jueves, 10 de agosto de 2017

Reconocer nuestros errores nos brinda la oportunidad de aprender de ellos


Dijo Confucio que “cometer un error y no corregirlo es otro error”. Siguiendo este razonamiento, ¿es cierto que dejamos de aprender de nuestros errores al negarlos? Es decir, ¿negar un error es el primer obstáculo para reparar las consecuencias de un error que hayamos cometido?

Al fin y al cabo, cuando decimos la célebre frase “yo no he sido”, la cual entraña en muchos casos una negación evidente de nuestra posible responsabilidad, ¿no estamos intentando en el fondo justificar un error? Y el hecho de justificarlo, ¿no es una forma de no reconocer algo mal hecho? Así que, al fin y al cabo, ¿no estaríamos ante una negación?


“Me gustan mis errores, no quiero renunciar a la libertad deliciosa de equivocarme”
-Charles Chaplin-


¿Qué sucede al negar un error?

Es decir, al no entonar “el mea culpa” ante nuestros errores, muchas veces lo que intentamos es poner distancia entre lo que ha ocurrido y sus consecuencias. Sin embargo, no es menos cierto que esta misma distancia dificulta la posibilidad de aprender de lo que ha ocurrido. Aleja así la posibilidad de revisar el proceso e identificar los fallos.



Por otra parte, esta distancia también puede producir que en un primer momento suspiremos de alivio. Un alivio que se trasformará en ansiedad en el caso de que tengamos que volver a afrontar el mismo reto, cuando nos tiremos de los pelos por no haber puesto los medios suficientes para subsanar nuestras carencias.

Por ejemplo, si el departamento de la empresa en el que trabajamos se tiene que comunicar con un país de otro idioma y nosotros como máximos responsables no asumimos que debería haber alguien (o nosotros mismos) que estuviera en disposición de hacer tal comunicación, difícilmente lo asumiremos como nuestra responsabilidad, difícilmente se hará la comunicación en esa ocasión y difícilmente se hará en las siguientes ocasiones.


Además de imposibilitarnos para el futuro, renunciar a la tarea de explorar nuestros fallos, por no reconocerlos, es una actitud que supone un obstáculo para el autoconocimiento. Al renunciar a este proceso, también renunciamos a aceptar la responsabilidad de los aciertos que también se han dado, ignorando así nuestras capacidades más destacadas y evitando que las potenciemos.


Formas en que la negación provoca no aprender de nuestros errores

Llegados a este punto, merece la pena recordar un estudio llevado en equipo entre investigadores de la Universidad de California y Nueva York. En el mismo, se desveló que el hecho de no asumir nuestros propios errores se relaciona con nuestra personalidad, y hace disminuir nuestro potencial de crecimientos.

Para llegar a estas conclusiones, analizaron miles de perfiles. En ellos, trataban de identificar los tipos de personalidad dominantes según las reacciones que adoptaban ante los errores.

Definitivamente, el estudio arrojó curiosos resultados. Dentro de los mismos, se estimaba que el 70% de la población podía ser perfectamente catalogada dentro de tres grandes grupos según sus reacciones al error:

La culpa es de otra persona

Una frase tan recurrida en niños, el clásico “yo no he sido”, sigue siendo muy usada por un gran número de adultos. Es decir, al cometer el error, deciden obviar su responsabilidad y la atribuyen a una segunda persona.



O sea, que, al culpar a otros de sus propios errores, en cierto modo los están negando. De esta forma, al no tener la madurez necesaria para reconocerlos, tampoco la tienen para mejorar en su propio conocimiento interior cualitativo. Suelen optar por actitudes victimistas, incapaces de asumir culpas, y sin un criterio constructivo sobre el hecho en sí.

Aquí no ha pasado nada

Espera hasta que tu alma te alcance


Tenemos prisa, demasiadas prisas. Hacemos equilibrios sobre las melodías que tocan el estrés y la ansiedad, que a su vez se alimentan de la gran cantidad de responsabilidades y presiones que cargan su peso sobre nuestros hombros. Así, eso que nos agobia, el paso del tiempo, sucede sin que nos demos cuenta. Todo esto, provoca que nos desconectemos de nuestro “yo”, de nuestra alma. Una desconexión que repercute negativamente en nosotros mismos.

No nos damos cuenta de que vivimos con el piloto automático ya que de alguna manera se ha convertido en nuestro estado por defecto. En muchas ocasiones actuamos por inercia, sin pensarlo demasiado y sin disfrutar de la propia actividad. Así, llegamos a la conclusión de que a los días les faltan horas, a las horas minutos… y al alma tiempo.


Nos impulsamos con gran fuerza y brío hacia delante, dejando atrás nuestra consciencia. No tememos perdernos, abandonar nuestra esencia: es más importante llegar antes que hacerlo de una determinada manera. Vivimos en un constante piloto automático que evita que nos centremos en lo que es importante: nosotros mismos.


No corras, permite que tu alma te alcance

Si os parece, antes de continuar, viajemos hasta África y conozcamos una historia.

“Hace mucho, muchísimo tiempo, un expedicionario se aventuró en los territorios más inhóspitos de África. Solo le acompañaban sus porteadores. Todos llevaban un machete para abrirse paso entre la espera vegetación. Tenía un único objetivo en mente: avanzar rápidamente a cualquier precio.

Si se encontraban con un río, lo cruzaban en el menor tiempo posible. Si se interponía una colina, apretaban el paso para no perder ni un minuto. Sin embargo, de repente los porteadores se detuvieron en seco.

El expedicionario se sorprendió, puedo que solo llevaban unas cuantas horas en marcha. Así que les preguntó:

– ¿Por qué os habéis parado? ¿Estáis ya cansados? Apenas llevamos unas horas de camino.


Uno de los porteadores lo miró y le respondió:

– No señor, no estamos cansados. Pero hemos avanzado demasiado rápido y, por eso, hemos dejado nuestra alma atrás. Ahora tenemos que esperar a que nos alcance de nuevo”.

Si avanzas demasiado rápido, dejarás tu alma atrás.
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Este es un hermoso relato africano que refleja el peligro de quedarnos atrás cuando queremos avanzar demasiado rápido o cuando este se convierte en el principal objetivo, sino en el único. Fijar nuestra a atención en la meta puede que acorte el tiempo de trayecto. Sin embargo, ese tiempo descartado para nuestros sentidos, será la moneda con la que paguemos el precio por llegar antes.

En ocasiones, las prisas también son una excusa para ignorar el dolor que nace de nuestras heridas. Pasamos de ellas, no les hacemos caso, pero ellas no dejan de estar presentes y de limitarnos. Creemos que ignorarlas hará que desaparezcan. En muchos casos quizás, pero en otros las heridas necesitarán otro tipo de cuidados, como la desinfección o algún punto. Distinguir unas de otras no deja de ser una expresión de inteligencia emocional.

Tus heridas necesitan tiempo para sanar

Por mucho que ignoremos nuestras heridas emocionales, esta actitud no impide que dejen su impronta en nuestro cerebro. De hecho, sabemos que todo trauma vivido o aquello que nos ha causado un impacto emocional importante en nuestra infancia lo arrastramos hasta la edad adulta. Si no lo vemos, si no nos paramos a reflexionar sobre lo que nos ocurre para así poder solucionarlo, las heridas no cicatrizarán, seguirán abiertas.

Todas las experiencias negativas que vivimos dejan una huella profunda a nivel neurológico y seguirán sangrando por mucho que nos esforcemos en ignorarlas. Las fortaleza en muchos casos no tiene nada que ver con apretar los puños y seguir adelante, sino con estudiar el precipicio y encontrar la manera de construir un puente que nos permita salvarlo.

Hablamos de mirar a los ojos a la tristeza para saber qué nos quiere decir, de encontrar una forma de gastar la energía que emana de las emociones negativas sin dañar a nadie o de darle un momento de respiro a la ansiedad para que recupere su latir normal: esa frecuencia en la que nos ayuda y nos da aliento, en vez de consumirlo.

miércoles, 9 de agosto de 2017

17 Sabios pensamientos del Maestro Krishnamurti para inspirar tu vida


Jiddu Krishnamurti (1895- 1986) fue un filósofo, orador y escritor que revolucionó a través de su enfoque, cada apreciación de los diferentes aspectos de la naturaleza humana. 

Inspiró a la humanidad en temas relacionados al rol de la mente en nuestras vidas, las relaciones interpersonales, la sociedad, la influencia externa, la meditación y la importancia del auto-entendimiento.

Sus análisis se caracterizan por ser bastante profundos, algunos, para muchos in-entendibles, sin hablar de la práctica. Sin embargo, ofrecen una orientación que encierra vasta sabiduría. Aquí les mostramos algunos de sus pensamientos:

1 - La medida de la salud no es estar adaptado a una sociedad profundamente enferma.

2 - El mundo no es algo separado de ti y de mí; el mundo, la sociedad, es la relación que establecemos o buscamos establecer entre nosotros. Así que tú y yo somos el problema, y no el mundo, porque el mundo es la proyección de nosotros mismos, y para entender el mundo debemos entendernos a nosotros mismos. Ese mundo no está separado de nosotros; nosotros somos el mundo y nuestros problemas son los problemas del mundo.

3 - No hay final a la educación. No es que lees un libro, pasas un examen y terminas la educación. La vida entera, desde el momento en que naces hasta el momento en que mueres es un proceso de aprendizaje.hombre-ante-la-puerta-de-un-libro-gigante

4 - Si comienzas a entender lo que eres sin intentar cambiarlo, lo que eres se someterá a una transformación.

5 - El miedo es una energía destructiva en el hombre. Marchita la mente, distorsiona el pensamiento, guía a todo tipo de teorías extraordinariamente inteligentes y sutiles, supersticiones absurdas, dogmas y creencias.

6 - El momento en que tengas en tu corazón esa cosa extraordinaria llamada amor y sientas la profundidad, la alegría y el éxtasis que proviene de él, descubrirás que para ti el mundo se ha transformado.

7 - El autoconocimiento es el comienzo de la inteligencia, la cuál es el final del miedo.

8 - El seguimiento de la autoridad es la negación de la inteligencia. Podría ayudarnos temporalmente para encubrir nuestras dificultades y problemas; pero evitar un problema es solo intensificarlo, y en el proceso, el autoconocimiento y la libertad son abandonados.

9 - La habilidad de observar sin evaluar es la forma más alta de inteligencia.

10 - La causa primaria del desorden en nosotros mismos es la búsqueda de la realidad prometida por otros.

3 enseñanzas Zen sobre el miedo que no tienen precio


Si el ego tuviera un motor, su combustible sería el miedo. El miedo puede hacernos temblar, hacernos sentir inútiles, o motivarnos hacia el cambio. En el estudio del Zen, aprendemos no sólo a superar nuestros temores, sino a ser valientes. Esto se conoce como el rugido del león de Zazen.

El león es la encarnación viviente del poder propio. Este animal tiene dominio sobre todo lo que ve, así como el coraje, la velocidad y el poder para alcanzar todo lo que desea. Su conducta es real y tranquila. La metáfora del león se utiliza para describir cómo se supera el miedo en la Majjhima Nikaya, una colección de discursos sobre las enseñanzas de Buda (link a los Sutras del León Zazen). Describen los temores que la mayoría de nosotros enfrentamos.

Miedo a la pérdida de la vida

El Maestro Zen, D.T. Suzuki dice que el miedo a la pérdida del cuerpo es lo que debemos superar primero. Al tratar de superar este miedo, nuestro ser interno toma conciencia de que estamos amenazando la bien aceptada noción de que somos simplemente seres corpóreos, y ese “pensamiento” nos asusta.

Necesitamos observar las sensaciones corporales que surgen cuando simplemente reflexionamos sobre el temor. Se produce una sensación de vacío en el bajo vientre, hay una inmovilidad en la base de la lengua, y nuestra respiración se restringe. Si tratamos de eliminar estas sensaciones corporales, sin embargo, el miedo se convierte en una cosa sin sentido. Es a través del cuerpo, que podemos hacer desaparecer el miedo de la mente.

Sukuki atestigua que, de acuerdo con el Zazen, nuestro objetivo es mantener el abdomen bajo lleno de energía, la respiración siempre uniforme, el latido del corazón tranquilo y los músculos de todo el cuerpo resilientes para que si las emociones como el miedo surgen, puedan ser fácilmente encontradas y despedidas.

Miedo a la pérdida del “yo”

Aunque podamos anhelar niveles de conciencia más ricos, no siempre estamos tan dispuestos a dejar ir los hábitos y las muletas que han sostenido nuestro actual nivel de conciencia. Como el poeta sufí Rumi dijo una vez, “Nadie encontrará su camino a la Corte de la Magnificencia hasta que sea aniquilado”.

El miedo nos hace equivocarnos, o nos vuelve dóciles; subyugados a la inmovilidad del mundo, por miedo al cambio. Nuestra conciencia fluctúa fácilmente, y nos cuesta alcanzar un estado de Zen, y con mayor dificultad en nuestras actividades diarias. Es sólo cultivando los 4 estados mentales Zen que podemos “llenar nuestros abdómenes” de poder y rugir como un león con valentía.


Miedo al sufrimiento

El Buddha enseñó que el apego y la ignorancia son la raíz de todos los temores restantes. Dejando a un lado los temores saludables, nuestra tendencia a tratar de evitar el sufrimiento, el miedo al fracaso, la angustia, el apego, la pérdida, etc., son causados ​​por una sola raíz y surgen de la mente. En la Guía de Shantideva sobre el Camino de Vida del Bodhisattva, se dice que él articuló:

“La fuente de todo nuestro temor proviene de nuestras propias mentes descontroladas o delirios .” -. Budda

lunes, 7 de agosto de 2017

Alejandro Jodorowsky, un SER iluminado


Cuando le pregunté a mi Maestro Zen Ejo Takata, cómo era un ser iluminado, me contestó:

“Un ser iluminado, es decir libre, no tiene nombre, no tiene edad, no tiene nacionalidad ni raza, no tiene definición sexual, no tiene religión ni partido político, no tiene un oficio que lo defina, en fin, no tiene etiquetas. Tiene ideas pero no es sus ideas, tiene sentimientos pero no es sus sentimientos, tiene deseos pero no es sus deseos. No tiene dueños ni jefes ni prejuicios ni dogmas. Considera que su cuerpo tan solo le es prestado. Considera que su “yo” es tan solo una pequeña parte de “nosotros”. Considera que su alma, como todas las almas, son tan solo la energía vital del universo.”

Alejandro Jodorowsky.



Conferencia inédita y sin cortes del magnífico Alejandro Jodorowsky, en la segunda edición del Congreso Mente Superconsciente, celebrado en Puebla, México, el pasado 29 y 30 de Abril de 2017.

Cómo ejecutar cambios en la rutina egóica de “supervivencia”


A partir de que uno se va formando mentalmente una imagen global de la situación en la que nos encontramos, se hace cada vez más fácil encajar muchas piezas del rompecabezas que, en otros niveles de nuestra percepción, sabemos que no tenían lógica. Suceden muchas cosas en el mundo que no se entienden si no se añade un componente multidimensional a la realidad, y suceden muchas cosas que no hay forma de explicarse si no se añade una intervención exoplanetaria sobre el planeta. Lo interesante del tema, es ver la cantidad de informaciones que el sistema de control de daños, de los poderes que rigen los medios, y en general nuestra sociedad, tienen que inventarse y sacar constantemente a la luz para proporcionar explicaciones que cuadren con lo establecido hasta ahora como la “verdad oficial”.

¿Porqué no usamos sus mismas armas?

Hace unos días alguien preguntaba: “¿porqué entonces no se intenta que los medios de comunicación,  o al menos algunos, sean usados para emitir la verdad de la situación? ¿no podría forzarse la toma de control de todas las herramientas de desinformación que existen para darles la vuelta y usarlas como medio de despertar a las personas? “

La respuesta que viene es, si, tecnológicamente si, se podría “pinchar” una señal de satélite, o todas, y empezar a emitir la verdad “real” de las cosas, pero, ¿que bien haría eso en las personas cuando las personas no quieren, una gran parte, conocer la verdad?

¿Porqué alguien no quiere conocer la verdad, o al menos una versión menos manipulada y más acorde a los acontecimientos que se están dando? Porque tememos que esto rompa nuestros esquemas, y nos desmonte todo lo que creemos que es correcto. Esto ya lo hemos hablado anteriormente, una gran parte de la población, desea, literalmente, desea, que las cosas sigan como están porque, dentro de lo malo, no estamos tan mal, y, contra ese deseo, no se puede forzar nada, ya que eso significaría violar el libre albedrío y tantas otras leyes y directivas. Pero todo requiere un balance, así que, en algún momento, a esa parte de la población humana que no desea que las cosas cambien (y todos podemos estar incluidos, en mayor o menor medida en esta descripción, porque nos viene bien jugar al juego de querer cambiar pero sin tener que mover ninguna ficha ni arriesgarnos por ello), tendremos que tomar la decisión de aceptar de una vez que hay cosas que ya no se pueden obviar, porque no tienen sentido en este show, y uno ya no podrá esconderse ante los cambios que se produzcan en la realidad consensuada, y que obliguen a admitir el escenario en el que nos movemos.


Más margen

En todo caso, seguimos teniendo un poco más de margen antes de que eso suceda, como os decía en el anterior artículo, siempre tenemos un poco más de margen, así que siempre hay un poco más de tiempo para que los humanos hagamos el trabajo individual que nos toca hacer con pequeños empujones solo cuando nos quedemos retrasados más allá de un límite aceptable para todos los involucrados, principalmente el planeta en el que viajamos y sus ritmos y ciclos evolutivos. Es como cuando queremos que nuestro niño pequeño aprenda a subir las escaleras por si solo, y le dejamos, con paciencia infinita, que suba como pueda escalón tras escalón, pero, si en un escalón se atasca demasiado, le damos un pequeño empujoncito suave para que pase ese punto en el que está atascado, y volvemos a dejar que siga solo en el siguiente escalón para que vaya subiendo por sus propios medios. El tiempo que tenemos para subir cada escalón es el tiempo que marca el ciclo y la octava planetaria en su propio crecimiento, ya que los primeros escalones van desapareciendo con el tiempo, así que, si tu escalón está a punto de desaparecer, no hay más remedio que ayudarte a subir al siguiente, y ahí se nos vuelve a dejar para que sigamos a nuestro ritmo haciendo los deberes que nos toca hacer.


Una rutina de supervivencia

Con esto en mente, volvamos de nuevo a examinar las razones por las que no queremos, en general, que se nos desmonte la visión de la realidad que tenemos.

Todo tiene una base mental, no hay ningún componente del sistema de creencias y de creación de la realidad holocuántica de cada uno que no esté imbuido en nuestra esfera de consciencia, en nuestras esferas mentales y en nuestro cuerpo mental. En este caso, el componente principal que impide que queramos, nosotros mismos, desmontarnos, es nuestro programa ego, que tiene, en su interior, una rutina codificada de “supervivencia a toda costa” y de control de todos los procesos de gestión de la realidad externa y material.

Si no tuviéramos esta rutina de “supervivencia” y de aferrarnos a lo establecido, seríamos más maleables y aceptaríamos mucho mejor cualquier cambio que se nos presentara, porque no estaríamos agarrados a un clavo ardiendo, que es la estructura actual de sumisión a otras razas, y podríamos navegar más fluidamente por las modificaciones constantes que se producen, tanto en nuestro propio sistema energético, como en el entramado de la realidad que proyectamos y compartimos.

Esta rutina de supervivencia, por llamarla de alguna forma, fue uno de los primeros componentes insertados en el cerebro reptílico, uno de los tres componentes del llamado cerebro triuno, y, para desmontarla un poco, podemos de nuevo apelar a la consciencia de nuestro ser, Yo superior, o partes más elevadas de nosotros para que la reconfiguren y disminuyan en potencia.

No vamos a poder eliminarla por completo, así como no se puede eliminar el programa ego que es el software de gestión de toda nuestra personalidad y sin el cual estaríamos perdidos, pero si que se puede tunear en ciertos aspectos, para reducir su poder y control, ya que, en general, aun está, la mayoría de la población, lejos de conseguir que su ser tome el control de su ego, y, mientras esto no ocurra, lo que podemos intentar es ir reduciendo su poder recodificando pequeñas rutinas y subprogramas del mismo.


Recodificando y reduciendo el poder de la rutina de supervivencia

domingo, 6 de agosto de 2017

Theismavision en Mandala Academy


Os invitamos a todos a que os acerquéis los días 18 y 19  de Agosto 2017
a compartir con nosotros estos dos días que estaremos allí para conocer esta maravillosa Escuela y a nosotros personalmente.

Queremos compartir el primero de los vídeos que hemos hecho para esta escuela,  platicar con vosotros, y darnos unos abrazos.

El 19 sera el día de la inauguración oficial.
Calle Sendero Cerrito del Frayle Lt 32 #25 y 27.
Rancho Blanco.
Col. Espíritu Santo.
Jilotzingo, Edo. Mex

 informes@mandala-academy.mx 

 5084 6224 

Para seguir todos los eventos que suceden allí, les recomiendo sigan esta pagina en Facebook de Mandala Academy:
https://www.facebook.com/MandalaAcademyMexico/


Quedan invitados y espero su Presencia.

Ismael



viernes, 4 de agosto de 2017

POR QUÉ EN LOS MEJORES MOMENTOS DE LA VIDA DEJA DE HABER UN "YO" SEPARADO DEL MUNDO


EN LOS MEJORES MOMENTOS DE LA EXISTENCIA DEJA DE HABER UN SUJETO EN RELACIÓN A UN MUNDO DE OBJETOS SEPARADOS

Jordan Peterson, profesor de psicología de la Universidad de Toronto, se ha convertido en una celebridad de Internet por la furiosa lucidez con la que azuza a los jóvenes a tomar responsabilidad de sus vidas y encontrar significado en la posmodernidad. En este video, Peterson, hablando ante jóvenes universitarios, analiza cómo en nuestra época la idea de lo sagrado de ha vuelto incomprensible o anacrónica... y sin embargo, es vital para encontrar sentido existencial.





En cierto momento Peterson menciona algo sumamente perspicaz. Aunque creemos que existimos en un mundo en el que la existencia es fundamentalmente una relación entre un sujeto encerrado en su cuerpo-mente y un mundo de objetos separados, esta visión newtoniana determinista no necesariamente es correcta. Por una parte, la física moderna ha mostrado que el mundo no está hecho de objetos en sentido estricto, sino de procesos y probabilidades. Asimismo, diversos científicos de la inteligencia artificial han notado que es imposible crear máquinas que vean objetos, ya que las barreras entre los objetos no son nada obvias y es muy difícil entender cómo separamos los objetos. Existimos a múltiples niveles, al nivel cuántico, atómico, molecular, del tejido celular, etc. Y aunque nos vemos a un cierto nivel de resolución, todos los niveles son igualmente relevantes y reales, y no tenemos una buena idea de cómo es que vemos lo que vemos. Esto se conoce como el problema del marco.

Otra manera de entender por qué es importante y podría ser provechoso dejar de existir de una forma basada en los objetos tiene que ver con el hecho esencial de que los momentos más memorables, extáticos y significativos de nuestra existencia justamente ocurren cuando no nos percibimos como sujetos en relación a un mundo de objetos. Y, por otro lado, los momentos de mayor sufrimiento son casi siempre momentos en los que estamos demasiado conscientes de nosotros mismos. Peterson sugiere que si te observas durante 1 semana te darás cuenta que los momentos en los que estás molesto, aburrido o pasándola mal en general son aquellos en que estás pensando de manera incorrecta, abusando de ti mismo, ensimismado.


Mientras que en "los momentos en los que estamos verdaderamente involucrados en la vida no te das cuenta de que estas ahí; la distinción entre sujeto y objeto desaparece cuando estas involucrado en algo que te parece significativo". Tenemos aquí un entendimiento que borra la línea que divide a lo sagrado de lo significativo --siendo lo significativo lo que conecta a una persona con su propia naturaleza y con el orden de la vida.

"El propósito de la vida, según puedo ver luego de estudiar mitología y psicología por varias décadas, es encontrar un modo de existir en el que el hecho de que la vida es sufrimiento no sea relevante o que sea aceptable", dice Peterson, haciendo referencia a algo que ha notado tanto el budismo como el cristianismo, que la vida es sufrimiento, pero que ese sufrimiento puede ser transformado si es resignificado. Ese modo de existir es un estado de flujo en el que deja de haber resentimiento y aburrimiento:

hay una intemporalidad asociada en este estado, mitológicamente es equivalente a una breve habitación en el reino de Dios, el lugar en el que estás que es tan significativo que te permite sobrellevar las duras precondiciones de la vida sin volverte amargo o resentido o cruel. No hay nada tan útil como esto.