Para retomar del tema que habíamos tratado, vamos a ubicarnos en la Crisis Existencial que toda persona debe experimentar en su vida, para iniciar el viaje que completará su evolución. Se vive en el momento de la vida cuando nos preguntamos de manera profunda y real: ¿Qué quiero hacer con mi vida, adonde voy y para que vivo?
Esta crisis existencial que se vive previa a cuando vamos a empezar el camino del despertar es una época muy dolorosa.
Y, ¿qué significa Despertar? Es la toma de conciencia de nuestra verdadera identidad divina. Y se da justo a partir de habernos rendido al control de nuestra vida, porque lo que hasta ese instante hemos hecho, no nos quita el sufrimiento de sentirnos vacíos.
El momento del Despertar se da en un nivel alterado de conciencia. Lo común es tener una experiencia mística donde nos sentimos unidos al Todo. Donde podemos decir en nuestro interior, que somos hechos a la imagen y semejanza de Dios. Es cuando sentimos el poder omnipresente de Dios, unidos a la Luz, a la Abundancia, al Amor; siendo parte de ese manantial infinito sin fronteras, ni límite alguno. Es cuando nos damos cuenta que esa experiencia nos lleva a una realidad no conocida anteriormente, ni experimentada jamás. Y que nos deja una huella tan grande en nuestra alma, que deseamos a toda costa seguir esa luz buscando más adentro para encontrar el sentido de esa experiencia llena de un profundísimo Gozo y Paz.
Pero esa experiencia, es sólo momentánea, se va, y volvemos a la realidad de la densidad de la 3D. No por eso, es imposible lograr de nuevo ese estado de conciencia; sino precisamente que requerirá de comenzar el camino hacia un itinerario espiritual que nos llevará a descubrir, después de mucho andar, el estado de iluminación permanente. Este estado deseado por todos los seres humanos más no conocido por la mayoría, es hacia donde estamos caminando actualmente. Ya que se va dando poco a poco a partir de la renuncia constante a los deseos humanos para encontrar los deseos espirituales como la Felicidad, la Paz, el Gozo, la Libertad, la Plenitud. Ya que hemos descubierto nuestra verdadera identidad divina.
Hemos hablado antes de eso, pero hoy específicamente les quiero describir a grandes rasgos este camino de toma de conciencia de nuestra divinidad hasta llegar a al Hogar, de donde salimos como espíritus enmarcados en un cuerpo para hacer un trabajo específico en la tierra. Y ése es nuestro verdadero trabajo en la tierra, encontrar la Luz y fusionarnos a ella.
La crisis existencial, nos marca un parte aguas en la vida y gracias al sufrimiento desgarrador que se vive, nos da la posibilidad de voltear hacia el otro lado de donde veníamos caminando. Este nuevo caminar es hacia nuestro interior, conociéndonos desde dentro, trabajando en nuestras sombras y en qué consiste verdaderamente nuestra Esencia Divina.
Si nosotros en nuestra oración pidiéramos que nos enseñe Dios en qué consiste ser su Hijo, estaríamos siendo escuchados inmediatamente y ese conocimiento nos llegaría a través de la intuición.
Estar inmersos en esa consciencia de hijos de Dios es la conciencia Crística, es cuando somos Cristos. Recordemos a San Pablo cuando dijo: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”. No dijo es Jesús quien viven en mi, sino Cristo, es muy profunda esta diferencia, pero determinante para entendernos como hijos de Dios.
Son términos difíciles de entender, Theilard de Chardin, jesuita de principios del siglo XX, nos fue diseñando el camino para entenderlo; pero Paramahansa Yogananda, Gurú hindú que llegó a América en los años 30s, nos lo dice muy claramente: “Asumir nuestra Conciencia Crística es asumirnos como hijo de Dios”.
Jesús se Cristificó en el momento de su bautismo cuando empezó su misión. El tuvo esa iniciación, esa expansión de conciencia para entrar de lleno a su misión. Anteriormente fue llevándose a cabo su preparación y aprendizaje para asumir su tarea en la tierra.
Asumirnos en esa conciencia Crística como hijos de Dios, nos da la posibilidad de llegar posteriormente a la Unión con Dios en la Conciencia Divina, del Todo, del UNO.
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