La felicidad no depende de las circunstancias externas; más bien, se la puede hallar en los placeres más simples de la vida y, sobre todo, en la dicha siempre renovada de la meditación profunda. […]
Sé feliz aferrándote a los sencillos, genuinos e imperecederos gozos del alma, que nacen de la reflexión profunda, la introspección, la inspiración espiritual y la meditación.
La vida moderna se está volviendo muy insatisfactoria; no depara felicidad. Existen demasiadas cosas, demasiados deseos. Más automóviles, vestidos y entretenimientos… ¡y más preocupaciones! Libérate de esas supuestas «necesidades» y consagra más tiempo a Dios. Simplifica tu vida. Sé feliz en la soledad de tu propio Ser.
El hombre moderno basa su placer en obtener cada vez más posesiones, y lo que pueda ocurrirle a los demás no le importa. Pero ¿no sería mejor vivir con sencillez, es decir, sin mucho lujo y con menos preocupaciones? No existe placer en trabajar demasiado hasta el punto de que no puedas disfrutar de lo que tienes. [...] El día llegará en que la humanidad comenzará a alejarse de la conciencia de que son necesarias tantas cosas materiales. Se obtendrá mayor seguridad y paz en una forma sencilla de vivir.
Simplifica tu vida para reducir el estrés y las preocupaciones financieras
Una vida material compleja sólo complace a los ojos y a la obsesión del ego por ostentar un rango social, pero pocos comprenden el alto precio que se paga por esas comodidades materiales. La esclavitud económica, el nerviosismo, las preocupaciones empresariales, la competencia desleal, la discordia, la falta de libertad, la enfermedad, el sufrimiento, la vejez y la muerte son la cosecha de una existencia centrada sólo en lo material. Mucho es lo que se pierde cuando no se dispone de tiempo para apreciar la belleza, la naturaleza y las numerosas expresiones de Dios en la vida.
Elige una vivienda adecuada, pero no mayor de la que realmente necesitas y, si fuese posible, que se encuentre situada en alguna localidad donde los impuestos y el costo de la vida sean razonables. […] Vive en forma sencilla; disfruta de lo que Dios te ha concedido, y no busques los vanos o costosos placeres. En la naturaleza oculta de Dios existen numerosas cosas que pueden fascinar la mente del ser humano. Emplea el tiempo libre para leer libros que valgan la pena, meditar y disfrutar de una vida carente de complicaciones. ¿No es preferible, acaso, vivir con sencillez, tener menos preocupaciones y disponer de tiempo para buscar a Dios, en lugar de poseer una enorme casa, dos automóviles, deudas por cubrir a plazos y una hipoteca que eres incapaz de pagar?
En su infinita misericordia, Dios nos concede —a través de las diversas experiencias que se nos presentan en la vida— su gozo e inspiración, la vida y la sabiduría verdaderas, la auténtica felicidad y el genuino entendimiento. Pero la gloria de Dios se revela únicamente en la quietud del alma, en la intensidad del esfuerzo interior que realiza la mente para comulgar con Él. Es allí donde hallamos la verdad.
En el exterior, el engaño es muy fuerte; muy pocas personas logran sustraerse a las influencias del ambiente exterior. El mundo sigue adelante con sus infinitas complejidades y sus variadas experiencias. Cada vida es diferente de las demás y debe ser vivida de manera distinta. No obstante, en todas las expresiones de la vida subyace la silenciosa voz de Dios, que nos llama incesantemente a través de las flores, de las escrituras sagradas, de nuestra conciencia, es decir, a través de todas las cosas hermosas que hacen que valga la pena vivir.
Dedícale tiempo a lo que es importante