Las expectativas son una proyección del ego, de su necesidad patológica de control. Es la opción a la que el ego le da mas posibilidades de ocurrir, o la que le resulta “evidente” que va a ocurrir, en función de las experiencias previas o de cómo cada cual entiende que funciona el mundo.
Es difícil evitar tener expectativas o tratar de no imaginar lo que acontecerá. Nuestra mente nos dibuja las posibilidades a tal velocidad que, a veces, incluso sin darte cuenta, te ves a ti mismo planeando algo que aún no sabes ni si ocurrirá.
Se trata de ver el futuro, mas que verlo, de saberlo: es lo que consideramos más probable que suceda. Dicho así, ¿no resulta extraño?. De todo lo que ocurre a lo largo de nuestra vida generamos expectativas; las cuales nos procuran dos posibilidades.
La primera posibilidad es que nuestras expectativas se cumplan. Dependiendo de nuestra concepción del mundo, lo que esperamos que ocurra puede variar enormemente. Si somos optimistas nuestras expectativas serán positivas, si somos pesimistas serán negativas.
En cualquier caso, al ocurrir lo que suponíamos que ocurriría, desaparece el factor sorpresa, y afianzamos en nuestro subconsciente una falsa sensación de control sobre lo que ocurre en nuestra vida. ¿Qué problema genera esta falsa sensación de control? Pues el problema surge cuando las expectativas no se cumplen, que es lo que sucede más a menudo.
Cuando nuestras expectativas no se cumplen, la segunda opción, nos genera frustración. La falsa sensación de control, anteriormente mencionada, se quiebra al no suceder lo que esperábamos. Aparece la inseguridad, pues no controlamos lo que sucede, las dudas, la incertidumbre e incluso la culpa.
¿Culpa? Si, por no haber sido capaces de predecir mejor el futuro. Dicho así, resulta un tanto absurdo. ¿No es cierto?
Una expectativa, que es una suposición centrada en el futuro, puede o no ser realista. Una expectativa sobre la conducta o desempeño de otra persona, expresada a esa persona, puede tener la naturaleza de una fuerte petición, o una orden, y no solo una sugerencia. Es lo que esperas que esa persona haga, según como tú entiendes el mundo y su comportamiento.
Así pues, no solo esperas que las circunstancias sucedan de determinada manera, sino que también esperas que los actores en dichas circunstancias ejecuten su papel de un modo predeterminado. Entonces.. ¿no deberíamos esperar nada?
Hay una diferencia entre esperar o anhelar (tener ansia o deseo de alguna cosa). Al tener ansia o deseo de alguna cosa, estamos codiciando esa cosa. Es lo que queremos para nosotros.
Esperar no es codicia, esperar es nuestra naturaleza. Es tener las puertas abiertas.