Despierta a la vida divina, o dicho de otra manera:
¡Deshazte del sueño!
Y por sueño no me refiero a lo que experimentan cuando duermen, o a las grandes aspiraciones que puedan tener, sino al sueño que se genera por sumergirse en la materia. Por lo tanto, destruyan ese sueño.
¿Por qué?
Debido a que ese sueño, aunque parezca mágico y seductor en sus primeros albores, dado que es el diablo (el verdadero) un sueño que no se satisface se convierte en una fuente de odio. Observen como en los humanos el deseo de ser felices es un sueño. Todo el mundo sueña con tener una gran casa, un hermoso coche, vacaciones en el mar o en la montaña. Para los hombres de tener la “chica” más hermosa del mundo, y para las mujeres de tener al “príncipe azul” más perfecto del mundo. Todo eso es un sueño.
Esas personas cuando se confrontan a la vida y que por ejemplo, la señora se da cuenta que su marido es simplemente un trabajador, un obrero con un lindo carácter, pero con una nariz tan torcida que no es realmente el “Apolo” que ella deseaba. Simplemente es un obrero, y además no tiene mucho dinero, y es un hombre cansado cuando regresa a la casa en la noche. Así que la gran escena de amor, no hay que contar con ella.
Automáticamente su sueño se encuentra frustrado y la mujer se vuelve resentida y le reclama todo a su marido trabajador. El marido no comprende y ya ni quiere salir de la fabrica exclamando a sus compañeros: “mi mujer ya no me quiere, incluso me odia y no sé por qué”. Así hay muchas mujeres que vuelven infeliz a su marido, simplemente porque ellas querían un sueño y no un marido.
De la misma manera, enormemente de hombres hacen infeliz a su esposa, porque ellos querían casarse con una miss mundo, con una mujer muy atractiva, pero con la edad la atracción va desapareciendo, y un día el hombre la repudia, le reclama de no esconder sus “vergüenzas”. Y la mujer cada vez que va a verse en el espejo, va a odiar su cuerpo y va a acusar a Dios de hacerla envejecer, de haber inventado los cabellos blancos, las arrugas y de quitarle la belleza.
Poco a poco, con cosas completamente anodinas, cotidianas, incluso infantiles, se crean dramas que pueden ir hasta el resentimiento hacia la divinidad, hacia el rechazo mismo de Dios. Es por eso que les digo: desconfíen de los sueños, como si tuvieran el diablo en frente de ustedes, para evitar esas desgracias y ese karma muy pesado.
Al deshacerse de los sueños, podrán contemplar la magnífica vida que Dios les ha reservado, una vida en la que pueden ser inmensamente ricos, y puede ser hermosos como Apolos o hermosas como Afroditas. Esto es debido a que tan pronto como uno ya no vive en el sueño, sino en la verdad, y que mira lo divino de frente. No hay límite a las bendiciones de Dios. La persona no necesita más ir a la búsqueda de lo que los humanos anhelan (belleza, riqueza) son ellas las que van hacia la persona hasta en el mismísimo plano físico.
Lo que es cómico y tiernamente humorístico, es que cuando un ser humano llega a ese punto de belleza interior y de riqueza interior, aunque puede fácilmente obtenerlas en el mundo terrenal, ya no le importa ser rico en la sociedad o ser físicamente hermoso. (Lo detallo en
la belleza vista esotéricamente)
Por lo tanto no hay que fantasear con nada. La ilusión es el peor enemigo. El sueño es verdaderamente el diablo, el anticristo que va impedirles de recibir a Cristo, y ustedes no logran reconocerlo, porque él sabe muy bien seducirlos, entrar en vuestras mentes, en vuestros deseos, manipulando vuestra substancia mental y añadiéndole algo de placer. Al grado que cuando el Maestro llega, no lo dejan derrumbar ese sueño.
Así que sean muy distantes con los sueños, atentos con los sueños que les surgen, como lo serían con una serpiente que se les apareciera, justamente porque eso son, la serpiente endemoniada de la Biblia, porque son la ilusión. Vuélvanse un ser sin sueños y verán que la vida es mucho más bella sin sueños.
¡La vida se vuelve magnifica cuando ya no sueñas más!
Hay que destruir el sueño incluso para encontrarse con el Maestro
Para poder conocer al Maestro no deben imaginarse nada sobre él. Nada preconcebir, porque entonces muy probablemente serán incapaces de reconocerlo, y eso sería el menor mal, pero también arriesgan de negarlo, de atacarlo e incluso de matarlo (ejemplo Jesús) porque no corresponde a la idea que se habían hecho de él. Y puesto que no corresponde a sus sueños, a las ilusiones que se hicieron de él, entonces van a concluir que es el diablo.
(Cuando en realidad el diablo es la ilusión; igual ahora, la gente se imagina al nuevo Mesías a la imagen que conciben de Jesús y lo más probable es que si el nuevo Mesías llegara y se hiciera público, al no corresponder con la ilusión que tiene la gente de él, lo rechazarían e incluso considerarían que es el anticristo.)
Es lo que siempre dicen los religiosos que tienen libros y libros de referencia sobre lo que es la espiritualidad, sobre lo que es la verdad y sobre como es el Mesías que es esperado. Entonces, para no cometer el mismo error, desháganse no solamente de sus propias ilusiones, sino también de las ilusiones que puedan tener sobre los Maestro o sobre Dios, ya que los Maestros y Dios están más allá de lo que se puedan imaginar. Son una belleza mucho más grande de lo que vuestra pobre consciencia podría considerar.
Entonces, para poder encontrarse con el Maestro, no imaginen nada acerca de él. No imaginen que sea oriental u occidental, o que tenga una gran barba, o que llegará con una larga túnica blanca, etc. Tampoco imaginen que tendrá un carácter acogedor o al contrario que tendrá un carácter fuerte. No le pongan estereotipos porque entonces lo más seguro es que cuando lo vean estarán decepcionados y entonces se irán a buscar en otro lugar.