sábado, 21 de mayo de 2016

CÓMO DESCUBRIR NUESTRA VERDADERA ESENCIA


Gnothi Seauton – Conócete a ti mismo. Estas eran las palabras que aparecían inscritas en la entrada del templo de Apolo en Delfos, sede del oráculo sagrado. Los habitantes de la Antigua Grecia visitaban al oráculo con la esperanza de descubrir lo que les deparaba el destino o lo que debían hacer en una determinada situación. Es probable que la mayoría de los visitantes leyeran esas palabras al ingresar al templo  sin darse cuenta que apuntaban a una verdad más profunda que cualquiera otra que el oráculo les pudiera indicar. Quizás también hubiera pasado desapercibido para ellos el hecho de que, independientemente de la magnitud de la revelación o de la exactitud de la información recibida, en últimas, de nada les serviría ni los salvaría de la infelicidad y del sufrimiento provocado por ellos mismos si no encontraban la verdad oculta en ese imperativo de “Conócete a ti mismo”. Lo que esas palabras implican es lo siguiente: antes de hacer ninguna otra pregunta, primero debemos hacer la pregunta más fundamental en

la vida: ¿Quién soy?

Las personas que viven en la inconsciencia (y muchas permanecen en esa inconsciencia, atrapadas en el ego durante toda la vida), se apresuran a responder esa pregunta: hablan de su nombre, ocupación, historia personal, la forma o el estado de su cuerpo, y de cualquier otra cosa con la cual se identifican. Otras parecerían más evolucionadas al decir que son espíritu o almas inmortales. ¿Pero realmente se conocen a sí mismas, o apenas han adoptado algunos conceptos de visos espirituales como parte del contenido de su mente? Conocernos a nosotros mismos no es limitarnos a adoptar una serie de ideas o creencias. En el mejor de los casos, las ideas y las creencias espirituales son pautas importantes, pero rara vez encierran el

poder para desalojar los conceptos medulares arraigados de lo que creemos ser, los cuales son parte del condicionamiento de la mente humana. El conocimiento profundo de nuestro ser no tiene nada que ver con las ideas que flotan en nuestra mente. Conocernos a nosotros mismos implica estar anclados en el Ser, en lugar de estar perdidos en la mente.

LO QUE CREEMOS SER

Nuestro sentido de lo que somos determina cuáles han de ser nuestras necesidades y las cosas a las cuales les atribuiremos importancia en la vida; y todo aquello que nos parezca importante tendrá el poder de perturbarnos e irritarnos. Esto se puede utilizar como criterio para descubrir hasta qué punto nos conocemos a nosotros mismos. Lo que nos importa no es necesariamente lo que expresamos ni aquello en lo cual creemos, sino aquello que se manifiesta como serio e importante a través de nuestros actos y de nuestras reacciones. Entonces conviene preguntarnos: “¿Cuáles son las cosas que me irritan y me alteran?” Si las

nimiedades tienen el poder para molestarnos, entonces eso es exactamente lo que creemos ser: un ser insignificante. Esa será nuestra noción inconsciente. ¿Cuáles son las cosas insignificantes? En últimas, todas las cosas son insignificantes, porque todas las cosas son transitorias.

Podemos decir, “sé que soy un espíritu inmortal”, o “estoy cansado de este mundo de locos y lo único que deseo es paz”, hasta cuando suena el teléfono. Malas noticias: hubo un colapso de la bolsa de valores; se dañó el negocio; se robaron el automóvil; llegó la suegra; se canceló el viaje; se canceló el contrato; el compañero se ha ido; piden más dinero; dicen que es culpa nuestra. Entonces se levanta en nuestro interior una oleada de ira o ansiedad. La voz se torna dura: “no soporto más esto”. Acusamos, culpamos, atacamos, nos defendemos o nos justificamos, y todo eso sucede en piloto automático. Obviamente hay algo más importante para nosotros que la paz interior que pedíamos hace un momento, y tampoco somos ya un

espíritu inmortal. El negocio, el dinero, el contrato, la pérdida o la amenaza de pérdida son más importantes. ¿Para quién? ¿Para el espíritu inmortal que dijimos ser? No, para mí. Para ese pequeño yo que busca la seguridad o la realización en cosas transitorias y que se enoja o se pone nervioso cuando no las encuentra.

Bueno, por lo menos ahora sabemos quiénes creemos ser realmente.

Si la paz es realmente lo que deseamos, debemos elegir la paz. Si la paz fuera más importante para nosotros que todo lo demás y si supiéramos de verdad que somos espíritu en lugar de un pequeño yo, no reaccionaríamos sino que nos mantendríamos totalmente alertas frente a situaciones o personas difíciles.

Aceptaríamos inmediatamente la situación y nos haríamos uno con ella en lugar de separarnos de ella.

Entonces, a partir del estado de alerta, vendría la reacción. Sería una reacción proveniente de lo que somos (conciencia) y no de lo que creemos ser (el pequeño yo). Sería entonces una respuesta poderosa y eficaz que no convertiría a la persona o a la situación en enemiga.

El mundo siempre se encarga de que no nos engañemos durante mucho tiempo acerca de lo que pensamos ser, mostrándonos las cosas que realmente nos importan. La forma como reaccionamos ante las personas y las situaciones, especialmente en los momentos difíciles, es el mejor indicador del conocimiento real que tenemos de nosotros mismos.

Mientras más limitada y más egotista sea nuestra idea de nosotros mismos, más atención prestaremos y más reaccionaremos ante las limitaciones del ego, ante la inconsciencia de los demás. Los “defectos” que vemos en los otros se convierten, para nosotros, en su identidad. Eso significa que veremos solamente el ego en los demás, reforzando así el nuestro. En lugar de mirar “más allá” del ego de los demás, fijamos

nuestra atención en él. ¿Quién ve el ego? Nuestro ego.

viernes, 20 de mayo de 2016

“Simplemente, recuerda” Emilio Carrillo.


No tienes nada que aprender. Simplemente, recuerda… Bajo los impulsos de la mente, surge en ti, casi sin que te des cuenta, la queja sobre la vida y el mundo. Sin embargo, escucha bien esto desde tu Corazón, este mundo es el escenario idóneo, adecuado, perfecto y necesario para que tú y todos las personas desarrolléis las experiencias conscienciales que elegisteis desplegar antes de encarnar en el plano humano. 

Una vez aquí, por imperativos naturales de la propia encarnación en esta Dimensión, lo olvidáis. Sin embargo, para eso, para vivir esas experiencias conscienciales, estáis aquí y ahora, cada cual en su momento evolutivo y estado de consciencia. Ninguno mejor ni peor que otro, ni superior ni inferior, ni bueno ni malo, cada cual el suyo en función de su propio devenir consciencial y haciendo exactamente lo que en el estado de consciencia que sea, corresponde. Se trata de un colosal Milagro generado por vosotros mismos desde lo que realmente sois y ante el que sólo cabe Respeto, Con-Pasión, Confianza en la vida y, muy especialmente, Amor.

No tienes nada que aprender. Simplemente, recuerda… Es inmensa la magnitud y capacidad creadora de la experiencia que estás protagonizando: aquí encarnado, experimentas el tiempo y el espacio cuando tu ser está más allá del tiempo y el espacio y es en la eternidad y la infinitud; te crees de este mundo cuando provienes de la multidimensionalidad y de todos los mundos creados y por crear; inventas lo que llamas muerte, cuando sólo hay Vida por todos lados, también más allá de la vida; te sientes como individualidad cuando eres Unidad; te percibes en la diversidad cuando existes en la Unicidad; te ves como humano cuando eres Dios encarnado… Es prodigioso, fantástico, portentoso… Goza de la aventura en la que voluntariamente y con tanto ánimo y valentía te has embarcado. 

Y para saborearla plenamente, recuerda que en tu vida, en la vida de los demás y en la Humanidad, en su conjunto, todo es exactamente como tiene que ser: todo, sin excepción, tiene su sentido profundo, su porqué y para qué; todo encaja y nada sobra ni falta. Cuando lo recuerdes, te reirás a carcajadas al constatar que lo único que andaba inquieto en la Creación eras tú.

No tienes nada que aprender. Simplemente, recuerda… En tu proceso de recuerdo, te percatarás igualmente de que en tu vida nunca ha habido ni habrá errores ni equivocaciones, ya que todo lo que has hecho es reflejo y manifestación de tu estado consciencial en ese preciso momento y abre nuevas puertas experienciales para expandir tu consciencia. Deja atrás, por tanto, cargas, culpas, pecados y karmas… De la misma forma que tampoco hay problemas. Ni en tu vida, ni en la vida de los otros, ni en el mundo… Ya ves, tanto darle vueltas mentales a los problemas y resulta que no existen: lo que consideras tales son, simplemente, experiencias-oportunidades que tú mismo pones en el camino desde tu genuino ser para expandir tu proceso consciencial en este plano e impulsar una Evolución que, pareciendo aquí tuya, es auténticamente del Todo. 

Así de sencillo: no hay problemas, sino experiencias-oportunidades en las que lo importante no es qué pasa o deja de pasar, sino el cómo se viven en consciencia. Lo cual es aplicable a todo, incluido lo que denominas enfermedad, que verdaderamente tampoco existe, pues es sólo la manifestación exterior –síntoma- de procesos de sanación interiores que despliegas en clave de desarrollo consciencial… Date cuenta de todo ello desde la Paz y la Armonía que constituyen tu esencia…

No tienes nada que aprender. Simplemente, recuerda… Céntrate en el aquí-ahora y observa y vive la vida sin juzgarla. No te identifiques con el “yo” físico, mental y emocional que utilizas como vehículo para experienciar la vivencia humana. Haz que desaparezca de ti toda queja y brille la Confianza en la vida y, derivado de ella, la Aceptación. Diluye todos los miedos y vive en completa libertad. No cedas a nadie tu poder y no tengas otro guía o maestro que tú mismo. 

En lugar de vivir bajo la influencia de los estímulos externos que otros provocan, interpretándolos según los sistemas de creencias que otros han instalado en tu cabeza, sigue lo que brota y emana de ti. 

“El rocío”


“El rocío es una condensación de vapor de agua que, bajo el efecto de la radiación de la tierra, se deposita antes del alba en finas gotitas. De la tierra al cielo y del cielo a la tierra, el agua hace un inmenso circuito. 

Evaporándose en la atmósfera se purifica, porque las diferentes capas que atraviesa, son otros tantos tamices que la liberan de sus impurezas. 

Ahora bien, se dice en los tratados de alquimia que cuando al fin ella está preparada, una noche, el espíritu universal viene a visitarla y la fertiliza impregnándola de sus quintaesencia. 

También, cuando ella vuelve a caer como rocío sobre la hierba, sobre las flores y toda la vegetación, es muy feliz porque sabe que aporta la vida.

Cuando pensamos en el rocío, tenemos la costumbre de detenernos en el final de su recorrido: el momento en que el agua desciende para depositarse sobre la tierra. 

El nuevo paradigma eres tú


Madres, padres, hijos e hijas, docentes de cualquier área, universitarios, responsables de equipos, profesionales de la salud y de las artes, jefes, periodistas, abogados, coaches, psicólogos y terapeutas, directores de centros, y quizás hasta algún político… Muchos seres humanos que componen la sociedad están por la labor de verdaderamente construir un mundo mejor. Quizás este mundo mejor pase por encarnar un nuevo modo de vivir y afrontar todas las áreas de nuestra vida cotidiana desde una nueva y más consciente mentalidad. Para ello es bueno llevar a cabo una rigurosa revisión de creencias, ideas y formas mentales para desechar las que no contribuyan a nuestro mayor bien, que redundan en creencias de limitación, escasez, sufrimiento, preocupación o miedo y, de este modo, abrir nuevos espacios a todo lo nuevo y a todo lo que está por descubrir en nuestro propio interior más acorde a los elevados valores de los que también somos capaces.

Esto nos pide precisamente responsabilidad mental, ser verdaderos maestros de lo que ocurre en nuestra mente, sin que nada suceda en ella sin nuestro consentimiento. Sin duda que nos van a asaltar infinidad de pensamientos y creencias limitantes, formas de ver las situaciones caducas que en nada corresponden a los tiempos que corren, formas de ver las cosas anquilosadas sin haber sido puestas en tela de juicio, defensas, ataques, luchas, prejuicios, críticas, proyecciones y sombras sin iluminar.

Es así: somos responsables de lo que ocurre en nuestras mentes. Y si todavía no somos capaces de frenar los pensamientos densos, tóxicos e improductivos, sí que somos responsables de practicar y aprender a hacerlo, por nuestro bienestar, por el de las personas de nuestro entorno y por revisar con qué nutrimos la trama que todo lo une.

Quizás estas palabras hayan comenzado con vehemencia y fuerza, quizás las energías necesarias como para comenzar a movilizar todo lo que está sujetando el antiguo paradigma de conciencia basado en el raciocinio condicionado y sin depurar: la competencia, el juicio, la crítica,… energías todas ellas “empequeñecedoras” (si me permites la invención del término) de la máxima posibilidad de grandeza interior de los seres humanos. Esto no son meras palabras bonitas, es toda una actitud de vida posible.

Es necesario que personas de toda condición y en todos los lugares atendamos con verdadero compromiso a lo que nuestros corazones nos están pidiendo, llevando a efecto nuevas formas de pensar, de sentir, hablar y actuar que configuren patrones de unidad y amor en los seres humanos. Amor, no como un concepto romántico o emocional, sino como el estado de consciencia que es y, desde esa percepción, como la verdadera fuerza capaz de transformar las sociedades y el mundo. Unificar en la diversidad y, precisamente, gracias a ella, comprendiéndola, amándola.

Mas, ¿cómo vamos a unificar en lo externo si previamente no unificamos en nuestro interior? Es frecuente que cuando se le pregunta a la gente que qué siente, piensa, dice y actúa respecto a cualquier tema del exterior que no le gusta, responda en diferentes direcciones: que siente algo determinado, piensa justo lo contrario, expresa o dice otra tercera cosa e, incluso, hace algo totalmente opuesto a todo lo anterior. Ausencia total de coherencia interna, de autenticidad con uno mismo y con los demás.

Es imperiosamente prioritario alcanzar la unificación de mi sentir, pensar, expresar y actuar, de ser coherente, para poder influir en el mundo con esa misma coherencia y autenticidad, dos de las energías que más necesita este Nuevo Paradigma, que nos necesita a su vez para poder ser encarnado y materializarse a través de los seres humanos. Porque unificar mi interior me abre la puerta a quererme a mí mismo, a proporcionarme el amor que tantas veces busco fuera…

¿Quién no quiere lo mejor para sí mismo? ¿Quién no quiere lo mejor para sus hijos e hijas? ¿Quieres lo mejor para tu pareja, tus empleados, amigos, jefes…? Todo esto comienza por unificar tu interior en coherencia y así estarás encarnando el primer amor de todos, el Amor Propio, el Amor a uno mismo, que se compone de Auto Estima, Auto Respeto y Auto Cuidado. Sólo desde aquí podemos ejercer una influencia luminosa – más allá de lo que digamos o hagamos, tan sólo con la vibración de nuestra presencia – en las personas que amamos y en este mundo que queremos que sea un lugar mejor.

Si todo es relación -desde la que mantienen mis células u órganos, la de la luna con las mareas terrestres, o la del sol con las cosechas– la atención debería estar muy centrada en optimizar la primera relación, la que mantengo conmigo mismo. Esto es cambiar verdadera y contundentemente el mundo. Y desde ahí, desde esa fuerza de coherencia de amor interior, mis acciones llegan al planeta para iluminarle, sanarle, amarle.

El mundo nos necesita en plenitud. Es enorme el desgaste que se produce cuando no empleo de la mejor manera mis emociones, pensamientos, expresiones y acciones, armonizándolo, unificándolo. Mucha gente dice: “¡Qué difícil!”. Quizás. Pero si tras esa expresión pones punto y final sin intentarlo, además de ser difícil será dramático, en el sentido de que tu vida seguirá disociada en tu interior con los consiguientes estados de preocupación, inseguridad, preocupación, enfermedad y miedo; precisamente todo de lo que se ha estado alimentando el viejo paradigma. Y será dramático en el sentido de que será eso lo que estés ofreciendo al mundo desde tu verdad más profunda. Y de ambos asuntos, de la calidad de vida interior que me proporciono a mí mismo y de lo que vibro en el mundo, soy responsable. Responsabilidad nunca entendida como una carga sino como un consciente acto de amor, justo el alimento del que se nutre el Nuevo Paradigma de Consciencia.

jueves, 19 de mayo de 2016

Los cuatro Dones de las personas altamente sensibles.


¿Por qué veo las cosas de manera diferente de los demás? ¿Por qué sufrir más que otros? ¿Por qué encuentro alivio en mi propia soledad? ¿Por qué me siento y veo cosas que otros no se dan cuenta? Cuando estás en esta minoría, la primera sensación es sentirse en desventaja y con miedo.

Ser parte del 20% de la población que se reconoce como altamente sensible no es una desventaja y no hay que poner etiquetas como “diferente”. Es muy posible que, durante toda su vida y, especialmente, durante su niñez has sido consciente de esta distancia emocional, y con frecuencia has tenido la sensación de vivir en una burbuja de alienación y soledad.

La alta sensibilidad es un don, una herramienta que le permite profundizar y tener empatía con todas las cosas y personas. Pocas personas tienen esta capacidad de aprender de la vida.
Elaine N. Aron en los años noventa hizo una investigación de las personalidades introvertidas, explicó en detalle las características que reflejan una realidad social: las personas altamente sensibles son pensativas, empáticas y emocionalmente reactivas.
Si este es tu caso, si estás identificado con las características que la Dra. Aron publicó en su libro “El Don de la sensibilidad“, es importante saber que esta sensibilidad no es una razón para sentirse extraño o diferente. Por el contrario, debes sentirse feliz de haber recibido estos cuatro regalos.
Los dones de las personas altamente sensibles

1- El don del conocimiento interior

Desde la infancia, el niño altamente sensible percibirrá aspectos de su vida diaria que le traerá una mezcla de sentimientos de: ansiedad, conflictos y mucha curiosidad. Sus ojos captarán las cosas que los adultos no perciben.

Esa mirada de frustración de sus profesores, la expresión preocupada de su madre … Ser capaz de ver cosas que otros niños no ven les enseña desde el principio que a veces la vida es difícil y contradictoria. Es un niño precoz que ve el mundo sin la suficiente madurez para entender las emociones.

El conocimiento de las emociones es un arma poderosa. Nos hace entender mejor a la gente, y también nos hace más vulnerables al dolor y al comportamiento de los demás.
La sensibilidad es una luz brillante, pero siempre escuchar comentarios como: “te lo tomas todo muy en serio” o “eres demasiado sensible.”
Eres lo que eres. Esto requiere una gran responsabilidad, su conocimiento de las emociones requiere cuidado y protección.

2. El don de disfrutar de la soledad

Las personas altamente sensibles encuentran placer en los momentos de soledad. Son personas creativas que les gusta la música, la lectura, aficiones…. Eso no quiere decir que no les guste la compañía de los demás, sino que también se sienten feliz solos.
Ellos no tienen miedo de la soledad. Es en esos momentos son capaces de conectar con ellos mismos, con sus pensamientos, libre de las ataduras y de las miradas indiscretas.

3- El don de vivir con el corazón

Las personas altamente sensibles viven a través del corazón. Viven intensamente el amor, la amistad y se sienten muy feliz con los pequeños gestos de la vida cotidiana.
A menudo se asocian con el sufrimiento por su tendencia a desarrollar depresión, tristeza y vulnerabilidad frente al comportamiento de las personas. Sin embargo, viven el amor con gran intensidad.
No estamos hablando solamente de las relaciones afectivas, también de la amistad, el afecto del día a día, la belleza de un cuadro, un paisaje o una canción especial. Todo se experimenta con gran intensidad por la persona altamente sensible.

4. El don de crecimiento interior

La perfección que habita en la imperfección


Curiosamente, una de las mejores frases sobre la imperfección no surgió de los labios de un filósofo afamado o de un célebre psicólogo. Fue un actor italiano, Vittorio Gassman, quien afirmó que “nuestras imperfecciones nos ayudan a tener miedo. Tratar de resolverlas nos ayuda a tener valor”.
Tal vez resulte irónico y llamativo, pues es fácil pensar que lo perfecto hubiese sido que un gran filósofo de talla mundial e histórica recitase las sentencias más perfectas sobre la imperfección. Sin embargo, el ser humano es imperfecto, de ahí que cualquier persona, por muy insignificante que se sienta, sea capaz de llevar a cabo grandes hazañas.
No obstante, es sensato pensar que todo individuo cometerá errores a lo largo de su devenir vital. ¿Significa esto que no puede ser feliz? ¿Hemos de purgar eternamente nuestra mente por cada fallo realizado? La respuesta es no, pues en nuestra propia imperfección habita la perfecciónTodos podemos ser perfectamente imperfectos.
“No quieres a alguien porque sea perfecto. A las personas las quieres a pesar de que no lo son”
-Jodi Picoult-

La terapia de la imperfección

Adam Smith dijo una vez que “si abordas una situación como un asunto de vida o muerte, morirás muchas veces”. Esta sabia sentencia es perfecta para abordar una teoría psicológica que ha desarrollado una metodología clínica propia, la terapia de la imperfección.
Con grandes defensores como su propio creador, el Doctor Ricardo Peter, profesor de la UDLAP, investigador y psicoterapeuta, esta terapia trata de concebir un tratamiento eficaz para los trastornos del perfeccionismo, hoy mucho más integrados en la sociedad de lo que muchos podamos pensar.
Balanza hecha con piedras
En este caso, la terapia de la imperfección parte de una base peculiar, pues su propio nombre podría resultar erróneo y equívoco, ya que aquí se habla de ‘encuentros’, en lugar de la clásica sesión terapéutica.
Al establecer ‘encuentros’, se busca situar en el mismo plano al terapeuta y a la persona que recibe la sesión, desvirtuando así cualquier inclusión de ventaja o desventaja de ambos actores. La misión del terapeuta es explorar la autocompresnión de la persona.

La imperfección del ser humano

La idea de dedicarle un artículo a la teoría de la imperfección se debe a una contradicción:a sabiendas de que somos imperfectos, en muchos casos no nos cansamos de enfrentarnos a nuestra propia naturaleza. De hecho, la incomodidad del algunas personas es tanta que convierten este duelo en una obsesión.
Sin embargo, la perfección llevada al límite no ejerce ningún tipo de influencia positiva sobre la psique humana, pues ni siquiera somos capaces de definir con exactitud en qué consiste. ¿Un círculo, una esfera, un trabajo perfectamente llevado a cabo…?
En torno a la existencia de la idea de perfección ha nacido un debate en el que han participado especialistas de todas las épocas y ramas de la ciencia. Actualmente, la polémica sigue abierta ya que no existe un acuerdo que lo haya cerrado. Pese a las discrepancias, sí hay una corriente que goza de un buen respaldo y que defiende que la perfección no existe y estos son algunos de sus argumentos:
  • Platón buscó a lo largo de su vida la idea perfecta y definitiva, a la que solo se puede llegar encontrando la perfección. ¿Crees que lo consiguió?
  • Otras corrientes filosóficas evolutivas establecen que tras la perfección no hay nada más. Si el mundo está en constante movimiento y evolución, y nosotros somos parte de este mundo, es evidente que no podría existir tal perfección.
  • Existe también una corriente de pensamiento que establece que la perfección no existe, pero sí el perfeccionismo. La idea de hacer algo cada vez mejor no significa que un día lo lleves a cabo de forma perfecta, pero invita a mejorar.

La perfección de la imperfección

Conocerse para transformarse


La meditación es importante, pero hay que llevar la meditación a la vida diaria o, dicho de otro modo, convertir la vida cotidiana en meditación, porque la verdad está también en la vida de cada día. Y en esa vida podemos ejercer la autovigilancia y la autoobservación, a fin de regular mejor nuestras conductas y de ir realmente conociéndonos.

Esta autoobservación tiene que evitar caer en la autocomplacencia o autoindulgencia, en el autoengaño y asimismo en la autorrecriminación. Sólo observando, observando cómo nos comportamos, cómo somos, cómo reaccionamos, cuáles son nuestros rasgos negativos principales. 

¿Pereza? ¿Odio? ¿Celos? ¿Avaricia? Vemos cuáles son nuestros tóxicos inconscientes que irrumpen a la consciencia, nuestros autoengaños y falaces pretextos, nuestras contradicciones y mentiras.

 Ponemos así en marcha la vía de la autoobservación, que conduce a la vía del autoconocimiento y del descubrimiento de sí. Y mediante el autoconocimiento uno va sabiendo qué hay que cambiar y comienza a transformarse. Como reza el adagio, “si no conoces dónde está la espina, ¿cómo puedes arrancarla?”. Mediante la transformación uno se va paulatinamente realizando y los potenciales internos de sabiduría comienzan a aflorar.

La autoobservación es como un rayo láser que le permite a uno conocer sus agujeros psíquicos, sus complejos, sus miedos y ambivalencias. 

También es posible así conocer las reacciones egocéntricas y no dejarse atrapar por las redes de la autoimagen. Va uno aprendiendo a vivir desde uno mismo y no solo en base a viejos patrones, pautas, esquemas o descripciones ajenas. Todos estamos engañados por lo que no somos e implicados en lo que nos es ajeno, y tenemos que trabajar sobre nosotros mismos para recuperar nuestra real forma de ser.

Si nos vamos conociendo, muchas emociones tóxicas que nos dominan, las iremos enfriando y superando, e incluso lograremos transmutar emociones nocivas en aliadas, pues reorientaremos adecuadamente esa energía.

 Los enemigos se vuelven aliados. Observando inafectadamente lo que va surgiendo en nosotros, estaremos más preparados para no dejarnos tanto arrastrar por lo observado.