Hace unos días, una amiga me comentó que tiene entre manos un proyecto artístico que va a tratar sobre la feminidad, la belleza y todos los cánones estéticos a los que las mujeres han sido y son sometidas culturalmente.
Me preguntó si tenía algo escrito sobre este tema para poder utilizarlo en su proyecto, y en verdad alguna cosa he dejado caer en este blog sobre el tema, pero no he profundizado en ello. Así que me he animado a escribir un post y poder expresar con más amplitud mi visión sobre ese tema.
Para comenzar, es importante entender la diferencia entre feminidad o energía femenina en el más profundo sentido de la palabra a lo que hoy se entiende como feminidad o ser femenina.
La energía femenina es una cualidad energética, inherente tanto en hombres como mujeres, así como la energía masculina es inherente tanto en mujeres como en hombres.
La energía femenina, se caracteriza por la sensibilidad, el ver más allá de las cosas, la intuición, es receptiva, está relacionada con los sentimientos y la inspiración. Es una energía de “cuidado y nutrición hacia adentro”. Es una energía totalmente ligada al corazón. Representa a nuestra propia “madre interna” que sabe cuidar de nosotros mismos, que arropa, nutre y abraza.
Lo que hoy se entiende como ser femenina, está más relacionado a aspectos superficiales impuestos por la sociedad. Ser femenina se vincula a una actitud, no a una cualidad esencial que ya somos y no hemos de sobre-actuar para conseguir mostrar al mundo esa feminidad.
El ser femenina se evalúa según un juicio estético, eres más femenina si llevas el pelo largo, si cuidas de tu piel y usas maquillaje… Si llevas faldas, ropa ajustada y colores que son “más propios de una mujer”. También si usas calzado de tacón y “vas a la última en moda”. Si tu forma de hablar es delicada y suave…
Para mí, todo ésto no es feminidad, es “postureo”, es querer encajar dentro de un sistema estético impuesto por la sociedad.
Las propias modelos es un ejemplo. Su trabajo es la expresión de lo que simboliza la belleza y la representación de lo femenino. Con todo el respeto a las modelos que ejercen con pasión su profesión, para mí, es totalmente lo opuesto al significado real de la feminidad (energía femenina).
Y entrando en este tema, ya que las modelos se supone que representan el arquetipo actual de belleza, por mi experiencia en pasarela, todavía no he conocido a una sola modelo que se acepte totalmente, más bien, buscan afuera un reconocimiento social que no es más que una carencia propia de no-aceptación. Y no pasa nada. Modelos o no, a muchos nos cuesta aceptarnos. Sólo que en este caso, como “portadoras de la belleza” es un enorme ejemplo.
La auténtica belleza no es estar atado a unas normas estéticas impuestas por la sociedad, no es encajar en ningún canon, no es dejar de ser uno mismo para pertenecer a unos patrones superficiales que otros te están imponiendo.
La auténtica belleza es libertad, es aceptación de uno mismo, entre o no físicamente dentro de unas normas que marcan el límite de lo que es bello y aceptable.
No me identifico con lo que hoy en día se vende como belleza.
No es belleza auténtica sufrir por el cuerpo.
No es belleza auténtica no permitirte disfrutar del placer de alimentarte de ciertas cosas que se ven consideradas como dañinas porque van a subir tu peso.
No es belleza auténtica tener que vender la belleza a través de ser rígida, mecanizada, privándote de ser natural y espontánea.
No es belleza auténtica comportarte de forma anti natural con el fin de vender belleza y feminidad.
Eso no es belleza ni feminidad natural, la belleza y natural que proviene de la propia emanación de la energía femenina, jamás representa lo opuesto a lo que uno es.
La belleza y feminidad natural es pura, no necesita normas. Es libre.
La belleza y feminidad natural no tiene nada que demostrar a nadie, ni es una actitud con un propósito. Es una expresión en sí, de lo que somos. Sea más aceptable socialmente o menos. No se filtra bajo unas normas estéticas culturales.
Y cuando tomas consciencia de la manipulación de la belleza o más bien, de la distorsión de la belleza y la feminidad, muchas veces se culpa al sistema, la sociedad.