sábado, 1 de octubre de 2016

No te pases la vida esperando que llegue tu momento, ya vives en él


Probablemente ésta sea una idea muy trillada, pero te has detenido realmente a observar en pleno el momento en el que te encuentras? eres realmente capaz de observar lo que ocurre en tu interior? te percatas de lo que está sucediendo a tu alrededor?…

Vivir atrapados en el pasado y ansiosos del futuro se puede hacer costumbre, de hecho es la manera más común de vivir, aprendemos del pasado y pasamos el resto de la vida esperando que el futuro sea mejor, siempre planificando un viaje, las próximas vacaciones, mi futuro hijo, la pareja que llegará, ese empleo que algún día concretaré, la casa que podré comprar y una serie de cosas que se traducen en esperanzas, ilusiones futuras que alimentan nuestro deseo de vivir el presente, siempre en pro de lograr algo.

Así se nos pasa la vida, ignorando que el momento más importante de tu vida es el minuto que está transcurriendo justo ahora, ni más ni menos.


No dejes que el minuto se te escape



Vivir en esa burbuja del tiempo, que nos lleva del pasado hacia el futuro una y otra vez, nos aísla del presente, del momento que nos encontramos viviendo, preferimos alimentar la ilusión que asumir la realidad y no nos damos cuenta que este, este minuto, este momento, ahora es nuestra vida, no mañana, no ayer… ahora.

Presta atención a lo que estás haciendo, incluso leyendo este artículo puedes no estar plenamente alerta, los pensamientos van y vienen de tu mente, las preocupaciones, las comparaciones y la premura de lo que debes ir a hacer luego de revisar esta página, no te permites realmente disfrutar el momento en toda su plenitud, cuando en realidad el minuto presente es el único que cuenta, porque de él depende el futuro inexistente, procura aprovechar al máximo el momento que estás viviendo, sacando toda la utilidad que puedas para aprender cada día más.

El mañana todavía no llegó

La vida no es como la pintan, es como tú la coloreas


La vida no es como otros la pintan, es como tú la coloreas. Porque será siempre nuestra actitud la que actúe como el mejor pincel, ese capaz de ofrecernos tonalidades de luz cuando más lo necesitamos. Mientras que nuestra voluntad, será quien elija pintar los días con sonrisas antes de que nos destiña la amargura…
Algo que tenemos claro es que en ocasiones, es la propia vida quien gusta traernos días grises. Momentos de oscuridad absoluta. Son instantes en que a pesar de creer tenerlo todo controlado y de autopercibirnos casi como fabulosos estrategas de la adversidad,siempre ocurre algo que nos recuerda lo vulnerables que podemos llegar a ser.
No quiero besos en blanco y negro, quiero una vida de colores. Ya me cansé de las tonalidades grises, de personas de corazones de tormenta: ahora, solo ansío ser como esa mariposa capaz de renacer con vivos colores de fiesta.
El  neurólogo, psiquiatra y etólogo francés Boris Cyrulnik, nos ofrece a través de sus libros y entrevistas un concepto realmente útil e interesante sobre la vulnerabilidad personal y la felicidad. Hablamos ante todo de ese bienestar que uno/a alcanza después de haber conocido cada gama de los claroscuros en nuestras paletas existenciales.
Nadie está preparado/a para el sufrimiento. Una infancia feliz no garantizará que el día de mañana seamos inmunes al dolor emocional. Asimismo, una niñez traumática tampoco debe determinar nuestra madurez y nuestro futuro, tal y como el propio Cyrulnik nos explicó en su libro “Los patitos feos y la resiliencia”.
La vida puede ser muy oscura en cualquier momento, lo sabemos. Lo hemos vivido. Sin embargo, lejos de someternos a esos hechos, a esos traumas, hemos de dejar de servíctimas de nuestras circunstancias y trabajar día a día en estas realidades personales. Porque todos somos dignos de ser amados, de ser felices. Todos debemos elegir los mejores colores con los que pintar nuestro horizonte.
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Los claroscuros de la vida y cómo los afrontamos

No nos damos cuenta, sin embargo, todos tenemos un modo muy particular de “pintar” nuestra cotidianidad. Hablamos cómo no, de nuestra actitud y de esos recursos psicológicos tan particulares con los encaramos la adversidad, interpretamos la realidad y a la vez, la creamos.
No obstante, es aquí donde aparece el dilema de siempre. A menudo suele decirse aquello de que es el componente genético quien nos confiere esas raíces que nos empujan con más o menos frecuencia hacia el abatimiento. Hacia la depresión o hacia esa visión sesgada, el la que solo se ven días grises cuando lo que brilla es un sol sincero, inmenso y reluciente.
Hemos de tenerlo claro: la genética predispone pero no determina. Lo que vale es la voluntad y nuestra actitud. Tanto es así, que la doctora Rafaela Santos, autora de “Levántate y Anda”, nos indica que la resiliencia es una combinación de factores genéticos, sociales y psicológicos. Sin embargo, no hay nada más poderoso que ese entrenamiento consciente y constante donde poder enfrentarnos de forma positiva a las situaciones adversas.
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Todo ello nos anima sin duda a reflexionar sobre alguna que otra realidad personal. Se sabe, por ejemplo, que los hijos pueden heredar la predisposición a la ansiedad y la depresión de sus padres. Lo hacen compartiendo una característica fisiológica: un circuito cerebral sobreactivado.
Lo que nos determina no es una estructura en sí, sino unas funciones metabólicas que pueden modificarse. Con una actitud adecuada, estrategias psicológicas y ese entrenamiento consciente antes citado, pintaremos la vida a nuestra manera.
Cómo afecta la depresión a la relación madre-hijo

Es tiempo de resiliencia, es tiempo de superación

LA SABIDURÍA DE LA RENDICIÓN


Es la calidad de tu conciencia en este momento lo que más determina el futuro que experimentarás.
Así que rendirte es lo mejor que puedes hacer para traer cambios positivos. Cualquier acción es secundaria.

Ninguna acción verdaderamente positiva puede surgir del estado de conciencia de no-rendición.
Para algunas personas, “rendirse” puede tener connotaciones negativas: derrota, abandono, fracaso ante los retos de la vida, volverse letárgico, etc. Sin embargo, la verdadera rendición no tiene nada que ver con eso. No significa que tolerar pasivamente cualquier situación en la que estés y no hacer nada al respecto. Ni tampoco significa dejar de planificar cosas o de realizar acciones positivas.
Rendirse es la simple pero profunda sabiduría de ceder, en lugar de oponerse al flujo de la vida.
El único lugar en el que puedes experimentar el flujo de la vida es el Ahora.

Así que rendirse es aceptar el momento presente de manera incondicional y sin reservas.
Es decir, renunciar a lo que interiormente se resiste a lo que es.

La resistencia interior es decir “no” a lo que es, a través de juicios mentales y negatividad emocional. Se nota más cuando las cosas “van mal”, lo que significa que hay una brecha entre lo que la mente pretende y lo que es. Esta brecha es el dolor.

Si has vivido lo suficiente, verás que las cosas “van mal” bastante seguido. Precisamente es ahí cuando se debe practicar la rendición, si es que quieres librarte del dolor y la tristeza.
La aceptación de lo que es inmediatamente te libera de la identificación con la mente y te reconecta con el Ser.
La resistencia es la mente.

La rendición es un fenómeno puramente interior. Esto no significa que no puedas intervenir en lo exterior o cambiar la situación. De hecho, no es la situación en general lo que debes aceptar cuando te rindes, sino el pequeño segmento llamado “el ahora”.

Por ejemplo, si te encontraras atascado en el barro, no vas a decir: “Bueno, me resigno a estar atascado en el barro”. La resignación no es lo mismo que la rendición.

No necesitas aceptar una situación indeseable o desagradable, ni tampoco mentirte a ti mismo y decir que todo está bien. No. Reconoces totalmente que quieres salir de esta situación y limitas tu atención al momento presente, sin etiquetarlo mentalmente.

Esto significa que no hay juicios mentales sobre el Ahora, y por consiguiente, no hay resistencia ni negatividad emocional. Aceptas que este momento ya es como es. Luego actúas y haces todo lo que esté a tu alcance para salir de la situación.

A estas acciones las llamo “acciones positivas”. Y son mucho más efectivas que las negativas, las cuales surgen a partir de la bronca, la desesperación o la frustración.

Hasta obtener el resultado deseado, sigues practicando la rendición absteniéndote de etiquetar el Ahora.

Déjame darte una analogía visual para que se entienda.
Vas caminando de noche por la senda, rodeado por espesa niebla, pero tienes una linterna muy potente que la atraviesa y crea un espacio estrecho y claro frente a ti.
La niebla en este caso es la situación en la que te encuentres, que incluye pasado y futuro. La linterna es tu presencia consciente. El espacio claro es el Ahora.

La no-rendición endurece a tu forma psicológica, el caparazón del ego, creando un fuerte sentido de separación.
El mundo que te rodea y en particular la gente, se perciben como una amenaza.
Surge la compulsión inconsciente de destruir a los demás juzgándolos. Como así también surge la necesidad de competir y dominar.
Incluso la naturaleza se vuelve un enemigo, y tus percepciones e interpretaciones son gobernadas por el miedo.

La enfermedad mental que llamamos “paranoia” es apenas una versión un poco más aguda de este estado normal pero disfuncional de conciencia.
No solo tu forma psicológica, sino también tu forma física (tu cuerpo) se torna rígida con la resistencia. Surge la tensión en distintas partes del cuerpo. Y el cuerpo, como un todo, se contrae.
El libre flujo de energía por el cuerpo, el cual es esencial para un funcionamiento saludable, queda restringido en gran medida.

El ejercicio y ciertas terapias físicas pueden ayudar a recuperar este flujo. Pero a menos que practiques la rendición en tu vida diaria, solo será una ayuda temporal, dado que la causa, es decir, el patrón de resistencia no se ha disuelto.

Hay algo dentro de ti que permanece intacto a las situaciones pasajeras que conforman tu vida diaria. Y es solo a través de la rendición que puedes acceder a esto.
Se trata de tu vida, tu propio Ser, que existe eternamente en el presente sin tiempo.
Si encuentras tu situación insatisfactoria o intolerable, es solo rindiéndote primero que puedes romper el patrón inconsciente que se resiste y prolonga esa situación.

La rendición es perfectamente compatible con realizar acciones, iniciar cambios o lograr objetivos. Pero en el estado de rendición, una energía totalmente distinta, una calidad distinta, fluye en tu hacer.
La rendición te reconecta con la fuente de energía del Ser. Y si tu hacer está impregnado de Ser, se convierte en una alegre celebración de energía de vida que te lleva más profundamente hacia el ahora.
A través de la no-resistencia, la calidad de tu conciencia y, por consiguiente, la calidad de lo que sea que hagas o estés creando, mejora de manera inconmensurable.

Los resultados entonces, vendrán solos y reflejarán esa calidad.

A esto lo podemos llamar “acción proveniente de la rendición”.

En el estado de rendición, ves claramente lo que hay que hacer. Y actúas haciendo una cosa a la vez y enfocándote en una sola cosa a la vez.

Aprende de la naturaleza, mira como todo se desarrolla y como el milagro de la vida se despliega sin insatisfacción.

Por eso Jesús dijo: “Mira las azucenas, como crecen… no se esfuerzan ni dan vueltas”.

viernes, 30 de septiembre de 2016

“Extender su amor”


“Cuando se desea fundar una familia, estamos obligados a hacer esfuerzos para salir de sí mismo, para abrirse al otro, marido o mujer, y más tarde a los hijos. 

Sólo que, el error de los humanos, es no haber comprendido que debían todavía ampliar más este círculo de la familia, extender su amor a otras criaturas, a todo el universo. 

Por eso todavía no son felices, incluso con su familia y sus amigos.

La felicidad consiste en no detenerse en un ser o dos o diez o cien… sino amar al infinito. 

Seguid pues amando a aquellos que ya amáis, pero ampliad aún más el círculo de vuestro amor para tener intercambios incluso con todas las criaturas superiores: 

los ángeles, los arcángeles, las jerarquías celestiales, el Señor… 

Frente al espejo - Emilio Carrillo (El tránsito)


Publicado el 10 ago. 2016

Economista, escritor, experto internacional en Desarrollo local por las Naciones Unidas y profesor en diversas universidades españolas y extranjeras. 

A partir de una experiencia vital centró su atención en la filosofía y la espiritualidad, pero muy especialmente fue su propia experiencia cercana a la muerte la que le proporcionó un gran conocimiento de los mundos sutiles. 

”Al finalizar nuestra encarnación, no morimos, sino que efectuamos el tránsito a otro plano de existencia donde seguimos teniendo experiencias”. 

EJERCICIO DE SANACIÓN: LIBERAR APEGOS Y DOLORES EMOCIONALES


Toma unos minutos para estar a solas contigo mismo.
Con tres respiraciones profundas, empieza a relajarte y a adentrarte en tu interior. Puedes cerrar los ojos si lo deseas.
Ahora, recuerda una situación concreta o una persona que te haya generado una emoción negativa o dolor. También pueden ser varias emociones negativas, como por ejemplo, el enojo, la rabia, la ira, el rencor, el resentimiento, el odio, la cólera, el miedo, la tristeza, etc.

A continuación, hazte la pregunta: “¿Quién siente esta emoción?”.
Permanece unos instantes en silencio, auto-indagando en quién es el que siente la emoción.
Tu respuesta es “yo”. Pero, ¿quién es este “yo”?.
Contempla eso. Contempla quién es este “yo” que siente esa emoción negativa o ese dolor.

Ahora, hazte la pregunta: “¿Soy consciente de esto?”.
Permanece unos instantes más en silencio, auto-indagando en si eres consciente de este “yo” que siente la emoción negativa o el dolor.
Tu respuesta es “sí, soy consciente”.
Si no fueras consciente, no te darías cuenta de nada de esto, estarías totalmente ausente. Por tanto, hay alguien ahí que es consciente en todo momento.

A continuación, hazte la pregunta: “¿Quién es el que es consciente?” o “¿qué es eso que es consciente todo el tiempo?”
Toma unos momentos para estar en silencio, para auto-indagar en quién es consciente del “yo” que siente la emoción negativa o el dolor.
Tu respuesta es: “Yo soy consciente”.
Entonces, hay dos yoes; el “yo” que siente la emoción y el “Yo” que es consciente del “yo” que siente la emoción.
Por tanto, ¿cuál de los dos yoes eres tú?
Contempla eso.

Estás cambiando el modo de ver las cosas. Estás cambiando tu foco de atención y te estás dando cuenta de que tú eres dos yoes, pero uno de ellos es real y el otro es ficticio, ¿cuál de ellos es el real y cuál es el ficticio?

El “yo” que siente la emoción, es tu persona, tu identidad. Es tu identificación con el cuerpo-mente y tu historia. Este “yo” ha experimentado una situación concreta y de ahí ha surgido una emoción. Este “yo” es el ego o también llamado “yo separado”.
Este “yo” no es real, es tan solo una creencia mental que se identifica con este cuerpo-mente, dando lugar a un personaje ficticio basado en conceptos y condicionamientos mentales, y patrones establecidos. Todo esto forma parte de la historia, de la película, por tanto es ficticio.

Por otro lado, el “Yo” que está más allá de la historia, y que está todo el tiempo observando todo lo que sucede, es un “Yo” que no puede ser nombrado, no puede ser descrito, porque no tiene nombre ni forma. Está más allá de lo que acontece, percibiendo, observando y siendo consciente. Siempre permanece como Presencia Consciente, como observador.
Este “Yo” es tu verdadera naturaleza. Eres Tú. Es la Conciencia Pura no manifestada que está más allá de las formas manifestadas.

Ahora puedes ver claramente que no eres el personaje que está implicado en la historia. Puedes ver que esa emoción que sientes no es tuya, simplemente ha surgido debido a que estabas identificado con el “yo”, y cuando ha surgido un pensamiento, te has apegado a él. Este apegarse al pensamiento ha generado una emoción en tu cuerpo, la cual te ha hecho sentir mal, te ha hecho sentir dolor.
Así pues, cada vez que te identificas con este “yo” que crees que eres, cada vez que te identificas con tu cuerpo-mente y tu historia, estás generando dolor y sufrimiento. El apego al “yo” es la causa de todo el dolor emocional.

¿Puedes darte cuenta de que tú no eres el “yo”?
Contempla eso.
Tú eres eso que está más allá de esta película del “yo” y su historia. Eres eso que siempre observa, eso que siempre está consciente.

Pongamos un ejemplo: Imagina la pantalla de un cine, y en la pantalla aparecen unas imágenes; un bosque que se está quemando. Los árboles se queman, pero ¿se quema la pantalla?

miércoles, 28 de septiembre de 2016

“Revelación”


“Como en una iluminación, seguramente habréis tenido la ocasión de tener la revelación de una verdad que os transforma. 

Con la rapidez del rayo, algo del mundo del espíritu os atraviesa y transforma todo lo que hasta entonces habían sido vuestras convicciones, vuestras certezas. 

Pensáis que a partir de ese momento ya nada podrá ser como antes. 

Y en efecto, es posible que a partir de ese momento ya nada sea igual. Pero esto no es así de simple. 

Un acontecimiento turbador se ha producido, pero sentir todo vuestro ser sacudido por una revelación no significa que haya penetrado suficientemente en vuestra materia psíquica para que podáis manifestaros enseguida de acuerdo con ella.

Habéis sido deslumbrados, habéis penetrado en un misterio, se os apareció una verdad, pero esto no basta para transformaros. 

No os extrañe pues si en vuestro comportamiento cotidiano, toda clase de indicios prueban que aún no la habéis comprendido y aceptado suficientemente. 

SAGRADA SABIDURÍA: CALLAR Y OBSERVAR


Contrariamente a la situación casi caótica en que ya se encuentra la Tierra, al entrar en contacto con Aurora se puede percibir la existencia de un centro de cura en diferentes planos: desde el físico denso hasta el interno, invisible, suprafísico y eterno. Usamos la palabra eterno porque Aurora, como otros centros de vida intraterrena del planeta, existe desde los orígenes de la Tierra, a pesar de manifestarse sólo ahora. Esos centros pasan por períodos de mayor o de menor actividad según distintos ciclos y el desarrollo del planeta en el que están. Pueden cambiar de función, o entrar en un estado especial y vigilante, de profundo recogimiento.

En el presente ciclo, tres centros intraterrenos, Aurora, Erks y Miz Tli Tlan, tienen una función específica: manifestar la polaridad femenina del planeta Tierra, después del largo período de expresión de la masculina. Esta última fue representada por Oriente, por Shamballa y por la ciencia cósmica que incluía la elevación de la energía kundalini a través de los chakras y diversas reglas de disciplina practicadas en las diferentes escuelas de yoga. La presentación, al hombre de hoy, de Aurora, de Erks y de Miz Tli Tlan, anuncia una nueva fase de la Tierra.

En otras épocas, tales como la lemuriana y la atlante, esos tres centros ya existían y estaban activos, pero tenían otras funciones. Después de haberlas cumplido y de haber pasado por el necesario período de “contemplación”, vuelven a la actividad. Se dan a conocer a los que internamente se dispusieron al servicio de estimular la evolución planetaria y que continuamente se actualizan con respecto a las metas de la evolución.

Le pregunté al guardián de Aurora cuáles serían ahora los requisitos para que un individuo sea elevado a niveles de conciencia superiores y, por lo tanto, pase por una cura. “Así como la madre de Jesús fue transportada, muchos ya no sufrirán el proceso de la muerte. Serán trasladados físicamente en el momento de la purificación del planeta Tierra”, me respondió.

Entonces, pregunté si un autoconvocado para ese rescate planetario ya estaría con su salvación garantizada o si todavía podía recaer y no ser retirado. La respuesta fue cautelosa: “Tenemos que cuidarnos. Tenemos que estar siempre listos. No sirve para nada ser bueno porque se está siendo presionado o amenazado. Un hombre es bueno porque es bueno, y no porque se esfuerce para ello”.

El desequilibrio sólo puede ser saneado por el bien. Esto es simple, pero las personas divagan y comienzan a pensar que el mal no existe. Dejan de reconocer su propio punto evolutivo. Se consideran a salvo, y así se transforman en instrumentos de fuerzas negativas sin darse cuenta.

Las energías suprafísicas pueden trabajar a la vista de los que realmente deseen contactarlas. El rescate es para los que están en ese camino.

La Luz proviene del Espíritu, y éste no falla.

Hoy en día, insistir en antiguas técnicas espirituales demuestra que la persona no comprendió el proceso de evolución de las energías. La elevación del ser humano ya no exige rigurosas disciplinas ascéticas externas, y puede suceder a cualquier hora, espacio o trabajo que se realice. Basta mantener la intención firme y la conciencia identificada con el único creador de todas las esencias y de todas las formas. Esa devoción permanente disuelve todo obstáculo para la unión con lo que está en lo Alto.

Es mediante la fuerza de esa devoción pura e inquebrantable (actitud interna que no necesita rituales, magias ni ninguna especie de demostración física o emocional) que hoy se ingresa en estados de conciencia sutiles. Esa es la enseñanza que continuamente han dado los Instructores y Guias de la raza humana. La belleza de esa ascensión del hombre se encuentra en la fusión de su conciencia externa en una conciencia superior y más profunda que también forma parte de él, y no en la forma del proceso.

La señal de que se está produciendo esa fusión se ve porque el individuo se responsabiliza por algún servicio útil a la humanidad. Para ello, pasa por entrenamientos y pruebas que ponen en conflicto su mente analítica, que debe por fin aprender a callarse – pero sin perder el discernimiento y las cualidades que desarrolló a través de los siglos.

El orden, la armonía y el silencio se consolidan, y así se revela la Ley Superior, cósmica, que comienza a pautar la vida de la persona. Antes de alcanzar la devoción exclusiva por el Altísimo, la persona seguia las leyes personales, psicológicas y materiales del mundo tridimensional. En esa fase personalista, no sabía por dónde andaba ni a dónde llegaría con su esfuerzo. Y cuando alcanza la etapa de esa devoción interior y secreta, percibe que forma parte de una totalidad y que todo en su vida sucede para el bien.

Es necesario tener en cuenta que la esencia interna jamás trae desánimo. Lo que afecta la salud y el equilibrio del hombre de superficie son los pensamientos errantes, las circunstancias externas, las preocupaciones por los aspectos formales de la vida y la identificación con lo mutable. Pero, en la era que ahora se inicia, notará la importancia de concentrar el pensamiento en la meta espiritual y de canalizar las energías para el servicio al Plan evolutivo. Ya es tiempo de reconocer que las enfermedades también se generan por la dispersión del pensamiento y por la concentración de la mente exclusivamente en lo material. Es hora de saber que basta un pensamiento dirigido a la Ley Suprema para que el camino se abra. Es importante que no se piense en enfermedades y que se busque únicamente la unión con lo Alto, con lo Más Alto.

La espera serena y la atención estable vuelven la mente del hombre receptiva a la intuición. Es justamente el lenguaje de la intuición el que usan los mundos superiores para contactarlo, siempre que esté listo para la purificación y el progreso.