Escuchar es amar. Película, Héctor y el secreto de la felicidad
Estás tan ocupado reaccionando a lo que sucede o no sucede en tu vida que no tienes tiempo para saborear tu experiencia. No sientes tu alegría o tu dolor, tu ira o tu pena. Es una lástima.
Desperdicias buena parte de tu tiempo buscando respuestas a tus problemas fuera de ti. Si tan solo te tomaras el tiempo para estar contigo mismo, esas respuestas surgirían espontáneamente.
Aprende a estar presente en tu experiencia. No estoy diciendo “intenta descifrarla”. “Estar con” no es una actividad analítica y, de hecho, reconoce que no puedes descifrar tu experiencia. Puedes estar con ella o puedes intelectualizarla; esto último, por supuesto, es un escape.
A cada momento estás recibiendo sugerencias que pueden ayudarte a situar la nave de tu vida en el curso correcto. Pero no puedes escuchar esas sugerencias si no te tomas el tiempo “para ser” y “para escuchar”. Paradójicamente, precisamente en esos periodos, cuando estás más frenético intentando descifrar y “arreglar” tus problemas, es cuando más necesitas estar sereno y escuchar. Al principio quizá no te des cuenta de ello, pero no podrás evitar notar que cuanto más intentes descifrar las cosas, más confusas se hacen.
Tarde o temprano dejarás de intentar que “tu vida funcione” como crees que debería funcionar. Y entonces quizá te preguntes: ¿Por qué estoy pasando por este periodo de transición? ¿Hay algo en mi enfoque que tiene que cambiar? Y aprenderás a escuchar la respuesta.
Generalmente, cuando estés siguiendo un curso que te lleve a una colisión, la respuesta que recibirás será algo así: “Disminuye la velocidad, mira a tu alrededor. Tal vez no estés yendo por donde tú crees.”
Esta no parece ser la mejor de las respuestas pero es suficiente para ayudarte a dar el siguiente paso.Reducir la velocidad y mirar a tu alrededor es el inicio de la corrección.
Cuando las cosas fluyen suavemente en tu vida, no necesitas buscar corrección. Pero cuando las aguas se tornan turbulentas, harías bien en detenerte y considerar tu curso.
Esta simple introspección oportuna puede marcar una profunda diferencia en tu vida. Hay ocasiones en que la realidad externa te abruma y solo puedes ir hacia dentro.
No te estoy pidiendo que medites dos horas al día. Ni tampoco estoy diciendo que la meditación regular no sea útil. Tan solo estoy diciendo que hay momentos en tu vida en los que necesitas aquietarte y escuchar. Si aprendes a honrar esos momentos, te ahorrarás una gran cantidad de dolor.