Los pensamientos ni son tuyos ni son tú.
Date cuenta de que sólo algunos pensamientos son generados por tu voluntad, conscientemente por ti, para cuestiones prácticas de tu vida cotidiana, interactuar con los demás y desplegar y plasmar tus dones, talentos y capacidades. En cambio, la inmensa mayoría de los pensamientos que bullen en tu cabeza, de instante en instante, los crea la mente con independencia de ti, al margen de ti, y no te son necesarios para nada. Son el pestañeo incesante de la mente: sus pensamientos-pestañeos. Ni son tuyos ni son tú y te sacan del aquí-ahora para introducirte en un vaivén continuo entre el pasado y el futuro, puras ficciones mentales, y llenarte de inquietud y pre-ocupaciones. Obsérvalos y, simplemente, déjalos pasar, sin involucrarte con ellos, como nubes impulsadas por el viento que te limitas a mirar, sin subirte en ellas, sin darles conversación. Así, la mente dejará de divertirse a tu costa, se aburrirá y se irá poniendo enteramente a tu servicio, en lugar de seguir tú abducido por ella.
No confundas lo frecuente con lo normal.
Que algo sea frecuente es una cosa y otra bien distinta que sea normal. Tu día a día está repleto de hábitos (conductas, comportamientos, convicciones, actitudes…) que son frecuentes –en tu vida, en la de los demás, en la sociedad…-, pero esencialmente anormales. No confundas lo frecuente con lo normal. Lo frecuente suele responder a sistemas de creencias que el sistema vigente –familia, la mal llamada educación (colegio, instituto, universidad…), amigos, medios de comunicación, religiones, ideologías…- ha instalado en tu cabeza, en tu mente, como si fueran programas informáticos, que te llevan a actuar en la suposición que eres tú quien lo hace, cuando en realidad se trata de respuestas automáticas de tu mente derivadas de esos programas y creencias que otros han colocado en ella. Lo normal, en cambio, deriva de ser coherente con lo que genuinamente eres y llevar a cabo lo que indica el Corazón. Recordar la diferencia entre lo frecuente y lo normal abre directamente las puertas de la Iluminación, pues ésta radica precisamente en ser normal: sencillez, naturalidad, simplicidad, espontaneidad, jovialidad, libertad, confianza en la vida, entusiasmo, aceptación, sin quejas, sin dualidades… gozo y relajación en tu propia divinidad.
Emilio Carrillo
Sin mente, sin lenguaje, sin tiempo http://www.sinmente.com/