domingo, 24 de julio de 2016

Cómo Encontrar tu Propósito de Vida


“Quiero dejar mi marca, dice él. Pero a qué blanco, me pregunto yo, vas a apuntar.” ~ Cecil Castellucci, escritora y roquera

La productividad no consiste en hacer cosas por el hecho de hacerlas. La gente que tiene un interés especial en ser más productiva, lo hace por diferentes razones que suelen estar ligadas a algún compromiso interno más profundo: ser un mejor profesional, disponer de más tiempo para estar con los suyos, tener una vida menos estresante, etc.

Muchas veces flaqueamos y abandonamos temporalmente nuestros hábitos productivos porque entramos en una fase en la que el nivel de actividad y exigencia nos supera y nos hace perder el control. A todos nos pasa de vez en cuando, pero los que tienen claro qué es ese algo más profundo que dirige sus vidas, son capaces de retomar el control fácil y rápidamente. Los demás, echan la culpa a la metodología o herramienta de turno, se consuelan con un“es que esto no es para mi” o, simplemente, arrojan la toalla.

Seguramente, el ejercicio más importante que puedes hacer para dar dirección y significado a tu vida esencontrar tu propósito. Saber cuál es tu propósito te permite ser el director de tu propia vida, establecerprioridades reales sobre las acciones que vas a realizar y decir que no a cosas que te alejan de aquello que quieres. También te permite enfocarte en lo importante y recuperar el control después de una crisis.Es, por lo tanto, la declaración que sustenta tu productividad.

No es extraño, pues, que David Allen anime a los usuarios de su metodología Getting Things Done a establecer diferentes niveles de perspectiva, a diferente altura, empezando por su propósito de vida. Realizar constantemente acciones que no están alineadas con nuestro propósito produce una desagradable sensación de vacío.

Pero, ¿cómo puedes encontrar tu propósito de vida? No es sencillo, requiere mucha reflexión y plantearse la preguntas adecuadas. Mi amigo y asesor José Miguel Bolívar me cuenta que las sesiones de coaching en las que se dedica a ayudar a sus clientes a definir su propósito de vida pueden durar perfectamente una o dos horas, pero que el resultado final es siempre increíblemente motivador para ellos. Según él, el propósito de vida es algo continuo, no empieza ni se completará nunca y tiene que ver con lo que haces y con lo que sientes. Debe ser una frase o lema que responda a las preguntas ¿qué?, ¿cómo? y ¿para qué o quién?

No soy ningún experto en la materia, pero aquí tienes una serie de preguntas que suelen ayudar:

¿Qué cosas me producen una gran satisfacción y alegría?
¿Qué me gusta hacer? ¿Qué me hace perder la noción del tiempo? ¿En qué utilizo mi tiempo libre?
¿Qué me hace sentirme bien conmigo mismo?
¿Cuáles son mis talentos?
¿Cómo puedo usar mis habilidades para ayudar a los demás?
¿Qué haría si sólo me quedasen seis meses de vida?
¿O qué haría si tuviera todo el tiempo y el dinero del mundo?
¿Cuáles son los valores que siempre defiendo?
¿En qué creo?

Otros autores simplemente recomiendan que cojas una hoja en blanco y escribas lo primero que te venga a la cabeza. Una pequeña frase. Vuelve a leerla, añade algo que falte, quita algo que sobre. Repite el proceso hasta que sientas que te identificas plenamente con esa frase. No te preocupes si no obtienes el resultado deseado después de 50 intentos. Sé perseverante.

Por supuesto, huelga decir que debes hacerte estas preguntas sin pensar en los que los demás quieren o esperan de ti. Se trata de que vivas tu vida, no la que otros quieran que vivas.

Una vez que tienes claro cuál es tu propósito, es mucho más fácil poder satisfacerlo y tener una vida más gratificante. Ve bajando por los siguientes niveles. Define tu visión, objetivos y áreas de responsabilidad, de modo que tus proyectos y acciones de cada día estén alineados con todos ellos.

Y no olvides revisarlo cada cierto tiempo. Nada es permanente, todo cambia.


Francisco Sáez

fuente:https://facilethings.com/blog/es/life-purpose

sábado, 23 de julio de 2016

Cuarenta piedras en el camino‏


El proceso de crecimiento por el que todos pasamos camino a estadios personales más elevados de consciencia pasa por muchos altibajos: volvemos atrás cuando creíamos haber avanzado un montón, nos enredados en problemas o situaciones que creíamos superadas, nos encontramos con montañas que pensábamos que ya habíamos escalado, y volvemos a caer en los mismos pozos de los que tanto trabajo nos había costado salir. Es normal. Es así como funciona. El camino de crecimiento no nos lleva en línea recta y sin retrocesos, más bien al contrario, cada cosa que aprendemos, integramos y nos hace expandirnos, consiste en un montón de pasos adelante y unos cuantos hacia atrás, hasta llegar a cristalizar y afianzar ese algo nuevo, sea un nivel evolutivo, sea un conocimiento convertido en sabiduría, sea una habilidad desarrollada y afianzada.

Funciona como las olas que llegan a la orilla donde van erosionando una piedra que lleva ahí quieta durante mucho tiempo, cada ola que llega la moja un poco, la recubre, la envuelve, le quita un poco de la arena que tiene alrededor, pero solo una de ellas, la ola final, es la que por fin arranca la piedra de la playa arrastrándola de vuelta al mar. Si la roca es un problema, un obstáculo o una meta que nos hemos propuesto, hay miles de asaltos hasta que finalmente se conquista el castillo, y con cada asalto que nos acerca un poco más nos alegramos y pensamos que ya estamos casi a punto de conseguirlo, y con el siguiente paso que damos resulta que nos quedamos a medio camino o incluso parece que hemos retrocedido en el intento.

Pero teniendo esto en mente, uno aprende a tomarse los objetivos con humor y sobretodo con constancia. No hay nada que no se pueda conseguir con constancia, y sabiendo que muchos pasos que demos adelante luego tendrán por ahí en medio uno o más pasos hacia atrás. Lo que sucede es que los pasos adelante nos parecen normales e incluso “lo que toca”, lo lógico siempre es avanzar, y nos duele o nos desanima cuando vemos que, en algún momento, parece que nuestra ola no llega nunca a alcanzar la piedra.

La necesidad innata de crecer

El ser humano es un ser que por naturaleza propia siempre tiende al crecimiento, pues las fuerzas interiores de la Creación que moran en cada uno de nosotros, desde las partículas que forman nuestros átomos hasta la consciencia del ser que somos no concibe la existencia si no es como un proceso de crecimiento y aprendizaje en cualquiera de los sentidos y formas en los que el concepto de aprendizaje pueda llevarse a cabo. Como todo sirve para algo, incluso los pasos hacia atrás en pos de objetivos de crecimiento y transformación interior están destinados a que se aprenda o se consolide algo. Cada paso siempre es como una piqueta puesta en la roca de una montaña para que mucha gente pueda escalarla, aunque el primero que pone la piqueta nunca sube en línea recta y sin tener que volver atrás cientos de veces para revisar, ajustar, encontrar la mejor forma de poner los seguros, etc.

Los que abrís caminos para otros estáis destinados a avanzar y retroceder múltiples veces, estáis destinados a dar mil vueltas a las cosas antes de comprenderlas, estáis destinados a sucumbir ante mil engaños y desinformaciones antes de encontrar la fórmula que os permite desenterrar la verdad y la información correcta. Como todo, además es un gran juego, dentro de la burbuja holocuántica que representa vuestra propia realidad individual, así que escalar la montaña para abrir camino a los demás se convierte en una prueba de auto superación donde te tienes que divertir mientras vas buscando la forma de sostener las cuerdas que quizás alguna otra persona, en algún otro momento, quiera usar para apoyarse en su propio camino de escalada personal. Que use tus cuerdas no significa que siga tus pasos, simplemente se cruzan ambos caminos y en esos puntos puede usar uno de los puntos de apoyo que otros que van por delante nuestro, en sentido figurado y en cualquier dirección, han puesto para ellos mismos y han dejado ahí para el bien común de quien quiera usarlos.

Así habla QUETZALCOATL


ENTRE LOS CABELLOS DEL VIENTO

Le decía una flor de cempasúchil a una rosa:

Mi hermana, dime: ¿Qué sientes como rosa al tocarte la mano del viento y acariciar tus pétalos?

Y la rosa le respondió:

Siento el fruto de todos mis esfuerzos, desde cuando era tan sólo una esperanza y aún dormía dentro de mí la inquietud por ser hermosa.

Y la rosa miró al cempasúchil y le dijo: ¿y tú?, ¿Qué sientes tú?

Y él le susurró sonriente:

Yo no siento nada. Tan solo doy mi aliento para diluirme entre los cabellos del viento y llegar a perfumar todos los rincones de su cabeza.

Y una tarde vino la mano del viento y sacudió con tal ímpetu al jardín que deshojó a la rosa y al cempasúchil.

Y el espíritu de la rosa sufrió mucho al ver que ya no tenia forma de rosa, sin embargo el espíritu del cempasúchil se sintió dichoso pues ya no estaba atado a la forma del cempasúchil, pudiendo ahora llenar todo el ambiente.

LA TIERRA

Y le preguntaron: ¿Qué es la Tierra? y El así les decía: La Tierra es una Escuela donde la nidada de la Humanidad está dando sus primeros desperezos en el Cielo de la Angelitud. El hombre es un ángel sin alas sentado en la incertidumbre, esperando el tiempo marcado por los Ancianos de la Vida, para que pueda vencer el letargo de la ignorancia y poco a poco escale su Libertad.

Porque, ¿qué semilla no espera impaciente a la mano del viento que la lleva a otros campos, donde pueda producir ciento por uno?

Mente y conciencia.


Antes de entrar en profundidad, vamos a intentar aclarar cada uno de los dos aspectos tan importantes. Para definir la mente en el contexto que queremos expresar, podemos decir que es una herramienta del Ser que sirve para enfocarnos en aquello que deseamos crear por medio de los pensamientos. 

Ahora bien, para ahondar un poco más desde el punto de vista práctico, no todo ser vivo dispone de mente, por ejemplo, un árbol no dispone de mente pero sí de conciencia ya que la conciencia está en todas las manifestaciones sean o no materiales. 

Podemos decir entonces, siguiendo el esquema por donde os queremos llevar, que el cuerpo mental es una de las tres entidades (nos parece el término más adecuado) que dispone el ser humano junto con el cuerpo emocional y la conciencia. Sentimos que todo ser vivo puede vivir sin cuerpo mental, pero TODO TIENE CONCIENCIA, nada escapa a esto, ni siquiera una piedra o un trozo de metal. Todo vive, todo posee una vibración.

Aclarados estos conceptos básicos, continuamos ocupándonos de la mente o cuerpo mental. En un lenguaje coloquial, decimos que el ser humano ha ejercido un papel fundamental en el intento de separar la mente de la conciencia y del cuerpo emocional. 

A partir de aquí, ha intentado y conseguido ver la vida tan sólo desde la mente (herramienta válida para el raciocinio) y lo que ha visto, no parece gustarle, ya que entendemos que el querer ver toda la magnitud de la vida desde esta herramienta es prácticamente lo más parecido a un suicidio. 

La mente se ha convertido básicamente en una estructura lineal donde todo tiene un nacimiento, una continuidad y un final. Es por esto que la mente no puede ni por asomo atisbar de qué se trata la vida. Por tanto, si queremos ser ecuánimes con la labor más adecuada para la mente, nosotros sentimos que tan sólo se debería utilizar para las cosas cotidianas, prácticas.

Ahora, ahondando un poco más, diríamos de forma imparcial: cuando una mente vive por completo en el presente (esto significaría el no perderse ningún instante con pensamientos impropios del momento), es la Conciencia quien toma el timón. 

Sentimos que la Conciencia no admite definiciones por admitirlo todo. Queremos decir con esto que intentar definirla desde el raciocinio mental seria como tirar unos dados sin formas y sin números y sin embargo los dados siempre Serían. Sólo te podemos decir que en verdad, la Conciencia es Quien Realmente Eres.

viernes, 22 de julio de 2016

“Buscar armonía”


“La mayoría de la gente, al mismo tiempo que se siente impulsada a imitar a los demás, también siente la necesidad de afirmar sus diferencias. 

Y a menudo, el resultado es que imitan a los demás cuando deberían hacer el esfuerzo de encontrar su propio camino, y se oponen ahí dónde deberían, por el contrario, buscar armonía.

Pues bien, con esta actitud de oposición es como precisamente, más se asemejan a esta multitud de la que pretenden distinguirse.

Si queréis verdaderamente distinguiros de los demás, imitad más bien a la pequeña minoría de sabios que sólo trabajan para introducir la paz y la armonía en ellos y a su alrededor. 

Cultivando esta diferencia, llegaréis a comprender los sufrimientos, las enfermedades y las angustias de los humanos. 

Mientras que toda esa gente que se parecen, no se comprenden: incluso si sufren los mismos males, como sólo se ocupan de sus problemas personales, son incapaces de ponerse en el lugar de los demás. 

“El nuevo paradigma frente al viejo paradigma” Satish Kumar.


Tenemos que pasar del viejo paradigma
caracterizado por la fragmentación, el dualismo, la desconexión y la división
al nuevo paradigma de la integridad, la conectividad y la relacionalidad.

Según el viejo paradigma la economía está basada en el principio de linealidad:
toma, usa y desperdicia.
En el nuevo paradigma la economía será cíclica como la naturaleza:
toma con agradecimiento, usa con moderación, repón lo que has tomado
y devuelve los restos a la tierra
para que se conviertan en compost: sin desperdiciar, sin contaminar y sin agotar.

En el viejo paradigma el crecimiento económico se paga a cualquier precio. En el nuevo paradigma, el crecimiento de la economía no tiene ninguna importancia. Lo que importa es el crecimiento del bienestar y la felicidad. Un país como Bután, donde el producto nacional bruto (PIB) se sustituye por la felicidad nacional bruta (FNB), es un ejemplo de cómo dar un paso hacia adelante, hacia el nuevo paradigma.

En el viejo paradigma el desarrollo dirigido a los pobres toma la forma de ayuda o caridad, sin embrago en el nuevo paradigma nos orientamos hacia las causas de la pobreza y trabajamos por la justicia social y la solidaridad. En el viejo paradigma, el desarrollo se introduce desde fuera hacia adentro, economistas y políticos miran a los pobres y dicen: ustedes necesitan una carretera, necesitan un hospital, necesitan una escuela, necesitan una industria, por lo que traeremos gente de fuera que las construirán, ustedes pagarán por ello en forma de contribuciones, seguros, peajes e impuestos.

En el nuevo paradigma los que vienen de fuera no ejercen ningún control ni son propietarios de los recursos locales y respetan las tradiciones, la cultura, los conocimientos, la medicina y todas las formas de vida locales de tal modo que las comunidades locales adquieren la capacidad de sostenerse a sí mismas y de desarrollarse desde dentro hacia fuera. Si las personas que vienen de fuera desean ayudar de verdad, lo que hacen es integrarse en la comunidad local, vivir dentro de ella y encontrar un modo de vida en las mismas fuentes donde lo encuentra la comunidad local.

En el viejo paradigma se presta atención al aumento del nivel de vida y a la obtención de automóviles, computadores y otros bienes de consumo. En el nuevo paradigma lo que importa es la calidad de vida y no la cantidad de posesiones. Lo que es importante es la salud, la creatividad, la cultura, la artesanía, la alimentación, la familia, la amistad, la reciprocidad y el tiempo para ser y no la lucha continua para tener.

En el viejo paradigma, lo más grande es lo mejor. Grandes represas, grandes fábricas, grandes empresas, grandes negocios, grandes ejércitos y grandes gobiernos. En el nuevo paradigma, lo deseable es lo pequeño, se da valor a la sustancia, no a la medida.

En el viejo paradigma, las ciudades son centros de progreso. Altos rascacielos, espléndidos edificios bancarios, seductores casinos y tentadores centros comerciales se consideran símbolos de la civilización. En el nuevo paradigma, los mayores logros son la cultura de la agricultura, el cuidado del campo, la integridad de las comunidades rurales, la valorización del papel de los pueblos como centros mercantiles, la conservación de la naturaleza y la renovación de los modos de producción manuales y artesanales.

En el viejo paradigma dominan las máquinas, la mecanización es mejor que el trabajo manual, el progreso se mide por la cantidad de trabajo realizado por las máquinas, se espera que todos los problemas tengan una solución tecnológica, que la tecnología dé respuesta a todas las necesidades humanas. En el nuevo paradigma, el trabajo humano es digno. Servir, fabricar con las manos, construir, cuidar los huertos, cocinar y muchas otras actividades humanas tienen un valor intrínseco. La máquina es una ayuda para las manos humanas, pero no las sustituye. La máquina es bienvenida en tanto que herramienta a nuestro servicio, no como dominadora.

En el viejo paradigma, el monocultivo va a la cabeza. Las cadenas comerciales ocupan las principales calles. Las mismas marcas, las mismas prendas, los mismos alimentos, los mismos restaurantes en todas partes. Una misma arquitectura se extiende por las ciudades de todo el mundo. En el nuevo paradigma la diversidad cultural y la biodiversidad es un factor central de las organizaciones sociales y de los asentamientos humanos. Las diferencias locales en todos los aspectos de la vida son fundamentales. Se fomenta y se protege el queso local, el vino local, la artesanía local, los alimentos locales, la ropa local, la música local, el baile local, aunque también se respetan y se aprenden las culturas de otros países.

En el viejo paradigma, la globalización es la columna vertebral del comercio. Los países se especializan en unos pocos productos y los exportan a todo el mundo para servir a la economía global. En nombre de la ventaja comparativa, se fomenta la competitividad. Fusiones, absorciones y monopolios favorecen a los fuertes y poderosos y perjudican a los débiles. El darwinismo social de supervivencia de los más adaptados rige el mercado y gobierna el comercio internacional. En el nuevo paradigma, se prefiere lo pequeño y lo local. El comercio no sirve solamente para intercambiar bienes y maximizar el beneficio, también es una forma de mejorar las relaciones humanas y se busca la interdependencia en tanto que un modo de favorecer la amistad. En lugar de globalización, la localización garantiza la sostenibilidad del medio ambiente y fortalece las comunidades locales.

En el viejo paradigma, las decisiones se toman desde la cúpula, como si las personas que están en ella conocieran mejor la situación que las que están por debajo. Es en la capital de la nación donde se redactan las normativas y las reglamentaciones, donde se aprueban las leyes y donde se recogen los impuestos, donde se ubican los parlamentos, los tribunales de justicia, la administración pública y las grandes sedes de bancos y empresas. En el nuevo paradigma, el principio de subsidiariedad se respeta a conciencia. Se confía en las personas para que gestionen y manejen sus propios asuntos. Las organizaciones centrales se limitan a las cuestiones que requieren tomar decisiones centrales. Por otra parte, se empodera a las comunidades locales para que tomen sus propias decisiones en cuanto a salud, educación, orden público, impuestos, transportes y todas las demás actividades necesarias.

En el viejo paradigma, el método científico es reduccionista y es la única forma de conocimiento, la única fuente de verdad. Se suele considerar que lo que no se puede medir, analizar y definir no existe. En el nuevo paradigma, hay muchas formas de conocimiento, incluida la científica. Tienen el mismo rango de credibilidad la intuición, la religión, los sentimientos, la mitología y las historias transmitidas oralmente. Además del conocimiento empírico, también se respeta la visión indígena. «La ciencia sin la religión está ciega y la religión sin la ciencia anda coja.»

El viejo paradigma es mecanicista; la Tierra se compara con las máquinas y se considera una materia inanimada y muerta. En el nuevo paradigma, la Tierra es Gaia, un organismo vivo, una comunidad biótica, un sistema vivo que se autorregula y se autosostiene.

APRENDER A VIVIR DESDE LA ESENCIA


“Si estoy Centrada puedo “convivir” con las diferencias del otro, pues en el Centro veo que somos lo mismo, en mi centro estoy yo y el otro, y todo el universo.

Es cuando me despisto, me des-centro que me molestan las diferencias que se muestran en la personalidad, todo cambia cuando vuelvo a mi centro, desde allí puedo ver con claridad el funcionamiento de mi “personaje” y el funcionamiento del “personaje” del otro, y es todo como un “juego”, o como “una obra de teatro”, donde cada cual desempeña “su papel”, “su personaje”, y desde el Centro me doy cuenta que la “obra” es perfecta, y que no afecta en nada a esa profundidad que soy.

Puedo, en la “superficie”, cambiar lo que quiera para que “la personalidad” se desempeñe mejor, pero lo que cambie afuera, no modifica para nada mi Centro, mi Esencia.

Desde allí, desde esa profundidad que soy, ese Centro, brota todo lo que soy, el amor, la lucidez, la energía, todas las cualidades básicas salen de allí y se expresan en el mundo por medio de mis vehículos: cuerpo, mente, emociones.

En la medida que voy limpiando los “programas tóxicos” que ya no aportan a una vida saludable, programas/creencias instaladas en la niñez y alimentados posteriormente mediante la repetición automática (miedo, inseguridad, exigencia, perfeccionismo, dependencia emocional, etc), se va trasluciendo más ese fondo, se va limpiando el camino para que el Ser, el Centro, se exprese sin distorsiones en mi vida diaria concreta.


El descubrir mi Centro, mi Esencia, es la real solución a los “problemas”: experimentar que hay algo en mí que no es afectado por nada, ni por nadie y que es la fuente de donde surge todo, que es una fuente inagotable de amor, de inteligencia, de energía, donde puedo “descansar”, desde donde puedo observar la vida sin juicios, sin dependencias, sin contrariedades, sin expectativas….

Cada vez que mi personalidad está “movida” por los vientos de la vida, observo desde el Centro; cada vez que me despisto con alguna situación externa o interna que despierta alguna “sombra”, me Centro, porque es Centrada como puedo vivir esa situación, por dolorosa que sea, respirándola, observándola, llorándola, comprendiéndola y aceptándola, integrándola, en definitiva Sanándola.

También las situaciones agradables he de vivirlas centrada, para recordar que “todo pasa” y no aferrarme a nada. Y todo este movimiento en la superficie no afecta a mi Centro (como las olas en la superficie no afectan el fondo del océano).

El secreto de una vida plena, serena, armoniosa, pacífica, a pesar de cualquier situación que esté atravesando, aunque la personalidad esté confundida y no sepa como “salir del embrollo”, mas allá de estar bien o mal en la superficie (porque en definitiva, todo es pasajero, transitorio) es Centrarme, vivir cada vez más y más en mi Centro (Ser, Observador, Esencia), en la vida diaria, tanto en la actividad, como en el reposo, tanto si estoy sola como acompañada, mediante el estar atenta (sin juicios, solo observando) y cuando me doy cuenta que me vuelvo a despistar, vuelvo al Centro.

jueves, 21 de julio de 2016

“Vivir bien esta jornada que empieza”


“Cada mañana, al despertar, decíos que nada es más importante que vivir bien esta jornada que empieza. Porque el hoy es lo que cuenta. 

Lo mismo que el presente no es otra cosa que una consecuencia del pasado, el futuro es una prolongación del presente. 

Pasado, presente y futuro, todo está relacionado. El futuro se edificará sobre los cimientos que ponéis hoy. 

El pasado es pasado, pero ha traído al mundo el presente, y el presente lleva los gérmenes del futuro. 

Así pues,concentrándoos en el momento presente, construís vuestro futuro.

De alguna manera, el pasado sigue siempre vivo y actúa aún en vuestro presente, pero no estáis obligados a dejarle que tome el poder. 

El poder debéis dárselo al presente para que domine el pasado, para que lo destruya incluso si hace falta para actuar sobre él. 

Cuando el pasado era presente, era todopoderoso. Ahora, que es pasado, está subordinado al presente y es el presente el que tiene la voz cantante.

El pasado ya se fue y el futuro está justamente «por venir».