En el espacio que hay entre los pensamientos, no encuentro ningún ‘yo.’
No encuentro ni amenazas ni deseos.
No encuentro problemas y por lo tanto, ninguna necesidad de soluciones.
En el espacio que hay entre los pensamientos, hay descanso.
Descanso del intento de comprender y tratar de sobrevivir.
Descanso de la historia de no estar a salvo y no ser amado.
Descanso de la historia de buscar iluminación o liberación.
Descanso de la historia de haber encontrado la iluminación o la liberación.
Descanso de todas las historias.
En el espacio que hay entre los pensamientos, veo que este yo que he creído ser no sólo es un juego de pensamientos, sino también una sensación de contracción en el estómago y sensaciones densas en el pecho y la garganta.
En el espacio que hay entre los pensamientos, no hay pensamientos acerca de las sensaciones.
Por lo tanto, no hay ningún yo en ninguno de esos lugares.
En el espacio que hay entre los pensamientos, las sensaciones son aceptadas naturalmente y pueden ser todo lo contraídas y densas que quieran, sin tener que aferrarse a la mente.
La contracción y las sensaciones densas se agarran y se agarran a nada, hasta que también desaparecen.
Cuando aparecen de nuevo, se montan para pasear un rato en algunos pensamientos del yo.
Después, en el espacio que hay entre los pensamientos, el paseo termina y ellos desaparecen.
En el espacio que hay entre las sensaciones, me doy cuenta que ni los pensamientos ni las sensaciones son lo que soy, ya sea juntos o por separado.