domingo, 31 de enero de 2016

AQUELLO QUE SIEMPRE ERES



Hay algo que siempre está presente, es la consciencia. El hecho
de saber que eres, de ser consciente. En ese momento aparece el
pensamiento yo, el lenguaje, la mente y todo el mundo de las
ideas y las dualidades; el conflicto, el temor, el dolor, el placer,
etc. 

Todo esto forma parte del juego del yo, del juego de la
mente. No importa lo más mínimo que ocurra esto. No hay que
esforzarse por cortar con ello, por evitar que las cosas sucedan,
por reprender a la mente, etc. Todo lo que hagamos seguirá
entrando en ese juego.

Lo único real es que eres, que sabes que eres. Viendo eso
comprendemos la realidad primera, intocada y prístina, la
realidad fundamental. Sabemos que todo lo que surja después,
que todo lo que creamos que somos, que cualquier formulación
ya es de la mente. Sin embargo la conciencia no desaparece, es
el fondo bajo el que todo sucede, el gran silencio sobre el que
nacen todos los sonidos. 

El gran océano que ve nacer y morir
las olas infinitas. El mar está en calma o agitado, pero siempre
es el mar. Los sonidos cambian, la melodía siempre es otra,
pero el silencio es siempre el punto de partida, el mantenedor
de todo, lo único real y constante. Tú eres eso. Tú eres la
conciencia que siempre es. La luz de la conciencia. Lo demás no
importa, no te preocupes por ello, si sabes que eres.

Sé testigo del milagro de ser. No te esfuerces por ser esto o
aquello. Sé lo que eres, nada más. Sé el todo, no te conformes
con la parte. Si lo miras bien, afortunadamente, no tienes
opción alguna, siempre eres lo que eres. Darse cuenta de esto es
lo más evidente que puede ocurrir, es como mirarte en un
espejo y ver tu rostro directamente o señalar un árbol y ver el
árbol. 

Abandona la culpa y deja de juzgarte a ti mismo


Tanto si lo sé como si no, siempre estoy atacándome a mí mismo. Tal vez crea que te estoy atacando a ti, pero sólo es una ilusión. Por supuesto, a veces tú también crees en mi ilusión, y entonces te sientes ofendido. Así es como funciona el mundo.

Pero, en verdad, yo no puedo atacarte. Sólo puedo atacarme a mí mismo. Todo lo que proyecto sobre ti vuelve a casa, vuelve a mí. El pensamiento es el boomerang perfecto. Siempre vuelve a la persona que lo envía.

¡Esto no tiene nada que ver con el castigo! Muchas personas, incluso las que creen en el karma, no compreden esto. Nadie está siendo castigado por sus pecados. Simplemente está recibiendo de vuelta lo que ha enviado para poder tomar conciencia de ello. Si la persona envía ira, la ira vuelve porque tiene que responsabilizarse de ella. Cada uno de nosotros tenemos que adueñarnos de lo que emitimos. Sólo podemos liberarnos de algo cuando nos adueñamos de ello.

Se trata de una ley simple. No hace falta que la usemos para castigarnos unos a otros. No hace falta que digamos: “Ves, desgraciado. Sabía que te iba a volver”. No tenemos que jugar a ser Dios. No se nos necesita en ese papel.

Simplemente tenemos que entender que vamos a seguir cometiendo errores hasta que aprendamos nuestras lecciones. Vamos a seguir proyectando cualidades positivas y negativas en los demás mientras no estemos dispuestos a adueñarnos de ellas en nosotros mismos. Vamos a seguir atacando a los demás hasta que nos responsabilicemos del ataque.

Apropiarnos y responsabilizarnos del ataque sólo es una manera de cortocircuitar el proceso. Yo digo: “De acuerdo, ira, ya sé que me perteneces, de modo que no voy a pretender que provienes de otra persona”. Eso no significa que no exprese la ira. Si está ahí, es mi responsabilidad expresarla. Pero debo hacerlo sabiendo que me pertenece a mí. De esa manera no tiene por qué ir hacia fuera, quedarse pegada a alguien que se sienta suficientemente culpable como para recogerla y después volver a mí en forma de algún resentimiento callado.


“El Amor no abriga resentimientos”
Un Curso de Milagros


Me responsabilizo de la ira. Entiendo que no es a ti, sino a mí mismo, a quien ataco. No me pierdo en la proyección, o al menos no me pierdo cuando tengo éxito en mi intento de responsabilizarme.

No siempre tengo éxito, ni tampoco suelo tenerlo a la primera. A veces te ataco, y a veces me apropio del ataque. Cuando te ataco, me siento culpable porque creo que puedo herirte. Llevo esa culpabilidad conmigo y entonces, cuando tú u otra persona me ataca, mi culpabilidad invita a ese ataque a quedarse pegado a mí. Todo este proceso es muy extraño.

Cuando te ataco, me siento muy mal. Eso me pone en el centro de la diana de otro posible ataque. Todos los extraños que tienen ira acumulada, sienten en mí una víctima potencial cuando paso a su lado. ¡Hasta los pastores alemanes pueden oler el aroma! Cada vez que te ataco, establezco mi propia culpabilidad. Si no crees que esto sea verdad, lee crimen y castigo de Dostoievsky. En la novela, Roskolnikov intenta perpetrar el crimen perfecto. Cree que si mata por una buena razón, no se sentirá culpable por haberlo hecho. Pero no funciona.

Cierto, no le pillan. Consigue que no le acusen del crimen. Pero no puede vivir con la culpa. Finalmente, se entrega a la policía.

Esto es lo que todos tenemos que hacer: entregarnos.

En cuanto atacamos, tenemos que recordar que estamos afirmando nuestra culpabilidad.

Confesémoslo inmediatamente. ¡Al infierno con las justificaciones! Sabemos que el ataque no puede ser justificado. De modo que responsabilicémonos de sanarnos y sanar a los demás.

“He cometido un error, hermano. Te he atacado porque tenía miedo. Pensaba que tenía derecho a atacarte, pero me equivoqué. Perdóname. Ayúdame a seguir mi camino”.

Cuando hago de mi ataque una petición de amor, mis hermanos y hermanas me permiten que me acerque a ellos. Este es un gesto de reconciliación.

Si reconozco mi ataque y asumo la responsabilidad de corregirlo, mi culpabilidad no se queda fijada. La culpabilidad se queda fijada cuando justifico mi ataque y me niego a enmendarme.

La culpabilidad crónica no es más que la negativa continuada a asumir la responsabilidad de reconocer y aprender de mis errores. Nadie se convierte en un saco de arena, de esos que usan los boxeadores, sin que haya una causa para ello. Sin embargo, la causa suele estar profúndamente enterrada en la psique.

Cada vez que te ataco, me ataco a mi mismo. Ese ataque puede venir en forma de juicio sutil, pero, si se repite una y otra vez, me envía continuamente el mensaje de que no soy adecuado.

No es coincidencia que los individuos que tienen menos autoestima sean los que más juzgan a los demás. Cuanto más nos dedicamos a juzgar a los demás, más nos juzgamos inconscientemente a nosotros mismos.

Todas las proyecciones vuelven a casa. Ésta es la función de la culpabilidad. A cierto nivel, se niega a permitir que nuestro ataque nos deje. Simplemente no podemos atacar a los demás sin sentirnos responsables del ataque en algún nivel de nuestro ser.

Cuando llevamos esta responsabilidad a la conciencia, podemos empezar a sanar. Cuando dejamos que siga siendo inconsciente, atraemos sucesos que nos obligan a tomar conciencia no sólo de nuestros ataques hacia los demás, sino del profundo odio que sentimos hacia nosotros mismos, que es el que provoca esos ataques.

La culpa y la responsabilidad se excluyen mutuamente. La culpa se queda pegada a la herida impidiendo que ésta se cure. El primer paso del proceso de curación es la responsabilidad.

Para soltar la culpa y dejar de juzgarnos, debemos empezar a responsabilizarnos de nuestros ataques contra otras personas. Debemos tomar conciencia de nuestras proyecciones en cuanto ocurren.

Tomando conciencia de nuestro ataque, vemos la causa que está detrás. Vemos nuestros propios miedos, nuestros juicios profúndamente arraigados y nuestros sentimientos de inadecuación. Vemos nuestra profunda llamada al amor.

Esto es esencial. No podemos empezar a perdonarnos a nosotros mismos hasta que no nos demos cuenta de que toda nuestra oscuridad es una llamada a la luz, y de que toda nuestra ira y dolor son una llamada al amor. Tenemos que reconocer esto, porque de otra manera tomaremos nuestra conciencia y la usaremos para golpearnos a nosotros mismos.

¡No debemos subestimar este peligro! Si dejamos nuestro proceso de curación en manos del ego, no pasará de ser otro proceso en el que volveremos a herirnos. Sólo el Espíritu puede estar al cargo de nuestra curación, porque el Espíritu confirma nuestra validez, al tiempo que nos anima a enmendarnos y a aprender de nuestros errores.

Yo no soy malvado por haberte atacado, y tú tampoco eres malvado por haberme atacado. Nuestro ataque mutuo viene de que ambos nos sentimos profúndamente inadecuados. Viene de un lugar en el que ni tú ni yo nos sentimos amados.

sábado, 30 de enero de 2016

Yo Soy, el Yo Soy ( Yo Soy, es Tú Maestro interior )


Ultimo vídeo que hemos creado, espero que os guste.


CUALQUIER MAESTRÍA QUE EL INDIVIDUO HAYA ADQUIRIDO SOBRE SUS ASUNTOS Y SU MUNDO ES, Y SIEMPRE DEBE SER, UN RETIRO SAGRADO, UN SANTUARIO INTERIOR, EN DONDE NINGÚN OTRO INDIVIDUO INQUISIDOR PUEDA ENTRAR. NADIE PUEDE LOGRAR LA MAESTRÍA PRETENDIENDO ENCONTRAR ESA MAESTRÍA EN OTROS.

BUSCAR, ENCONTRAR Y APLICAR LA LEY DEL PROPIO SER ES EL CAMINO SEGURO HACIA LA MAESTRÍA, Y ÚNICAMENTE CUANDO EL INDIVIDUO LA HA LOGRADO, ES QUE PUEDE COMPRENDER REALMENTE LO QUE ES LA VERDADERA MAESTRÍA. NO HAY SINO UN DOMINIO QUE BUSCAR Y ES EL DOMINIO SOBRE EL PROPIO SER EXTERIOR.




Si te quieres suscribir, pincha el siguiente enlace:
https://www.youtube.com/channel/UCx01wtZxSkOSk31Arrgk6Uw

“Nuestra alma”



“Para tener unas nociones justas sobre la naturaleza de este principio espiritual que llamamos alma, hay primero 
que tomar conciencia de que 

No está encerrada en nuestro cuerpo físico
se extiende mucho más allá y, aunque continúe animándole, viaja para visitar las regiones del espacio más lejanas y las entidades que las habitan. 

Porque el alma que habita en cada ser humano es una ínfima parte del Alma universal. Y se siente tan limitada, tan apretada en el cuerpo, que su único deseo es desplegarse en el espacio para fundirse en esta inmensidad a la que pertenece. 

También es un error creer, como se hace generalmente, que el alma cabe enteramente en el ser humano. En realidad, no, sólo una parte muy pequeña del alma tiene en él su morada; la casi totalidad permanece exterior a él y lleva una vida independiente en el océano cósmico.

Qué es lo realmente importante en nuestra vida: 3 preguntas vitales


“Sueña como si fueras a vivir eternamente, vive como si fueras a morir hoy.
James Dean

Muchos de nosotos soñamos con ser ricos. Que nos toque la lotería o cambiar de trabajo para ganar más dinero.

Soñando deseos
Soñando deseos

El dinero se convierte en un fin en sí mismo. Sin embargo, pocas veces nos planteamos qué haríamos con ese dinero. Hay numerosos estudios que demuestran que el dinero no da la felicidad, y que hay un umbral de dinero, que una vez alcanzado cubre nuestras necesidades básicas, y ya no nos hace más felices.

Para poder valorar adecuadamente en qué medida ser millonario nos haría más faciles, sería bueno antes plantearnos una serie de preguntas, que nos ayuden a descubrir lo realmente importante en nuestra vida:


1 - Si fueras rico, ¿qué harías?.

Seguro que muchas veces nos hemos planteado esto. Me compraría un coche nuevo, una casa, una casa en la playa, viajaría por el mundo y por supuesto, una respuesta casi común es dejaría de trabajar. Está claro que, una vez pasado el atracón de los caprichos, nos enfrentaríamos a un momento en el que pensaríamos ¿y ahora qué? Tengo mi vida solucionada, tengo todo lo que quería tener, ahora ¿qué hago con mi vida? En mi opinión, ésta es la pregunta clave. ¿Nos hemos planteado alguna vez qué queremos hacer/ser cuando seamos ricos, en vez de qué queremos tener? Es muy probable, que nos vengan muchas ideas sobre qué tener siendo rico, pero busca 10 cosas que quieras hacer/ser cuando seas rico y la cosas se complican. Si haces este sencillo ejercicio, anotando en una libreta tus deseos, es muy posible que te encuentres con una sorpresa. Es más, es muy probable que muchas de las cosas que anotes en esa lista, no necesiten ni siquiera ser rico. Entonces, ¿por qué estamos esperando a ser ricos para hacer algunas cosas que no necesitan dinero?


2 - Si solo te quedaran 10 años de vida, ¿qué harías?. 

Ahora viene el más difícil todavía. Nos han dado 10 años de vida. ¿Qué harías? ¿Seguirías haciendo las mismas cosas que haces ahora? Por ejemplo, es muy probable que tus objetivos laborales cambiaran radicalmente, y que tu carrera laboral pasara completamente a un segundo plano. ¿Por qué? Porque en el fondo, eso no es lo más importante en la vida. Es muy probable que quisieras dejar un legado, que se te recordara por algo bueno, importante. También es casi seguro que aprovecharías cada momento al máximo, y que quisieras estar al lado de los tuyos (familia o amigos) el mayor tiempo posible. De nuevo, porque estas cosas son las realmente importantes en la vida. Entonces, ¿por qué no valorar estas cosas ya mismo, por qué no hacerlo hoy mismo?


3 - Si te quedaran 24 horas de vida, ¿de qué te arrepentirías?. 

viernes, 29 de enero de 2016

DESCARGAR LIBRO: METAGENEALOGÍA. ALEJANDRO JODOROWSKY Y MARIANNE COSTA


Este libro titulado Metagenealogía o lo que es lo mismo la construcción del árbol genealógico nos facilita el trabajo de toma de conciencia personal a través de la comprensión de los elementos del pasado que nos dan forma. 

Los textos y ejercicios favorecen la toma de conciencia del estado de «salud» del árbol genealógico en el que ha nacido, además de  ayudar a descubrir trampas familiares en la que podemos estar atrapad@ inconscietemente. 

Comprendida la influencia que ejercen en nosotr@s las vidas de bisabuelos, abuelos, padres, tí@s, herman@s,  y como ciertas creencias, tabúes familiares o lazos especiales pueden estar obstaculizado la expansión de nuestro Ser. 

La persona que inicia este trabajo verdaderamente podrá empezar a sentirse más libre a medida que avanza en la construcción de su propia historia ancestral. 

Os dejamos con algunos vídeos que nos ayudan a entender la finalidad de cada un@ de nosotr@s dentro del conjunto de energías de nuestro árbol.

Descargar el libro:
http://www.siruela.com/archivos/fragmentos/Metagenealogi769aFrg.pdf




Aprender a pensar positivamente


1. Mantén la Calma en los Momentos Difíciles
Es fácil ser positivo cuando todo nos va bien, pero el verdadero reto ocurre en las situaciones conflictivas. La mejor estrategia para sobrellevarlas es manteniendo la calma, confiando en que todo será resuelto, en parte por tu iniciativa positiva y en gran medida por la ayuda del Universo

2. Sé Comprensivo con los Demás
Como seres humanos, todos tenemos nuestras limitaciones y cometemos errores. Comprendiendo esto, valora la bueno que hay en cada persona que sueles criticar, y harás crecer en ellas más de sus bondades.

3. Enfoca tu Atención en las Cosas que Más Te Gusten
Aquello en lo que te enfocas, lo haces crecer. Cuando hay algo en tu vida que no te gusta, nada puede empeorar más esa situación que enfocarte en el problema. Apunta tu atención hacia lo que deseas que ocurra, y ocurrirá. Generas tu camino a medida que elijes en qué enfocarte.

4. Si Aparece un Pensamiento Negativo, Acéptalo y Déjalo Fluir
Si te resistes a aceptarlo, le estás dando atención y más poder, haciendo que el mismo crezca en tu mente y se manifieste en tu realidad. Recuerda siempre: “A lo que te resistes, persiste”. Acéptalo y elije cambiarlo por al menos una ideas positivas.

5. Lo que Parece Real es Sólo un Pensamiento Negativo
Solemos darle demasiada dimensión a la percepción de los hechos, considerando nuestro punto de vista como el real. Sin embargo, esa no es “la realidad”. O, al menos, no es la única realidad. Es simplemente tu pensamiento configurando tu entorno. Reflexiónalo.

6. Perdona, Suelta, Libera.
El perdón es la acción que nos permite desprendernos de aquello que tanto nos hirió. No significa justificar lo sucedido ni a quien cometió el hecho, sino simplemente tomar la decisión de soltarlo para que no influencie más en nuestra vida.

7. Habla Siempre en Positivo
Cuida tus palabras, pues se vuelven realidad. Sobre todo aquellas palabras a las que les pones sentimiento. Por un día, toma consciencia de cuántas oraciones negativas emites, y trata deliberadamente en convertirlas en positivas y afirmativas.

Mónadas: todos a una, una para todos


Y empezó el viaje. La esencia, proyectada desde la parte de atrás del ombligo, desde el interior del cuerpo, tomó el mando, relegó a la personalidad virtual a un lado con mucha delicadeza, explicándole su función y su papel, relegó a un lado también a los cuerpos superiores que pertenecían al errante que también era parte de esta encarnación, por debajo de la personalidad humana, y la luz interior se hizo con el control absoluto de la existencia terrenal que seguía yaciendo dentro del saco de dormir.

Y así comenzó la verdadera odisea. La esencia, fue instruida sobre como hacer para liberar a otros hermanos y hermanas. Lo curioso es que la personalidad jamás se dirigió a otras personalidades en esos términos, pero cuando la esencia tomó el mando, no veía a las otras personalidades, sino que solo veía a las otras esencias en el interior de cada una de esas personalidades, y todas eran hermanos e iguales. Y la esencia recibió instrucciones. Una voz de otra conciencia externa le explicó lo que debía hacer. Sanar a otros, le dijo, pero no como lo has hecho hasta ahora, sino desde la esencia que eres, despertando a los otros espíritus que moran en el interior de cada una de las personas y dirigiendo el trabajo de la propia luz de cada uno para que ellos se sanen a ellos mismos.

La voz de esa otra conciencia que guiaba el trabajo de instrucción mostró entonces a la esencia como se debían hacer las sanaciones. Extiende tu mano, pidió. El cuerpo físico levantó la mano derecha. Ahora, proyecta tu energía por tu mano hacia las personas que tienes alrededor. Tienes que conectar con la esencia de cada uno como primer paso. La energía salía por la mano como si siempre hubiera estado ahí con esa misma potencia, y un fino hilo de luz se proyectó hacia una persona…
Del artículo “Ábrete corazón”

Ya hace más de un año que tuve esta experiencia que os conté en el artículo mencionado, donde mi mónada, esencia, o “partícula primordial”, tomó “el control” del vehículo evolutivo que mi cuerpo y mi personalidad es para “ella” y aprendí a hacer sanaciones usando su aspecto energía.

Ya hemos hablado anteriormente que la existencia de nuestra realidad está basada en una trinidad de aspectos equivalentes y relacionados entre sí: la materia, la energía y la consciencia, y ninguno de esos tres aspectos puede existir sin los otros dos. La Creación, todo aquello que existe, está compuesto por un número infinito de puntos de materia-energía-consciencia en movimiento. Estos puntos o bloques básicos, que serían el equivalente a los trillones de gotas individuales que forman un océano, fueron llamados “mónadas” en la escuela Pitagórica y son la unidad indivisible “básica” de la Creación.

Cada “mónada” posee conciencia individualizada, que es además parte de la vasta conciencia colectiva de esa Creación. Así, desde el inicio, la conciencia de estos átomos primordiales, mónadas o unidades primarias, existen como los bloques fundamentales de construcción de la realidad, los ladrillos que forman todo lo que vemos y conocemos. Todas las formas existentes, físicas y densas, o etéricas y energéticas, son producto de acuerdos entre mónadas, los bloques básicos de la Creación, para unirse entre ellas, el equivalente a unas cuantas gotas de agua individuales de un océano formando una forma, un remolino, o una ola de cuatro metros. Estas diferentes “formas” que podemos percibir, sólidas o no, las veamos o no, son creadas a partir de “moldes” y “plantillas” que son concebidas primero por las mismas mónadas en su aspecto “consciencia”. Básicamente la consciencia de la mónada crea la forma, y la materia, energía y movimiento de la misma le da existencia y la trae en manifestación.


¿Mi mónada?