La física cuántica ha venido a confirmar científicamente planteamientos que ya estaban en el corazón de las grandes tradiciones espirituales desde hace milenios, como es el hecho de que todos estamos entrelazados con aquello que nos rodea, como los árboles, las personas e incluso las estrellas.
Pero hay mucho más que la física cuántica nos desvela (como el principio de superposición, la teleportación o el efecto túnel), que si aprendemos a manejarlo tal vez podría dar lugar a situaciones que hoy por hoy sólo son propias de la ciencia ficción. De la misma manera que hoy son realidades cotidianas situaciones que en el pasado sólo podían ser imaginadas en la ficción.
La científica, experta en física cuántica, Sonia Fernández Vidal, ha utilizado precisamente el género de la ficción, el cuento, para familiarizarnos con algunos mecanismos del mundo cuántico que forma parte no sólo de nuestro entorno sino que constituye los fundamentos de nuestro propio cuerpo físico, mental y hasta espiritual.
¿Qué tiene de realidad o de posibilidad el relato de “La puerta de los tres cerrojos”?
La narración de esta aventura transcurre en un mundo de fantasía —el mundo cuántico—, sin embargo está inspirado en algunos de los principios de la ciencia actual, los fenómenos tan antiintuitivos que nos describe la física cuántica.
¿Antiintuitivos?
Efectivamente. Los fenómenos de la física cuántica no están respaldados ni por la razón ni por la intuición, porque todo nos dice que es imposible lo que en realidad ocurre a nuestro alrededor: que una partícula pueda ir por dos caminos diferentes, atravesar paredes o teleportarse. Las propiedades que se describen en este libro, por ejemplo la teleportación, el poder atravesar paredes o estar en dos sitios al mismo tiempo, son una “realidad” en el mundo de las partículas fundamentales (partículas más pequeñas incluso que los átomos) pero son fenómenos que no aparecen en nuestra experiencia ordinaria, en nuestro día a día. La parte de fantasía es la extrapolación de lo que viven estas partículas a lo que se encuentra el protagonista, Niko, al entrar en el mundo cuántico.
¿Existe el “mundo cuántico” en el que entra el protagonista? ¿Cómo?
El “mundo cuántico” existe, y no está separado del nuestro. Está presente en absolutamente todo lo que nos rodea. Las sillas, el aire y nosotros mismos, estamos formados por estas partículas tan pequeñas, que son los ladrillos que forman todo lo que vemos. A modo práctico, la tecnología cuántica también está muy presente en nuestras vidas. No sólo sirve para teorizar sobre cómo está formada la materia y comprender nuestro universo, sino que han permitido desarrollar ingenios tecnológicos que están muy presentes en nuestro día a día cotidiano: Cada vez que se nos abren las puertas del supermercado de manera automática, cuando calentamos la leche en el microondas, o nos queremos operar de miopía usando un láser, incluso en nuestros teléfonos o portátiles que están llenos de transistores, todo esto es posible gracias a la física cuántica.
¿Cómo es ese mundo cuántico? Qué le diferencia del nuestro?
En este mundo cuántico suceden cosas que nos parecen fascinantes. Como decíamos, estas partículas pueden estar en más de un sitio al mismo tiempo, pueden teleportarse, están entrelazadas las unas con las otras gracias al entrelazamiento…
¿De qué me sirve que las partículas que me conforman puedanteleportarse si yo no puedo?¿Cómo es nuestro mundo? ¿Qué nos separa del mundo cuántico?
En nuestro mundo las cosas son un poco más “ordenadas” y siguen un determinismo. ¡Nosotros no vemos a nadie escoger dos caminos al mismo tiempo, como ocurre en lasuperposición! Uno de los grandes enigmas que todavía traen de cabeza a los científicos es el poder explicar dónde está la frontera entre los fenómenos cuánticos y los clásicos —entre nuestro mundo y el cuántico—. Si las partículas que nos forman pueden vivir todas estas cosas tan extraordinarias, ¿por qué nosotros no podemos? Una de las teorías que trabaja en ello es la decoherencia, que trata de explicar cómo desaparecen estos fenómenos a medida que atravesamos esta frontera enigmática.