1. La iluminación es un largo viaje que toma muchos años, décadas, o incluso toda una vida.
La iluminación consiste en darte cuenta que lo que eres, es lo que siempre has sido y de hecho, no puede evitar ser Consciencia pura. Que tú no eres la ‘auto-imagen’ que tienes acerca de ti mismo, ni tus pensamientos, o incluso tu cuerpo. Más bien, tu naturaleza original, tu esencia no condicionada, es la Presencia Consciente atemporal.
Debido a que esto es completamente lo que ya eres, no puedes ‘hacer’ nada para llegar ahí. Por lo tanto, el viaje hacia la iluminación es uno sin distancia. Una analogía sería: ¿qué distancia necesitaría recorrer el océano para encontrar agua? La respuesta es: ninguna distancia. Éste simplemente necesitaría reconocer claramente lo que ya es.
La razón por la que es tan difícil despertar a nuestra naturaleza original infinita es porque se nos ha dicho/condicionado desde que nacimos, que somos nuestro cuerpo y/o la imagen que tenemos de nosotros mismos en nuestra mente, es decir, nuestra ‘auto-imagen.’
No somos eso. ¿Qué es lo que somos? Somos ESO que en silencio observa o está CONSCIENTE de todo lo que experimentamos. Esto incluye todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones, imágenes y percepciones que surgen dentro, al igual que ‘el mundo exterior’ (de hecho, podríamos decir que no estamos en el mundo, sino que ¡el mundo está en nosotros!). Por ejemplo, ¿cómo sabes que tienes un cuerpo? Lo sabes porque estás consciente de él. ¿Cómo sabes que tienes pensamientos? Lo sabes porque estás consciente de ellos. En pocas palabras, tu naturaleza es la CONSCIENCIA misma.
2. Estaré iluminado en cuanto aprenda a detener mis pensamientos.
Este es un error muy común. La realidad es que no necesitas que tus pensamientos se detengan para despertar, sólo tienes que dejar de identificarte con ellos. Sin embargo, esto no es tan fácil porque la mayoría de nosotros nos hemos pasado la vida haciendo justamente eso. La clave está en observarlos, observarlos silenciosamente. Observa el espacio que hay entre tú y el pensamiento que surge y date cuenta que tú estás presente antes que el pensamiento, durante el pensamiento, y después del pensamiento, entonces, el pensamiento no puede ser tú. De hecho, ¿acaso no estás absolutamente presente incluso cuando ningún pensamiento está surgiendo?
3. La iluminación significa que me liberaré del ego.
El ego es necesario para la supervivencia del cuerpo, y es lo que nos indica cuándo huir del peligro o cuándo debemos defendernos. Sin embargo, a pesar de que en raras ocasiones nos encontramos en situaciones reales de vida o muerte, el ego aborda cualquier disturbio psicológico con esta misma respuesta de lucha o huida. Si alguien nos insulta o se nos mete en el tráfico, el ego entra en acción sintiéndose amenazado.
La clave está en ver que no somos nuestro ego. A través de observarlo cuando se pone en acción podemos ir ganando un poco de espacio entre nosotros y él. Cuanto más espacio, menos atracción generará sobre nosotros. Muy pronto, el ego se empieza a sentir como un niño mimado que siempre está quejándose y lloriqueando porque quiere lo que quiere cuando quiere. El mantra del ego es: ‘¡Yo, yo, yo!’
En lugar de enojarnos con ‘el niño’, podemos empezar a amarlo y asegurarle que está a salvo. Al no tomar nuestro ego tan en serio, literalmente nos empezamos a relajar. De nuevo, no necesitas deshacerte del ego - ver con claridad que no es lo que tú eres, es más que suficiente.