociones y cómo gestionarlas, y que sabemos cuáles son las habilidades que tenemos y que son útiles para el cambio , ha llegado el momento de empezar a actuar. Es la hora de ponernos en marca y de comenzar a invertir energía activa en post de nuestro objetivo.


Gestionar el cambio va a suponer que nos tengamos que anticipar, ver qué puede ocurrir y plantearnos diversas formas de actuar. De esa manera nos sentiremos más seguros y tendremos más auto-confianza, ya que se reducirán los imprevistos.

Aprende a enfocarte mejor

EL CAMINO DEL CORAZÓN


Una propuesta atrevida para el buscador del siglo XXI

Hablemos de la evolución de la conciencia:

En estos tiempos el viaje hacia la libertad de pensamiento y la independencia de criterio es largo y accidentado y hay que mantener una firme constancia pues da la impresión de aunque nunca hemos tenido tantas oportunidades y posibilidades a nuestro alcance, muchas de las cosas que nos rodean están encaminadas a distraernos, a ponernos obstáculos que no facilitan el auto-conocimiento, el mirar hacia dentro, pues en definitiva todo proceso de crecimiento se apoya en una máxima que ya conocían los antiguos griegos: Conócete a ti mismo y conocerás el Universo. Ese ha sido el lema que han enarbolado distintas filosofías y escuelas de conocimiento a través de los tiempos.

El camino a recorrer ha sido variopinto y los métodos propuestos también, adaptándose en cada época histórica a las circunstancias del momento, de tal manera que hasta nuestros días el buscador de desarrollo espiritual, de crecimiento personal, de auto-conocimiento, siempre ha tenido a su alcance una vía –a veces dentro de la ortodoxia y otras fuera de ella- que le facilitara el dar pasos en pos de su propia evolución
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En las últimas décadas del siglo XX se exploraron nuevos territorios de la conciencia apoyándose en el desarrollo mental. A medida que la persona conocía y ampliaba sus capacidades mentales estaba en mejor disposición para hacer un buen uso de esa herramienta indiscutible para su evolución. Así los distintos aspectos de la mente fueron estudiados, experimentados y analizados; las características de cada hemisferio cerebral, las distintas “inteligencias” de las que podíamos hablar, las técnicas de modificación de la conducta… y así un largo recorrido hasta llegar a la última etapa en la que se desarrolló un último aspecto de la mente hasta entonces no explorado: el mundo emocional.



También ahí surgieron terapias, técnicas, experiencias, metodologías… que conformaron un buen bagaje de utilidades para los buscadores. Hoy, podemos decir, que hemos aprendido a manejar nuestra mente y a gestionar sus potencialidades de manera efectiva aplicando las distintas técnicas en las que ha intervenido no sólo la psicología sino también otras disciplinas que han aportado sus conocimientos: la sociología, la pedagogía, la medicina (sobre todo en algunas de sus ramas como la neurología, la biología, la genética, etc.), la física relativista, la mecánica cuántica, leyes como la ley de la coherencia, teorías como el cerebro holográfico, el universo plegado y desplegado, los postulados sobre la incertidumbre, la resonancia mórfica, la visión sistémica de la realidad… y muchos más.

Parece claro, que la dirección de búsqueda no es hacia el exterior sino hacia el interior de uno mismo, que las respuestas, las referencias, las “certezas profundas” hay que buscarlas dentro de cada ser humano.

No obstante, la complejidad en la que hoy nos movemos no puede manejarse simplemente con unos “parámetros mentales”, el ser humano que arranca con el siglo XXI se encuentra con situaciones que no pueden ser manejadas desde los viejos paradigmas por muy refinados y sofisticados que sean los procesos que nos marcan. Hoy el reto es de tal calibre que sólo un salto cuántico en la percepción de la conciencia permitirá al ser humano sobrevivir a los cambios, de toda índole, que se avecinan.

Hay que reconocer que nos ha costado esfuerzo y trabajo llegar donde estamos y eso nos ha creado una estructura de pensamiento en la que nuestra mente desecha generalmente los caminos sencillos, por creer que es imposible que algo valioso se encuentre al final de un camino sin obstáculos, y en cambio busca lo más complicado creyendo que eso le garantiza alcanzar su preciado objetivo.

Sin embargo, siempre hay un camino difícil y otro fácil para alcanzar las metas, sólo que el fácil –por alguna razón- se convierte en invisible a nuestros ojos.

Para poder avanzar en nuestra evolución nos encontramos en una encrucijada en la que debemos abandonar las viejas estructuras de la mente, los modelos mentales, los esquemas que nos hemos creado a lo largo de nuestra historia personal y dejar que surja algo mucho más vivo, abierto, libre… en definitiva tenemos que migrar desde modelos mentales hacia modelos “biológicos”.

El mundo real y el mundo de la magia:

Vivimos en dos mundos paralelos, dos mundos que se influyen mutuamente de tal manera que si yo actúo en el mundo “A” condiciono la estructura del “B” y viceversa.

El “A” es el regido por el hemisferio cerebral izquierdo y el “B” por el derecho.

La existencia de ambos planos está suficientemente probada, ambos, el “real” y el “mágico” existen y la única diferencia es que quienes viven en “B” no comprenden por que hacen así las cosas los del “A”, tan complicadas; y los del “A” ni siquiera admiten la existencia del “B”, porque lo consideran parte de la fantasía, de lo irreal, por eso no ven sus caminos; y cuando la magia aparece en “A”, sus habitantes tratan por todos los medios de encontrar una explicación, so pena de ser tenidos por locos.



Los caminos sencillos, los caminos mágicos, los caminos iluminados, sin obstáculos y directos al objetivo, son los del corazón porque carecen de expectativas, de comparaciones, de recuerdos ingratos y de deseos posesivos.

Los magos pueden acceder al mundo de la magia porque son personas que han abierto las puertas ínter-hemisféricas y se sitúan en el umbral de ambos hemisferios. Ellos conocen las leyes de los dos mundos y por tanto puede actuar en ambos trayendo cosas insólitas del “B” al “A” y aportando cosas útiles del “A” al “B”.

Un proyecto de investigación: Transitar por el Camino del Corazón:

jueves, 15 de septiembre de 2016

“El acto de mirar”


“Observáis un rostro, un objeto, un paisaje…

 ¿Sois conscientes de lo que está entonces sucediendo en vosotros? 

Este acto de mirar, ¿habéis pensado hasta qué punto es vasto, profundo y significativo? 

Parece simple, sin misterio, pero tratad de estudiarlo mejor y descubriréis que tiene una dimensión mágica.

Fijáis vuestra mirada sobre un objeto… 

Desde ese momento, este objeto representa un peligro que os acecha o una felicidad que os aguarda. 

Esto depende de su naturaleza, de su forma, de sus radiaciones y también de vuestro estado interior, porque todo vuestro ser tiende a tomar la forma, las dimensiones y las cualidades de ese objeto. 

Interiormente, en el plano psíquico, seáis o no conscientes de ello, os identificáis con lo que miráis. Es una ley natural, biológica. 

“Tomando Consciencia”


Publicado el 20 jul. 2016

Dentro del marco de entrevistas y conferencias de La Ventana Alternativa


La búsqueda incesante del siguiente nivel de crecimiento


En el artículo sobre el “derecho a no avanzar” decíamos:

Cuando en momentos de euforia buscadora y de querer avanzar más rápido de lo que nuestro Yo Superior o aquellos que nos asisten consideran “adecuado”, aparecen las contrapartidas de abrir puertas a lugares, energías y situaciones que  luego pueden costar de subsanar y corregir.

¿Porqué uno a veces tiene ese afán por querer ir rápido, por querer alcanzar una meta tras otra, sin pararnos a ver los detalles del camino, sin esperar a que cuajen los frutos conseguidos e integrarlos para que se conviertan y transformen en parte de una nueva versión de nosotros mismos? No hemos llegado aun a coger aire del último sprint y ya estamos en la línea de salida de una nueva carrera.

Bueno, explicaciones hay muchas, pero la que más veces he creído comprender, cuando buscas entender el porqué de esas “puertas abiertas” y dinámicas que ponemos en marcha con cada acción que llevamos a cabo para avanzar en nuestro sendero, tiene que ver con algo muy simple: la búsqueda de la felicidad.

Decía el autor Jorge Guasp, en su libro, ¿Dónde está mi felicidad? que vivimos inmersos en una búsqueda incesante de conocimientos, amor, reconocimiento, poder, espiritualidad, etc., y creemos que, una vez conseguidas algunas de estas metas, encontraremos por fin la ansiada felicidad. Sin embargo, las experiencias de vida nos muestran que la satisfacción inspirada por estos logros es efímera. Comprendemos entonces que estas cosas siguen sin hacernos verdaderamente felices y recomenzamos la búsqueda, creyendo que la felicidad definitiva yace escondida detrás de la próxima meta que nos proponemos alcanzar. Así, sin darnos cuenta, hasta el final de nuestros días.

De alguna forma, nos han enseñado, o nos han programado, o ambas cosas, para creer que la hierba siempre es más verde en el campo de enfrente, y, por ende, siempre creemos que estamos en el campo equivocado o que no hemos llegado aun al prado más frondoso donde por fin descansaremos de tanta búsqueda. Esto está relacionado con varias cosas, que son complicadas a transmitir por su multidimensionalidad, y por su estructura a diferentes niveles de nuestra constitución psíquica y energética.

Manteniendo el curso de la octava humana

Primero, está relacionado con la situación y realidad en la que existimos como especie consciente, en la cual, parte de aquello (en niveles muy altos de la Creación) que nos ha creado como seres humanos, necesita la energía de nuestra búsqueda incesante de quienes somos, y de qué somos, para poder mantener la octava y dinámicas en curso a nivel planetario. Es decir, hace falta la energía e impulso de buscarnos incesantemente a nosotros mismos para que un tren muy complejo de explicar pueda seguir su marcha por las vías adecuadas.

Este tren está relacionado con los procesos energéticos por octavas y los saltos frecuenciales que existen en ellas, en este caso, en la octava “cósmica” en la que nos movemos, es la energía de nuestra búsqueda y afán de crecimiento la que proporciona el combustible necesario para producir el choque entre los pasos frecuenciales que corresponden al salto FA-MI, donde no existe “puente” que una esas notas y, por lo tanto, para que la octava no se tuerza y se vuelva recurrente, estamos forzados a generar una búsqueda de nosotros mismos constantemente que mantenga el proceso actual de cambio evolutivo en el que nos encontramos en marcha.

Esto, que sé que es algo abstracto, es parte de la base del sentimiento de insatisfacción permanente, sustentado luego por cosas como son, por otro lado, la programación inherente en nuestra consciencia al enfoque solo hacia la parte externa de la realidad material, y también, en contrapartida, a la necesidad humana de crecer y avanzar por uno mismo, pues es el deseo inherente en cada partícula de la Creación de “volver a casa”, y moverse siempre hacia niveles superiores en la propia escala evolutiva que rige todo lo que existe.

Cada cosa a su tiempo

Pero ese “volver a casa”, simbólico, tiene unos tiempos y unos ritmos, que son perfectamente entendidos por esas otras partes de nosotros mismos qué, si estuvieran en control de nuestra consciencia, imbuidas y tomando las riendas de la personalidad que somos, llevarían de otra forma el curso de los acontecimientos, eventos y experiencias que nos ayudan a eso, a crecer y avanzar, “despertar” y evolucionar.

Ahora llega entonces otra paradoja. ¿No decimos que todo es experiencia y que todo sirve y que no hay camino equivocado? Correcto. Así que, por esa misma razón, no hay juicio moral asociado a si hemos hecho las cosas bien o si las hemos hecho mal, si hemos ido rápido o si vamos despacio, por aquello que somos (nuestro ser/Yo Superior/jerarquías de las que provenimos) sino que, simplemente, hay efectos de las causas puestas en marcha por nuestro ímpetu y nuestra incapacidad de mantener ciertos tiempos y ritmos, que, en muchos casos, podriamos no haber necesitado que se manifestasen y tuvieran lugar. Pero, si lo han tenido, no han dejado de ser experiencias que han sumado también a la mochila de lo aprendido. El concepto de “Value Fullfilment” del que hablamos hace algún tiempo está relacionado con esto.

Todo está aquí y ahora

miércoles, 14 de septiembre de 2016

¿Qué sucede cuando estamos separados?


No-dualidad, también conocida como advaita, significa literalmente "no dos". Esto implica que todo es "uno"; todo en el universo está compuesto de una y la misma "sustancia", es decir de energía. Esta energía asume millones de formas, tales como planetas, agua, aire, plantas, árboles, conejos, elefantes y seres humanos. Nosotros, los humanos también somos simplemente una masa de energía. Algo extraordinario ocurre solamente en los seres humanos cuando tenemos más o menos un año y medio de edad. En ese momento, comenzamos a tener una sensación de "yo" o ego. De repente, un niño piensa: ¡Eh, este soy YO! También es en ese momento cuando los niños pequeños comienzan a reconocerse a sí mismos en el espejo.

La idea YO y la sensación YO que ocurre en los niños es muy útil: para poder sobrevivir, así como para interactuar socialmente con otros. El hecho de que nos veamos a nosotros mismos como un individuo separado es útil y necesario. Sin embargo, el concepto de YO/ego en el ser humano es un tanto exagerado.

Durante la infancia, la idea YO se vuelve cada vez más poderosa. Entonces llega el momento en que se crea otra nueva idea: "Si este soy 'yo', ¡entonces también debería ser aceptable"! Y podemos ver a los niños, especialmente los adolescentes, con ganas de llevar la ropa de diseño adecuada, identificarse con los ídolos del pop, los clubes de fútbol o cierta música, conducir la moto adecuada y moverse en la pista de baile con un aire de "por favor, confirma que soy aceptable". El mantenimiento de una imagen propia (yo-imagen) se convierte ahora en una actividad diaria.

Este tipo de comportamiento aumenta continuamente con la edad y tanto en las relaciones personales como de trabajo nos encontramos con personas que están ocupadas tratando de ser "aceptables". Algunos pueden hacer esto siendo dominantes, mientras piensan: "Si soy dominante y actúo de forma agresiva y con fuerza, seré capaz de demostrar que soy aceptable". En este caso en realidad estamos tratando con un ego que sufre de complejo de inferioridad, exhibiendo conductas compensatorias, aunque ellos mismos a menudo lo ven de manera diferente.

Otros podrían mostrar un comportamiento apaciguador, el pensamiento "Yo estoy bien, siempre y cuando ellos piensen que soy aceptable". Tratan de complacer a todos, con el fin de obtener aprobación. Al hacerlo, muestran un comportamiento servil para evitar el conflicto. Tanto el comportamiento dominante como el apaciguador genera muchos problemas.


A medida que crecemos, la idea de "tengo que ser aceptable" no es el único pensamiento que tenemos. Otro que surge es: "Si este soy YO, entonces también necesito poder mantener el control de todo". Las elecciones que hacemos, las decisiones que tomamos, sin duda influyen grandemente en el curso futuro de nuestra vida, por lo que mucho depende de ellas. Desde una edad temprana ya tenemos que hacer una serie de elecciones: la educación adecuada, el trabajo, la experiencia laboral, la pareja, el destino de las vacaciones y el seguro del automóvil. No es tan fácil.



Hemos crecido con la idea de que nuestras vidas ocurren a través de nuestros pequeños egos. Por lo tanto, queremos asegurarnos de que todo se dirige por el camino correcto para nosotros. Pero no importa cuánto nos esforcemos por evitar el dolor y encontrar el placer, todos nos encontramos con la prosperidad así como las caídas. Y así, la vida es lo que nos ocurre a nosotros mientras estamos ocupados haciendo otros planes.

¿Habrías predicho hace 10 años cómo sería hoy tu vida?

Más aún, al final del día, cuando pensamos en los planes que teníamos para ese día y lo que realmente ha ocurrido, a menudo notamos una gran diferencia. Pero cuando la vida resulta ser diferente de lo que queremos, surgen las frustraciones. Además, vivimos con el temor de lo que pueda pasar en el futuro. Por otra parte, muchos de nosotros llevamos un "bagaje" del pasado, incluidos remordimiento, culpa, tristeza e ira.


Así puedes ver un revoltijo de preocupaciones desarrollándose en pequeñas nubes (de pensamientos). Esto causa estrés y tensión y por tanto todos sufrimos mentalmente. Y como todo se siente tan terrible, pensamos: "¡Me voy de compras"! Y eso funciona. ¡Puedo recomendar ir de compras a todo el mundo! Porque una vez que has comprado el nuevo coche o los zapatos nuevos, se libera un tipo de endorfina y sólo por un momento te sentirás fantástico. Todo estrés y tensión ha desaparecido, ¡genial! Puedes ir por ahí sintiéndote liberado y feliz como una alondra. Pero entonces, después de un día o tres, la emoción se desvanece y piensas: "Debería ir a comprar otra cosa". Así es como se ha desarrollado nuestra sociedad consumista en la que estamos completamente tratando de reprimir nuestro estrés y llenar vacíos en nuestras vidas abasteciéndonos con nuevas posesiones. Nosotros no sólo intentamos hacer esto con nuevos televisores de pantalla grande o zapatos nuevos, sino también con la comida. Porque el chocolate, los cigarrillos y la cerveza también funcionan bien. Y, para los más avanzados entre nosotros, siempre hay drogas ilegales y antidepresivos.



Algunos de nosotros nos damos cuenta de que todas estas cosas sólo funcionan temporalmente, por lo que buscamos nuevas formas tales como seguir una carrera, pensando: "Una vez que consiga ese trabajo, todo estará bien". Y así, finalmente nos convertimos en gerentes o directores y entonces ... ¡la angustia continúa! Nos decimos a nosotros mismos: "¿Sabes qué?, debería hacerme espiritual". El incienso llega a nuestra casa; estamos ocupados con las afirmaciones positivas. Reservamos un viaje a la India para someternos a un re-nacimiento (re-birthing) y limpiar todos nuestros chakras. Y maldita sea ... esto también sólo funciona temporalmente. "Esto no va demasiado bien", pensamos, ¡"Necesito asesoramiento"! Junto con el terapeuta ponemos nuestro pasado bajo el microscopio y tratamos de ver las cosas en perspectiva. Después de una o dos sesiones es probable que nos sintamos bien por un tiempo, pero poco a poco esas pequeñas nubes e preocupación empiezan a reaparecer de nuevo.

Así que la pregunta es: "¿Qué estamos haciendo mal"? La respuesta es:

¿Cómo hablas y le pides al Universo?


La manera en que te comunicas con el universo es demasiado importante para poder sentirte a gusto en tu vida. De la misma manera en que te comunicas contigo mismo y con las demás personas, la comunicación con el universo es vital para disfrutar de armonía, paz y plenitud en tu existencia.

Cuando no nos comunicamos con fraternidad con otras personas se generan conflictos, mal entendidos, discusiones, peleas y guerras. Cuando no nos comunicamos amorosamente con el Universo este no se siente ofendido ni nada de eso, simplemente no logra comprender lo que estamos tratando de decirle.

Muchas veces te responde entregándote lo mismo de siempre o lo contrario a tu pedido.
Esta es una de las grandes razones de por qué no nos funciona la ley de atracción cuando pedimos algo que queremos manifestar en nuestra vida. Comúnmente no expresamos nuestra intención en un idioma comprensible para Universo.
Y cuando digo expresar, no solo me refiero en términos de palabras, sino que a la expresión completa que incluye las intenciones, las emociones y los sentimientos que se encuentran envolviendo nuestras palabras.

Cuando nos encontramos con otra persona puede que le digamos “que bueno verte” sin que eso sea verdad en nuestro interior. Si esa persona es sensible e intuitiva podrá darse cuenta de que estamos fingiendo, pero si no lo es, creerá que realmente nos alegramos de verla. Sin embargo el Universo es muy sensitivo y tiene la capacidad de leer siempre lo que hay detrás de nuestras palabras. Nunca es posible engañarlo. Necesitamos ser completamente coherentes para que el universo nos escuche y comprenda claramente.

Todos pedimos cosas al universo, pedimos trabajo, pedimos salud, una buena pareja y muchas cosas más y la mayoría de las veces sentimos que el Universo no nos escucha. En algunas ocasiones tenemos largas listas de pedidos o pedidos muy antiguos que parecen estar olvidados esperando que algún día se produzca el milagro de ser concedidos.
Quizás nunca te hayas puesto a pensar en esto, quizás no te has dado cuenta de que tus pedidos están siendo analizados más allá de lo que a simple vista pueden serlo.

Recuerda que todos los pedidos son escuchados y concedidos, y si aun no llega lo que tú has pedido, puede ser porque no estás siendo coherente entre tus palabras y tus intenciones o porque tus sentimientos no están acorde a él.
El Universo es muy riguroso en este sentido. No concede pedidos mal planteados. Analiza el tono de tu pedido. ¿Estás siendo sincero? ¿Eres amable? ¿Eres sereno? ¿Amigable?