¿Están las mentes y las memorias adentro del cerebro? ¿Son las leyes de la naturaleza fijas? ¿Es la naturaleza sin propósito y es la telepatía una ilusión? Rupert Sheldrake dice que ¡no!, en su libro ‘The Science Delusion’, un libro que desafía los paradigmas de los importantes materialistas como Richard Dawkins. Este artículo mira algunas de las ideas desplayadas en este libro.
Rupert Sheldrake, ex Director de Estudios de la Universidad de Cambridge es bien conocido por su enfoque poco ortodoxo a la biología. Aparte de las investigaciones más convencionales, él ha investigado la sensación de ser observado y la telepatía.
En su último libro: ‘Science Set Free: 10 Paths to New Discovery in North America’ [Ciencia Libre: 10 Caminos a Nuevos Descubrimientos en América del Norte], Sheldrake desafía las 10 creencias centrales que según él dan por sentadas los científicos, a pesar de la falta de evidencia. Estos incluyen la conservación de la materia y energía, que la medicina convencional es la única forma que trabaja, que toda la materia es inconsciente, y que los humanos son meramente robots automáticamente programados.
El libro remarca la grieta que existe entre los investigadores de lo paranormal y los científicos convencionales.
“La premisa materialista es que la naturaleza de la mente ya se entiende como: la actividad mental es la actividad del cerebro, y está localizada adentro de nuestras cabezas”, escribe Sheldrake. “Por lo tanto el fenómeno psíquico es imposible”.
“La premisa de los investigadores psíquicos es que el fenómeno psíquico es posible, pero todavía no se entiende, y que sólo al estudiarlo se puede descubrir más”.
Sheldrake describe en detalle cómo la gente partió con la creencia de que todo el universo tenía vida, al pensamiento que todo incluido los planetas y animales son mecánicos y están gobernados por las matemáticas.
“El punto de partida de la ciencia moderna fue el rechazo del viejo concepto del universo. La metáfora de la máquina se convirtió en el pensamiento científico central, con consecuencias de largo alcance”.
Él acusa a los materialistas de infundir vitalismo, por contrabando, por la puerta trasera del materialismo.
“Los maquinistas expulsan el propósito de los factores vitales de los animales vivientes y de las plantas para después re-inventarlos en un disfraz de moléculas. Una forma de vitalismo molecular es el tratar a los genes como entidades con propósito, metas, y poderes que van más allá de los meramente químicos como el ADN. Los genes se convierten en entelequias moleculares. En su libro ‘The Selfish Gene’ [El gene egoísta], Richard Dawkins dotó a los genes con vida e inteligencia”.
ADN no contiene todas las respuestas
Sheldrake se refiere al Proyecto Genoma Humano como la gran falla del materialismo. El cita al libro ‘The Selfish Gene’ el texto: “Este ADN puede ser considerado como un patrón de instrucciones de cómo hacer un cuerpo. Es como si en cada habitación de un edificio gigante existiera una biblioteca conteniendo los planes del arquitecto para el edificio entero. La ‘biblioteca’ en una célula es llamada núcleo. El plan del arquitecto tiene 46 volúmenes en los humanos –el número de volúmenes es diferente en otras especies”.
Si el ADN es realmente la copia de un plano de los organismos vivientes, el entender este plan traería una revolución en la ciencia de la vida. Empresas gubernamentales y privadas han invertido miles de millones de dólares en biotecnología. El Proyecto Genoma Humano de por sí costó $3 mil millones de dólares. Los científicos soñaron cómo prevenir y curar casi, si no todas, las enfermedades humanas. Sin embargo después que el genoma fue totalmente descifrado en el 2003, los biólogos se quedaron rascándose la cabeza y preguntándose por qué los humanos son tan diferentes de otros organismos.
Sheldrake hace nota en la “falla del problema de la herencia”. “En la práctica, el valor predictivo de los genomas humanos resultó ser muy pequeño, en algunos casos menos que los resultados logrados con el uso de una cinta métrica […] Tomando la altura de los padres [con cinta métrica] se puede predecir la altura de los hijos con un 80-90% de precisión […] En los recientes “estudios de asociación del genoma” se comparó los genomas de 30.000 personas. En otras palabras, los genes de la ‘altura’ no alcanzaron ni el 75-85% de la herencia de la altura”.
Sheldrake cita a Jonathan Latham, director del Bioscience Resource Project, “La mejor explicación del por qué los genes de mayores enfermedades no se han encontrado, con una pocas excepciones, es porque no existen. La posibilidad de seguir buscando por un rescate parece muy débil. Una mejor manera de usar el dinero sería el preguntar: si no se puede culpar la herencia de los genes por las enfermedades comunes, ¿podríamos encontrar cuál es la causa?
Así como la biología molecular cuesta mucho dinero esta ha cambiado dramáticamente la forma en que la biología es enseñada, dijo. Ahora los científicos han sobrepasado el tabú de la epigenética, la teoría de que las características pueden ser pasadas a los hijos. (Sheldrake da el ejemplo de los hijos de fisiculturistas que tienen la tendencia de tener grandes sus músculos). Pero los científicos aún no están interesados en desafiar la suposición de que la herencia se pasa materialmente, a través de moléculas y químicos.