EN UN INTENTO POR RESCATAR EL SIMBOLISMO COSMOGÓNICO DEL ANCESTRAL PUEBLO DE ANÁHUAC (HOY CONOCIDO COMO MÉXICO), EXPONDREMOS UNA INTERPRETACIÓN MÁS CERCANA A LA FILOSOFÍA DE LOS ANAHUACAS
¿Qué forma tendrán nuestros rostros en la casa del misterio? ¿Es aquello real o acaso no lo es? ¿Quién puede, de cierto, definir la verdad? El Dador de Vida se muestra impenetrable.
Cantares de los Señores
Y quisiera alegrar al desventurado fauno, que yace allí bajo la tierra dormida.
W. B. Yeats
En un intento por rescatar el simbolismo cosmogónico del ancestral pueblo de Anáhuac (hoy conocido como México), expondremos una interpretación más cercana a la filosofía de los anahuacas, pues debido a la confusión producto de la imposición cultural y religiosa, así como las dificultades propias de adaptar términos de una lengua profundamente ligada a un pensamiento filosófico tan distinto al europeo, propician que surjan interpretaciones erróneas o superficiales, que carecen del significado trascendental en que su lengua madre los concibió.
El significado tradicional que actualmente se atribuye al término Ometeotl puede generalizarse como: "Divino Señor de la Dualidad", lo cual dista bastante de la visión que tenían de Ometeotl los pobladores del antiguo territorio de México, pues el término Ometeotl es una expresión para designar una rica filosofía producto de un pueblo culto con un pensamiento metafísico altamente sofisticado que representaba como divinidades de su panteón. Para adentrarnos al conocimiento detrás de este término primero es necesario conocer el origen de la palabra, así como clarificar las confusiones interpretativas que han surgido en su estudio.
Según nos dicta la etimología, el termino Ometeotl está compuesto por:
"ON" (prefijo reverencial) + "E" (tres) + "OME" (dos) + "TEOTL" (divino)
La partícula "On" significa unidad, Por su parte, la raíz "E" significa tres; cuando se unen, ambos elementos componen el número "Ome", dos. A su vez, cuando el número "Ome" se une con otro término, pierde la desinencia "E" (salvo excepción), como en "Ome" (dos) + "Teotl " (divino) = "Onteotl" (divina dualidad); sin embargo, el componente “Ome” del nombre de Ometeotl no se refiere al número 2, sino a la composición "Om-E", (respetable 3). De ahí que el informante mexica que asesoró la confección del Códice Vaticano lo tradujera como "Señor de Tres Dignidades" (Om, "digno" + E, "tres" + Teotl, "divino"), por lo que la traducción más acertada seria:
Ometeotl: Divina Uni-Dual-Trinidad. Ometeotl es único en esencia, triple en acción y dual en manifestación.
Este detalle no lo tuvo en cuenta el padre Garibay Kinana, quien en la década de 1940 lo dio a conocer cuando tradujo los cantos mexicas, traduciéndolo como “dios dual”, y tampoco los miembros de la llamada "mexicanidad" que, a fines del siglo pasado, tomaron el nombre de Ometeotl de las obras de Kintana y Portilla, con todo y traducción.
Omeyocan: este es como si dijésemos la 'Causa Primera', por otro nombre llamado Ometeotl, que es tanto como 'Señor de Tres Dignidades'.
(Códice Vaticano 3738, única fuente conservada que explica el termino como “Señor de Tres Dignidades”)
Todos estos detalles aunados a la idea del “dualismo” del cristianismo occidental moderno, como un concepto moral de "el bien" y "el mal", condujeron al entendimiento erróneo de Ometeotl como personificación de la toxica idea dualista del cristianismo moderno (hago énfasis en el término “moderno”, pues la doctrina del cristianismo ha sido tan deliberadamente manipulada y alterada que el cristianismo moderno puede considerarse una fragmentación adulterada del cristianismo original primitivo; todo parece indicar que la idea de dualidad no existía en el cristianismo original, esta idea fue posteriormente adoptada de la antigua religión zoroástrica).
Ometeotl no tenía templos; era, pues, casi desconocido por el pueblo común, pero muy nombrado en los poemas de las clases altas, pues aparece en las Antiguas Palabras y en los Cantares de los Señores, que son documentos más bien filosóficos, y ahí es donde yace la clave para entender la profundidad del término.
El principio de la tríada se puede encontrar en muchas religiones trinitarias, y en diversas escuelas filosóficas y/o esotéricas, como la de los egipcios, los hindúes o la propuesta teológica de la Santísima Trinidad de los cristianos; también encontramos la triple gema del budismo, o los tres principios de la alquimia; en esencia todos representan lo mismo, pero cada uno manifiesta una visión única propia de sus creencias, cultura y su facultad de percibir al mundo a su propia manera.
Ometeotl, en la ideología tolteca, viene a encarnar: