Un viejo axioma oculto establece que “la energía sigue al pensamiento”.
Dondequiera que nuestros pensamientos están focalizados, allí está nuestro patrón de energía áurica.
Nuestra aura ajusta su frecuencia en concordancia con nuestros pensamientos. Si pensamos, por ejemplo, en una reunión importante, nuestra aura ajustará su frecuencia a unavibración “seria”, es decir, acorde con la ocasión.
Si, por el contrario, estamos planificando las vacaciones, durante el tiempo que destinemos a hacerlo nuestra aura adoptará una frecuencia relajada.
Aprender a percibir y controlar nuestra aura nos ayudará a tomar mayor conciencia de los patrones de energía de los pensamientos que proyectamos al exterior, y los que son proyectados sobre nosotros al cabo del día.
Todos estamos expuestos constantemente a la influencia de energías extrañas.
Ellas pueden ingresar en nuestro campo áurico y afectar su equilibrio. Y pueden provenir de cualquier tipo de pensamiento o sentimiento, desde el enojo a la lujuria, desde la amistad a la manipulación.
Cuanto más sensitivos nos volvamos respecto de nuestra aura, tanto más reconoceremos y controlaremos la naturaleza de las energías que absorbemos y emanamos.
Todos hemos experimentado alguna vez, al entrar en una habitación determinada, la sensación de estar viviendo una situación que ya hemos vivido antes. La habitación tiene algo especial. El aire parece algo tenso y espeso, y nosotros nos sentimos muy nerviosos.
Hay residuos de energía, proyecciones que no son fácilmente detectables, y que pueden afectarnos en un abrir y cerrar de ojos si no incrementamos nuestra conciencia y sensibilidad respecto de ellas.
El siguiente ejercicio está pensado para tomar conciencia de cómo las energías exteriores pueden impactar sobre nosotros.
Si aprendemos a ampliar nuestra sensibilidad áurica, podremos bloquear las energías negativas que producen estrés y malestar.
1- Sentados en una posición cómoda y relajados.
2- Se puede mantener los ojos cerrados durante el ejercicio, aunque no es imprescindible.
3- Enfrentar las palmas de las manos, y con el dedo índice de una apuntar hacia la palma de la otra. La distancia entre ambas manos debe llegar a unos 25 centímetros.(el índice de la mano derecha dirigido a la palma de la mano izquierda)
5-Respirar muy pausadamente, tratando de sentir cómo sale y entra el aire de las fosas nasales. Imaginar que la energía crece en la mano cuyo índice apunta hacia la otra.
6- Después de varios minutos, comenzar a rotar en pequeños círculos el dedo índice que ha extendido. Visualizar esta acción como un río de energía que fluye desde el dedo, y que forma un círculo que toca la palma de la otra mano.
7- Prestar atención a lo que siente en la palma de la mano sobre la que se envía la energía.