sábado, 14 de mayo de 2016

Si no te quieres es porque no te conoces


La autoestima es una palabra de moda que a veces parece como un dispositivo mágico para entender todo lo que nos ocurre. Es como si todos los problemas se pudieran explicar con una frase hecha: falta de autoestima. Hay una especie de epidemia que se puede resumir diciendo que nos cuesta trabajo querernos a nosotros mismos. Quizás esto ocurre por una razón clara: si no te quieres es porque no te conoces.
La clave está en esa voz interna que comenta todas nuestras acciones, sentimientos y pensamientos. Es esa voz que nos califica, y aprueba o reprueba. A veces olvidamos que esa voz interior ha sido construida por nosotros mismos y que, por esa razón, podemos dirigirla y redirigirla cuando no sea constructiva.
“Todo lo que necesitas quizá no esté delante a ti o a tu alrededor, pero todo lo que necesitas está ciertamente dentro de ti.”
-Sri Chinmoy-
Aprendemos a vernos a nosotros mismos a través de los demás. Por eso, si nuestros padres nos veían como personas incompetentes, fácilmente incorporamos ese calificativo y sus sinónimos a la voz que nos habla y juzga desde dentro. Si nuestros maestros pensaban que casi todos eran más inteligentes que nosotros, también aparecerá algo de ello en ese diálogo interior y así sucesivamente.
El problema es que olvidamos algo que está más allá de cualquier voz: quienes han opinado y siguen opinando sobre nosotros, no tienen la verdad. Lo que expresan y han expresado sobre lo que somos, probablemente tiene mucho más que ver con ellos mismos que con nosotros. Todos llevamos nuestras gafas particulares y cada uno cree que lo que ve es lo que sucede.
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Si no te quieres, reconócelo

La falta de amor propio no solamente se expresa como sentimiento de minusvalía o de incompetenciaen las diferentes situaciones cotidianas. A veces se piensa que si alguien se expresa con desparpajo y hace notar su presencia con mucha fuerza, es porque tiene una autoestima muy elevada. Pero, por lo general, no es así.
La ausencia de autoestima se manifiesta como temor o miedo a arriesgarte. Quieres mantenerte dentro de los límites de lo ya conocido, porque en el fondo piensas que podrías no estar a la altura de las exigencias en algo nuevo. Ese temor se extiende a tus palabras y tus pensamientos. No te sientes capaz de expresar lo que realmente está en un interior porque temes la reacción de otros. Y, a la vez, tu voz interna te descalifica: “son tonterías”, te dices a ti mismo. Y callas.
Pero la falta de amor propio también se expresa de otras maneras. Por ejemplo, cuando te vuelves servil frente a una figura de autoridad o a una situación en la que quieres cobrar notoriedad. Te importa mucho lo que piense o diga el jefe, el maestro o el experto.
Por eso tratas de ajustar lo que dices y haces, para agradar a esa persona o a ese grupo. A veces también necesitas, desesperadamente que los demás te reconozcan. Por eso gritas y te haces propaganda, siempre en función de obtener algo de los demás.
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Solo se quiere aquello que se conoce

viernes, 13 de mayo de 2016

13 consejos para cuando la vida se nos pone difícil


Siddhartha Gautama, o Buda, nos dejó un legado de gran sabiduría. Entre tantas, 13 consejos para aquellos que están experimentando tiempos difíciles. Hay, según Buda, una manera de vivir estos momentos de una manera más tranquila y el secreto tiene que ver con la actitud:

1) Las cosas son lo que son
Nuestra resistencia a las cosas es la principal causa de nuestro sufrimiento. Esto sucede cuando nos resistimos a las cosas como son. Si no puedes hacer nada, relajarte. No luches contra la corriente, aceptalo o de lo contrario serás consumido en el sufrimiento.

2) Si crees que tienes un problema, tienes un problema
Ten en cuenta que todo lo que se ve a través de una perspectiva. En un determinado momento las cosas parecen difíciles, en otros no. Sabiendo esto, cuando tengas una dificultad escoge entenderla como un reto, una oportunidad de aprendizaje. Si lo ves como un problema, esta dificultad será sin duda un problema.

3) El cambio comienza en ti mismo
Su mundo exterior es un reflejo de su mundo interior. Tenemos la costumbre de pensar que todo estará bien cuando las circunstancias cambian. La verdad, sin embargo, es que las circunstancias cambiarán sólo cuando se produce este cambio dentro de nosotros.

4) No hay mayor aprendizaje que equivocarse
El fracaso no existe!!! Entiende esto de una vez por todas. Todas las personas exitosas han fracasado varias veces. Disfruta de tus fracasos como una gran experiencia de aprendizaje. Si lo haces, la próxima vez estarás más cerca del éxito. El fracaso es siempre una lección de aprendizaje.

5) Si algo no sucede como estaba previsto, significa que lo mejor está por llegar
Todo sucede a la perfección, incluso cuando las cosas van mal. A menudo, cuando miramos hacia atrás, nos damos cuenta de que lo que consideramos malo, de hecho, fue lo mejor que pudo haber pasado. Sin embargo, cuando funciona, sin duda estamos alineados con nuestro propósito de vida. El universo siempre trabaja a nuestro favor.

6) Aprecia el presente
Sólo tenemos el momento presente! Así que no lo dejes ir perdiendo el tiempo con el pasado. Apreciar tu momento presente, ya que es lo único importante. Es a partir de el cuando crea que su vida futura.

7) Deja el deseo de lado
La mayoría de la gente vive la vida guiada por los deseos. Esto es extremadamente peligroso, un deseo no satisfecho se convierte en una gran frustración. La frustración desencadena una fuerte energía negativa y se retrae su crecimiento. Trata de entender que todo lo que necesita vendrá a ti para cultivar su felicidad incondicional.

8) Comprende tus miedos y sé agradecido
El miedo es lo contrario del amor y es otra cosa que dificulta tu desarrollo. Sin embargo es importante, ya que proporciona una gran oportunidad para el aprendizaje. Cuando se vence el miedo, se vuelve más fuerte y confiado. Superar sus miedos requiere práctica, el miedo es sólo una ilusión y, sobre todo, es opcional.

9) Experimenta alegría
Hay personas que disfrutan de todo lo que les sucede a ellos. Incluso en la peor situación, hay que reírse de sí mismos. Ellos son personas que ven el crecimiento en todo. Estas personas aprendieron que es importante centrarse en la alegría, no en las dificultades. El resultado es que atraen a situaciones mucho más felices que tristes.

10) Nunca te compares con los demás

¿QUIÉN SOY? Sientes que no eres de la Tierra



¿QUIÉN SOY? 

Sientes que no eres de la Tierra


La revolución más grande en este mundo es conservar la alegría


En un mundo que fomenta que te odies de las más diversas formas posibles, conservar la alegría y el amor propio es la verdadera revolución. Es la mejor forma de izar la bandera de nuestra forma de vivir, de nuestro inconformismo ante las injusticias sin perder el ritmo que nos marcan las sonrisas, los abrazos y la atención humana y cálida para todo aquel que la necesita.
Cuestionarnos no es esclavizarnos para ser mejores personas, es liberarnos para poder llegar a serlo.Normalmente nos cuestionamos de forma inversa: todo lo que soy no llega a ser lo suficientemente bueno en nada. No estoy a la altura de lo que me demandan.
No soy lo suficientemente atractivo, no soy lo suficientemente buena madre,jamás lo conseguiré, es lo que me dicen y lo que yo me creo. Rebélate ante tanto malestar y proclama la revolución de tu propia alegría. Sonríe, confunde a la gente que te espera acompañada de la tristeza.

La revolución de la alegría que todos poseemos

Con tantos mensajes contradictorios y tanta incertidumbre es hasta normal que tengamos la tentación de odiarnos. Odiar nuestra existencia porque parece que no somos libres de ejercerla con libertad. Pero cuanto más te odies, más razón darás a aquellos que quieren que lo hagas. Es la hora de cuestionar todo lo que nos ha llevado a llegar a odiarnos y sentir culpables, es hora de cuestionar latristeza para hacer la revolución de la alegría.
Sentir dolor en la vida es normal. Transformar nuestra vida en sufrimiento, no.
Mujer sufriendo sentada al lado del mar
Sal de esa cárcel autoimpuesta de dolor y sufrimiento, donde residen todos los agravios del pasado, las demandas inalcanzables y la culpabilidad marchita e hiriente. De todas formas nunca podremos ser perfectos, eso no es ni mucho menos lo peor que nos puede pasar. Lo peor es perder la alegría y el amor propio porque crees que no eres lo suficiente bueno y que el peaje que debes pagar por ello es sentirte eternamente en deuda y fracasado.

La falacia de la recompensa divina

A veces pensamos que todo nuestro sufrimiento será recompensado, que alguna fuerza sobrenatural pondrá todo en su sitio y nos premiará con lo que nos merecemos. Hemos sufrido mucho, seguimos pasándolo mal y creemos que el universo tiene el deber de repararnos. Es la falacia de la recompensa divina.
“Si exagerásemos nuestras alegrías, como hacemos con nuestras penas, nuestros problemas perderían importancia”
-Anatole France-
Tu felicidad en cambio no vendrá como una recompensa de tu sufrimiento, a veces producto de injusticias reales. En tal caso, vendrá de tu esfuerzo por salir de él. De la capacidad de proporcionar unas amables palabras y una sonrisa cómplice a alguien que está pasando por un mal momento.
La alegría y la positividad es contagiosa. La actitud de eterno mártir no te beneficia ni a ti ni a nadie de tu entorno. Es tu responsabilidad salir de esa dinámica de malestar. Pide ayuda, exprésate, lucha por algo que quieres e intenta cambiar tus circunstancias.

La revolución de dejar el odio a un lado

jueves, 12 de mayo de 2016

“La humanidad como un solo ser”


“Pensáis que es imposible aportar la luz y la paz a todos los humanos de la tierra, ¡son tan numerosos! Si presentáis la cuestión de esta manera, tenéis razón, desde luego. 

Pero cuando se conocen ciertos métodos, esto es posible.

Intentad, por ejemplo, de imaginar a la humanidad como un solo ser. 

Sí, imaginad al mundo entero como un ser que está ahí, cerca de vosotros y que le tendéis la mano dándole mucho amor… 

Las pequeñas partículas que se escapan entonces de vuestra alma, se van en todas direcciones por el espacio y se derraman sobre todos los humanos, inspirándoles pensamientos y sentimientos más generosos, más fraternales. 

Lo que hacéis para este ser que os imagináis, va a llegar, de esta manera, a los hombres y a las mujeres de toda la tierra. 

El Inmenso Poder de la AMISTAD


Dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron.
Uno de ellos dió una bofetada al otro. El ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: “HOY, MI MEJOR AMIGO ME DIO UNA BOFETADA.”

Continuaron su camino y llegaron a un oasis donde se bañaron. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un cincel y escribió en una piedra: “HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVO LA VIDA”.

Intrigado, el amigo preguntó: “¿Por que después de que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?”

Sonriendo, el otro amigo respondió: “Cuando un amigo nos ofende, debemos escribir en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrar y hacer desaparecer la ofensa.

Por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, debemos grabarlo en la piedra de la memoria delcorazón, donde ningún viento del mundo podrá borrarlo.

REFLEXIÓN:

Es mi buen amigo y leal alumno Antonio García Martínez quien me ha hecho llegar este significativo cuento, sabiendo cuántos años llevo recuperando historias con un sentido humanista o espiritual.

La amistad es la amistad. Mucho más segura que el denominado amor sentimental; infinitamente más vigorosa que cualquier otro lazo humano. No hay vínculo afectivo tan poderoso como el de la amistad, tan confortador e inspirador. Pero no quiere decir que en la amistad, como en cualquier otra relación humana, no puedan surgir desavenencias, incompatibilidades o desencuentros, que presto hay que examinar y no permitir que el vínculo se resienta.

La verdadera amistad es perdurable y supera todos los equívocos o malentendidos. Por eso es el bálsamo más efectivo. La verdadera amistad no tiene fecha de caducidad. El amigo no va y viene como una ola, sino que es la playa que permanece.

OJALÁ NUNCA TENGAS QUE LAMENTARTE DE HABER PERDIDO TU VIDA


“Con dolor, sintió algo tan decepcionante como haber malgastado en la rutina de una noria los pasos que podría haber empleado en un viaje inolvidable.” (José Luís Alvite)

En mi opinión, esta frase explica de una forma muy gráfica, y fácilmente comprensible, lo que podemos hacer con nuestra vida si no estamos atentos a ella, y si no nos marcamos propósitos que también nos hemos de encargar de cumplir.

Creo que una de las cosas más dolorosas –y más irremediables- que le pueden ocurrir a una persona es que llegue al final de sus días –al Tiempo de los Arrepentimientos- con muchas cosas de las que arrepentirse, con una pesadumbre inconsolable por aquello que hizo o que no hizo, y con una rabia mortal por el tiempo que pasó y no fue como hubiera querido porque no se esforzó en ello.

Conviene que cada persona revise cuál es su actitud, su deseo, y su atención con respecto a su vida.

Hay personas que lo piensan demasiado, pero eso no significa que piensen lo que tienen que pensar ni que lo piensen bien.

Hay personas que no se preocupan por su porvenir, que no prestan atención a lo que va a ser –y cómo- el resto de su vida. Y están cometiendo un grave pecado contra sí mismos: el pecado de abandono.

Hay personas que se dedican exclusivamente a capear como pueden las cosas que les van sucediendo sin asimilar que lo que les vaya a suceder, o lo que ya les está sucediendo, depende –en el 99% de los casos- de sí mismas, de su planificación –o su falta de ella- y de su determinación –o su falta de ella-.

Es inevitable. A todos nos pasa varias o muchas veces a lo largo de la vida, que hacemos un balance de lo que está siendo, de cómo nos va, de qué nos falta, qué quisiéramos cambiar, qué no soportamos de lo que nos pasa -pero seguimos soportándolo-, y a todos nos ocurre que nos entra un poco de cordura en algún momento y nos damos cuenta de todo ello, y nos hacemos una promesa efímera, muy poco consistente, en momentos concretos.

Llega el día del cumpleaños: ¡Dios mío!, ¡Otro año más! (aunque en realidad, y esto es lo peor, es un año menos) ¡Tengo que cambiar!, ¡De este año no pasa!

Y llega la Nochevieja: ¡Dios mío!, ¡Otro año más! (aunque en realidad, y esto es lo peor, es un año menos) ¡Tengo que cambiar!, ¡De este año no pasa!

O acudimos a un entierro: ¡Dios mío!, ¡Otro más! (aunque en realidad, y esto es lo peor, es uno menos) ¡Tengo que cambiar!, ¡De este año no pasa!

Y así seguimos… Parecemos inmunes a la realidad y ciegos a la verdad.

Así andamos, de un parche a otro, desde un olvido a otro, conformándonos con la mentira de que algún día cambiarán las cosas –y las cosas no cambian, somos nosotros los que tenemos que cambiar-, engañándonos desvergonzadamente con la ficción de que ya estamos empezando a hacerlo bien, que sólo falta un empujoncito para que todo dé el giro que tiene que dar, y de este modo no hacemos otra cosa que aplazar lo que debiera ser inaplazable.

Tengo casi sesenta y dos años, y la vida –y lo que va pasando en la vida-, a esta edad, se ve desde una atalaya a la que se accede por las experiencias de todo tipo que uno ha ido recopilando.

Y no es que uno sepa más, es que uno se engaña menos.

La decencia moral, que hasta ahora se ha ido esquivando y sorteando como se ha podido, se presenta con una firmeza que no acepta mentiras por respuesta.

Es el tiempo en que uno piensa en lo que haría si tuviera veinte, o aunque fueran cuarenta, o cincuenta si no se puede negociar algo mejor, y piensa con una disimulada o descarada envidia en los que tienen menos años y están a tiempo.

A algunos nos entran ganas de salir al mundo gritando ¡¡VIVAN USTEDES HOY!!, ¡¡SEAN CONSCIENTES!!, ¡¡PRESTAD TODA LA ATENCIÓN A LA VIDA!!

miércoles, 11 de mayo de 2016

Yo Soy, el Yo Soy (El Rayo Divino de Luz) 2ª parte


ULTIMO VÍDEO QUE HEMOS CREADO, ESPERO QUE OS GUSTE

«YO SOY la Poderosa Presencia, que nunca se torna impaciente, o se siente desalentada por los largos períodos, en los cuales los hijos de la Tierra le dan la espalda a la Luz para disfrutar de las
actividades sensoriales, hasta que un día se les hacen tan repelentes, y casi con el último aliento gritan:
 ¡Oh, Dios, Sálvame!




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