viernes, 8 de enero de 2016

Aparato cuántico prueba que se puede estar en dos sitios al mismo tiempo



Por primera vez científicos logran un estado de superposición cuántica a un nivel observable por el ojo humano, abriendo un campo de posibilidades para aplicar la mecánica cuántica al mundo macroscópico. 

Por primera vez científicos lograron llevar los bizarros efectos de la mecánica cuántica a escalas macroscópicas, observables por el ojo humano. A escala subatómica las partículas pueden estar en estados de superposición -ser ondas y a la vez partículas-, pueden comunicarse instantáneamente (entrelazamiento cuántico) o moverse de forma completamente impredecible. Este tipo de estados cuánticos podrían tener enormes aplicaciones tecnológicas si son logrados llevar a una escala macro. 

El logro, reconocido por la revista Science como el más significativo del año, fue realizado por los físcos Andrew Cleland y John Martinis de la Universidad de California en Santa Barbara.Los científicos diseñaron una máquina que consiste de una pequeña placa de metal hecha de material semiconductor apenas visible para el ojo desnuda; al super enfríar el aparato justo encima del cero absoluto (menos 273C) y luego subiendo la energía por un "solo quantum", hicieron que vibrara al hacerse más gruesa y más esbelta a una frecuencia de 6 mil millones de veces el segundo, produciendo una corriente eléctrica detectable.

 Lograron, también, que vibrara en dos estados energéticos al mismo tiempo, mucho y poco -un fenómeno sólo permitido por las leyes de la mecánica cuántica. Una especie de fusión de la dualidad, en la que un objeto podría tener mucha energía y a la vez poca, ser grande y pequeño o estar aquí y allá (o en el ejemplo clásico de Schrödinger: un gato que está vivo y muerto al mismo tiempo). 

El físico Andre Cleland dijo sobre su resonador cuántico en estado de superposición: "el sistema está excitado y no excitado al mismo tiempo", esto es, moviéndose y estacionario. "Esto no es lo mismo que la mitad de una excitación, ya que las excitaciones son indivisibles". 

Científico investiga la posibilidad de que las estrellas sean seres conscientes


La ciencia de la conciencia de las estrellas: desde milenios atrás la mente religiosa ha considerado la posibilidad de que las estrellas sean seres conscientes, ahora la ciencia retoma esta resplandeciente posibilidad.



La idea de que los cuerpos celestes tienen conciencia resulta disparatada para la ciencia establecida, pero no para la religión y la filosofía hermética que desde hace miles de años han estudiado secretamente esta posibilidad. Decirle a un científico que el Sol tiene conciencia de sí mismo y posee una voluntad sería inmediatamente recibido como la declaración de una conciencia primitiva, enteramente animista - de la que la ciencia se enorgullece de haber superado hace siglos. Y sin embargo esta intuición poética de una inteligencia cósmica ha atravesado el tiempo, reapareciendo en mentes diversas, resistiéndose a ser domesticada, como una salvaje conexión con lo que el poeta Allen Ginsberg llamó "la estrellada dinamo de la maquinaria de la noche". Las voces de las estrellas en nosostros son difíciles de callar del todo. 

Ahora resurge dentro de la misma ciencia legitimada que ha sanitizado las ideas, pero que ante la incomensurabilidad del cosmos y las propiedades "espectrales" de la materia subatómica, de vez en cuando debe recurrir a la imaginación para intentar entender el universo. El Dr. Gregory Matloff, académico del New York City College of Technology, planeta la hipótesis de que la conciencia estelar podría resolver el enigma de por qué las estrellas giran alrededor de los centros galácticos a una velocidad superior a la que se esperaría si solo se cuenta la materia observable del universo. Generalmente se conjura la existencia de la materia oscura para explicar el movimiento estelar, pero la materia oscura permanece elusiva e indetectada - por lo pronto materia de ciencia ficción. Matloff se sirve de la ciencia ficción para proponer una teoría de la conciencia estelar para explicar la velocidad de las estrellas: en su novela Star Maker, Olaf Stapledon juega con la idea de que las estrella podrían tener una forma de conciencia. Matloff considera plausible, aunque acepta que no existen pruebas concluyentes, que las estrellas mantienen su posición galáctica a través de la acción volitiva, apelando al efecto Casimir como explicación generadora esta conciencia estelar.

© Desconocido
Una posible explicación física para la moción estelar anómala es la psicokinesis. La hipótesis presentada aquí es que la "mente" o la conciencia de una estrella sintiente puede actuar directamente sobre las propiedades físicas (en este caso la velocidad galáctica) de la estrella.

Aunque no se pretende que la psicokineses sea parte de la física establecida o la psicología, al menos un estudio teórico indica que es posible dentro del marco aceptado de la mécanica cuántica.

De acuerdo a los argumentos presentados en este estudio, la conciencia (o la mente) puede influir directamente en las propiedades de un sistema físico utilizando la energía presente en las fulctuaciones de la mecánica cuántica. La conciencia podría hacer esto afectando el colapso de la función de onda en el sistema hacia un estado cuántico deseado.

Seguramente esto suena como herejía para el mainstream de la ciencia, pero si concedemos que el misterio del universo de ninguna manera ha sido resuelto y que es una propiedad fundamental, al menos de la realidad humana, ver reflejado en el mundo lo que pensamos sobre el mundo, esta teoría resuena con fibras profundas de formas de conocimiento alternativos, como puede ser la intuición o la imaginación poética. Matloff, sin embargo, intenta formular un argumento científico para explicar el surgimmiento de la conciencia en los hornos de las estrellas:

Los conceptos desarrollados en este trabajo aceptan que la conciencia, como la gravedad, está adherida a la estructura del universo. Como la gravedad no puede ser explicada invocando a la materia y a los campos de manera independiente; requiere de su interacción.

Varias teorías de la conciencia orgánica basadas en la física cuántica postulan que un campo universal de conciencia interactúa con nanoestructuras eléctricas dentro del sistema nervioso. En animales como el ser humano el espacio intersináptico de~20-nm dentro de la estructura neuronal del cerebro ha sido analizado por Evan Harrus Walker como la locación de los eventos a nivel cuántico que contribuyen a la conciencia. Pero todas las células eukaryotas contienen microtúbulos. Como es sugerido por Lynn Margolis, una forma de "conciencia microbial" podría estar basada en estas nanoestructuras.

Un aceracamiento desde el efecto Casimir a la conciencia estelar. Se asume que la interacción dentro de las fluctuaciones cuánticas produce una forma de conciencia en todos los enlaces moleculares, aunque esta es más débil que las formas de conciencia afectadas por las interacciones de las fuctuaciones del vacío con las nanoestructuras orgánicas como los microtúbulos y el espacio intersináptico.

jueves, 7 de enero de 2016

CONSCIENTE


Ser consciente consiste en contemplar los pensamientos. La conciencia es la unidad consigo mismo. Cuando soy consciente, vuelvo a mi casa; cuando pierdo la conciencia, me alejo, quién sabe adónde. Todos los pensamientos e ideas nos alejan de nosotros mismos.

Tú eres lo que queda cuando desaparecen tus pensamientos.

Claro que no creo que sea posible vivir sin pensamientos de alguna clase. Porque los pensamientos —y esto no conviene olvidarlo— nunca logran calmarse del todo por mucha meditación que se haga. Siempre sobrevienen, pero se sosiega nuestro apego a los mismos y, con él, su frecuencia e intensidad.

Diría más aún: ni siquiera debe tomarse conciencia de lo que se piensa o hace, sino simplemente pensarlo o hacerlo. Tomar conciencia ya supone una brecha en lo que hacemos o pensamos.

LAS ALMAS GEMELAS... Qué se esconde tras su búsqueda


La búsqueda del alma gemela, es un reflejo de la necesidad profunda del reencuentro con nosotros mismos. Es un motor que nos lleva a encontrar nuestra sombra y nuestros potenciales reales en otros, para conocernos y reconocernos mejor. 

Nos lleva a recordar que todos los vacíos que sentimos, pueden ser recuperados, pueden ser experimentados como plenitud sí elevamos nuestra consciencia y regeneramos la unidad en nuestro interior hasta hacerla extensiva a todos los demás.





La vida sólo tiene lugar en el presente


Un diálogo con Sergi Torres

En una ocasión afirmaste que no hemos nacido para cambiar el mundo ¿Para qué hemos venido?

La gran mayoría creemos que estamos aquí para mejorar el mundo o cambiarlo. Sin embargo descubrí que yo no había nacido para cambiar nada sino para aprender a amarlo todo. Me di cuenta de que a lo largo de la historia de la humanidad muchos habían venido a cambiar lo que había ocurrido o lo que estaba ocurriendo en lugar de darle la bienvenida a todo lo que ocurre en este instante por el simple hecho de que ya está ocurriendo. Es mucho más simple para mí la vida desde esta perspectiva.

Muchos piensan que eso es hastío, indiferencia o desinterés, pero es justo al revés; es la actitud activa de estar presente y al servicio de lo que uno debe hacer para aprender a amar lo que ocurre en este mundo.

¿Cuál es el camino para llegar a lo simple?

¡No hay camino! Por eso es un gran reto. El camino para llegar a nuestro instante presente es el mismo instante presente. Nosotros podemos fabricar un camino pero este camino terminará mostrándonos que siempre estamos en el presente. Por lo tanto llegar al presente no implica camino. Sí que puede haber una transformación personal pero ese aprendizaje constante no implica un futuro sino un presente; es decir que estamos siempre transformándonos en nuestro presente y eso es una continua oportunidad de descubrir lo simple, porque siempre estamos en el presente.

En los últimos tiempos han aparecido muchas corrientes, lo que llamamos “nueva era”, “nueva conciencia”, “cambio de paradigma”… Desde tu perspectiva: ¿adónde crees que nos dirigimos con todo este gran cambio que estamos viviendo?

Corremos el riesgo de pensar que estamos yendo hacia algún lado distinto a este, de creernos que estamos evolucionando o avanzando cuando en realidad no se puede avanzar hacia ningún lado. Éste es uno de los retos que tiene la humanidad en estos momentos: darse cuenta de que uno no puede mejorar pero sí puede despertar.

miércoles, 6 de enero de 2016

Vibraciones cuánticas neuronales respaldan una controvertida teoría de la conciencia


¿Evolucionó la conciencia a partir de procesos complejos entre las neuronas del cerebro - como defienden la mayoría de los científicos- o la conciencia es "previa" a los procesos del cerebro - como señalan las corrientes espirituales-? 

En los años 90 del siglo XX, los científicos Roger Penrose y Stuart Hameroff publicaron una teoría que vinculaba la actividad neuronal con la escala cuántica o subatómica. Ahora revisan su hipótesis, a raíz de descubrimientos científicos que podrían demostrar la conexión entre el cerebro y una estructura cuántica 'proto-consciente' de la realidad

En los años 90 del siglo XX, dos científicos, Sir Roger Penrose (Profesor Emérito de Matemáticas en la Universidad de Oxford) y Stuart Hameroff‎ (anestesista y profesor de la Universidad de Arizona) hicieron pública una teoría que señalaba que la conciencia se deriva de la actividad de las neuronas del cerebro en la escala más mínima, la escala cuántica o subatómica. 

La así llamada hipótesis de Reducción Objetiva Orquestada ("Orch OR") proponía, más concretamente, que la consciencia depende de procesos cuánticos biológicamente orquestados (es decir, trabajando sincronizadamente) en series de microtúbulos situados dentro de las neuronas del cerebro. Los microtúbulos son componentes principales de toda estructura celular. 

También señalaba que dichos procesos cuánticos regulan la membrana y la sináptica neuronales - la actividad normal de las neuronas-; y que la evolución de cada uno de ellos culmina gracias a la llamada "Reducción Objetiva", un concepto estrechamente vinculado al colapso de la función de onda‎ de la mecánica cuántica. 

Actividad cuántica en microtúbulos demostrada 

¿Puede el Big Bang ser un espejismo?


¿Y si las cosas no sucedieron tal y como pensábamos? ¿Y si el Big Bang no fue más que un espejismo, provocado por una realidad muy diferente de la que habíamos imaginado? "Por lo que saben los físicos -afirma Niayesh Afshordi, astrofísico del Instituto Perimeter de Física Teórica, en Canadá- podrían haber surgido dragones volando de la singularidad". Lo cual equivale a decir que, dado nuestro escaso conocimiento, en el momento en que nació el Universo podría haber sucedido cualquier cosa. Para este investigador la realidad es que nuestra percepción del Big Bang podría no ser más que eso, un espejismo causado por el colapso de una estrella de cuatro dimensiones.

¿Extraño? Puede, pero no más que nuestras teorías actuales. De hecho, y a pesar de que los recientes resultados del telescopio espacial Planck sugieren que la teoría de la Inflación es correcta, también dejan abierta la cuestión de cómo, exactamente, esa inflación pudo llegar a producirse. En su estudio, Afshordi y sus colegas muestran que, en realidad, el periodo de inflación, un breve instante en el que el Universo recién nacido se expandió a velocidades supra lumínicas, podría deberse al propio movimiento del Universo en una realidad multidimensional.

Para ello, el investigador recurre a un fenómeno conocido, el horizonte de sucesos de un agujero negro, el punto de no retorno para cualquier cosa que caiga dentro, que tiene forma esférica. Pero en un espacio de cuatro dimensiones, el horizonte de sucesos sería tridimensional, lo que podría dar lugar e la formación de todo un nuevo Universo, el nuestro, de solo tres dimensiones.

Para Afshordi, podríamos estar cerca del momento de decir adiós al Big Bang para siempre. Para él, en efecto, podría ser que el Universo que conocemos se formara a partir de los escombros esparcidos cuando una estrella tetra dimensional colapsó sobre si misma formando un agujero negro. Un escenario que, además, podría ayudar a explicar por qué la temperatura del Universo parece ser tan uniforme, sea cual sea la dirección en que lo observemos.

Según el modelo estándar del Big Bang, el Universo en que vivimos estalló a partir de un punto de infinita densidad, o singularidad. Pero lo cierto es que nadie sabe qué es lo que pudo provocar esa "explosión". Las leyes de la Física conocidas no pueden revelar qué es lo que sucedió en ese preciso instante.

La Física tampoco puede decirnos de qué manera una explosión como el Big Bang pudo haber dado como resultado un Universo en el que la temperatura es casi completamente uniforme, ya que los cálculos indican que desde su nacimiento no ha transcurrido aún el tiempo suficiente para que el Universo llegue al equilibrio térmico.

Para la mayor parte de los cosmólogos, la explicación más plausible para esa uniformidad es que, poco antes del inicio del tiempo, alguna forma desconocida de energía hizo que el jovencísimo Universo se inflara a una velocidad incluso superior a la de la luz. Lo cual habría propiciado esa uniformidad de temperatura que podemos observar hoy miremos donde miremos.

Un Cosmos dentro de otro
Pero Afshordi señala que "el Big Bang fue tan caótico que no resulta claro que existiera ni siquiera una pequeña parte del Universo tan homogénea como para que la inflación comenzara". En un artículo recién aparecido en arXiv, el científico y sus colegas centran su atención en una vieja propuesta, de 2002, según la cual nuestro actual Universo en 3D no es más que una membrana, o "brana", que flota en un Universo mayor y de cuatro dimensiones.

Los investigadores razonaron que si ese "Universo mayor" contenía sus propias estrellas de cuatro dimensiones, algunas de ellas podrían colapsar, formando agujeros negros tetra dimensionales de la misma forma en que las estrellas masivas de nuestro Universo lo hacen formando agujeros negros tridimensionales. Es decir, estallando en forma de supernovas, eyectando violentamente sus capas externas y con sus núcleos colapsándose en agujeros negros.

En nuestro Universo, un agujero negro está rodeado por una superficie esférica llamada horizonte de sucesos. Y mientras que en el espacio tridimensional ordinario el horizonte de sucesos es un objeto (una superficie) bidimensional, una frontera dentro del mismo agujero negro, en el "Universo mayor en 4D" el horizonte de sucesos de un agujero negro de cuatro dimensiones sería un objeto tridimensional, algo que los científicos llaman "hyperesfera". Cuando Afshordi simuló el colapso de una estrella de cuatro dimensiones, halló que el material expulsado formaba una "brana" de tres dimensiones alrededor del agujero negro. Una brana que además se expandía lentamente.

Así las cosas, los autores postulan que el Universo en 3D en el que vivimos podría no ser más que una brana moviéndose dentro de un Universo mayor, y que el crecimiento de esa brana es lo que nosotros percibimos como expansión cósmica. "Los astrónomos -asegura Afsholdi- han medido esa expansión y han deducido que, en el pasado, el Universo tuvo que empezar con un Big Bang. Pero eso no es más que un espejismo".