jueves, 5 de mayo de 2016

¿Creas un mundo amable o uno peligroso?


Para quien se “informa” por distintos miedos, perdón, medios de comunicación, el mundo parece estar más violento que nunca, mientras iría a la deriva en lo económico.  Esta aseveración se presenta mechada con bonitas publicidades que nos venden productos que nos salvarían de tal horror.  Es irónico observar el vacío generalizado, que procura ser llenado con cosas y actividades que lo distraigan.

¿Hay que pelear contra eso, hay que rendirse y ser uno más, hay que huir, hay que desentenderse, hay que aceptarlo, hay que contribuir a uno distinto?  ¿Está el mundo peor que nunca o se encamina a algo mejor?  ¿Cuál sería la posición de quien dice ser espiritual?  ¿Despertarse a este tipo de preguntas lo hace más fácil o más difícil?  ¿La ignorancia es bendición?  ¿La información es poder?

Nos hagamos estos cuestionamientos o no, la verdad es que estamos inmersos en los hechos.  ¿Se puede observarlos objetiva o subjetivamente?  Algunos dirán que no existe la objetividad y tiendo a convenir, ya que no podemos evitar ver con nuestros propios ojos, por más entrenados que estén.  Finalmente, creamos el mundo con nuestras ideas y emociones, con nuestra vibración y elección.

La mayoría piensa que no es así, que eso ahí afuera no tiene mucho que ver con ellos, que son las víctimas de un sistema ya construido.  En el fondo, todos pensamos eso.  Los que alegamos estar más despiertos también, porque cada uno de nosotros tenemos puntos ciegos y caemos en la ceguera común en algún momento.

Un comienzo sería preguntarnos si el mundo es amable o peligroso.  Lo que elijamos marcará intensamente el tono de lo que encontremos, de lo que atraigamos y de lo que construyamos colectivamente (Todos Somos Uno, así que seremos responsables de las consecuencias).  Hace tiempo, conté cómo se presentó este dilema para mí (nota de Caminos al Ser: copiamos el artículo al que se refiere Laura aquí debajo). Sigue siendo una propuesta, porque cada día trae nuevos misterios y aprendizajes.

Una interrogación más profunda nos revelaría que no existe tal mundo, que es una ilusión colectiva.  Aun así, mientras una parte nuestra está existiendo en ella, ¿qué elegimos ser, creer, crear?  Me parece que ésa sería una pregunta oportuna en estos tiempos…

¿Vives en un mundo amable o en uno peligroso?

Durante bastante tiempo, yo albergué una persona “mala” en mí. Por momentos, era inocente, despreocupada, amorosa, confiada. Otros, estaba llena de rabia, violencia, inseguridad, era manipuladora y ventajista. Por supuesto, era mi terrible secreto, uno que me quemaba como un ácido y que me distanciaba de los demás. No es que ellos no se dieran cuenta de algunas de estas cosas: rezumaba agresión de a borbotones o era pinchuda como un puercoespín. Me odiaba tanto como odiaba al mundo.

En algún momento, comencé a plantearme esta esquizofrenia. Una de las cosas que primero me alertó fue un episodio que me sucedió cuando tendría unos 20 años. Estaba caminando por Lavalle, en el centro de Buenos Aires, y una anciana pordiosera me pegó y me insultó cuando pasé a su lado. No sólo me sorprendió porque iba distraída en mis asuntos y porque fue furioso sino porque arrancó una pregunta instantáneamente: “¿por qué a mí?”. Cientos de personas circulaban por la misma calle… ¿qué tenía yo que me eligió para sus agravios incoherentes?

En esa época, yo me ponía cualquier objetivo y lo conseguía. Los demás decían que yo tenía “suerte”. A veces, pensaba que tenían razón: mientras ellos estaban detenidos por sus prejuicios o sus miedos, yo avanzaba como un tren sin frenos. No es que no tuviera temores (tenía montones), pero mi deseo de experimentar, de conocer, de aprender eran más fuertes.Hasta que los efectos de algunos desaguisados me detuvo en seco y aprendí que todo tiene consecuencias y que había que ser responsable de lo que uno creaba.

Mi mundo estaba dividido: cosas increíbles y cosas horribles me pasaban; personas buenas y cariñosas me rodeaban al igual que otras manipuladoras y egoístas; recibía ayuda desinteresada y también indiferencia; sentía que podía lograr cualquier cosa que me propusiera y que la sociedad me lo negaría; que era omnipotente e impotente; que había un bien y un mal… ¿o no? El camino espiritual se estaba desplegando al igual que mi conciencia.



Entonces, no sé adónde, leí que la gran pregunta que definía todo era: ¿es este un mundo amable o uno peligroso? Según la respuesta que nos diéramos, era lo que encontraríamos. Yo me estaba planteando uno peligroso, que reflejaba mis propios aspectos “malos”. La vieja que me pegó era un espejo, de mi violencia, de mi nula autoestima, de esa idea de que la vida estaba en mi contra o de que se me castigaría por mis pecados. Cuando me desconectaba de eso, aparecía un mundo que me protegía, me seguía en mis juegos, se mostraba brillante y bello. ¿Cuál de los dos era real? Los dos, por supuesto. Y ninguno.

Regresen al Amor



El amor empieza conmigo. Si ustedes no se aman a sí mismos, nadie más lo hará. No sólo eso, no serán buenos amando a nadie más. El amor comienza con el yo.

Perciban cada día si están eligiendo vivir en miedo o en amor. El miedo puede mantenerlos desconectados de la presencia amorosa en el interior de ustedes. Provocar miedo es una táctica del ego, sea el propio ego de ustedes o el ego del mundo. El ego del mundo es un reflejo del poder del ego individual y de la cantidad de miedo que está activa.

El miedo está presente cuando olvidamos que somos una parte del diseño divino de Dios. Aprender a experimentar amor auténtico significa abandonar la insistencia del ego de que ustedes tienen mucho que temer y que están en un mundo hostil. Pueden tomar la decisión de librarse del miedo y de la duda y regresar a la luz brillante del amor que siempre está con ustedes. Quienes ustedes son es ese amor despejado.

Aquí tienen algunas ideas para atraer el amor a sus vidas en lugar del miedo:

*    Acuérdense que Dios los creó en perfecto amor que es eterno e inmutable. Su cuerpo está cambiando, al igual que su mente, así que ustedes no son ese cuerpo ni esa mente. Ustedes fueron creados como un espíritu que es puro amor. Es ahí donde quieren mantener enfocada su atención.

*    Perdónense y den la bienvenida al amor de regreso a su vida. Cuando pueden hacer esto, ocurre algo así como equilibrio. En lugar de aplacar las faltas con la culpa, ustedes están más comprometidos a promover la alegría y el servicio. Comenzarán a hacer lo que originalmente vinieron a hacer aquí.

*    Observen los actos de bondad que tienen los demás en lugar de sus defectos. Es así como la presencia amorosa los ve a ustedes. Todos nosotros somos almas buenas, decentes, amorosas que ocasionalmente nos perdemos. Cuando ustedes puedan enfocarse en lo bueno del otro y mantener eso en su mente, están actuando desde su yo superior. Esto puede contribuir a disipar el miedo y la ira.

La percepción de nuestra realidad.- Cuento árabe


Cuentan que a un oasis llegó un joven, tomó agua, se aseó y le preguntó a un viejecito que se encontraba descansando:

¿Qué clase de personas hay aquí?
En vez de responderle, el anciano le preguntó:
¿Qué clase de gente había en el lugar de donde tú vienes?

“Oh, un grupo de egoístas y malvados” replicó el joven.

“Estoy encantado de haberme ido de allí”.
A lo cual el anciano comentó: “Lo mismo habrás de encontrar aquí”.

Ese mismo día, otro joven se acercó a beber agua al oasis, y viendo al anciano, preguntó:
¿Qué clase de personas viven en este lugar?

El viejo respondió con la misma pregunta:
¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tú vienes?

“Un magnífico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado”

. “Lo mismo encontrarás tú aquí”, respondió el anciano.


Un hombre que había escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo:
¿Cómo es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta?

miércoles, 4 de mayo de 2016

“El agua espiritual”


“Nos lavamos todos los días, pero podéis estar limpios físicamente y, permanecer interiormente tan sucios como si nunca hubierais tocado el agua.

 Ahora bien, el agua que nos lava en el plano físico, posee exactamente las mismas propiedades en el plano espiritual. El agua que conocemos y utilizamos todos los días, no es más que la materialización de este fluido cósmico que llena el espacio y con el que podemos entrar en contacto por medio del pensamiento. 

La primera condición para ese trabajo de purificación es pues lavarse con la conciencia de que, a través del agua, es posible tocar un elemento de carácter espiritual.

Cuando os lavéis, concentraos en el agua, en su nitidez, en su inocencia y pronto sentiréis que ella toca en vosotros regiones desconocidas para producir transformaciones. 

No sólo os sentiréis aliviados, purificados, sino que vuestro corazón, vuestro intelecto serán alimentados por nuevos elementos más sutiles y vivificantes. 

Las 4 etapas de la vida según Jung


Acerca de los arquetipos, el psicólogo suizo Carl Gustav Jung dice en su libro El hombre y sus símbolos:

El arquetipo es una tendencia a formar tales representaciones de un motivo –representaciones que pueden variar mucho en el detalle sin perder un patrón básico… Son de hecho una tendencia instintiva (…) Es esencial insistir que no son meros conceptos filosóficos. Son pedazos de la vida misma –imágenes que están integralmente conectadas al individuo a través del puente de las emociones–. 

No se trata, pues, de representaciones heredadas, sino de posibilidades heredadas de representaciones. Tampoco son herencias individuales, sino, en lo esencial, generales, como se puede comprobar por ser los arquetipos un fenómeno universal.

El animus es el aspecto masculino del alma o del ser –que se manifiesta en lo femenino– a través del cual nos comunicamos con el inconsciente colectivo o el Anima Mundi.. También es, supuestamente, el “responsable” de la vida amorosa para las mujeres. 

En este caso se utilizan héroes masculinos para la seducción del espíritu –pero es importante recordar que en la alquimia el ser es fundamentalmente andrógino, por lo que todos participamos en lo femenino y en lo masculino
Según Jung son 4 las etapas esenciales en el desarrollo del animus: Hércules, Apolo, Sacerdote y Hermes.

1. Hércules o el Atleta

En esta etapa estamos principalmente preocupados por nuestra apariencia, por la forma en que nuestro cuerpo se ve. Durante esta etapa podríamos permanecer horas mirándonos y admirando nuestro reflejo en el espejo. En esta etapa nuestro cuerpo y aspecto son la cosa más importante para nosotros, nada más.

2. Apolo o el Guerrero

Durante esta etapa nuestra principal preocupación es salir y conquistar el mundo, hacerlo lo mejor posible, ser el mejor y conseguir lo mejor, para hacer lo que hacen los guerreros y actuar como los guerreros actúan. Esta es una etapa en la que pensamos continuamente maneras de conseguir más de todos los demás, una etapa de comparación, de derrotar a los que nos rodean para poder sentirnos mejor porque hemos logrado más, porque somos los guerreros, los valientes.

3. Sacerdote o la Declaración

martes, 3 de mayo de 2016

“Permanecer activos sin agotarnos”


“Lo que perjudica tanto a nuestros contemporáneos, es esta continúa agitación, esta fiebre con la que viven y que acaba produciendo daños tanto en su organismo físico como en su organismo psíquico. 

Cada vez más oímos a gente que se queja: «¡Qué cansado estoy!» Pero a pesar de ello, siguen corriendo de un lado a otro. 
Está bien querer ser activos, pero para poder permanecer activos sin agotarnos debemos saber relajarnos. 

¿Cómo? Tratando de romper este ritmo acelerado que hace de nosotros máquinas propulsadas por un motor imposible de dominar. Y para esto existen unos métodos muy sencillos.

Varias veces al día, deteneos al menos un minuto, pensad en alguien o en algo que améis, que os serene, que os inspire, que os dé ánimos. 

Desvincúlate de las heridas del pasado, por Dr. Wayne Dyer


La inclinación a vincularnos con nuestras heridas, en lugar de dejarlas atrás, hace que experimentemos constantemente la sensación de no ser dignos. Una persona que haya experimentado acontecimientos traumáticos en la vida, como una violación sexual, la muerte de seres queridos, enfermedades traumáticas, accidentes, rupturas familiares, drogadicciones y otras cosas similares, puede llegar a vincularse con los dolorosos acontecimientos del pasado y rememorarlos para llamar la atención o despertar lástima en los demás. Esas heridas de nuestras vidas parecen darnos una gran cantidad de poder sobre los demás.
Cuanto más les hablamos a otros sobre nuestras heridas y sufrimientos, tanto más creamos un entorno de compasión por nosotros mismos. Nuestro espíritu creativo permanece tan conectado con los recuerdos de nuestras heridas que no puede dedicarse a transformar y manifestar. El resultado de ello es la sensación de desmerecimiento, de no ser digno de recibir todo aquello que se deseas.
La tendencia a vincularnos con las heridas de nuestras vidas nos recuerda lo poco merecedores que somos de recibir nada de lo que realmente nos gustaría tener, debido a que permanecemos sumidos en un estado de sufrimiento. Cuanto más se recuerdan y se repiten estas historias dolorosas, tanto más tiene garantizado esa persona que no atraerá la materialización de sus deseos.
Quizá la frase más poderosa que puedas llegar a memorizar en este sentido sea: «Tu biografía se convierte en tu biología». A la que yo añadiría: «Tu biología se convierte en tu ausencia de realización espiritual». Al aferrarte a los traumas anteriores de tu vida, impactas literalmente sobre las células de tu cuerpo. Al examinar la biología de un individuo, es fácil descubrir en ella su biografía. Los pensamientos angustiosos, de autocompasión, temor, odio y otros similares, cobran un peaje sobre el cuerpo y el espíritu. Al cabo de un tiempo, el cuerpo es incapaz de curarse, debido en buena medida a la presencia de esos pensamientos.
El apego al dolor sufrido en los primeros años de la vida procede de una percepción mitológica según la cual «tengo derecho a una infancia perfecta, libre de dolor. Utilizaré durante el resto de mi vida cualquier cosa que interfiera con esta percepción. Contar mi historia será mi poder». Lo que hace esta percepción es darle permiso al niño herido que llevas dentro para controlarte durante el resto de tu vida. Además, te proporciona una fuerte sensación de poder ilusorio.
Tenemos que ser muy cuidadosos para evitar explicar nuestra vida actual en términos de una historia traumática anterior. Los acontecimientos dolorosos de nuestras vidas son como una balsa que se utiliza para cruzar el río. Debes recordar bajarte una vez que hayas llegado a la otra orilla.
Observa tu cuerpo cuando has sufrido una herida. Una herida abierta se cierra en realidad con bastante rapidez. Imagina cómo serían las cosas si esa herida permaneciera abierta durante mucho tiempo. Se infectaría y, en último término, acabaría por matar a todo el organismo. El cerrar una herida y permitir que cure puede actuar del mismo modo en los pensamientos de tu mundo interior.
Así pues, no lleves contigo tus heridas. Afróntalas y pide a la familia y a los amigos que sean compasivos mientras te recuperas. Luego, pídeles que te lo recuerden amablemente cuando se convierta en una respuesta predecible. Quizá en cuatro o cinco ocasiones tus amigos y personas queridas te dirán: «Sufriste una experiencia trágica y comprendo perfectamente tu necesidad de hablar de ello. Me importa, te escucho y te ofrezco mi ayuda si eso es lo que deseas». Después de varias situaciones de este tipo, pídeles que te recuerden amablemente que no debes repetir la historia con el propósito de obtener poder a través de la compasión de los demás.
Al retroceder en tu camino y reavivar continuamente tu dolor, incluyendo la descripción de ese dolor y la calificación de ti mismo (superviviente de un incesto, alcohólico, huérfano, abandonado), no lo haces para sentirte más fuerte. Lo haces debido a la amargura que estás experimentando. Esa amargura se pone de manifiesto en forma de odio y cólera al hablar de esos acontecimientos, con lo que no haces sino alimentar literalmente el tejido celular de tu vida a partir de tu cosecha de acontecimientos del pasado.
Eso hace que se extienda la infección e impide la curación. Y lo mismo sucede con el espíritu. Esta cosecha de amargura te impide sentirte merecedor. Empiezas a cultivar entonces una imagen sucia, de criatura desafortunada, desmerecedora y difamada, y eso es lo que envías al universo, lo que inhibirá cualquier posibilidad de atraer el amor y la bendición a tu vida.
Aquello que te permitirá desvincularte de tus heridas es el perdón. El perdón es lo más poderoso que puedes hacer por tu fisiología y por tu espiritualidad, a pesar de lo cual sigue siendo una de las cosas menos atractivas para nosotros, debido en buena medida a que nuestros egos nos gobiernan de un modo inequívoco. Perdonar se asocia de algún modo con decir que está bien, que aceptamos el hecho perverso. Pero eso no es perdón.
Perdón significa llenarse de amor e irradiar ese amor hacia el exterior, negándose a transmitir el veneno o el odio engendrado por los comportamientos que causaron las heridas. El perdón es un acto espiritual de amor por uno mismo, y envía a todo el mundo, incluido tú mismo, el mensaje de que eres un objeto de amor y que eso es lo que vas a impartir.
En eso consiste el verdadero proceso de desvinculación de las heridas, de no seguir aferrándose a ellas como preciadas posesiones. Significa renunciar al lenguaje de la culpa y la autocompasión, y a no seguir adelante con las heridas del pasado. Significa perdonar íntimamente sin esperar que nadie lo comprenda. Significa dejar atrás la actitud del ojo por ojo que sólo causa más dolor y la necesidad de más venganza, sustituyéndola por una actitud de amor y perdón. Esta forma de actuar es alabada en la literatura espiritual de todas las religiones.
Sentirse digno es esencial para poder atraer aquello que se desea. Es, simplemente, una cuestión de sentido común. Si no tienes la sensación de merecer algo, ¿por qué te lo va a enviar la energía divina que está en todas las cosas? Así pues, tienes que cambiar y saber que tú y la energía divina sois una sola cosa, y que es tu ego el que se confabula para impedirte utilizar este poder en tu propia vida.
A continuación se indican algunas de las grandes actitudes y comportamientos que puedes incorporar a tu conciencia para facilitar el crecimiento de tus sentimientos de merecimiento.
UN PLAN QUE TE AYUDARÁ A VER QUE ERES DIGNO DE RECIBIR Y ATRAER DESDE LA FUENTE DIVINA