Habíamos explicado en el post anterior porqué es necesario el desarrollo del sistema de soporte energético para que se pueda llevar a cabo con mayor efectividad y seguridad todo intento de desarrollo de las funciones psíquicas y extrasensoriales superiores del ser humano. Estas estructuras de apoyo, son como las tuberías y llaves de paso de cualquier sistema de distribución de agua, en este caso de energía vital, en el cuerpo etérico. Sin su desarrollo correcto, no se puede aspirar a mucho más en términos de desarrollo energético, pues son el sustento y los cimientos del mismo.
Los chakras secundarios
Si los potenciales latentes del ser humano se manifiestan cuando los chakras primarios y sus glándulas correspondientes se desarrollan y activan completamente, los chakras menores que poseemos son el piso justo inferior en el que se apoya esta activación, ya que comparten muchas similitudes con los centros primarios (chakras mayores), pero son más pequeños, más simples y poseen sólo algunas funciones más especializadas. El propósito principal de estos vórtices secundarios es el de refinar, transformar y acondicionar las energías recibidas a través del sistema terciario (puertos de intercambio de energía en el sistema de canales, nadis, meridianos) en un tipo de energía con cualidades específicas, según sean los requerimientos de cada chakra primario, órganos dependientes y funciones determinadas a donde vaya destinada esa energía.
La estructura de un chakra, del tamaño que sea, en general, puede representarse como teniendo varios polos alrededor del núcleo central. Cada polo es un pequeño vórtice estructural de energía que se abre dentro y sobre la superficie de la piel y directamente sobre la contrapartida etérica de una articulación, un órgano o una glándula del cuerpo físico, que es donde luego nosotros asociamos la posición del chakra (p.ej. “el chakra del timo”) en nuestros diagramas de anatomía energética del cuerpo humano.
Los puntos de intercambio energético
Otro componente importante son los puertos de intercambio de energía (que solemos definirlos como un sistema terciario, en funciones e importancia), que son descritos como minúsculos centros de energía en forma de pequeños poros, con funciones muy simples, muy similares a los millones de pequeños poros y pelos que cubren la piel física del cuerpo. Su función básica es la de absorber y descargar energía y, en un nivel más alto, detectarlas, como pequeños receptores y antenas. El nivel de sensibilidad energética que tenemos todos nosotros depende en gran medida de estos pequeños receptores, pues toda la superficie de la piel está cubierta con ellos, aunque existen algunas áreas en que se encuentran marcadamente concentrados y que son:
1.- Las plantas de los pies. 2.- Las palmas de las manos. 3.- Los pasajes nasales y pulmones. 4.- Los labios, boca y lengua. 5.- Los genitales.
Las manos y los pies, son de los conductos de energía más extensos del cuerpo y, por lo tanto, contienen mayores concentraciones de puertos de intercambio de energía. Éstas son, en consecuencia, las áreas más importantes a estimular, desarrollar y lograr sensibilidad consciente durante los primeros ejercicios de desarrollo energético, no en vano muchas terapias se hacen usando los palmochakras o muchos ejercicios de recarga energética se hacen a través de los chakras de las plantas de los pies.
Los centros de almacenaje energéticos
Finalmente, el ser humano tiene tres centros principales de almacenaje energético, en estos, diferentes cualidades de energías son acumuladas y almacenadas. Son centros totalmente diferentes a los vórtices primarios o chakras mayores, pero evidentemente, como todo en el cuerpo, están interrelacionados con ellos. Estos tres acumuladores son conocidos generalmente como tantiens:
1.- El tantien, caldero u “horno” inferior, a medio camino entre el ombligo y la línea púbica y unos 5 cm hacia el interior del cuerpo. Almacena la energía vital física en bruto. Sede de la energía “Jing” de la medicina tradicional china y de las enseñanzas taoistas.
2.- Tantien medio, en el centro del pecho, en la base del esternón y 5 cm hacia adentro. Almacena la energía emocional (en bruto). Sede de la energía “qi”.