¿Por qué el tiempo no existe?
Cuando nos preguntamos por qué pensamos que el tiempo existe, la mayoría de nosotros diría: porque vemos que todo está cambiando, siempre. Y así es: todo en y alrededor de nosotros está cambiando constantemente, desde el principio hasta el final.
La pregunta sin embargo es: ¿la razón de este cambio continuo se encuentra fuera del sujeto cambiante (causado por un fenómeno llamado tiempo) o todo cambio viene desde el interior del propio sujeto cambiante? No creo que sea difícil ver que esta última es la correcta. Lo que hace que las cosas cambien (el ciclo de vida) para una flor, un ser humano o un animal se establece por las características de la forma de esa vida en particular y no por una causa externa, como el tiempo. Lo que llamamos “tiempo” es sólo un método para medir el “cambio continuo”. Debido a nuestra necesidad de medir este cambio continuo decidimos dividir los “cambios cíclicos” como las estaciones y el día y la noche, en meses, veinticuatro horas, minutos, etc. Estos cambios bien conocidos son provocados por el movimiento continuo de nuestro planeta por el sistema solar y no porque existe tal cosa como el “tiempo”.
Por lo tanto, no hay minutos, pero decidimos que después de contar 60 (segundos) decimos que ha pasado un minuto. Basándonos en los minutos calculamos las horas, los días, los meses, los años, los siglos etc. De esta manera podemos contar el número de latidos por minuto, los años desde el nacimiento hasta la muerte e incluso podemos calcular el número de años desde el Big Bang hasta la actualidad.
Pero también decimos: “parece como si el tiempo se hubiera detenido (en ese antiguo pueblo), nada ha cambiado”.
En realidad sólo hay AHORA – en el que todo lo que se manifiesta aparece, cambia y desaparece.
Debido a que nosotros mismos somos parte de este proceso de cambio podría ser difícil para nosotros comprender que nosotros mismos también estamos cambiando en el eterno ahora. Si somos capaces de mirarnos a nosotros mismos desde fuera de nuestro tren en marcha (presenciando nuestra vida pasar), es probable que fuéramos capaces de ver que el ahora siempre es y que estamos pasando por este eterno, inmóvil, AHORA.
Como sabemos, Albert Einstein se hizo famoso por su teoría de la relatividad. En nuestro contexto, es interesante entender que Einstein estudió el método de cálculo del tiempo. Descubrió que un momento en el tiempo desde mi posición no tiene por qué ser el mismo desde tu posición. No sé si alguna vez Einstein declaró que el tiempo no existe en absoluto. En cuanto a mí, ¡sería mejor que hubiera dicho que sí!
Puede ser sabio y bueno para una mejor comprensión dar algunos ejemplos más de los métodos de medición que utilizamos a diario y que también se basan en principios no-existentes.
Distancia: un centímetro, un metro, un kilómetro, una milla, etc., no existen pero hemos acordado llamar a determinado espacio que recorremos un metro.
Peso: un gramo, una onza, un kilo, una tonelada, etc., no existen, pero una vez más hemos acordado llamar a un determinado peso de masa un kilo.
Peso: un gramo, una onza, un kilo, una tonelada, etc., no existen, pero una vez más hemos acordado llamar a un determinado peso de masa un kilo.
Estos métodos de cálculo son, por supuesto, muy útiles e indispensables en nuestra vida diaria.
Debido a que no somos conscientes de que el tiempo no existe, no sentimos la necesidad de centrarnos en el ahora en el cual nuestra vida tiene lugar. Sin embargo, habría sido mucho más sabio si nuestros antepasados (y nosotros) lo hubieran hecho en el pasado. Siga leyendo para ver por qué …
El eterno ahora
El espacio infinito del universo se extiende hasta “el lugar donde vivimos”. Aún así: ¿quién somos, cuándo y dónde estamos? Hemos aparecido y desapareceremos en la realidad inmutable del espacio, el vacío en el que todos los cambios ocurren. Los eruditos griegos del pasado denominaron a este vacío: “Ser” o el “Absoluto” porque se refiere a aquello que no puede NO ser, que es absoluto. ¿Qué más se puede decir sobre este absoluto? Es inmutable (pero todo lo que aparece en él cambia constantemente), es omnipresente (no hay ningún lugar en el que no es) y es atemporal (sin principio, sin cambio, sin final).