lunes, 18 de enero de 2016

¿Qué es Brahman?



por Swami Sivananda
(Extraído de Jnana Yoga)


Brahman o el Ser Supremo está más allá del tiempo y el espacio, la causalidad. Él es ilimitado. Él es tranquilo. Brilla con igual refulgencia en todos los cuerpos. No puede ser cualquier cosa en particular. Él es Chaitanya o la consciencia pura. Él es Vastu, Atman o Brahman o el Supremo Sí Mismo es el tesoro escondido. Es la joya de las joyas. Es la gema de las gemas. Es lo imperecedero, la riqueza suprema inagotable, que ningún ladrón puede robar. Es el Chintamani de los Chintamanis que da al hombre lo que desea.

Aquel que lo ve todo, a Quien nadie puede contemplar, Aquel que ilumina el intelecto, etc., pero a Quién nadie puede iluminar – ese es Brahman. Ese es Atman.

El ser puro auto-brillante, Que es el soporte de este universo, Que es la consciencia misma, que es la Dicha Absoluta, Que es inmutable es Brahman.

Existe un principio supremo. Es Atman. Es Para Brahman. Es imperecedero, no nacido, no decae y no muere. Es antiguo. Es uno. Es una masa de sabiduría y dicha.

Brahman es el mayor océano de Satchidananda. Brahman está rodeado por un océano de mente, un océano de Prana y un océano de éter y Tanmatras.

Ese oyente no oído, ese veedor no visto, ese pensador no pensado, ese conocedor no conocido es Brahman.

Esa esencia no nacida, que no decae, que no muere, sin miedo (Ajam, Ajaram, Amritam, Abhayam) es Brahman.

Eso de lo que este mundo ha salido, Eso en lo que este mundo existe, Eso en lo que se disuelve es Brahman.

Atman es eterno (Nitya). Es inmutable (Nirvikara). Es una masa de conocimiento (Prajnana Ghana,Chidghana, Vijnanaghana). Es imperecedero (Akshara).

El Atman o el espíritu puro es sin tiempo, sin espacio, sin lugar y sin final. Está lleno de Jnana (Jnana Maya). Es auto-luminoso (Svayam Jyoti). Es Jyotirmaya (lleno de luz). Todos los estudiantes de Vedanta buscan este Atman para obtener Brahmanubhava. Es llamado Parama Vastu (cosa suprema). Da la inmortalidad.

Eso en lo que no hay ni Oriente ni Occidente, ni luz ni oscuridad, ni placer ni dolor, ni hambre ni sed, ni Harsha ni Soka, ni ganancia ni pérdida es Brahman.

Atman es Niravayava (sin extremidades, sin manos y pies). Así que Él es Akarta (Akriya, Nishkriya). ¿Cómo puedes atribuir acción a Niravayava Atman?

El Atman no tiene cuerpo. Es Atanu, Nirakara. ¿Cómo puede haber entonces Jara (vejez) y muerte para el Atman? Atman es Ajara, Amara, Avinasi (no decae, es inmortal e indestructible).

El Alma (Atman) no es un producto como la mente, el cuerpo o los caramelos de azúcar. La Inteligencia Eterna constituye su propia naturaleza. El alma individual es idéntica al Ser Supremo (Brahman).

El Atman (el Ser Supremo) es siempre el sujeto testigo en todo conocimiento, porque es infinito y auto-luminoso. No se manifiesta por sí mismo o por cualquier otra cosa. Es conocido o revelado a través de la percepción directa o conocimiento intuitivo inmediato, Aparokshatvat.

El intelecto puede concebir a Brahman como Sat-Chit-Ananda. Esa es la razón por la cual estos atributos se atribuyen a Él. Pero Brahman es también diferente de Satchidananda. Esto no quiere decir que Brahman es una no-entidad o cero, un concepto negativo o abstracción metafísica. Él es la única Realidad o Verdad viviente. Él es Ser. Él es esencia.

La mente siempre corre detrás del placer porque nace de Ananda (Brahman). Tú amas un mango porque te produce placer. Entre todas las cosas, lo que más amas es tu propio Ser. Este amor del Ser da la clave sobre el hecho de que Ananda o felicidad debe ser la naturaleza del Ser.

Ese Ser Supremo sin segundo que reside en las cámaras de vuestros corazones como Antaryamin o el Gobernante Interior o controlador o Sutradhara o Sakshi (testigo silencioso), Antaratma (Ser interior), que no tiene principio, medio o final, que es la fuente de este mundo, los Vedas, el cuerpo, la mente, Indriyas y pranas, que es omnipresente, que es inmutable, que es la Esencia Una homogénea (Ekarasa), que existe en el pasado, el presente y el futuro, que es Auto-existente Svayambhu, que es Svatantra (independiente) y que es auto-luminoso (Svayam Jyoti) es Dios o Atman o Brahman o Purusha o Chaitanya o Purushottama.

El Atman es diferente de lo conocido. Está más allá de lo desconocido también. Es incomprensible. Esto no quiere decir que sea una no-entidad o vacío o un concepto negativo o una abstracción metafísica. Es una masa de conocimiento o consciencia pura. La consciencia es más densa que la piedra o el platino o el oro. Es la única entidad real y viviente, el sustrato de todo.

El Atman es la sustancia o esencia inmortal en el hombre. El Atman es el origen de los pensamientos, deseos, razonamientos. El Atman es espiritual porque está más allá de la materia y la mente. Debe ser inmortal, porque está más allá del tiempo, el espacio y la causalidad, es sin principio, sin fin y sin causa e infinito.

El Alma o Ser Supremo o Atman o Brahman es esa entidad permanente, constantemente existente e imperecedera que es la base de este mundo, que es indivisible, auto-luminosa, inmutable y omnipresente, que es el testigo silencioso o Sakshi de los tres estados a saber, vigilia, sueño y sueño profundo. El conocedor de esta Alma o Atman alcanza la inmortalidad y entra en la morada de la felicidad y el néctar.

Brahman es conocido también por los nombres de Atman o Purusha. Se le llama Purusha debido a su permanencia en el cuerpo, o porque Él está lleno de Sí mismo, o porque todo lo que vemos está impregnado por Él.

¿La física ya nos ha demostrado que en realidad somos inmortales?


Según el médico y director del prestigioso Advanced Cell Technology, Robert Lanza, la muerte tal como la conocemos y concebimos no es más que una ilusión. No existe en realidad. A esta conclusión tan atrevida ha llegado este científico en su defensa de la teoría del biocentrismo.

Teoría del biocentrismo

Según la teoría del biocentrismo, de la que Lanza es un activo defensor, el espacio y el tiempo no son lineales, tal y como nosotros los concebimos. Estos conceptos, que todavía tienen muchos detractores, comienzan a calar en buena parte de la comunidad científica.
Según Lanza, la teoría del biocentrismo tiene un gran valedor gracias a las demostraciones del experimento de Young, conocido como de doble rendija odouble-split, en el cual se demostró que la luz tiene una naturaleza ondulatoria. En este sentido, Lanza pretende hacer lo mismo con el tiempo y el espacio.

La vida crea al universo

Robert Lanza publicó un libro llamado Biocentrism: How Life and Consciousness are the Keys, en el cual parte de una atrevida premisa que dice que es la vida la que crea al universo, y no al contrario, como creemos ahora.
Esta es la base de la teoría del biocentrismo, que a partir de este concepto muestra la mortalidad como una idea que ha salido de nuestra conciencia de forma artificial y falsa.

La conciencia determina formas y tamaños

Según la teoría del biocentrismo, es la conciencia humana la encargada de determinar el tamaño de los objetos del universo y su forma. Este hecho se explica de la misma forma en que un ser humano percibe el mundo, añadiendo que las células cerebrales son capaces de variar este hecho. Como ejemplo, dice que aunque veamos el cielo azul, nuestra mente puede hacer que lo observemos rojo o verde.

La teoría de cuerdas y el multiverso

domingo, 17 de enero de 2016

¿El budismo y la física cuántica dicen lo mismo?


Por más que las intersecciones entre el budismo y la física cuántica hayan sido el tema de numerosos libros y documentales new age que han sido criticados por divulgar una imagen de la física moderna poco fiel a la realidad –cargada de una dosis de magia y pensamiento positivo– es indudable que algunos de los postulados de la mecánica cuántica tienen importantes coincidencias con algunos de los principios del budismo que tienen entre 2 mil y 2 mil 500 años. La simple curiosidad humana y la búsqueda de la verdad nos hacen maravillarnos de esto y pensar que tal vez el budismo, quizás la disciplina más penetrante en su averiguación de la naturaleza de la mente que el hombre conoce, tocó profundas verdades, que por otro método hoy estamos confirmando.

Hace apenas unos meses, el Dalái Lama fue anfitrión de una conferencia sobre budismo y física cuántica en la que discutieron las asombrosas similitudes, particularmente entre la filosofía de Madhyamaka del gran santo Nagarjuna y algunas de las teorías más extrañas de la mecánica cuántica, como la dualidad onda-partícula, el entrelazamiento cuántico y el colapso de la función de onda. Uno de los principios básicos del budismo de Nagarjuna es que todos los fenómenos y todas las cosas están vacías, ya que no tienen una esencia independiente: para existir dependen de otra cosa y esa otra cosa depende de otra y así ad infinitum –a esto se le llama originación dependiente. Lo anterior puede equipararse con la noción de la física cuántica de que el estado definido de una partícula en el tiempo y en el espacio no existe hasta que no es observada, es decir depende de otra cosa siempre, de tal forma que no podemos decir que exista por sí misma.

Recientes investigaciones en torno al fenómeno conocido como entrelazamiento cuántico han llegado a la conclusión de que este entrelazamiento que aglutina sistemas cuánticos al instante superando cualquier distancia permea todo el universo y es de hecho la sustancia misma del tiempo-espacio. Esto significa que ninguna región del espacio puede separarse y analizarse independientemente: el universo es no-local, lo cual es equivalente a no separable y ciertamente interdependiente en su totalidad. El físico Juan Maldacena piensa que el entrelazamiento cuántico es responsable de la “bella continuidad del espacio-tiempo. En otras palabras, la estructura sólida y confiable del tiempo-espacio se debe a las propiedades fantasmagóricas del entrelazamiento”.

Podemos ver el entrelazamiento cuántico como una expresión cuantificable de la noción de originación dependiente: un estado cuántico individual no puede separarse del sistema total de la misma forma que un fenómeno no existe independientemente de las condiciones de las que emerge. Algunos físicos incluso han dicho que las diferentes partículas de un sistema cuántico deben tomarse como si fueran una misma partícula. En el budismo lo único que permanece en este universo es el vacío que contiene en sí mismo todos los fenómenos eternamente manifestándose como sueños sin sustancia en una mente luminosa, como olas que se rompen en el viento y regresan al océano de la totalidad.

Jay Garfield, traductor del Mulamadhyamakakarika, el texto esencial de Nagarjuna, pone el ejemplo de una mesa (y por qué está vacía):

“Canales y centros acumuladores de energía en el cuerpo humano” (II)


Habíamos explicado en el post anterior porqué es necesario el desarrollo del sistema de soporte energético para que se pueda llevar a cabo con mayor efectividad y seguridad todo intento de desarrollo de las funciones psíquicas y extrasensoriales superiores del ser humano. Estas estructuras de apoyo, son como las tuberías y llaves de paso de cualquier sistema de distribución de agua, en este caso de energía vital, en el cuerpo etérico. Sin su desarrollo correcto, no se puede aspirar a mucho más en términos de desarrollo energético, pues son el sustento y los cimientos del mismo.

Los chakras secundarios

Si los potenciales latentes del ser humano se manifiestan cuando los chakras primarios y sus glándulas correspondientes se desarrollan y activan completamente, los chakras menores que poseemos  son el piso justo inferior en el que se apoya esta activación, ya que comparten muchas similitudes con los centros primarios (chakras mayores), pero son más pequeños, más simples y poseen sólo algunas funciones más especializadas. El propósito principal de estos vórtices secundarios es el de refinar, transformar y acondicionar las energías recibidas a través del sistema terciario (puertos de intercambio de energía en el sistema de canales, nadis, meridianos) en un tipo de energía con cualidades específicas, según sean los requerimientos de cada chakra primario, órganos dependientes y funciones determinadas a donde vaya destinada esa energía.

La estructura de un chakra, del tamaño que sea, en general, puede representarse como teniendo varios polos alrededor del núcleo central. Cada polo es un pequeño vórtice estructural de energía que se abre dentro y sobre la superficie de la piel y directamente sobre la contrapartida etérica de una articulación, un órgano o una glándula del cuerpo físico, que es donde luego nosotros asociamos la posición del chakra (p.ej. “el chakra del timo”) en nuestros diagramas de anatomía energética del cuerpo humano.

Los puntos de intercambio energético

Otro componente importante son los puertos de intercambio de energía (que solemos definirlos como un sistema terciario, en funciones e importancia), que son descritos como minúsculos centros de energía en forma de pequeños poros, con funciones muy simples, muy similares a los millones de pequeños poros y pelos que cubren la piel física del cuerpo. Su función básica es la de absorber y descargar energía y, en un nivel más alto, detectarlas, como pequeños receptores y antenas. El nivel de sensibilidad energética que tenemos todos nosotros depende en gran medida de estos pequeños receptores, pues toda la superficie de la piel está cubierta con ellos, aunque existen algunas áreas en que se encuentran marcadamente concentrados y que son:

1.- Las plantas de los pies. 2.- Las palmas de las manos. 3.- Los pasajes nasales y pulmones. 4.- Los labios, boca y lengua. 5.- Los genitales.

Las manos y los pies, son de los conductos de energía más extensos del cuerpo y, por lo tanto, contienen mayores concentraciones de puertos de intercambio de energía. Éstas son, en consecuencia, las áreas más importantes a estimular, desarrollar y lograr sensibilidad consciente durante los primeros ejercicios de desarrollo energético, no en vano muchas terapias se hacen usando los palmochakras o muchos ejercicios de recarga energética se hacen a través de los chakras de las plantas de los pies.

Los centros de almacenaje energéticos

Finalmente, el ser humano tiene tres centros principales de almacenaje energético, en estos, diferentes cualidades de energías son acumuladas y almacenadas. Son centros totalmente diferentes a los vórtices primarios o chakras mayores, pero evidentemente, como todo en el cuerpo, están interrelacionados con ellos. Estos tres acumuladores son conocidos generalmente como tantiens:

1.- El tantien, caldero u “horno”  inferior, a medio camino entre el ombligo y la línea púbica y unos 5 cm hacia el interior del cuerpo. Almacena la energía vital física en bruto. Sede de la energía “Jing” de la medicina tradicional china y de las enseñanzas taoistas.

2.- Tantien medio, en el centro del pecho, en la base del esternón y 5 cm hacia adentro.  Almacena la energía emocional (en bruto). Sede de la energía “qi”.

Conferencia "Mil gracias derramando" · Emilio Carrillo


Publicado el 3 ene. 2016
Conferencia "Mil gracias derramando" · Emilio Carrillo Benito
Celebrada en el Teatro 'Vicente Espinel'
Ronda, Málaga.
Organizado por Centro Baba 
www.centrobaba.es

sábado, 16 de enero de 2016

“Por muchos planes que hagas, solo eres Io que te sucede”


Joan-Carles Mèlich, filósofo.

Tengo 53, pero cada año que cumplo me duele menos. Naci en el Eixample de Barcelona. Soy un agnóstico de cultura cristiana. Me gano lavida enseñando Filosofía en Ciencias de la Educaci6n el maestro da; el buen maestro se da y yo aspiro a entregarme. Publico 'La lectura como plegaria'


Tiene usted suerte de poder vivir filosofando.
Como cualquiera que se ponga. Yo les invito a todos a escribir, que es como rezar, y a leer, que es una plegaria...

Ningún escritor –ni lector- está de más, pero creyentes hay cada vez menos.
Para filosofar no hace falta creer, basta con querer conversar con los clásicos, que es como hablar con la humanidad de todas las épocas. Yo no me confieso con curas, sino con libros y cuadernos.

¿Por que leer tanto? Hubo nazis muy leídos y muchos sabios analfabetos.
Si lees a Sófocles, Dante, Cervantes, Dickens, Dostoyevski, Melville,  Tolstoi, Strindberg, Proust, Rilke, Kafka, Musil, Joyce, Pessoa, Woolf, Mann, Beckett, Borges, Espriu o Canetti te entenderás mejor a ti y a los demás:  vivirás más.

Hay muchos otros autores y más modernos que también enseñan a vivir.
Los libros de autoayuda no me interesan, porque solo dan respuestas que pasan de moda casi en el mismo instante en que se escriben. En cambio, los clásicos plantean nuevas preguntas cada vez que se leen.

¿Y si ya tengo bastante con mis dudas?
Podrà compartirlas con los clásicos, que en vida eran tan humanos, Iuego tan finitos, como usted y como yo: podian hacer planes, pero al final sólo somos lo que nos sucede..

Asumido.
...En cambio, como autores son inagotables. A cada uno nos dicen algo diferente en cada momento, porque no pretenden decirlo todo de una vez para siempre. Son clásicos porque no escribieron textos sagrados.

¿Cual es la dlferencia?
Un texto clásico es el que nunca se agota en ninguna lectura y, por tanto, siempre se lee como algo nuevo; pero la autoridad, al decretar que un texto es sagrado, intenta reducir su sentido inagotable a un significado inmutable. Eso es el totalitarismo.

Y si alguien cree tener la única verdad, también cree tener derecho a imponerla.
Por eso me atemoriza to sagrado, porque pone fin a toda conversación con los libros y la reduce a una orden. "Este texto significa esto". Después, llegan los mandamientos de todos los catecismos: cómo debes pensar, hablar, comer, vivir, guerrear, morir...

¿La religión no nos hace mejores?
Los actos demoniacos se cometen en nombre de Dios, pero el humano es un ser en busca de sentido, por eso también es irrenunciablemente religioso, aunque el modo de serlo pueda ser tan diverso como la propia humanidad. Pero, cuando se impone, la religión deja de ser lo que es: búsqueda y misterio, para devenir dogma y dominación.

Pues muchos se quejan del relativismo moral y del todo vale de nuestros dias.
Al contrario, yo creo que aún hay demasiado absolutismo y excesiva fe en certezas universales e incontestables. Hay demasiada moral y demasiada poca ética.

Pensaba que la ética sucedía a la moral.
La moral es un conjunto de normas, de valores, de hábitos propios de una cultura concreta en un momento de su historia. Y en la actualidad no hay una crisis moral. Todo lo contrario: nunca se habian redactado tantos códigos deontológicos.

Pero no por ello se actúa mejor.
Porque la moral nos dice qué debemos hacer; la ética nos dice que tenemos que hacer algo sin decirnos qué ni cómo hacerlo. No somos éticos porque sepamos qué hacer, sino porque no lo sabemos. Ser ético es no saber qué hacer, pero hacerlo al cabo.

Pues entonces no es tan complicado.
Al contrario, ser ético es dificil, porque lo fácil es seguir la norma sin más: quien es obediente no está obligado a pensar en las consecuencias de su obediencia. Quien es ético debe asumir Isa consecuencias de sus dudas.

Da seguridad tener normas.
Es habitual pensar que la inseguridad es inquietante, pero para mi lo mis inquietante es la seguridad. La moral dicta la ética duda.

¿La ética pone en duda lo que la moral ordena?
Asi es, pero lo esencial es que al final no hay ética sin compasión. Y ser compasivo es acompañar al otro en su sufrimiento.

¿Es ser empatico?
No; la compasión no es la empatia. El torturador es empático sólo para poder torturar mejor. Compasivo no es quien siente el dolor del otro, sino quien siente al otro sufrir.

¿Usted perdonarla al terrorista que asesina a su familia por una causa?
No hay motivos para perdonar, por eso mismo el perdónn es absurdo y por eso es perdón. Tan solo se puede perdonar lo imperdonable. El perdón no restaura, pero sin él no hay restauraci6n posible. Asi que, al menos, intentaría perdonar a ese terrorista.

¿Tiene usted miedo a morir?
No: la muerte no se vive. Por eso dice Epicuro que no hay que pensar la muerte, puesto que ninguno puede vivirla.

Si está ella, no estamos nosotros y si estamos nosotross, no está ella.
Pero lo grave no es tu muerte, sino la del ser querido: su ausencia. La muerte no se vive, pero si se muere la muerte de un ser amado.

La envidia ¿como evitar sentirla?


La envidia es un angustioso sentimiento de tristeza, rabia y frustración por el deseo de algo que no se posee pero que otro tiene.

La envidia generalmente se enfoca hacia personas de nuestro entorno cercano como familiares, vecinos o compañeros de trabajo. Y es que realmente es más fácil envidiar a un vecino que a un escritor famoso.

Se puede envidiar algo material como una casa o un coche… o algo intangible como el carácter de otra persona, su puesto de trabajo, el poder que ella tiene o su estatus social.
La envidia es un sentimiento desconcertante ya que mezcla emociones contradictorias: por un lado, se admira lo que la otra persona ha conseguido y, por otro, se siente pesar, enfado y frustración por no tener ese bien ajeno que consideramos indispensable para ser feliz. “Donde reina la envidia no puede vivir la virtud” Miguel de Cervantes.
La persona envidiosa es insaciable y nunca estará satisfecha, ya que no disfruta o aprecia lo que ella misma posee, sino que dedica todo su energía en el deseo de posesión de lo que los otros tienen en lugar de dedicarse a cumplir sus propios objetivos.
La envidia es un fenómeno psicológico que se produce de forma muy común y que hace sufrir tanto al envidioso como a sus propias víctimas, produciendo al afectado sentimientos de fracaso, melancolía y rencor que pueden hasta afectar la salud física, mental y emocional: insomnio, trastornos de apetito, ansiedad y depresión. “La envidia es el único vicio que no produce ningún placer a nadie”.

Claves para evitar sentir envidia o enfocarla de una manera sana:

1.- Reconoce que tienes envidia 
“Grande es aquel que para brillar no necesita apagar la luz de los demás”.
La envidia brota de forma espontánea y natural. No trates de reprimir o negar este sentimiento. Acéptalo y trabaja para transformarlo en algo positivo. La envidia es un sentimiento que cuesta reconocérnoslo a nosotros mismos: pocas cosas nos hieren tanto como que nos digan “tú lo que tienes es envidia”. A menudo y sin darnos cuenta, la envidia que sentimos se expresa indirectamente a través de críticas constantes hacia las personas que poseen algo que ambicionamos o deseando que estas personas fracasen.
Dice un proverbio japonés que cuando todos estaban elogiando la cola del pavo real, el resto de pájaros exclamaron “pero miren sus patas”. El envidioso arruina el placer ajeno y siempre pone un “pero” ante los halagos ajenos.

2.- Analiza el origen de tu sentimiento 

El juicio a uno mismo: nuestras excusas para no vivir


¿Te juzgas a ti mismo? No eres el único.
Aunque ya estoy acostumbrado, lo que más me ha sorprendido durante los 10 años que llevo trabajando (tanto a nivel individual como con grupos), es lo arraigado el juicio a uno mismo se encuentra en nosotros, los seres humanos. He trabajado con personas que disfrutaban del mayor éxito imaginable, que tenían una vida ideal, con las situaciones y circunstancias que otros soñarían. No obstante, las cuestiones del pasado que debíamos elaborar juntos, porque continuaban repitiéndose y creándoles dificultades sin motivo alguno, eran el juicio y la duda respecto a sí mismos.

Uno de los problemas con el auto-juicio es que nos aparta de la vida. Cuando comienzo a juzgarme mí mismo y decido que no puedo hacer algo, me digo algo así: “No, no puedo, no puedo hacer esto ni tomar este camino; es mejor que vaya por este otro…”. Sin embargo, si a pesar de las dudas decido continuar adelante y vivir esa experiencia, tendré mucha más fuerza vital, mayor crecimiento y más apertura. De manera que, lo que he aprendido acerca del juicio a uno mismo, es que tomar conciencia de él debe ser una de las prácticas más profundas para cada uno de nosotros. Y que, cuanto más conscientes somos acerca del momento en que aparece en nuestra mente y en nuestras acciones, antes podemos comenzar a trabajar con él y abrirnos a la vida en mayor medida.

El juicio a uno mismo y el rechazo.

Muchos creen que el juicio a uno mismo tiene su origen únicamente en el pasado. Por ejemplo: si tu madre criticó tus trabajos de arte, se supone que, incluso aunque hoy en día seas el pintor más célebre del mundo, o de tu ciudad, permanecerá en tí la semilla de la duda. Debido a que querías el amor y el reconocimiento de tu madre, su juicio aún te estaría afectando mientras sigues reproduciendo ese antiguo guión. Esto es válido para todos nosotros. Aunque, si profundizamos, debemos reconocer que vivimos en una sociedad que juzga y critica enormemente. Vivimos en una sociedad que nos obliga a compararnos unos con otros, a a juzgarnos entre nosotros. Es cierto que en este momento de nuestra evolución estamos rompiendo con ese círculo vicioso, pero si observamos este fenómeno más de cerca, descubriremos que se basa en un miedo primal muy básico.
Cuando en la antigüedad vivíamos en tribus, era vital para nosotros ser aceptados dentro de nuestro grupo tribal. La consecuencia de ser rechazado o apartado de la tribu podía ser la muerte. Podíamos morir solos. De manera que, aún conservamos un miedo innato al rechazo, a ser criticados y juzgados por otros y a que nos alejen de ellos. Uno de los aspectos que debemos superar cuando trabajamos el juicio a nosotros mismos es: si alguien te rechaza, permíteselo. Permite que no acepten algo que has dicho y ve en busca de las personas que sí estarán abiertas para lo que tienes que decir. Porque eso se convertirá en un acto de curación para tí. Al dejar ir esa atadura que quizá de niños no podíamos soltar hacia nuestros padres, porque dependíamos de ellos y entonces eran nuestro principal foco de atención, ahora, ya adultos, podemos liberarnos de esas antiguas energías, quizá en la figura de un amigo o de un grupo.

Juzgarse a uno mismo por el auto-juicio en sí.

Este juicio se da continuamente entre las personas espirituales o que buscan el autoconocimiento y el aprendizaje. Siempre hay un: “¡Oh, Dios mío! ¡Otra vez estoy haciendo lo mismo! ¡No puedo creerlo! ¡Puedo hacerlo mejor! “ (Lee se golpea la frente con la mano).
Cada vez que estoy haciendo esto (Lee se golpea repetidamente la frente con la mano, como reprendiéndose), no lo estoy haciendo mejor. En vez de eso, puedo tomar conciencia de mi auto-juicio y decir: “Ah, muy bien. Me doy cuenta de que me estoy juzgando. Así que pondré mi intención en soltar y dejar ir este juicio, no importa cuánto me lleve. Pongo mi intención en abrirme más allá del juicio mí mismo.”

Aceptación, consciencia y acción.

El primer paso para conseguir acabar con nuestro auto-juicio es aceptar que existe. No dejes que dé vueltas a tu alrededor como un mal olor o como una sombra de la que avergonzarte. Todo el mundo tiene algo con lo que está lidiando en su interior, y la mayoría de las personas tienen alguna clase de juicio a sí mismas.
Puedes escribir en tu ordenador o sobre el papel cuál es el mayor juicio que te haces a tí mismo/misma. A continuación, escribe: ¿Qué me impide hacer este juicio en mi vida?. Y para terminar: ¿Cómo me hace sentir este juicio?.
Por ejemplo, en esa lista el mayor juicio podría ser: “Tengo sobrepeso. Lo que me impide hacer es: asistir a cursos de danza, tener citas, sentirme a gusto con la ropa que llevo. Mis sentimientos acerca de él son: profunda vergüenza, la sensación de no ser lo bastante bueno/buena, tristeza, aislamiento…”.

El truco aquí es hacer dos cosas:

1.-Permite que esas emociones entren en tu cuerpo. Sé que eso es lo último que desearías hacer, pero si no dejas que esas emociones salgan a la superficie para ser liberadas, permanecerán a tu alrededor constantemente y continuarán minando tu vida, a menos que hagas algo para impedirlo.