viernes, 15 de septiembre de 2017

7 Pasos para materializar lo que deseamos


Desde hace muchos años, venimos escuchando información asociada a la Ley de la Atracción, la cual nos habla de que nuestros pensamientos, de manera consciente o inconsciente, influyen de forma directa sobre nuestras vidas, siendo los pensamientos predominantes, los que a través de su vibración y la energía emanada los que atraerán lo que esté asociado a esa energía.

Si prestamos atención, no nos dice algo diferente a lo que personajes milenarios e influyentes en la humanidad nos han dejado plasmado en sus mensajes. Desde el cristianismo, pasando por el budismo, escuchamos pasajes que nos hablan de la importancia de enfocarnos en lo que queremos en nuestras vidas y de cuidar lo que albergamos en nuestra mente.

Uno de los principios del Karma dice, “Yad Bhavam Tad Bhavati” (te conviertes en lo que piensas), mientras Buda nos recuerda que: “Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado.”

No sabemos a ciencia cierta qué es lo que le da poder a la materialización, pero de que existe una fuerte relación entre lo que pensamos y lo que materializamos, pues de esto no debe haber duda. Inclusive las cosas negativas, aquello a lo cual nos hemos negado o nos hemos resistido, se han adherido de tal manera a nuestras vidas, que no somos capaces de pasarlo desapercibido.

Luego, no es tan relevante cómo llamemos a la relación que existe entre nuestros pensamientos y nuestra vida, porque sepamos cómo funciona o no, cómo aplicar los principios o no, esto parece obedecer como cualquier ley del universo. Citemos una con la que estemos todos familiarizados: La ley de la gravedad, no es necesario entender cómo funciona, ni que Newton la haya descubierto, solo nos hace falta soltar algo al aire y ver cómo va al suelo.


Evidentemente el efecto de nuestros pensamientos no puede ser tan fácilmente verificable, pero podemos comenzar tomar en consideración algunas cosas y ver qué tanto influyen las acciones que apliquemos en nuestras vidas:


Estár atento a tus emociones: 

Si tus emociones son negativas, estás triste, nervioso, ansioso, iracundo, revisa tus pensamientos, en el acto e intenta soltar esos pensamientos y si es posible sustituirlos por alguno negativo.



Revisa tus creencias: 

Venimos a lo largo de la vida adoptando creencias, que muchas veces no tienen ni fundamento, racionalizarlas y restarles validez resulta muy útil, para dejar de desencadenar pensamientos derivados de esas creencias.



Enfócate en lo que deseas y no en lo que no deseas: 

Solemos quejarnos de lo que no queremos o pedir la contraparte de lo que sí queremos, pero en estos casos nos estamos concentrando justo en lo que no deseamos y de alguna manera nuestros pensamientos rondan alrededor de eso y terminamos materializando más de lo mismo.



Visualízate como si ya tuvieses aquello que deseas: 

Tómate algunos minutos para imaginarte aquello que quieres como si ya pudieses disfrutarlo en tu mente, siéntelo tuyo, no te frustres pensando que es solo un pensamiento, hazlo con fe.



Confía:

El Cosmos se despierta


Las religiones tienden a negar o ignorar la evolución, pero ¿qué sucedería si en cambio la abrazaran y la hicieran fundamental en su mensaje? Para los budistas, la cuestión relevante es lo que las enseñanzas sobre la impermanencia y la insubstancialidad implican sobre el Big Bang y el desarrollo evolutivo.

Una manera de abordar esta cuestión es preguntar si la evolución es tan aleatoria y sin sentido como muchos científicos creen. De acuerdo con Brian Swimme, en su libro The Universe Story, el fenómeno más misterioso y, sí, espiritual en el universo es que si dejas hidrógeno solo durante catorce mil millones de años, finalmente se transforma en rosales y jirafas ― y nosotros. Ahora bien, catorce mil millones años pueden parecer mucho tiempo, pero creo que en realidad es un período muy corto de tiempo para evolucionar desde el plasma del Big Bang a un Buda Shakyamuni o a un Gandhi. A menos que, por supuesto, la materia sea algo muy diferente de la forma reduccionista que normalmente se entiende.

Lo que generalmente consideramos como evolución ―la variación genética que conduce a formas de vida más complejas― es sólo uno de los tres procesos interdependientes y progresivos a través de los cuales se desarrolló el universo. Es una historia tan increíble como cualquier mito religioso.

El primer paso fue la creación de los elementos superiores, formados cuando el hidrógeno se fundía en los núcleos de estrellas y supernovas, que luego explotaron y dispersaron los elementos para unirse en nuevos sistemas solares. En el segundo paso, elementos como el carbono, el oxígeno y el sodio proporcionaron la base material para la eventual aparición de especies auto-replicantes hace unos cuatro mil millones de años, incluyendo la aparición de seres humanos hace unos 200.000 años. Por último, pero no menos importante, fue el proceso del desarrollo cultural lo que ha sido necesario para producir seres humanos altamente evolucionados como el Buda y, en nuestros días, Gandhi o Einstein.

Para mí, parece inverosímil que todo esto sea accidental. Eso no significa necesariamente que deba haber un director externo ―un Dios― que esté organizando todo el asunto. En vez de eso, ¿podemos entender esta auto-organización a tientas como el universo luchando por volverse más consciente de sí mismo? En The Universe Story, Brian Swimme y Thomas Berry ofrecen una interpretación no dualista: "El ojo que escudriña la galaxia de la Vía Láctea es en sí mismo un ojo formado por la Vía Láctea. La mente que busca el contacto con la Vía Láctea es la mente misma de la galaxia de la Vía Láctea en busca de sus propias profundidades". Cuando Walt Whitman admiró una hermosa puesta de sol, él era "un espacio que la Vía Láctea había formado para sentir su propia grandeza".

¿Es esta la respuesta a la vieja pregunta: "Si no hay yo, ¿quién se ilumina?" Quizás nuestro deseo de despertar (Buda significa "despertarse") no es otra cosa que el impulso del cosmos de tomar consciencia de sí mismo . "Despertar" es darse cuenta de que "yo" no estoy dentro de mi cuerpo, mirando hacia un mundo que está separado de mí. Más bien, "yo" soy lo que todo el universo está haciendo aquí y ahora, una de las infinitas maneras en que la totalidad de sus diversas causas y condiciones se reunen. Mi despertar es el universo despertando a sí mismo.

¿Qué dijo el gran maestro zen Dogen después de su propia iluminación profunda, cuando "el cuerpo y la mente desaparecieron"? Él dijo: "Llegué a comprender claramente que la mente no es otra cosa que las montañas y los ríos y la gran y amplia Tierra, el sol y la luna y las estrellas". Según la tradición, Shakyamuni despertó cuando levantó la vista de sus meditaciones y vio la estrella de la mañana (Venus). ¿Se dio cuenta de repente de su no-dualidad con esa estrella?

Cada especie es un experimento de la biosfera, y los biólogos nos dicen que menos del 1 por ciento de todas las especies que han aparecido en la Tierra todavía sobreviven hoy en día. La gran corteza cerebral del homo sapiens nos permite ser co-experimentadores y co-creadores. (¿Es esto lo que significa "creado a imagen de Dios"?) Con nosotros, nuevos tipos de "especies" han llegado a ser posibles: cuchillos y sinfonías, poesía y bombas nucleares. Pero también es cada vez más obvio que algo ha ido mal con nuestra hiper-racionalidad. El Zaratustra de Nietzsche dice que "el hombre es una cuerda a través de un abismo". ¿Somos una especie en transición? ¿Debemos evolucionar más para sobrevivir? En términos budistas, nuestras ilusiones de un yo separado están obsesionadas por demasiado dukkha, que nos motiva a hacer demasiadas cosas autodestructivas. Tal vez eso ayude a explicar la situación crítica en la que nos encontramos ahora.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Para Recordar Diariamente


En este breve texto se ordenan algunas frases clave para "recordar" nuestra Verdadera Naturaleza. Aunque parezcan provenir de voces diversas (desde el Bhagavad Gita y los Upanishads, pasando por Ramana Maharshi y Nisargadatta hasta Sailor Bob Adamson o Uchiyama Roshi entre otros) todas, sin duda, hablan desde un mismo Lugar y nos hacen "recordar" ese mismo Lugar en nosotros.

No hay mejor práctica espiritual, ni superior sadhana que “recordar” este Lugar y descansar en Él.



Cualquier camino que el hombre recorra es Mi camino. No importa por dónde vaya, le llevará hasta Mí.

Soy Pura Consciencia sin esfuerzo ni elección.

Soy el que habita en el corazón de cada criatura. Yo Soy su comienzo, soy su tiempo de existencia y Soy también el final de todos los seres.

La sensación Yo Soy, Yo Existo, no es otra cosa que el Señor. Este sentido impersonal de presencia en el momento presente, es la única verdad.

La Pura Consciencia no puede olvidarse de Sí Misma. El sol no conoce ni días ni noches. No necesitas nada, simplemente eres. Todas las cosas del día han tenido lugar en ese estar despierto. Vienen y van. Tú eres ese infinito espacio cada día, esa Pura Consciencia, ese estar despierto. Todo lo demás son adornos.

No importa cómo son los acontecimientos, siempre son Pura Consciencia. Incluso cuando suceden cosas terribles, mira a través de las apariencias y recuerda la Pura Consciencia. La Pura Consciencia misma nunca es tocada. La Vida vive de vida, no puede conocer la muerte. Todo miedo es una imagen en el futuro o en el pasado, nunca trata de lo que es. Lo que es siempre puede manejarse.

Todo lo que tienes que hacer es ver la nube que surge y dejarla ser. No necesitas fijarte en la nube. Mantén tu barca vacía. Ni tratar de eliminar la ilusión, Ni buscar lo que es real. La auténtica naturaleza de la ignorancia, tal como es, es Pura Consciencia. Despertar y regresar a la realidad es lo esencial.

El río mientras es río, no puede ser uno con el océano. Tanto el yo como el mundo llevan la marca de la Pura Consciencia que son:

El yo no puede ser pluralizado y el mundo no puede existir sin relación a la consciencia. Este ego o yo nunca estuvo aquí y nunca se irá porque nunca fue. La única realidad que permanece es este Conocer. Este Amor de ser. No tiene forma. No puede describirse pero tampoco negarse.

El yo no puede hacer nada, pero lo creemos así porque estamos enfocados en el pensamiento. Lo que es en el momento presente, es la Voluntad del Señor.

La Comprensión es Todo


Una comprensión final

"Una invisible y sutil esencia es el espíritu de todo el universo. Eso es la realidad. Eso es la verdad. Tú eres Eso."
Chandogya Upanishad



El conocimiento expresado de forma tan directa en esta célebre frase (mahavakya) de los Upanishad: Tú eres Eso, se ha ido transmitiendo en diversas culturas, desde tiempos muy remotos, siempre señalando, de modos diferentes, que verdaderamente somos Eso, la unicidad, la sola esencia, el uno sin segundo. Yo, tú, aquello, todo es Eso...Y Eso que se señala no es un concepto más. En nosotros se hace patente como una realidad en esta sensación de presencia consciente que somos, que todo lo abarca, en la que todo surge. Es un constante ser pero al mismo tiempo es un constante conocer. Es inefable, insondable, pura consciencia sin esfuerzo ni elección. La investigación en ese yo que creemos ser, la comprensión de que ese "yo soy" está en el mundo pero es la llave que abre la puerta fuera de él, la puerta de la unicidad y de lo eterno, constituye el corazón de este mensaje.

Aún adivinándose en la esencia de todas las principales tradiciones religiosas y aún habiendo sido intuido por muchos grandes pensadores, este no ha sido nunca un conocimiento mayoritario. Aún estando abierto a todos, no a todos interesa... Realmente podría decirse que es un conocimiento de muy poca utilidad, teniendo en cuenta las cosas que habitualmente solemos andar buscando... No da para mucho. Es simplemente un conocimiento final. Pero cuando se comprende, uno se da cuenta de que todas las otras búsquedas eran también una búsqueda de Eso.

Hay un sinfín de prácticas y mensajes que parecen tener ecos de este conocimiento. Se centran en ayudarnos a vivir más saludablemente, en purificarnos, en relajarnos, en hacernos meditar o vivir con más atención etc., nada de esto tiene realmente que ver con la comprensión de la que estoy hablando. Hay incluso quienes aparentemente comparten este mismo mensaje, pero entremezclado con tantos conceptos extraños e inútiles y tanta acumulación de tópicos, que uno no puede sino dudar de la real comprensión del que lo transmite... Nos auguran un futuro más espiritual para la humanidad o nos instan a esforzarnos en permanecer en la presencia, en el ahora o un montón de majaderías similares... Todo esto también se aleja irremediablemente del prístino conocimiento que estamos señalando y entra por completo en el terreno de las terapias, yogas y otros caminos de realización personal. Todos estos sistemas continúan siendo como sueños en los que se sueña con una perfección y un despertar. En el mensaje del que hablo no hay tantos adornos ni matices.

 Más allá de él no hay nada más y en él no podemos hacer ni no hacer nada... Sin embargo, si estamos imantados hacia él, es sencillo. Siempre termina encontrándonos y desplegándose en nosotros. Cuando esto sucede, ya no nos abandona jamás y aún continuando después el mundo igual, nada vuelve a ser lo mismo. Todo ya es adecuado. Es una comprensión final, misteriosamente insondable y maravillosa.



Tú eres eso

Desde el punto de referencia de la consciencia relativa, yo y el mundo estamos separados. Consciencia y existencia son diferentes. Algo puede existir independientemente de que tengamos consciencia de ello. De esta manera, despertamos cada mañana a un mundo en el que nos sucederán un montón de cosas y haremos otras tantas... Esta es la vida y su apariencia habitual. Sin embargo, desde el punto de vista de la pura consciencia, el cuerpo y el mundo (a través de él) surgen en ti cada mañana. Esta es la realidad y no a la inversa. Podríamos decir que todo acontece y se despliega a lo largo del día en ese espacio despierto que somos. Todo le debe su realidad a esa Realidad. Como las imágenes en el espejo... ¿Son reales? ¿Son ilusiones? ¿Podrían existir sin el espejo?...

A este estar despierto, a esta básica sensación de ser y conocer, a esta presencia consciente yo la estoy llamando pura consciencia, pero es simplemente un concepto, un nombre más. En realidad es algo completamente indefinible.

Conceptos como Dios o divinidad están ya tan sobrecargados con significados y tienen para nosotros tantas y tan diversas connotaciones, que es muy difícil utilizarlos con claridad en este tema y, aunque son fundamentales, me parece mejor limitarlos al terreno de la devoción personal. Hay un momento en que las dos vías tradicionales que nos enseñan Eso: el conocimiento y la devoción, se armonizan, y ya estas dos inclinaciones aparentemente contradictorias no nos causan problemas. En ese momento, conceptos en principio duales como Dios etc. adquieren un significado nuevo e incluso pueden ayudarnos también a señalar lo no-dual.

Como todo lo que digamos estará siempre en el terreno conceptual y dual, una libre expresión de este conocimiento, será necesariamente contradictoria en algunos aspectos... El fundamentalismo en no-dualidad, lo único que manifiesta es un regreso a la mente y a la rigidez de los conceptos. Todo puede valer para señalar hacia nuestra verdadera naturaleza... Esta pura consciencia de la que hablamos, ha sido representada por muchos nombres y metáforas, según las preferencias de la época. Aun siendo muy sutil, está siempre a mano para ser degustada por los que la conocen y valoran. No es algo abstracto y neutro... ¿No puedes ver en este mismo momento, que la presencia consciente que eres, es una totalidad, por sí misma luminosa y viva?...

Sin embargo, como no es una cosa y sólo es una nada para el pensamiento, mejor no decir más sobre ella. Las consecuencias para nosotros de este Eso de los Upanishads o de esta "vacuidad cognoscente" del budismo, se podrían resumir en una sola frase: Este universo se resuelve a sí mismo. No hay, ni nunca hubo, una entidad, persona, ego o como se quiera llamar que sea real e independiente. Todo lo que creemos ser puede ir objetivándose hasta que sólo queda necesariamente el sujeto absoluto que es la pura consciencia.

Eso actúa y vive en nosotros, a través de nosotros y como nosotros. No hay nada más. Eso es todo. Desde nuestro punto de referencia limitado y condicionado todo parece incierto y caótico... Pero, ese mismo punto de referencia ¿No es una apariencia más en Eso? ¿Podremos fiarnos de sus conclusiones? Este cuerpo y mente son un conjunto más de pautas y ritmos determinados igual que una flor o un remolino en un arroyo... Cuando pensamos en nosotros y nos vemos como un yo en el mundo, no nos damos cuenta de que realmente sólo de vez en cuando a lo largo del día nos vemos así. El resto del tiempo todo ha sido verdaderamente como un río de experiencias y de vida impersonal que se ha ido desplegando y resolviendo por sí mismo... Ves constantemente antes del "yo veo", oyes constantemente antes del "yo oigo", haces constantemente antes del "yo hago"...

Este pensamiento que etiqueta algunas sensaciones o pensamientos o acciones, este punto de referencia que se va construyendo sobre la experiencia impersonal, es hasta un cierto límite necesario en el vivir, pero es también la puerta abierta al engaño. En cualquier caso, toda la belleza, la gracia, el amor y el poder de este gran universo, de esta vida, tiene un solo origen y un ser... Es un inefable océano de pura consciencia, aunque los requisitos de nuestro pensamiento nos induzcan a personalizar, más bien, todas esas cualidades.

Muchos dirán que este puro ser o conocer del que estoy hablando, está sólo en nuestra cabeza y que tendrá un final con este cuerpo y esta mente... Pero incluso esta misma afirmación ¿podría concebirse y formularse sin la consciencia? ¿Dónde aparecen tanto el cuerpo como los pensamientos?... ¿Qué los ilumina?... Es inconcebible algo fuera de Eso. Incluso la inconsciencia absoluta nos es inconcebible porque sólo es un concepto dentro de esta consciente y constante realidad. Que desaparecemos en una nada tras la muerte y todo lo que ese planteamiento implica: realidad del yo, del mundo, del tiempo etc. es una teoría exotérica o una explicación tan fantástica como la del cielo y el infierno o la de la reencarnación, pero careciendo del consuelo moral de estas últimas.

Este modelo determinado se romperá y se reabsorberá nuevamente en su origen, pero donde este modelo se está manifestando, lo que le hace vivir y conocer ¿tiene algo que ver con el tiempo? Los Upanishads muy bellamente señalan que el hombre sumido en el sueño profundo (o en éxtasis o samadhi) está "perdido en Sí-Mismo". La reflexión y la intuición sobre qué somos durante lo que son llamados tradicionalmente los tres estados de consciencia (vigilia, sueño y sueño profundo o sin sueños) pueden también ayudarnos mucho en esta comprensión de la vida y la muerte.

Cuando esta más alta realidad es reconocida como siendo la base inmutable de los tres estados de consciencia, podemos sondear que no puede haber real nacimiento ni muerte, ni principio ni fin en lo que somos. Por propia experiencia, si tratamos de recordar el principio de este "yo soy", no podemos acordarnos... Si pensamos en su final, sólo podremos hacerlo desde una suposición y con la ayuda de la imaginación... No hay más realidad que esta constantemente presente pura consciencia sin esfuerzo ni elección. La realidad de la vida (vigilia) es similar a la de un sueño. También los sueños son "reales" durante el soñar aunque ahora nos parezcan breves locuras. Todo son fenómenos y apariencias, pautas y ritmos... yo no estoy excluido de Eso. Soy una apariencia más en Eso...

"...desde Brahma a la brizna de hierba..."



La comprensión es todo

martes, 12 de septiembre de 2017

Lo Conocido, el Conocedor y el Conocer


De lo Conocido al Conocedor

El pensamiento Me considera como a un yo separado, nacido en un mundo, que se mueve en el tiempo y el espacio y que está destinado a desaparecer algún día. Como tal pensamiento Me considera como un objeto, una mezcla de pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones, compartiendo sus límites y destino.

De esta manera el pensamiento pasa por alto Mi naturaleza esencial y Me considera como un cuerpo/mente ―un hombre o una mujer, alto, bajo, pobre, rico, triste, alegre, inteligente, de veinticinco años de edad, etc.― que conoce o experimenta los objetos, a otros y el mundo. Sin embargo, una simple mirada a la experiencia demuestra que yo conozco el cuerpo/mente igual que conozco el mundo. Yo soy el Conocedor de la experiencia; el cuerpo/mente es lo conocido.



Cualidades del Conocedor

Yo conozco los pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones, pero Yo mismo no estoy hecho de pensamiento, sentimiento, sensación o percepción y por lo tanto me considero vacío, silencioso, transparente. Yo estoy presente y consciente y por tanto soy conocido como Conciencia.

Como tal, el pensamiento Me compara con el espacio abierto, vacío en el que surgen todas las apariencias. Al igual que el espacio físico no soy afectado por lo que ocurre o no ocurre dentro de Mí y, por lo tanto, la paz es Mi naturaleza. La paz no es una cualidad de Mí mismo; es Mí mismo, siempre presente en todas las circunstancias.

Al igual que el espacio vacío no tengo nada que hacer con las apariencias. No me importa si la mente está en silencio o no, si el cuerpo es joven, viejo, sano o no, ni lo que está ocurriendo en el mundo. Doy la bienvenida a todas las apariencias incondicional e imparcialmente.

El pensamiento tiene gustos y aversiones, pero a Mí ni me gustan ni disgustan estos gustos y aversiones. El pensamiento se resiste y busca pero yo ni me resisto ni busco el final de la resistencia o la búsqueda. Siendo vacío, ni siquiera conozco la resistencia y soy, por lo tanto, la propia felicidad sin causa.

Al igual que el espacio vacío, no comparto las cualidades ni el destino de los objetos que aparecen dentro de Mí; Yo no me muevo ni cambio cuando ellos se mueven y cambian; Yo no aparezco ni desaparezco cuando ellos aparecen o desaparecen; Yo no he nacido y no muero. El cuerpo y la mente están siempre de viaje pero yo nunca hago el viaje con ellos. Ellos viajan a través de Mí, pero yo nunca viajo en ellos. Yo soy el Conocedor inmutable y siempre presente de todo lo que es conocido.



Del Conocedor al Conocer

Sin embargo, al pensar en Mí como el Conocedor o el espacio testigo en el que surgen todas las apariencias, el pensamiento Me imagina separado de las apariencias. En realidad, soy más parecido a una pantalla, una con e íntimamente impregnada de la imagen que aparece en ella. De hecho, la imagen no aparece en ni está impregnada de la pantalla. No hay ninguna imagen independiente presente que sea "una con" o "impregnada de" la pantalla. Sólo la pantalla está realmente presente. La pantalla es la imagen que aparece. "Imagen" es otro nombre para la pantalla.

Del mismo modo, aunque el cuerpo, la mente y el mundo parecen existir por separado, deben su realidad aparente solamente a Mí. "Cuerpo", "mente" y "mundo" son sólo los nombres y formas que el pensamiento me da a Mí cuando he sido pasado por alto.

El personaje en una película sólo es real desde el punto de vista de uno de los personajes. La imagen sólo es real, como tal, desde el punto de vista ilusorio de la imagen. Desde el punto de vista verdadero y único de la pantalla, sólo la pantalla está verdaderamente presente y es real. No hay ningún personaje real ahí; sólo hay la pantalla.

Del mismo modo, yo soy todo lo que está verdaderamente presente y es conocido en toda experiencia. Todo lo que se conoce del cuerpo, la mente y el mundo es el conocer de ellos y yo soy ese Conocer. Es sólo el pensamiento el que extrae un "conocedor" y un "conocido" de la intimidad sin fisuras del Conocer o Experimentar. Sin embargo, el cuerpo, la mente y el mundo nunca son conocidos o experimentados como tales. Así que no podemos decir que hay el conocer "de ellos", sino que sólo hay el Conocer. Yo no soy el conocer que impregna toda experiencia; yo soy el Conocer que es toda experiencia.

Del mismo modo que, relativamente hablando, no vemos los objetos, y sólo vemos las modulaciones de la luz del sol, así mismo en realidad no conocemos los objetos como tales, sino que conocemos sólo modulaciones del Conocer. Sólo el Conocer es conocido realmente y es el Conocer (el) que conoce el Conocer. Yo solo soy y me conozco a Mí mismo. Esta ausencia de distancia, otredad o separación es amor. El verdadero conocimiento y amor son idénticos.



El Yo Separado Imaginario

La consciencia no se identifica con nada


A veces oigo a la gente afirmar que la consciencia pura se identifica con el ego, con el pensamiento o con el cuerpo. Lo que están diciendo efectivamente es que el Yo puro, es decir, eso que es consciente de todas las experiencias, cree que es un yo separado, un pensador, un elegidor y un hacedor de acciones. Pero el Yo puro, no cree ni piensa nada. Es lo que es consciente de los pensamientos y creencias que están surgiendo ― el "conocedor" de toda experiencia.

Este Yo no es contaminado ni afectado de ninguna manera por las perturbaciones de la mente. Es la esencia que permanece sin cambios, al igual que el agua en una ola no cambia por el movimiento de la ola. Inmutable, el Yo es el conocedor silencioso de todo lo que aparece en nuestra experiencia.

Lo que realmente sucede es que la atención se absorbe en el sistema de pensamiento del ego.

La atención es intrínseca a ser consciente. Podría ser considerada como el foco de la conciencia, que se centra en un aspecto particular de la enorme amplitud de la totalidad de nuestra experiencia. Su trabajo es atender (o prestar atención) a las cosas que pueden ser importantes.

La atención tiene dos modos básicos de operación. Hay un modo relajado donde todo está bien. Estamos a gusto, y la atención se mueve sin esfuerzo, de un posible interés a otro, sin ningún esfuerzo o control voluntarios ― atraída por el sonido de un pájaro, una picazón, una polilla volando. En este modo, nuestra atención no está pre-ocupada con quiénes somos ni con nuestro sentido del yo.

Entonces cuando notamos algo de interés nuestra atención se queda allí por un tiempo. Prestamos atención. Consideramos si esto puede ser importante para nuestro bienestar. ¿Necesito hacer algo? ¿Si es así, el qué? El enfoque de la consciencia está ahora en el tema en cuestión, y los pensamientos que estamos teniendo al respecto.

Si el tema en cuestión se considera importante para nuestro bienestar, entonces la totalidad de nuestra experiencia se divide en dos. Está este cuerpo, el organismo que necesita ser cuidado, y el mundo alrededor que puede ser necesario cambiarlo de alguna manera, o por el contrario impedir que cambie. Creamos un sentido de ser un yo individual que está pensando y actuando en el mundo. Pero este sentido de yo es, en última instancia, un conjunto de pensamientos y creencias. Es otra forma que surge en la experiencia, otra "cosa" de la que somos conscientes.

La consciencia no se ha identificado a sí misma con este sentido de yo. La identificación está en nuestro pensamiento. La consciencia misma sigue siendo, como siempre, el testigo silencioso de todas estas travesuras. Es simplemente consciente de ellas como lo sería de cualquier otro pensamiento o experiencia.

lunes, 11 de septiembre de 2017

Las 10 lecciones de vida más importantes que nos ha enseñado el Dalai Lama


Pocas personas tienen tan buena energía y tan bonito impacto en el mundo como lo tiene el Dalai Lama, el líder espiritual del mundo budista. Su sonrisa sincera y su mirada amorosa son testimonio no sólo de sus creencias, sino de su sabiduría, su deseo de hacer el bien y sus incontables aprendizajes.

Es imposible hacer una lista de todas las cosas valiosas que nos ha mostrado el Dalai Lama… nos ha enseñado tantas! Descubre las 10 lecciones de vida más importantes que nos ha enseñado y aplícalas todos los días para ser más feliz, vivir mejor y empezar a cambiar el mundo para bien:

1. Comprométete con tu felicidad

Tu felicidad es 100% responsabilidad tuya, no de nadie más. Por eso, para ser más feliz y vivir bien, tú debes comprometerte con tu felicidad y hacerte cargo de ella en vez de ponerla en manos de alguien más.

Ten siempre presente lo que te hace feliz y ten claro lo que te aleja de tu felicidad. Luego, haz más de lo que te alegra la vida y reduce al máximo lo que te quita tu bienestar.
Responsabilízate de tu felicidad: tú eres el único que puede hacerlo!


2. Sé bueno y compasivo con los demás

La filosofía del vida del Dalai Lama se basa en tres pilares: el respeto, el perdón y la bondad con todos los seres. Si todos respetáramos a las personas, las perdonáramos y las tratáramos con bondad todo el tiempo, no habría ni la mitad de los conflictos que hay en el mundo.
Recuerda que todos somos uno: lo que le haces a los demás te lo haces a ti mismo… así que procura hacerles el bien!

Trata a las personas como te gustaría que te trataran a ti. Sé amable y generoso con todos, así no las conozcas. Llena tu vida de bondad y te convertirás en la mejor versión de ti mismo.

3. Busca la paz interior

Llena tu vida de paz y bienestar conectándote con el Universo y contigo mismo. Medita al menos una vez a la semana y haz afirmaciones de bienestar siempre que te sientas bajo de energía, estresado o aburrido.


4. Ponte en los zapatos de los demás

Cuando estés hablando o tratando con alguien, no sólo lo hagas desde tu punto de vista: ponte en los zapatos de los demás para aprender a mirar las cosas desde su perspectiva. Cuando haces esto,
Descubre las 10 lecciones de vida más importantes que nos ha enseñado el Dalai Lama y sigue su ejemplo todos los días para vivir mejor y empezar a cambiar el mundo para bien:

5. Nunca le hagas daño a nadie ni a nada

No le hagas daño a ningún ser vivo: ni a las personas, ni a los animales, ni a las plantas, ni a la Tierra…

No les hagas daño ni con tus pensamientos, ni con tus palabras, ni con tus acciones.


6. Cultiva tus amistades

La amistad es alegría. Haz más amigos y sé un mejor amigo para los amigos que ya tienes: Busca a tus amigos más a menudo; cuando tus amigos te busquen, responde; pasa más tiempo con ellos, frente a frente; ábrete ante ellos y muéstrate como eres; sé amoroso y sincero.


7. No dejes que la tecnología se convierta en tu vida

Las conexiones más importantes que tenemos en la vida no son la conexión a Internet, la conexión del cargador de tu computador o tu celular, la conexión a Facebook o a Instagram.
Las conexiones más importantes que tenemos en la vida son nuestra conexión con nosotros mismos, con el Universo, y con los demás.

Recuerda la importancia de conectarte con otros seres humanos: de hablar cara a cara con alguien mirándolo a los ojos, de darle un beso a tu pareja, un abrazo a un amigo, una sonrisa a un familiar, un saludo cortés a un desconocido.

No vivas la vida con la mirada clavada en tu computador o en tu celular: levanta tu mirada y sorpréndete con la belleza, el amor, y la alegría que te rodean.



8. Negocia en vez de entrar en conflicto o pelear