viernes, 25 de agosto de 2017

Repaso al proceso de desprogramación y eliminando la rutina de reticencia a aceptar cosas nuevas


El trabajo de desprogramación que estamos intentando explicar desde hace algunos artículos es mucho más simple de lo que estamos entendiendo que es. Vamos a partir de cero, para desarrollar porque funciona, cómo funciona y la falta de necesidad de ejecutar ningún tipo de ritual personal o lo que sea para ello.


Conectando con nuestro Yo Superior

Volvemos a la casilla de inicio. Todos nosotros somos seres multidimensionales, no somos nuestro cuerpo, ni nuestra personalidad. Nos identificamos con esta última, y cuando hablamos de otras partes de nosotros mismos las ponemos en tercera persona, y está bien que así sea, es una forma de entendernos, pero es solo terminología.

Imaginaros una goma elástica, la estiramos todo lo que podemos, enganchamos la parte inferior al suelo, y mantenemos la parte superior una distancia por encima de este. ¿Hay diferencia entre las partes de la goma elástica porque un trozo esté tocando el suelo físico y otro trozo se encuentre en suspensión en el aire? No la hay, así que, muy a groso modo, cuando trabajamos con nosotros mismos, estamos trabajando con esa parte de la goma elástica, la estructura multidimensional que nos forma, para que, la parte en suspensión, la parte “alta”, ayude a la parte “baja”.

Analogía aparte, esto quiere decir que cuando decimos “pedir al ser o al Yo Superior que desprograme algo“, solo hay que hacer eso, pedirlo. No hay que hacer una meditación, no hay que poner velas, no hay que poner música y vestirse con colores de ningún tipo. Es una única petición consciente, focalizada, concentrada, desde la personalidad (la parte baja de la goma elástica), hacia el ser, Yo Superior, la parte ”divina” y elevada de nosotros mismos (la parte alta de la misma goma). No hay un segundo de nuestras vidas y existencias donde nuestro ser no esté atento a lo que nuestra personalidad hace, vive, experimenta o solicita, pero hay unas reglas del juego evolutivo, que indican que no se puede violar el libre albedrío, ni siquiera entre partes de uno mismo. Esto significa que si no se solicita conscientemente a nuestro ser que nos ayude con algo, no se produce esa ayuda, al menos no directamente. En este caso, puesto que nuestra personalidad ha obtenido el conocimiento de lo que puede solicitar, por medio de los artículos anteriores, y que es aquello que nuestro ser desea y está listo para desprogramar en nosotros sin peligro, solo con la petición de hacerlo, ya se ejecuta esa desprogramación.

Espero que con esto se comprenda cómo funciona el proceso para futuros artículos, y todos podáis trabajar con ello.


Eliminando los bloqueos a aceptar nuevas cosas

Entonces, dicho esto, vamos a seguir con la desprogramación de cosas que están presentes en todos nosotros, y que a todos nos viene bien eliminar. Solo publicamos aquello que es más común para todos los seres humanos, pues las programaciones individuales y personalizadas que cada uno haya recibido por medio de sus vivencias, experiencias y demás se han de averiguar, trabajar y eliminar individualmente.

La siguiente rutina o programa que nos va a ayudar de nuevo a soltar algo de carga de nuestra psique es la rutina que vamos a llamar de “reticencia a dejar entrar nuevas ideas que choquen con lo establecido y programado en nosotros.” ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que todos tenemos un paradigma base con una programación más o menos estándar y una serie de creencias imbuidas solo por el hecho de tomar cuerpo físico en cada encarnación, ya que, al nacer, y al conectarnos al inconsciente colectivo, se descargan automáticamente todas esas programaciones y arquetipos que nos han de colorear, según la zona del mundo donde vivimos, cómo vemos la vida y cómo decodificamos la realidad común, para luego reforzar su estado con la proyección de nuestra realidad individual en base a esa programación.


Una rutina repartida en varias esferas

Así, hay instalados en diferentes esferas mentales, principalmente la inconsciente, la subconsciente y la consciente, los tres niveles de la psique que rigen la creación de la realidad de forma más directa en el plano físico, varios programas que, unidos, forman una sola “rutina” (conjunto de instrucciones) y que, por mucho que le digamos a Fulanito que la hierba es verde, si Fulanito tiene este programa activo, y le han programado que la hierba es rosa con topos azules, no aceptará nunca aquello que le llegue y contradiga su programación.

Entonces, la rutina de “reticencia a aceptar ideas o conceptos nuevos” está protegida de nuevo por cuatro programas de protección de arquetipos, así que primero, hemos de hacer la petición consciente a nuestro Yo Superior de que elimine estos cuatro programas de protección, no es necesario saber que son ni donde están, porque estás dando indicaciones precisas al indicar que son los que protegen la rutina anterior.

Una vez estáis seguros de que ya no están, con cualquier herramienta o medio que tengáis (sugería por ejemplo que pidáis una sincronicidad en vuestra realidad para aquellos que no tengáis otras herramientas de comprobación a mano), entonces solicitamos que se elimine la rutina que genera resistencias a aceptar información nueva.


Información protegida, no datos inservibles

Ojo, con información nueva, aquí no me estoy refiriendo a que entre información sobre el número de habitantes que hay en la ciudad tal, que puede ser información nueva y no conocida para vosotros, pero no es lo que se filtra con esta rutina, pues, de nuevo, estamos hablando de información sobre el sistema de control, información sobre el funcionamiento de la realidad, información sobre quiénes somos y cómo estamos hechos, etc.

Este tipo de información es la que esta rutina filtra y borra, dirige a lugares de la mente donde se almacena temporalmente, y si no ha “calado” y se ha integrado en nosotros, la borra como si fueran archivos basura, así que, aunque nos hayan contado la verdad más verdad sobre nuestra existencia en la Tierra como seres humanos, en muchos casos habrá durado en la psique lo que dura el tiempo que pasamos a leer otra cosa, y luego desaparece y se borra por procesos automáticos de limpieza una vez, la mente consciente, se ha olvidado de ella.

De esta manera, solo se fomenta el conocimiento de muchos datos que solo sirven de forma temporal (aprender las capitales de todos los países de memoria, por ejemplo), mientras que se bloquea que se conozca lo que realmente es importante para facilitarnos la desconexión del sistema de control en el planeta.


jueves, 24 de agosto de 2017

Desprogramando el miedo a los demás


La desprogramación de partes de nuestra psique es solo uno de los múltiples pasos que son necesarios para recuperar todo nuestro potencial, nuestro poder, nuestra libertad, y nuestras capacidades y habilidades latentes. Ya hemos visto dos rutinas que forman parte de aquello que hemos de quitar, y, aquellos que lo hayáis hecho, aunque no lo notéis, habéis dado un pequeño paso para reducir la influencia que tiene el sistema bajo el que vivimos sobre nosotros.

Vamos pues con otra más, vamos a ir descubriendo cómo desprogramar aquello que no se desea que sea desprogramado, y vamos a ir equilibrando el juego, liberándonos un poquito, en cada paso, de aquello que ya no es necesario que llevemos a cuestas.


Evitando que nos entendamos

Si el miedo al cambio y la rutina de supervivencia se instalaron para evitar que las primeras “unidades” de seres humanos, lhumanus, como eran llamados, pudieran salirse de las tareas impuestas, y de aquello para lo que eran requeridos, en otra parte de la psique se instauró otra rutina para que esos lhumanus tuvieran reticencias a entenderse entre ellos, cooperar más de lo necesario y unirse más de lo permitido.

Esto facilitaba, y ha facilitado a lo largo de la historia, que no hubiera grandes revueltas (a no ser que fueran provocadas a propósito), que no se pudieran ejecutar rebeliones masivas, y que siempre existiera la posibilidad de que, activando los programas adecuados en la mente de las personas, igual que sucede ahora, se las pueda poner a unas en contra de otras. Esta rutina o programa que vamos a llamar de “miedo a los demás”, es, de nuevo, inconsciente, y por lo tanto, actúa por debajo del radar de la mente racional, en forma de comportamientos que no controlamos y que se activan por estímulos subliminales, tanto visuales, como auditivos, como energéticos, de forma que, si era necesario, porque se veía por ejemplo que muchos lhumanus estaban cooperando o yendo más allá de lo permitido en sus “reivindicaciones” sociales de entonces, se les podía activar el “miedo a los demás”, y entonces cualquier cosa les hacía ponerse a unos en contra de otros, exactamente igual que hacen ahora, y como siempre se ha hecho.


Programas complementarios

Este “miedo a los demás”, tiene otras dos rutinas asociadas, la primera, engloba el miedo a la escasez y a perder lo que uno tiene, que así te aseguras que se active el miedo al otro si percibes que eso puede suceder, y, por otro lado, está conectado con la rutina del miedo a no sobrevivir, que habíamos explicado en un artículo anterior. Así, cuando tenías enfrente alguien no conocido, alguien que potencialmente era un peligro, un competidor o alguien que pudiera representar una amenaza, el miedo a los demás, junto con el miedo a perder lo que posees, más la rutina de supervivencia, activaban todos los mecanismos de separación, alejamiento, defensa, etc., contra esa persona o ese grupo.

Desprogramando el miedo al cambio


Como ya habéis visto por los anteriores artículos, las rutinas de la mente del ser humano están estructuradas y programadas a muchos niveles, a muchas capas, y con muchas protecciones. Estas protecciones, que no son más que otros programas que cubren el acceso a patrones de comportamiento, creencias limitadoras y sistemas de programación mental, están diseñadas para que no podamos acceder, al  menos no sin ayuda de nuestro Yo Superior, o de alguna otra técnica potente de desprogramación mental, a áreas consideradas “peligrosas” por el sistema de control, es decir, que si las tocamos y las eliminamos, nos liberamos un poquito más del poder que este tiene sobre nosotros.

Ya hemos visto esa mini rutina de supervivencia, que así la llamamos en el último post, que nos impide que podamos ejecutar cambios en nosotros mismos con relativa facilidad, y hay muchas otras que están funcionando simultáneamente con el mismo objetivo o parecidos. Hoy vamos a tratar de desmontar otra de ellas, procurando que, poco a poco, el software que gestiona nuestra mente y nuestra personalidad, abra puertas de entrada para que la conexión de nuestro ser sea más efectiva y más fácil de cara a la comunicación con nuestro yo observador, y que, a partir de aquí, y cumpliendo las reglas y directrices del libre albedrío, todo aquello que nuestro yo observador note en nosotros, pueda ser redirigido a nuestro ser, y este, entonces, a partir del trabajo con peticiones conscientes, pueda ir eliminándolo, como hemos hecho en los ejemplos de los artículos anteriores.


Miedo al cambio en la forma en la que vemos la realidad

Bien, ¿y que rutina (conjunto de instrucciones) vamos a intentar desprogramar un poco hoy? La rutina del miedo al cambio, pues si la rutina de “supervivencia” intenta que no cambie nada, la rutina y programa que lo protege es el software de “miedo al cambio”, para que, superpuesta a esta, no se ejecute ninguna desprogramación no autorizada en nosotros. Puesto que el miedo al cambio no es consciente, no basta con decirnos a nosotros mismos que no tenemos miedo a cambiar, que puede ser verdad, pero no estamos hablando de cambiar el color del pelo, o cambiar la forma en la que vestimos, sino estamos hablando de cambiar nuestro sistema de creencias y los andamios que sostienen nuestra visión de la realidad, que es algo mucho más profundo.

Esta rutina “informática” de miedo al cambio está insertada en la esfera mental inconsciente, así que trabaja sobre todo con el paradigma instalado en nosotros conteniendo las estructuras globales de la realidad consensuada. Recordad que tenemos varios niveles de programación insertados que nos permiten a todos vivir en un macro escenario común, de lo contrario, sería imposible que nuestras realidades personales pudieran interactuar, y ese componente que sienta las estructuras principales es el llamado paradigma mental, imbuido y programado en el inconsciente. Esto nos da la base para la estructura general de la realidad, y luego, los detalles de la misma, están programados en el subconsciente, donde ya cada uno puede colorear la vida y su proyección holocuántica según sus propios filtros y creencias, pero sobre un sustrato común para todos.

El miedo al cambio se imbuyó sobre la rutina de supervivencia ya que esta es crucial para el programa ego, tan crucial es, que por eso se puso en la zona que le corresponde al cerebro instintivo, el cerebro reptílico o complejo R, que es el que está más protegido de los componentes cerebrales que poseemos. Además, el miedo al cambio se nutre del miedo general que poseemos en el cuerpo emocional, de forma que cualquier tipo de miedo que tengamos a cuestas, autogenerado, o proyectado externamente sobre nosotros, sirve como combustible para mantener este trozo de programación intacto y funcionando constantemente.


Eliminando los guardaespaldas

Para eliminar el miedo al cambio, también hemos de eliminar dos programas que lo protegen, pero estos son muy sencillos, son simples programas de protección de arquetipos, siendo el “cambio” un arquetipo como energía y como concepto, de forma que, primero, hemos de solicitar a nuestro ser, a nuestro YS, que elimine los dos programas de protección en la esfera mental inconsciente que bloquean el acceso a la rutina de miedo al cambio.

miércoles, 23 de agosto de 2017

EL PROPÓSITO DE LA VIDA NO ES SER "ALGUIEN", ES SER NADIE


¿PARA QUE QUIERES SER ALGUIEN SI PUEDES SER NADIE? ¿QUIERES TODO? ENTONCES HAZTE NADA Y DISFRUTA LO QUE QUEDA. EL GOZO DE LA VACUIDAD RADIANTE

Todos queremos ser famosos, pero en el momento en el que queremos ser algo ya no somos libres.

(Krishnamurti)

El orgullo que uno tiene por las cosas buenas que hace es el verdadero archienemigo del aspirante. Este orgullo es el enemigo que obstruye el camino a la Verdad Última. [...] El aspirante debe de entender que la razón por la cual alberga orgullo por los objetos es porque cree que los objetos son reales. Si uno entiende que los objetos son sólo apariencias temporales, y se convence de que los objetos no pueden proveer realmente una felicidad verdadera entonces la realidad aparente de los objetos automáticamente se desvanece.

(Sadguru Siddharameshwar)

Somos algo y no somos todo; aquel poco que poseemos de ser nos impide el conocimiento de los primeros principios que nacen de la nada; y el poco ser que tenemos nos esconde la vista del infinito.

(Pascal)


El Ser resplandece en la Nada.

(Jorge Eduardo Rivera, glosando a Martin Heidegger)




Al encontrarse con lo infinito,

el individuo con gusto desaparece,

entonces toda pena se disuelve,

en vez de deseos fervientes y salvaje apetito,

en vez de cansadas peticiones

y estrictas obligaciones 

-renunciar a uno mismo es dicha.

(Goethe, "Ein un Alles")



Tengo la certidumbre de que mi mente es Buda. No hay nada que ganar o lograr.

Milarepa







El mundo en el que vivimos nos impulsa a ser "alguien", a lograr el éxito, la admiración, a ser reconocidos como alguien de importancia, a que nuestro nombre sea recordado. Ser reconocido como alguien que se destaca por sobre los demás, para muchas personas es la más profunda motivación existencial.

Esta necesidad de ser reconocidos, de consolidar nuestra identidad a través de la percepción de los demás que, como un espejo, nos regresan nuestra imagen y confirman y dan lustre a nuestra existencia (haciéndonos saber que somos "alguien"), aunque es alimentada y conservada por la presión social tiene un origen aún más profundo. La misma manera en la que percibimos la afianza. El hecho de que una persona se perciba como un sujeto en el centro de mundo de objetos refuerza la mentalidad de que somos el centro del universo, y que lo importante es conquistar ese mundo de objetos (y objetivos), a través del cual obtenemos nuestra sensación de ser.

Nos alimentamos de los objetos y la admiración de las personas que así confirman y robustecen nuestra identidad, nuestro deseo de ser especiales, de despuntar conspicuamente, para no ser nadie, para no perdernos en el vacío. Empezamos a disfrutar las cosas sólo a través de la mirada del otro que aprueba nuestra existencia. Alimentándonos de esta admiración, de este éxito que creemos nos merecemos, cultivamos orgullo por lo que somos, por todo lo que hemos logrado, y esto es el principal obstáculo para alcanzar el entendimiento de la realidad, incluso cuando el orgullo viene por los actos virtuosos que hacemos, como explica Siddharameshwar (maestro de Nisargadatta Maharaj) en el epígrafe de este texto. Y es que el orgullo por lo bueno es lo que más refuerza nuestra sensación de ser un "alguien" que sobresale de los demás.

Pero aunque esta es nuestra realidad relativa (construida y sustentada consensualmente), que somos el centro de un universo de objetos que giran alrededor de nuestra percepción, en los cuales nos vemos, a través de los cuales construimos nuestra identidad y de cuya manera de responder a nuestros deseos depende nuestra felicidad, este estado, esta realidad relativa es esencialmente insatisfactoria. Y es que, por más que logremos apuntalarnos por sobre el universo de objetos y consolidemos nuestra identidad de manera exitosa (en la cima de ese universo de objetos y otredades), todo lo que podamos conseguir de esta manera está siempre al borde de desaparecer e inevitablemente desaparecerá. En otras palabras, por más admiración y posesiones que consigamos para darle seguridad a nuestra identidad, la realidad es que esta identidad que depende del reconocimiento de los demás está siempre en un estado de extrema fragilidad.

En cualquier momento podremos dejar de ser el mejor en algo, o ya no ser más que otro, o dejar de tener algo que nadie tiene y perder cualquier tipo de etiqueta o persona que da realidad a esa identidad y, lo que es más, en cualquier momento dejaremos de ser "alguien", puesto que inevitablemente moriremos. Y si acaso existe una vida después de la muerte, las religiones que se han dedicado a pensar en esto coinciden en que no nos llevaremos lo que hemos apilado sino solamente, acaso, lo que hemos dado desinteresadamente. El orden del mundo material se invierte en el mundo espiritual; la dialéctica celestial del amo y el esclavo: el verdadero privilegio yace en servir y la verdadera fortuna yace en no tener nada (para, así, tener el corazón ligero a la hora de la balanza, que en Egipto se pesaba contra la pluma de Maat). San Juan de la Cruz escribió: "En el ocaso de nuestra vida seremos juzgados en el amor". Sin que haya un juicio o un juez, uno intuye que el amor es ya el proceso determinante de nuestra existencia, y el amor pide que nos demos, incluso que nos vaciemos. Esto mismo lo expresa de manera insuperable la mística del siglo XIII Hadewijch de Amberes:

Antes yo era rica, pero todo se pierde en el amor.

Nada de mí misma queda, todo se pierde en el amor.

El amor me ha subyugado y esto no es para mí una sorpresa,

puesto que él es fuerte y yo soy débil,

me deshace y me libera de mí misma...

*     *     *

El vacío nos produce pánico, horror vacui. Blaise Pascal escribió sobre el terror que le produce al hombre la inmensidad: "Me veo abismado en la infinita inmensidad de los espacios que ignoro y que me ignoran. [...] El silencio eterno de los espacios infinitos me aterra". Pero a quien le aterra lo infinito es solamente a quien se identifica con lo finito, y a quien le genera temor el vacío es solamente a quien se cree sólido. El mismo Pascal explica que si somos algo o alguien no podemos ser todo y, sin embargo, siempre nuestra existencia como "alguien" está marcada por nuestra sed de totalidad -de lo cual se deriva la insatisfacción consustancial (que llevó al Buda a decir que el mundo es sufrimiento (dukha)). La causa del sufrimiento en su origen más profundo es justamente esta separación entre el sujeto y los objetos, este vano esfuerzo de erigirse sobre un mundo impermanente.

7 IDEAS ERRÓNEAS QUE TIENES Y QUE NO TE PERMITEN ALCANZAR LA PAZ INTERIOR


ALGUNAS DE TUS CREENCIAS PODRÍAN ESTAR OBSTACULIZANDO LA POSIBILIDAD DE VIVIR PLENAMENTE; DETÉCTALAS Y TRANSFÓRMALAS

La forma en que entendemos el mundo, en la que nos percibimos y en la que definimos los criterios para tomar las desiciones que darán forma a nuestra vida, es un aspecto fundamental para determinar nuestra existencia individual. Por eso vale la pena, de vez en cuando, revisar nuestras concepciones y cuestionar las creencias o ideas que más peso tienen a la hora de determinar nuestra postura ante la vida. 

De hecho, ¿sabías que algunas de estas creencias podrían estar literalmente obstaculizando la posibilidad de que vivas de forma plena y en paz?

A continuación te compartimos siete ideas, reunidas por Brian Zeng para Tiny Buddha, tan erróneas como comunes, que realmente podrían estar evitando que alcances ese estado idóneo para cualquier ser humano: la paz interior. 



1. El dinero te hará feliz

Este mantra capitalista, promovido o insinuado fervientemente por el mercado, es un obstáculo muy común para alcanzar la plenitud. 



2. No debes equivocarte

Los errores son un aspecto fundamental de la vida y de la posibilidad de vivir en paz –tras aceptarlos y aprender de ellos.



3. Luchar contra tus emociones negativas

Todos tenemos emociones negativas y la clave no es luchar contra ellas sino contemplarlas, entenderlas y luego transformarlas.



4. Llegar primero o ser el mejor

Dos "valores" nefastos que se nos han inculcado, y que nada tienen que ver con la evolución personal. 



5. Sujetarte al pasado para planear tu futuro

viernes, 11 de agosto de 2017

Yo Soy, el Yo Soy (CONCIENCIA DE FELICIDAD)


ULTIMO VÍDEO QUE HEMOS CREADO, ESPERO QUE OS GUSTE Y OS AYUDE.

La felicidad es la gran recompensa que todo individuo está buscando. Algunos orientales dicen que el arrobamiento es el estado último. Es sólo otra manera de expresar Felicidad, pero no le resulta tan potente a la mente occidental. 
Para los occidentales, la Felicidad es Dios en Acción. ESTAR CONSCIENTE DE QUE SE BUSCA LA FELICIDAD ES ESTAR CONSCIENTE DE QUE SE BUSCA, A DIOS.



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Nos vamos 2 semanas de vacaciones


Nos vamos de vacaciones pero seguimos compartiendo. 
Como ya sabéis estaremos en México, mas exactamente en Ciudad de México,
así compartiremos con los que puedan acercarse a Mandala Academy  esos dos días 18 y 19 de Agosto.

Si podéis estar esos días nos veremos, si no es así que disfrutéis si tenéis unos días, 
y si tampoco tenéis vacaciones, seguir trabajando en conciencia, viviendo desde la Divina Presencia Interior.

Nos encontraremos al regreso.

Gracias  INFINITAS mis AMADOS

jueves, 10 de agosto de 2017

Reconocer nuestros errores nos brinda la oportunidad de aprender de ellos


Dijo Confucio que “cometer un error y no corregirlo es otro error”. Siguiendo este razonamiento, ¿es cierto que dejamos de aprender de nuestros errores al negarlos? Es decir, ¿negar un error es el primer obstáculo para reparar las consecuencias de un error que hayamos cometido?

Al fin y al cabo, cuando decimos la célebre frase “yo no he sido”, la cual entraña en muchos casos una negación evidente de nuestra posible responsabilidad, ¿no estamos intentando en el fondo justificar un error? Y el hecho de justificarlo, ¿no es una forma de no reconocer algo mal hecho? Así que, al fin y al cabo, ¿no estaríamos ante una negación?


“Me gustan mis errores, no quiero renunciar a la libertad deliciosa de equivocarme”
-Charles Chaplin-


¿Qué sucede al negar un error?

Es decir, al no entonar “el mea culpa” ante nuestros errores, muchas veces lo que intentamos es poner distancia entre lo que ha ocurrido y sus consecuencias. Sin embargo, no es menos cierto que esta misma distancia dificulta la posibilidad de aprender de lo que ha ocurrido. Aleja así la posibilidad de revisar el proceso e identificar los fallos.



Por otra parte, esta distancia también puede producir que en un primer momento suspiremos de alivio. Un alivio que se trasformará en ansiedad en el caso de que tengamos que volver a afrontar el mismo reto, cuando nos tiremos de los pelos por no haber puesto los medios suficientes para subsanar nuestras carencias.

Por ejemplo, si el departamento de la empresa en el que trabajamos se tiene que comunicar con un país de otro idioma y nosotros como máximos responsables no asumimos que debería haber alguien (o nosotros mismos) que estuviera en disposición de hacer tal comunicación, difícilmente lo asumiremos como nuestra responsabilidad, difícilmente se hará la comunicación en esa ocasión y difícilmente se hará en las siguientes ocasiones.


Además de imposibilitarnos para el futuro, renunciar a la tarea de explorar nuestros fallos, por no reconocerlos, es una actitud que supone un obstáculo para el autoconocimiento. Al renunciar a este proceso, también renunciamos a aceptar la responsabilidad de los aciertos que también se han dado, ignorando así nuestras capacidades más destacadas y evitando que las potenciemos.


Formas en que la negación provoca no aprender de nuestros errores

Llegados a este punto, merece la pena recordar un estudio llevado en equipo entre investigadores de la Universidad de California y Nueva York. En el mismo, se desveló que el hecho de no asumir nuestros propios errores se relaciona con nuestra personalidad, y hace disminuir nuestro potencial de crecimientos.

Para llegar a estas conclusiones, analizaron miles de perfiles. En ellos, trataban de identificar los tipos de personalidad dominantes según las reacciones que adoptaban ante los errores.

Definitivamente, el estudio arrojó curiosos resultados. Dentro de los mismos, se estimaba que el 70% de la población podía ser perfectamente catalogada dentro de tres grandes grupos según sus reacciones al error:

La culpa es de otra persona

Una frase tan recurrida en niños, el clásico “yo no he sido”, sigue siendo muy usada por un gran número de adultos. Es decir, al cometer el error, deciden obviar su responsabilidad y la atribuyen a una segunda persona.



O sea, que, al culpar a otros de sus propios errores, en cierto modo los están negando. De esta forma, al no tener la madurez necesaria para reconocerlos, tampoco la tienen para mejorar en su propio conocimiento interior cualitativo. Suelen optar por actitudes victimistas, incapaces de asumir culpas, y sin un criterio constructivo sobre el hecho en sí.

Aquí no ha pasado nada