De un Diálogo con Jean Klein – Extraído de: ¿Quién soy yo?
– Si el ego no es real… es decir, autónomo y continuo, ¿qué es lo que funciona en la vida de cada día?
El ego carece de toda concretitud, sustancia o continuidad. Es una colección de pensamientos unidos por la memoria. La persona aparece cuando piensas en él. Cuando el cuerpo se despierta por la mañana, ya está ahí la conciencia. Puede que no la hayas notado, pero así es. Esta conciencia no es un pensamiento, ni un sujeto ni una sensación. No encuentra concretización. Momentos más tarde, el hábito asocia a la conciencia con un cuerpo y una personalidad. Y entonces dices: “Soy esto. Soy aquello.”
Podemos llamar a esto conciencia sin objeto, consciencia, el sujeto esencial o el “yo” incondicional. Este “yo” incondicional es el observador que acoge a todos los parásitos de “esto y aquello”. El pensamiento de ser una persona determinada limita la inteligencia innata de la mente y el cuerpo. Cuando estás simplemente alerta y disociado de tus hábitos de creer que eres una personalidad, entonces, todas tus capacidades pueden entrar en juego estimuladas por una situación. Sólo hay acción, sin que actúe ningún actor. Entonces, funcionas mucho más imaginativa, amplia y eficazmente con toda tu inteligencia y talento.
– ¿Dónde se origina el ego?
El ego, consciencia de uno mismo como individuo, es simplemente un concepto entre muchos. Creado por la sociedad, los padres y la educación, cristaliza como un complejo de datos y experiencias. No existe ningún ego concreto que podamos describir sino, más bien, dos, tres mil “yos”. Es posible que tengas un conjunto de características diferente del de tu vecino, pero esta colección de características no eres tú. Cada “yo” corresponde a una situación distinta pero, puesto que la memoria retiene al “yo” largo tiempo después de que la situación haya pasado, los diversos egos se hallan frecuentemente en conflicto en esa colección que llamamos personalidad. No hay posibilidad de circunscribir el conjunto de “yos” memorizados y, cuando veas que éste no es un objeto, perceptible como otros, encontrarás que no es una constante. La idea de un ego que ocupa un centro psíquico es una presunción. Quítale todas las características, todo lo que tú mismo crees que eres, todo lo que es fenoménico, y ¿qué es lo que queda? Nada, simplemente ser, quietud, presencia. ¿Por qué emplear entonces toda una vida explorando el reino del ilusorio ego y sus proyecciones? ¿Por qué no ir directamente a lo que eres?
– ¿Cómo, entonces, puedo liberarme de esta limitación, de la sensación de ser una entidad individual?
Primero da la bienvenida a todo lo que piensas que eres. Cuando aceptes plenamente todo lo que consideras como tú mismo, te encontrarás de pronto en apertura y verás que ésta, y no tus conceptos acerca de tu carácter y todo eso, es tu verdadera naturaleza. En la apertura, eres consciente de que todo lo que piensas, todo lo que aparece, no eres tú. Cuando das la bienvenida a tu cuerpo, sentidos y mente, y encuentras que éstos no son más que objetos de tu percepción, que aparecen en ti, descubres una nueva dimensión detrás de tus creencias. Serás absorbido por esta nueva dimensión y verás que lo que tomabas por ser tú mismo no es más que una expresión de lo que eres. Entonces vives completamente integrado, consciente en tu totalidad.
Este llegar a conocer lo que eres no es una maduración orgánica sino que puede ocurrir en cualquier momento dado. Hay gran belleza en ello.
– ¿Qué quieres decir con “…maduración orgánica sino que puede ocurrir en cualquier momento dado”?
La maduración no está sujeta al tiempo en el sentido de devenir. Puede tener lugar en el tiempo que dura un pensamiento. Cuando conoces todo lo que no eres, lo que eres aparece instantáneamente y no es un pensamiento.
– ¿Por qué es tan difícil tomar conciencia de nuestro ser interior?