Sincronicidad
En su libro “La interpretación de la naturaleza y la psique”, Carl Jung analiza el fenómeno de la sincronicidad, con la que pretende dilucidar ciertos casos extraordinarios, “coincidencias significativas”, imposibles de explicar causalmente.
La sincronicidad puede definirse entonces como una coincidencia significativa de dos o más sucesos en la que está implicado algo más que el puro azar. Dicho de otra manera, sería una coincidencia en el tiempo de dos o más acontecimientos no relacionados causalmente que tienen el mismo o similar significado.
Para el filósofo Michel Cazenave, en un evento sincronístico desaparece la dualidad que habitualmente sentimos como sucesos “interiores” y “exteriores”, pasando a experimentar que toda cosa está contenida en la misma totalidad.
¿Realmente la Astrología tiene algo que ver con la sincronicidad?. Muchos astrólogos están de acuerdo con ello, dejando atrás las habituales interpretaciones “newtonianas” que intentan explicarla de una manera totalmente causal. Los planetas ya no causarían ni indicarían, sino que “significarían”.
En “El Secreto de la Flor de Oro”, Jung dice: “Si dispusiera de resultados generalmente confirmados, la astrología sería un ejemplo de sincronicidad de máxima importancia. Pero hay al menos algunos hechos suficientemente verificados y confirmados mediante extensas estadísticas, que hacen aparecer el planteo astrológico como digno de la consideración filosófica.”
La gran diferencia entre el experimento científico y la sincronicidad es que la verificación del primero radica en su reproducibilidad, mientras que la de la sincronicidad tiene que ver con su unicidad espaciotemporal. Un experimento será cierto y verificable cuanto más se repita. Si controlamos la velocidad de caída de una manzana ésta debería ser igual tanto en Buenos Aires como en Tokio. La sincronicidad y la repetitividad se autoexcluyen.
La sincronicidad sólo tiene significado para la persona que lo experimenta. El método científico no tiene por qué tener en cuenta la necesidad de un significado, pero sin significado no hay sincronicidad. Estas actúan como espejo de los procesos internos de la psique y toman la forma de manifestaciones exteriores de transformaciones interiores. Es como si la formación de patrones dentro del inconsciente fuese acompañada por patrones físicos en el mundo exterior, esta reestructuración interna produce resonancias externas. Otra vez se verificaría la máxima hermética: como es arriba es abajo; como es adentro, es afuera.
Hace poco tiempo tuve una experiencia de sincronicidad con otras dos personas. Estaba caminando por la calle con unos amigos, hablando de la vida y la muerte. Ellos tienen una mirada materialista de la existencia y niegan completamente una vida ultramundana. Yo intentaba introducir otro punto de vista. Cuando la conversación ya se estaba poniendo candente observo en el suelo, a pocos pasos de distancia delante mio, un pequeño crucifijo. Lo tomo y casi sin pensarlo digo algo así como “esta señal dice que hay vida después de la muerte”. Ellos comienzan a reír diciendo que ese símbolo es para manejar a los hombres, y otras cosas de ese tipo, todo en un tono amigable por supuesto. Me sorprendo al notar que ellos no le habían otorgado ningún significado a la “sincronicidad”, es más, una cuadra más adelante ya habían olvidado el hecho.
Más tarde me puse a pensar en esto y concluí que sin dudas se había tratado de una sincronicidad. Hablabamos de la vida después de la muerte y aparece un crucifijo, un símbolo de muchas cosas, pero en ese momento para mi su significado fue instantáneo y clarísimo: el símbolo de la resurrección de la vida. Luego reparo en que mis dos amigos no eran cristianos, y que en su religión (que no practican) no está tan fuertemente instalado el tema de la resurrección, o al menos no es un dogma de fe como en el cristianismo.
Esta anécdota me hizo notar que después de todo el significado lo pone uno y que el contexto familiar, las creencias y las identificaciones concientes e inconcientes recortan la vivencia de lo que es o no es una sincronicidad. A fin de cuentas todo depende de dónde está fijada la conciencia del individuo.
Entonces, una sincronicidad es un puente entre un hecho físico externo y un hecho psicológico interno.
Esta idea ha tenido una excelente recepción por parte de muchos astrólogos como explicación del funcionamiento de la Astrología.
De esta manera se explica por qué un hecho externo físico como el movimiento de los planetas corresponde con el contenido psicológico de las personas y con los hechos de su destino.
Sin embargo, el astrólogo costarricense Juan Antonio Revilla hace unas objeciones muy válidas con respecto a esto, haciendo notar que las técnicas de interpretación que usan los astrólogos no se basan en la sincronicidad, pues no existe sincronía temporal entre un diagrama del cielo actual (tránsitos) y el diagrama del cielo radical (la carta natal) ocurrida tiempo atrás. Él no dice que no haya correspondencia entre ambas cosas, sino que esta correspondencia no tiene que ver con la sincronicidad.