viernes, 11 de agosto de 2017

Yo Soy, el Yo Soy (CONCIENCIA DE FELICIDAD)


ULTIMO VÍDEO QUE HEMOS CREADO, ESPERO QUE OS GUSTE Y OS AYUDE.

La felicidad es la gran recompensa que todo individuo está buscando. Algunos orientales dicen que el arrobamiento es el estado último. Es sólo otra manera de expresar Felicidad, pero no le resulta tan potente a la mente occidental. 
Para los occidentales, la Felicidad es Dios en Acción. ESTAR CONSCIENTE DE QUE SE BUSCA LA FELICIDAD ES ESTAR CONSCIENTE DE QUE SE BUSCA, A DIOS.



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Nos vamos 2 semanas de vacaciones


Nos vamos de vacaciones pero seguimos compartiendo. 
Como ya sabéis estaremos en México, mas exactamente en Ciudad de México,
así compartiremos con los que puedan acercarse a Mandala Academy  esos dos días 18 y 19 de Agosto.

Si podéis estar esos días nos veremos, si no es así que disfrutéis si tenéis unos días, 
y si tampoco tenéis vacaciones, seguir trabajando en conciencia, viviendo desde la Divina Presencia Interior.

Nos encontraremos al regreso.

Gracias  INFINITAS mis AMADOS

jueves, 10 de agosto de 2017

Reconocer nuestros errores nos brinda la oportunidad de aprender de ellos


Dijo Confucio que “cometer un error y no corregirlo es otro error”. Siguiendo este razonamiento, ¿es cierto que dejamos de aprender de nuestros errores al negarlos? Es decir, ¿negar un error es el primer obstáculo para reparar las consecuencias de un error que hayamos cometido?

Al fin y al cabo, cuando decimos la célebre frase “yo no he sido”, la cual entraña en muchos casos una negación evidente de nuestra posible responsabilidad, ¿no estamos intentando en el fondo justificar un error? Y el hecho de justificarlo, ¿no es una forma de no reconocer algo mal hecho? Así que, al fin y al cabo, ¿no estaríamos ante una negación?


“Me gustan mis errores, no quiero renunciar a la libertad deliciosa de equivocarme”
-Charles Chaplin-


¿Qué sucede al negar un error?

Es decir, al no entonar “el mea culpa” ante nuestros errores, muchas veces lo que intentamos es poner distancia entre lo que ha ocurrido y sus consecuencias. Sin embargo, no es menos cierto que esta misma distancia dificulta la posibilidad de aprender de lo que ha ocurrido. Aleja así la posibilidad de revisar el proceso e identificar los fallos.



Por otra parte, esta distancia también puede producir que en un primer momento suspiremos de alivio. Un alivio que se trasformará en ansiedad en el caso de que tengamos que volver a afrontar el mismo reto, cuando nos tiremos de los pelos por no haber puesto los medios suficientes para subsanar nuestras carencias.

Por ejemplo, si el departamento de la empresa en el que trabajamos se tiene que comunicar con un país de otro idioma y nosotros como máximos responsables no asumimos que debería haber alguien (o nosotros mismos) que estuviera en disposición de hacer tal comunicación, difícilmente lo asumiremos como nuestra responsabilidad, difícilmente se hará la comunicación en esa ocasión y difícilmente se hará en las siguientes ocasiones.


Además de imposibilitarnos para el futuro, renunciar a la tarea de explorar nuestros fallos, por no reconocerlos, es una actitud que supone un obstáculo para el autoconocimiento. Al renunciar a este proceso, también renunciamos a aceptar la responsabilidad de los aciertos que también se han dado, ignorando así nuestras capacidades más destacadas y evitando que las potenciemos.


Formas en que la negación provoca no aprender de nuestros errores

Llegados a este punto, merece la pena recordar un estudio llevado en equipo entre investigadores de la Universidad de California y Nueva York. En el mismo, se desveló que el hecho de no asumir nuestros propios errores se relaciona con nuestra personalidad, y hace disminuir nuestro potencial de crecimientos.

Para llegar a estas conclusiones, analizaron miles de perfiles. En ellos, trataban de identificar los tipos de personalidad dominantes según las reacciones que adoptaban ante los errores.

Definitivamente, el estudio arrojó curiosos resultados. Dentro de los mismos, se estimaba que el 70% de la población podía ser perfectamente catalogada dentro de tres grandes grupos según sus reacciones al error:

La culpa es de otra persona

Una frase tan recurrida en niños, el clásico “yo no he sido”, sigue siendo muy usada por un gran número de adultos. Es decir, al cometer el error, deciden obviar su responsabilidad y la atribuyen a una segunda persona.



O sea, que, al culpar a otros de sus propios errores, en cierto modo los están negando. De esta forma, al no tener la madurez necesaria para reconocerlos, tampoco la tienen para mejorar en su propio conocimiento interior cualitativo. Suelen optar por actitudes victimistas, incapaces de asumir culpas, y sin un criterio constructivo sobre el hecho en sí.

Aquí no ha pasado nada

Espera hasta que tu alma te alcance


Tenemos prisa, demasiadas prisas. Hacemos equilibrios sobre las melodías que tocan el estrés y la ansiedad, que a su vez se alimentan de la gran cantidad de responsabilidades y presiones que cargan su peso sobre nuestros hombros. Así, eso que nos agobia, el paso del tiempo, sucede sin que nos demos cuenta. Todo esto, provoca que nos desconectemos de nuestro “yo”, de nuestra alma. Una desconexión que repercute negativamente en nosotros mismos.

No nos damos cuenta de que vivimos con el piloto automático ya que de alguna manera se ha convertido en nuestro estado por defecto. En muchas ocasiones actuamos por inercia, sin pensarlo demasiado y sin disfrutar de la propia actividad. Así, llegamos a la conclusión de que a los días les faltan horas, a las horas minutos… y al alma tiempo.


Nos impulsamos con gran fuerza y brío hacia delante, dejando atrás nuestra consciencia. No tememos perdernos, abandonar nuestra esencia: es más importante llegar antes que hacerlo de una determinada manera. Vivimos en un constante piloto automático que evita que nos centremos en lo que es importante: nosotros mismos.


No corras, permite que tu alma te alcance

Si os parece, antes de continuar, viajemos hasta África y conozcamos una historia.

“Hace mucho, muchísimo tiempo, un expedicionario se aventuró en los territorios más inhóspitos de África. Solo le acompañaban sus porteadores. Todos llevaban un machete para abrirse paso entre la espera vegetación. Tenía un único objetivo en mente: avanzar rápidamente a cualquier precio.

Si se encontraban con un río, lo cruzaban en el menor tiempo posible. Si se interponía una colina, apretaban el paso para no perder ni un minuto. Sin embargo, de repente los porteadores se detuvieron en seco.

El expedicionario se sorprendió, puedo que solo llevaban unas cuantas horas en marcha. Así que les preguntó:

– ¿Por qué os habéis parado? ¿Estáis ya cansados? Apenas llevamos unas horas de camino.


Uno de los porteadores lo miró y le respondió:

– No señor, no estamos cansados. Pero hemos avanzado demasiado rápido y, por eso, hemos dejado nuestra alma atrás. Ahora tenemos que esperar a que nos alcance de nuevo”.

Si avanzas demasiado rápido, dejarás tu alma atrás.
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Este es un hermoso relato africano que refleja el peligro de quedarnos atrás cuando queremos avanzar demasiado rápido o cuando este se convierte en el principal objetivo, sino en el único. Fijar nuestra a atención en la meta puede que acorte el tiempo de trayecto. Sin embargo, ese tiempo descartado para nuestros sentidos, será la moneda con la que paguemos el precio por llegar antes.

En ocasiones, las prisas también son una excusa para ignorar el dolor que nace de nuestras heridas. Pasamos de ellas, no les hacemos caso, pero ellas no dejan de estar presentes y de limitarnos. Creemos que ignorarlas hará que desaparezcan. En muchos casos quizás, pero en otros las heridas necesitarán otro tipo de cuidados, como la desinfección o algún punto. Distinguir unas de otras no deja de ser una expresión de inteligencia emocional.

Tus heridas necesitan tiempo para sanar

Por mucho que ignoremos nuestras heridas emocionales, esta actitud no impide que dejen su impronta en nuestro cerebro. De hecho, sabemos que todo trauma vivido o aquello que nos ha causado un impacto emocional importante en nuestra infancia lo arrastramos hasta la edad adulta. Si no lo vemos, si no nos paramos a reflexionar sobre lo que nos ocurre para así poder solucionarlo, las heridas no cicatrizarán, seguirán abiertas.

Todas las experiencias negativas que vivimos dejan una huella profunda a nivel neurológico y seguirán sangrando por mucho que nos esforcemos en ignorarlas. Las fortaleza en muchos casos no tiene nada que ver con apretar los puños y seguir adelante, sino con estudiar el precipicio y encontrar la manera de construir un puente que nos permita salvarlo.

Hablamos de mirar a los ojos a la tristeza para saber qué nos quiere decir, de encontrar una forma de gastar la energía que emana de las emociones negativas sin dañar a nadie o de darle un momento de respiro a la ansiedad para que recupere su latir normal: esa frecuencia en la que nos ayuda y nos da aliento, en vez de consumirlo.

miércoles, 9 de agosto de 2017

17 Sabios pensamientos del Maestro Krishnamurti para inspirar tu vida


Jiddu Krishnamurti (1895- 1986) fue un filósofo, orador y escritor que revolucionó a través de su enfoque, cada apreciación de los diferentes aspectos de la naturaleza humana. 

Inspiró a la humanidad en temas relacionados al rol de la mente en nuestras vidas, las relaciones interpersonales, la sociedad, la influencia externa, la meditación y la importancia del auto-entendimiento.

Sus análisis se caracterizan por ser bastante profundos, algunos, para muchos in-entendibles, sin hablar de la práctica. Sin embargo, ofrecen una orientación que encierra vasta sabiduría. Aquí les mostramos algunos de sus pensamientos:

1 - La medida de la salud no es estar adaptado a una sociedad profundamente enferma.

2 - El mundo no es algo separado de ti y de mí; el mundo, la sociedad, es la relación que establecemos o buscamos establecer entre nosotros. Así que tú y yo somos el problema, y no el mundo, porque el mundo es la proyección de nosotros mismos, y para entender el mundo debemos entendernos a nosotros mismos. Ese mundo no está separado de nosotros; nosotros somos el mundo y nuestros problemas son los problemas del mundo.

3 - No hay final a la educación. No es que lees un libro, pasas un examen y terminas la educación. La vida entera, desde el momento en que naces hasta el momento en que mueres es un proceso de aprendizaje.hombre-ante-la-puerta-de-un-libro-gigante

4 - Si comienzas a entender lo que eres sin intentar cambiarlo, lo que eres se someterá a una transformación.

5 - El miedo es una energía destructiva en el hombre. Marchita la mente, distorsiona el pensamiento, guía a todo tipo de teorías extraordinariamente inteligentes y sutiles, supersticiones absurdas, dogmas y creencias.

6 - El momento en que tengas en tu corazón esa cosa extraordinaria llamada amor y sientas la profundidad, la alegría y el éxtasis que proviene de él, descubrirás que para ti el mundo se ha transformado.

7 - El autoconocimiento es el comienzo de la inteligencia, la cuál es el final del miedo.

8 - El seguimiento de la autoridad es la negación de la inteligencia. Podría ayudarnos temporalmente para encubrir nuestras dificultades y problemas; pero evitar un problema es solo intensificarlo, y en el proceso, el autoconocimiento y la libertad son abandonados.

9 - La habilidad de observar sin evaluar es la forma más alta de inteligencia.

10 - La causa primaria del desorden en nosotros mismos es la búsqueda de la realidad prometida por otros.

3 enseñanzas Zen sobre el miedo que no tienen precio


Si el ego tuviera un motor, su combustible sería el miedo. El miedo puede hacernos temblar, hacernos sentir inútiles, o motivarnos hacia el cambio. En el estudio del Zen, aprendemos no sólo a superar nuestros temores, sino a ser valientes. Esto se conoce como el rugido del león de Zazen.

El león es la encarnación viviente del poder propio. Este animal tiene dominio sobre todo lo que ve, así como el coraje, la velocidad y el poder para alcanzar todo lo que desea. Su conducta es real y tranquila. La metáfora del león se utiliza para describir cómo se supera el miedo en la Majjhima Nikaya, una colección de discursos sobre las enseñanzas de Buda (link a los Sutras del León Zazen). Describen los temores que la mayoría de nosotros enfrentamos.

Miedo a la pérdida de la vida

El Maestro Zen, D.T. Suzuki dice que el miedo a la pérdida del cuerpo es lo que debemos superar primero. Al tratar de superar este miedo, nuestro ser interno toma conciencia de que estamos amenazando la bien aceptada noción de que somos simplemente seres corpóreos, y ese “pensamiento” nos asusta.

Necesitamos observar las sensaciones corporales que surgen cuando simplemente reflexionamos sobre el temor. Se produce una sensación de vacío en el bajo vientre, hay una inmovilidad en la base de la lengua, y nuestra respiración se restringe. Si tratamos de eliminar estas sensaciones corporales, sin embargo, el miedo se convierte en una cosa sin sentido. Es a través del cuerpo, que podemos hacer desaparecer el miedo de la mente.

Sukuki atestigua que, de acuerdo con el Zazen, nuestro objetivo es mantener el abdomen bajo lleno de energía, la respiración siempre uniforme, el latido del corazón tranquilo y los músculos de todo el cuerpo resilientes para que si las emociones como el miedo surgen, puedan ser fácilmente encontradas y despedidas.

Miedo a la pérdida del “yo”

Aunque podamos anhelar niveles de conciencia más ricos, no siempre estamos tan dispuestos a dejar ir los hábitos y las muletas que han sostenido nuestro actual nivel de conciencia. Como el poeta sufí Rumi dijo una vez, “Nadie encontrará su camino a la Corte de la Magnificencia hasta que sea aniquilado”.

El miedo nos hace equivocarnos, o nos vuelve dóciles; subyugados a la inmovilidad del mundo, por miedo al cambio. Nuestra conciencia fluctúa fácilmente, y nos cuesta alcanzar un estado de Zen, y con mayor dificultad en nuestras actividades diarias. Es sólo cultivando los 4 estados mentales Zen que podemos “llenar nuestros abdómenes” de poder y rugir como un león con valentía.


Miedo al sufrimiento

El Buddha enseñó que el apego y la ignorancia son la raíz de todos los temores restantes. Dejando a un lado los temores saludables, nuestra tendencia a tratar de evitar el sufrimiento, el miedo al fracaso, la angustia, el apego, la pérdida, etc., son causados ​​por una sola raíz y surgen de la mente. En la Guía de Shantideva sobre el Camino de Vida del Bodhisattva, se dice que él articuló:

“La fuente de todo nuestro temor proviene de nuestras propias mentes descontroladas o delirios .” -. Budda

lunes, 7 de agosto de 2017

Alejandro Jodorowsky, un SER iluminado


Cuando le pregunté a mi Maestro Zen Ejo Takata, cómo era un ser iluminado, me contestó:

“Un ser iluminado, es decir libre, no tiene nombre, no tiene edad, no tiene nacionalidad ni raza, no tiene definición sexual, no tiene religión ni partido político, no tiene un oficio que lo defina, en fin, no tiene etiquetas. Tiene ideas pero no es sus ideas, tiene sentimientos pero no es sus sentimientos, tiene deseos pero no es sus deseos. No tiene dueños ni jefes ni prejuicios ni dogmas. Considera que su cuerpo tan solo le es prestado. Considera que su “yo” es tan solo una pequeña parte de “nosotros”. Considera que su alma, como todas las almas, son tan solo la energía vital del universo.”

Alejandro Jodorowsky.



Conferencia inédita y sin cortes del magnífico Alejandro Jodorowsky, en la segunda edición del Congreso Mente Superconsciente, celebrado en Puebla, México, el pasado 29 y 30 de Abril de 2017.