En realidad no es una expresión sino todo un concepto que nos rodea. Desde mi pobre entender, los apegos son esa energía tan fuerte que uno no quiere soltar, que uno no quiere dejar ir, que te impulsa a seguir atado firmemente a un patrón que existe únicamente en las fantasías de tu mente y que además las más de las veces te hace sufrir.
Dicen los Budistas en sus nobles cuatro verdades que el origen del sufrimiento es el apego y la principal razón para mantenernos apegados a lo que sea, radica en el miedo.
“Tienes apego cuando tienes miedo de ser libre y volar. Tienes apego cuando pierdes tu poder interior. Tienes apego cuando te vuelves dependiente de una persona, de un evento o de una circunstancia; inclusive cuando fanatizas en una religión como una muleta exterior, no como un punto de apoyo en tu proceso interior.”
Tienes miedo a la libertad… Punto.
Ser libres, autónomos y completos es la condición natural del alma, es el contacto de la personalidad con tu ser interior. Solamente cuando eres autónomo y completo, te aceptas, te reconoces y te atreves a ser tu mismo.
Sabes bien que el apego es un obstáculo que tendrás que superar algún día, en mayor o menor medida y en circunstancias diferentes, pero siempre habrá algo a lo que tengas que dejar marcharse.
El hecho de que te cueste tanto trabajo soltar y fluir, surge cuando no comprendes el lado interno de la vida, cuando no estás en contacto con la esencia de las cosas. Al carecer de ese contacto, te habitúas a la forma externa y te apegas a ella, que es tu área conocida o área de confort, sea agradable o no lo sea, ya que es lo que conoces y es lo que sabes aparentemente como atravesar.
En tu convivencia con los demás, es como si consideraras sólo el cuerpo, el rostro, la posición económica o simplemente la personalidad que la gente refleja, olvidándote que en su verdadera esencia son almas, y que como almas, están presentes en otras conexiones.
Sé que te gustaría ser más desapegado…. a todos nos gustaría. Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Cómo encontrar la esencia de las cosas y cómo impedir ser atrapado por las apariencias?
Sucede que tienes muchos vicios de pensamiento y muchos hábitos de lenguaje, y llegas a decir cosas que si las pensaras mejor, verías que no corresponden a la realidad, tal como dice mi artículo de “Cerciórate de echar a andar tu cerebro antes de echar a andar tu lengua”.
Usas el lenguaje de maneras muy superficiales y la palabra muerte te aterroriza, cuando en realidad las cosas no se acaban ni se mueren, en realidad, es la esencia de las cosas que se “transforma”, dejando una forma y tomando otra.
Por lo tanto, nada se acaba cuando “ésta” deja de ser vista en el plano físico, y tampoco nada acabó cuando se dice impropiamente que una persona, una situación o una mascota murió.
Nada se pierde, todo evoluciona… “Aun cuando pierdes la batalla, no pierdes la lección”… Estar consciente de esto es el primer paso para desapegarnos de las formas externas y concretas.
En la vida siempre se necesitan cambios, lo has leído en otras ocasiones, lo has escuchado siempre, de seguro alguien ya te lo dijo…
La impermanencia de las cosas es algo absoluto y real con lo que debes de aprender a vivir tu día a día.
Ahora bien, si consideras los cambios como hechos incómodos, las transformaciones pueden parecerte drásticas o muy dolorosas. Sin embargo, hay una gran diferencia entre las distintas actividades o hechos que te suceden cuando las enfrentas con el mismo espíritu… tu espíritu.
Lo importante es la actitud con la que “Tú” enfrentas las cosas, y no tanto aquello que tienes delante.
Debes de entender que el universo tiene un balance y que de manera natural conviven armoniosamente energías que construyen y energías que destruyen. Las primeras crean y alimentan formas. Las últimas posibilitan que la esencia abandone las formas que ya no corresponden a este momento presente para abrir espacios nuevos.*
Ambas energías son necesarias para que la vida prosiga su curso, como tantas veces lo he dicho: asunto binario, Ying Yang.