La enfermedad es el resultado de vivir desconectado de nuestro cuerpo, de nuestros sentimientos y emociones, respondiendo al mundo circundante y no a nosotros mismos, de seguir una carrera contra el tiempo.
Después de hablar con tantos seres aquejados de dolencias crónicas, enfermos graves, sufriendo de enfermedades degenerativas que gradualmente van haciéndoles perder facultad de pensamiento y/o de su capacidad motora, no me queda más sino aprovechar y dar Gracias a Dios por cada instante en el cual tengo oportunidad de disfrutar y dar y ayudar, y así me siento más feliz con lo que ahora siento, con lo que ahora veo y antes no veía, con mi nueva visión de la vida y de mi ejercicio profesional, lo cual implica ver lo que para mi pasó a ser importante.
Veo cada instante con una interpretación única, conectada no con lo que captan mis sentidos sino tratando de interpretar lo que dice mi alma, obro para seguir con lo que llamo mi nueva misión de vida, y mientras más leo diversos autores me doy cuenta que más de uno ha sentido lo que yo ahora siento, y ha visto la vida de la forma que ahora la veo, y doy gracias a Dios nuevamente por haberme permitido salir de mi extravío.
Viví hasta hace poco evadiendo, desconectada, y doy gracias a Dios por el instante en que dejé de hacerlo. La enfermedad, como yo la entiendo ahora, es la oportunidad para hacer un alto en la cotidianidad, en la rutina que nos lleva a crecer económicamente y a extraviar nuestros sentimientos y a olvidar a nuestra alma…surgen para muchos como un acto al azar, fortuito o de infortunio, pero nada pasa por casualidad, y estoy segura que a más de uno hemos conocido que tiene una buena alimentación, no fuma, hace deporte, se cuida, es exitoso económicamente, con una vida envidiable para muchos y también se llega a enfermar, quizás de la más terrible de las enfermedades, de la mas fulminante…la respuesta no está en el resultado de un examen de sangre, no hay un castigo divino, hay una obligación de reflexionar.
Después de mucho pensar, concluyo que la única forma que me obligó a hacer un alto en la búsqueda emprendida para llenar mis vacios fue enfermarme, lo cual me obligó a renunciar a mi cotidianidad y crear el momento para la reflexión, encontrar mi alma perdida tan dentro de mí que me costó mucho volver a encontrarla, y emprender todos los cambios que he hecho y estar saliendo con buen pie de ellos, doy gracias a Dios por la oportunidad que me concede de cambiar, evolucionar y terminar esta vida con un crecimiento espiritual que espero me permita estar más cerca de él cuando llegue el fin de los tiempos .
Me reencontré con mi alma, la nutro y estoy pendiente de interrogarla, me siento bendecida y afortunada. He de recordar siempre que no debo extraviarme nuevamente, y si eso aleja a las personas que no compartan mi forma de entender la vida también lo asumo con orgullo y valentía, pido por los que me consideran enajenada, para que realmente entiendan el sentido del tránsito por esta vida, y que hay más enajenación en el acto de engañarse a ellos mismos que van por la vida enceguecidos y perdidos.
Citando algo de El Principito: “lo esencial es invisible a los ojos”, por dónde empezar en este proceso de sanación? Indagar dentro de nosotros, volcar las preguntas hacia nuestro interior, buscar nuestra paz que está más allá de lo alcanzado en el plano material.