Cuando entramos en el mundo “espiritual”, a todos nos suele dar por lo mismo: ¿A quién salvo? ¿A quién enseño? ¿A quién curo? ¿Qué ONG monto? ¡¿Qué hago, qué hago, qué tengo que hacer?!
Ni salvas, ni curas, ni enseñas, ni tienes que hacer nada. Te salvas, te enseñas, te curas, así es.
Puedes dedicarte a vender pan, al cultivo del champiñón o a hacer castañuelas. Puedes dedicarte a lo que te plazca, no hay que hacer nada. Nadie puede salvar a nadie.
Se precisan puntos de luz en todas partes; desde las cajeras de los supermercados, a las farmacias, las metalúrgicas, las granjas y las grandes superficies. Los puntos de luz son necesarios y se agradecen en todos los lugares.
Si te ha tocado estar en servicio activo a través de terapias, sanación, enseñanza…. ¡ pues lo estas ! Si no, tu labor es igualmente importante y válida.