¿Cuántas veces has pensado que el día puede ser totalmente desdichado porque amaneció lluvioso o de repente se tornó gris? Seguro que alguna vez te ha ocurrido. Lo mismo podríamos decir de un día de intenso calor o de un día en que el reloj se ha atrasado. Parecemos dispuestos a ser infelices hasta por las cosas más triviales cuando en realidad ser felices es una opción personal. Simple, podemos encontrar la felicidad aún cuando no tengamos todo aquello que anhelamos en la vida.
Podrías decirme que eso es una actitud conformista, para algunos puede parecer una tontería, pero si lo vemos bien: ¿no se gana más con ser positivo que con ser negativo? Somos capaces de ser felices a partir de que tomamos la decisión de serlo, cuando asumimos que contra todo lo que pueda ocurrir, siempre habrá algo que nos importe, que nos motive, que nos haga felices en alguna medida y “en alguna medida” es mejor que nada ¿o no?
Son tiempos convulsos, las cuentas pueden amargarnos los días y el amor no es algo que podamos tener bajo control. El amor es quizá lo que más infelicidad puede causarnos, ya sea porque nos sentimos incomprendidos por la persona a la que amamos o porque nos hemos dado cuenta que pasa el tiempo y no encontramos a nuestra “media naranja”. En realidad, no existe tal cosa, la soledad también es algo que podemos dejar de lado, podemos sentirnos muy solitarios en medio de una multitud pero también podemos trabajar para sentirnos completos con la sola exploración de nosotros mismos. Somos tan felices como queramos serlo.
Es increíble cuánto influye nuestra mente en nuestros sentimientos, cuando decidimos cambiar lo que falla en nuestras relaciones, cuando nos percatamos de que el amor es algo complicado, que no debemos intentar cambiar a nadie sino amar porque en ello encontramos nuestra propia dicha; es cuando de verdad nos acercamos a la felicidad. Cuando podemos sonreír incluso si las cosas van mal porque en realidad todo cambiará en algún momento, entonces ya hemos hecho un gran avance para sentirnos felices.
Si el amor llega, ¿por qué nos empeñamos en encontrarle defectos a la relación o a la persona? Cuando pensamos en nuestra propia vulnerabilidad podemos enfrentar el hecho de que no hay nadie perfecto y que podemos ser felices con las imperfecciones. Y si el amor no llega, ¿por qué empeñarnos en sentirnos amargados? El amor ocurre como casi todo, de manera imprevista, quizá debamos prestar más atención a nuestro alrededor, a veces miramos sin percibir, y lo que buscamos puede estar más cerca de lo que creemos.
Hoy ya ha amanecido, el día es gris y podría pensar que no hay cosa peor en el mundo. Sin embargo, en mi caso el otoño suele ser la mejor de las temporadas aunque, lo confieso, por momentos me provoca nostalgia, siempre tenemos algún recuerdo o alguna pérdida que un día sin sol se empeña en recordarnos.
Pero ya no suelo hacer eso, tiempo atrás entendí que podía sonreír y aceptar el día si me lo proponía, muchas de las cosas que nos darán felicidad solo esperan que decidamos vivirlas… Está en nuestra mente más que en nuestro corazón, hay que cambiar nuestra forma de ver la vida… Hay que vivirla tal y como llega porque siempre habrá algo que la haga mejor aunque te empeñes en creer que no… El solo tener un día más para vivirlo, ¿no es suficiente felicidad?