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No es la violencia lo más duro de sobrellevar sino la mala conciencia, tan solo para los que la tienen.
Los que no la tienen que son muchos no sobrellevan nada ni siquiera la ética de la violencia.
La ética de la violencia es la gratuíta, aquella del porque sí, porque quiero, porque me nace y puedo y agredo a los demás (físicamente, mentalmente, con asociaciones con otros o a solas), y la legitimidad de responder ante todo sin conciencia.
Los sin conciencia van más allá porque no hay ética y solo práctica del mal. Son los imbuídos por Satanás y docenas y cientos de demonios que se les presentan cada día cada instante a aconsejarles mal y destruirlos cada día sin pausa hasta que ya no son capaces siquiera de responderles con nada de criterio que les quede del bien. Y el mundo está lleno de estos, se podría decir que casi la mitad, y que esta mitad impulsan a la otra mitad a vivir en pena y son gloria, a sufrir lo que no les toca y los sin conciencia han sabido crear en sus vidas con malos actos.
Cuando vemos tanta y tanta violencia gratuita en televisión, son pocos los que logran apartarla de la simple visión, porque el grado de contaminación es muy alto, y los sin conciencia lo saben y aprietan el acelerador para ver a cuantos inocentes lograrán destrozar la conciencia.
Cuando vemos tanta agresividad gratuita en la vida cotidiana, comprendemos que el mal campa a sus anchas, y es una de las razones por las que abandonan la fe en Dios.
Pretenden que Dios sea lo más material imaginable y que aparezca al momento como la moneda que se mete en un expendedor para entregarnos algo a cambio.
Dios nunca está, porque es lo que lleguemos a comprender de la vida, de nosotros y los demás, y nada nos va a dar que no nazca de esta comprensión en la que si nos puede ayudar cuando solo queremos eso y no una expendería.
No es la violencia lo más duro de sobrellevar sino la mala conciencia, tan solo para los que la tienen.
Los que no la tienen que son muchos no sobrellevan nada ni siquiera la ética de la violencia.
La ética de la violencia es la gratuíta, aquella del porque sí, porque quiero, porque me nace y puedo y agredo a los demás (físicamente, mentalmente, con asociaciones con otros o a solas), y la legitimidad de responder ante todo sin conciencia.
Los sin conciencia van más allá porque no hay ética y solo práctica del mal. Son los imbuídos por Satanás y docenas y cientos de demonios que se les presentan cada día cada instante a aconsejarles mal y destruirlos cada día sin pausa hasta que ya no son capaces siquiera de responderles con nada de criterio que les quede del bien. Y el mundo está lleno de estos, se podría decir que casi la mitad, y que esta mitad impulsan a la otra mitad a vivir en pena y son gloria, a sufrir lo que no les toca y los sin conciencia han sabido crear en sus vidas con malos actos.
Cuando vemos tanta y tanta violencia gratuita en televisión, son pocos los que logran apartarla de la simple visión, porque el grado de contaminación es muy alto, y los sin conciencia lo saben y aprietan el acelerador para ver a cuantos inocentes lograrán destrozar la conciencia.
Cuando vemos tanta agresividad gratuita en la vida cotidiana, comprendemos que el mal campa a sus anchas, y es una de las razones por las que abandonan la fe en Dios.
Pretenden que Dios sea lo más material imaginable y que aparezca al momento como la moneda que se mete en un expendedor para entregarnos algo a cambio.
Dios nunca está, porque es lo que lleguemos a comprender de la vida, de nosotros y los demás, y nada nos va a dar que no nazca de esta comprensión en la que si nos puede ayudar cuando solo queremos eso y no una expendería.