Tú eres divino, pero todavía no has conocido tu divinidad. De hecho te es tan difícil conocerla porque eres divino. Está en el mismo núcleo de tu ser. Si se tratara de algo fuera de ti, ya lo habrías encontrado. Si fuera algo objetivo, podrías haberlo visto.
Pero no está fuera y no es un objeto, es tu subjetividad. No es algo que pueda ser visto, es algo que está escondido en el que ve. Es un atestiguar.
Hasta que no vayas detrás de ti mismo no te será posible conocerlo.
Hay tres cosas en el mundo. Una es el mundo del objeto; las cosas que te rodean. Cerca de él, según te vas acercando a ti mismo, está el mundo de los pensamientos, los sueños y los deseos. Eso también te rodea.
Eso es lo que tú normalmente llamas el mundo interior, también esta afuera. Hay dos tipos de exteriores, el que ves con los ojos abiertos y el que ves con los ojos cerrados. Pero ambos son exteriores porque todo lo que se puede ver tiene que estar en el exterior. Para ser visto, tiene que estar en el exterior, tiene que ser diferente a ti. El objeto tiene que ser diferente del sujeto.
Y luego está la tercera, el mundo de tu núcleo interno, tu subjetividad, desde donde el ego esta viendo. Llegar a eso es realizar la divinidad de uno. Uno tiene que convertirse en un testigo de objetos y pensamientos, y observando poco a poco llega el momento en que ocurre el cambio.
Cuando no quedan ni objetos ni pensamientos en tu conciencia, cuando tu conciencia es pura, da un giro; un giro de ciento ochenta grados, cuando no hay nada que ver, el que ve empieza a verse a sí mismo.
Recuerda solo estoy usando palabras, y no son adecuadas. <<El que ve empieza a verse a sí mismo>> no es la expresión correcta, porque, de nuevo, las palabras indican una división: el que ve y lo que ve. Y ahora no hay división, hay solo tú y tú y tú; no hay algo que esté viendo y algo que sea visto. Es pura conciencia.
Divinidad significa pura conciencia. Primero tendrás que pasar del mundo de los objetos al mundo de los pensamientos, y luego tendrás que dar otro paso; tendrás que abandonar el pensamiento, deja que los pensamientos desaparezcan deja que no haya nada.
Y en esa nada ocurre el giro. Tú no puedes hacerlo. Tú solo puedes hacer dos cosas: cerrar los ojos al mundo y cerrar tu conciencia al constante tráfico de pensamientos. Eso es todo lo que tienes que hacer. Luego la tercera cosa ocurre por sí misma. De repente eres conciente de que eres un Dios. Dios es conciencia.
En el mismo centro del yo, en la capilla mas interna, no encontraras tu ser; y así es como uno se encuentra a sí mismo. Cuando se pierde el yo se encuentra elyo.
Por eso en ese punto todos los grandes maestros se vuelven contradictorios y paradójicos. Jesús dice: <<si quieres encontrarte a ti mismo, piérdete a ti mismo. Si quieres perderte a ti mimo, síguete aferrando a ti mismo>>. Es muy paradójico. Los que se aferren, perderán, y los que estén dispuestos a perder triunfaran.
Vosotros sois dioses pero no os habéis dado cuenta, falta el reconocimiento, no es que lo hayáis olvidado
El hombre